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sábado, 30 de septiembre de 2023

Contra la desinformación informativa

    Nos regala el extravagante multimillonario Elon Musk, director ejecutivo de la red social X (antiguamente tuíter, la jaula de la que el pajarito azul salió volando), un vídeo de un minuto y medio de duración, que no tiene desperdicio en el que se suceden imágenes vertiginosas al ritmo frenético de En la gruta del rey de la montaña de la suite Peer Gynt de Edvard Grieg. 
 
Logo de tuíter, que ahora se llama X
 
 
    La información que proporciona gira precisamente en torno a la desinformación o información errónea difundida sobre las vacunas contra la enfermedad del virus coronado. Vemos los titulares de la prensa, el cuarto poder del Estado democrático, sobre la eficacia de dichos sueros, que publicaban afirmaciones supuestamente científicas -la ciencia es la nueva forma de religión, en la que hay que creer fidedignamente so pena de ser considerado un hereje, y es por lo tanto la nueva forma de religión y opio del pueblo, que diría el venerable Carlos Marx, avaladas con datos numéricos, que tuvieron lugar a lo largo del año 2021. 
 
 
    El porcentaje de eficacia y seguridad de los fármacos va disminuyendo paulatinamente. Al principio nos aseguraban el 100% de efectividad, nada más y nada menos, pero cuando apareció la variante Delta comenzaron a rebajarlo a un 50%, y a ir bajando según iban apareciendo nuevas variantes y subvariantes. 
 
    A continuación aparece la propaganda de las dosis de refuerzo (boosters, en la lengua del Imperio). Las autoridades sanitarias recomendaban dichas dosis, hasta cuatro y cinco en un intento desesperado por huir hacia delante. Finalmente nos muestra las decisiones que tomaron algunos países como como Suecia, Japón o Dinamarca de suspender la campaña de vacunación –sobre todo entre las personas más jóvenes, que eran las que menos riesgo tenían de contraer la enfermedad, y más susceptibles de sufrir graves efectos secundarios.
 
    Concluye el vídeo mencionando los pingües beneficios obtenidos por la industria de la gran farmacopea y sus grandes corporaciones farmacéuticas. 
 
 
    Aunque llega un poco demasiado tarde, se agradece sin embargo este paso atrás dado por el magnate ante la crisis sanitaria de la enfermedad del virus coronado, que fue uno de los primeros que se prestó al experimento dejándose inocular, que quizá sirva para desengañar a algunos engañados todavía, mostrando en mostrando en particular que la eficacia de estas últimas ha sido ampliamente cuestionada en todo el mundo, con bastante rapidez. 
 
    En los comentarios que escribe Musk explica: "Lo que me preocupa es el hecho de que la gente se vio obligada a vacunarse y someterse a múltiples inyecciones de refuerzo para poder hacer cualquier cosa". Recuerda que “si la Corte Suprema de Estados Unidos no hubiera invalidado la decisión de Joe Biden”, se habría visto obligado “a despedir a cualquiera que se negara a vacunarse”, aunque asegura acto seguido que no habría hecho una cosa así... aunque acabó despidiendo a la mitad de la plantilla para ahorrar gastos.
 
    Sin embargo, admite que recibió sus correspondientes dosis para poder viajar, como tantas otras personas que se sometieron a los pinchazos por esa razón, y comenta que "la tercera vacuna casi me envía al hospital". 
 
    A continuación escribe como disculpándose: "No es que no crea en las vacunas", escribe, pero "la cura no puede ser potencialmente peor que la enfermedad. Y el debate público sobre la eficacia no debería cerrarse". 
 
    Concluye matizando más aún sus comentarios sobre el potencial médico de la tecnología del ARN mensajero sintético, recomendando “let’s not throw the baby out with the bath water”, no tirar al bebé con el agua de la bañera dentro, aunque quizá nos iría mucho mejor en este caso tirar el agua sucia del barreño con el niño y el pediatra que lo recomendó dentro.
 
 
    Elon Musk aparece en la imagen adjunta acompañado de su madre y disfrazado con motivo de Jálogüin en una fiesta neoyorquina con traje de cuero rojo con una cabeza de Bafomet, un demonio con cabeza de cabra y una cruz invertida, un disfraz que le había costado 7.500 dólares yanquis, poco antes de despedir a la mitad de los 7.500 empleados a los que la red daba trabajo en el mundo para ahorrar gastos. ¡Qué preocupaciones tienen estos millonarios miembros de las élites tecnológicas, inmensamente ricos, que como dice nuestra vicepresidenta en funciones son conscientes, ellos y ellas, de que "nos vamos al carajo" y, como nos vamos a salva sea la parte, tienen un plan restringido a ellos y ellas de huir del planeta Tierra, renunciando ellos y ellas de ese modo a salvarlo, sustituyendo el planeta azul por el mundo de los cohetes, del metaverso, y de sus mansiones-fortalezas en Nueva Zelanda, dejándonos aquí en este carajal a nosotros y nosotras!

domingo, 9 de octubre de 2022

Apostillas a dos tuites de Edgar Morin

    En dos tuites del 3 de octubre, Edgar Morin (1921-...), el sociólogo francés, activo en las redes sociales, escribe lo siguiente: 
 
 
    Por la mañana quiero quedarme en la cama donde se está calentito, tan bien como allí donde estaba yo antes de nacer hace 101 años y de donde fui expulsado por una fuerza exterior. Y cada mañana vuelve la fuerza exterior, que arranca la manta y me catapulta al frío mundo. 
   
    Estamos entre dos fuerzas: la exterior que nos catapulta al mundo, y la interior, que nos empuja a volver al claustro materno. Una fuerza nos obliga a levantarnos y ponernos en funcionamiento por la mañana, y otra, por la noche, a volver a la nada primigenia.

Alegoría de la Noche, Hans Sebald Beham (1548) 
("La noche, el amor y el vino no aconsejan nada moderado")

  oOo
 
    La batalla de las palabras es esencial en política porque es con palabras con lo que se conquistan territorios ideológicos. 
 
    Solo un ejemplo: Cuando a unos tratamientos farmacológicos nuevos como las inyecciones de adenovirus y de ARN mensajero contra el COVID-19, nunca antes experimentados y por lo tanto experimentales, se los denomina "vacunas" y no "quimioterapia", por ejemplo, se está favoreciendo una aceptación  mayoritaria, casi totalitaria, aunque afortunadamente la mayoría no somos todos, que de otro modo no habrían conseguido.
 
oOo 
 

 
      En el brevísimo preámbulo de su último libro “Lecciones de un siglo de vida” (2021), Edgar Morin, que actualmente cuenta 101 años de edad, escribe: Entiéndase que no doy lecciones a nadie. Intento sacar lecciones de una experiencia secular y seglar de vida, y deseo que sean útiles a alguien, no solo para interrogarse por su propia vida, sino también para encontrar su propia Vía.

    Entre sus muchas breves e incisivas reflexiones de este libro, que puede considerarse su testamento, destaco estos dos "mementos", como él los denomina:
 

    Para envejecer bien, uno tiene que guardar en sí las curiosidades de la infancia, las aspiraciones de la adolescencia, las responsabilidades del adulto, y en la vejez intentar extraer la experiencia de las edades precedentes. 

    Deberíamos buscar una vacuna contra la rabia específicamente humana, pues estamos en plena epidemia.

     

lunes, 8 de agosto de 2022

No hay inmunidad, pero sí rebaño.

    Según el periódico ABC, diario de referencia y decano de la prensa nacional, que no racional, Estos son los síntomas de la variante Ómicron que afectan a las personas ya vacunadas de Covid. Escribe el autor del artículo que firma M.L.C.: Estar vacunado no implica estar libre de coger el coronavirus. Porque no se concibieron (las denominadas 'vacunas') para evitar los contagios, sino para que los efectos del virus sean mucho menos adversos e incluso pasen desapercibidos. 
 
    ¡Qué sutileza esta última de los efectos del virus que pasan desapercibidos! Es como si quisieran que no se les dé relevancia. Pero difícilmente pueden pasar desapercibidos estos síntomas de Ómicron, la última variante o mutación o lo que sea del engendro viral, que según ABC aparecen en personas vacunadas: tos persistente, secreción nasal, cansancio, fatiga muscular, dolor de cabeza, dolor de garganta, fiebre, estornudos. La mayoría de ellos son bastante visibles y triviales. Otra cosa es que no queramos darles demasiada importancia porque son los síntomas de un catarro o constipado o gripe, si se quiere, de toda la vida, que todos hemos experimentado alguna vez.
 

 
    Lo que no podemos afirmar, porque es algo que no podemos saber a ciencia cierta, o que sólo podemos saber 'a ciencia incierta' al no tener ningún elemento de referencia para la comparación, es que estos síntomas del virus serían más graves e incluso mortales si uno no se hubiese prestado a las inoculaciones experimentales.
 
     No especifica el citado artículo si estos síntomas afectan también a las personas no vacunadas, porque si no les afectasen, serían la clara consecuencia de las inoculaciones, y serían ellas y el virus o la proteína del virus inoculada, la causa de dichos síntomas que con tanta rapidez se contagian en este verano caluroso, un verano en el que el calor mata, siempre según la prensa orgánica, disparándose la mortalidad en oleadas cada vez más extremas, de manera que cuando suben las temperaturas aumentan los fallecimientos.
 
     Otro periódico de la prensa nacional, que no racional, afirma al respecto sin ruborizarse: “Este calor no es normal: media España registra el inicio de verano más caluroso de la serie histórica”. (No sabemos nada de la serie pre-histórica, de la que no hay nada escrito ni escritura siquiera).
 
     El estudio que reporta el periódico ABC concluye que “la eficacia de las vacunas ha ayudado a que los efectos del virus se vean muy reducidos”. Pero no es una conclusión lógica, porque lo que se pretendía con las inyecciones era inmunizarnos, alcanzar la inmunidad de rebaño o de grupo, como pretenden otros, a los que ofende lo del rebaño gregario que somos, lo que quiere decir precisamente evitar el contagio. Y eso, reconozcámoslo, no se ha conseguido, sino todo lo contrario.
 
 
 
     Hay más contagios que nunca. Y en plena canícula de época estival. Estos contagios no son letales, pero ¿lo fueron acaso alguna vez? No, nunca lo fueron. Se sabía desde el principio que la letalidad del virus no era grave, no más que la de la gripe normal y corriente de todos los años por las mismas fechas, aunque se nos dijo lo contrario, sembrando el pánico y encendiendo todas las alarmas.
 
     Las autoridades sanitarias le dijeron a la profesión médica, mintiéndole e imponiéndole unos protocolos irracionales (y donde hay capitán, como dice el refrán, no manda marinero), que no se podía hacer nada para curar el COVID-19, porque no había ningún tratamiento disponible. La prensa oficial y orgánica de todo el mundo respaldaba este nihilismo terapéutico interesado*, en el sentido más económico del término, lo que justificaba la aprobación por razones de emergencia y vía de urgencia de unos sueros experimentales, que, a la vista está, han fracasado estrepitosamente porque la inmensa mayoría tarde o temprano se ha acabado contagiado.
 
     La defensa a ultranza de las presuntas vacunas anticóvid les lleva a decir que estos síntomas que padecen las personas vacunadas son insignificantes: “Tanto que pueden pasar como un resfriado corriente y que desaparezcan en apenas unos días”.
 
   
 
     Si humanum fuit errare, si equivocarse fue humano, como escribió san Agustín, habría que reconocerlo, pero no lo hacen, porque no se han equivocado. Lo que han conseguido era precisamente lo que pretendían. Así que hay que concluir como el santo: diabolicum est per animositatem in errore manere: perseverar en el error debido a su animosidad hostil, eso ya no es humano, no, sino diabólico.
 
     *El interés del capital era que trascurriera el tiempo sin hacer nada, había que quedarse en casa, no fueran a colapsarse los servicios de urgencia de los hospitales. Había que permanecer aislado (stay home) para salvar vidas (save lifes), y resistir, solos, hasta que los labios se amoratasen para ir al hospital. Se negaron la hidroxicloroquina y la ivermectina, unos tratamientos baratos y sin patente, y se puso el foco en la esperanza futura mesiánica y universal de la vacuna que según la Iglesia de la Ciencia Católica salvaría a la humanidad de la muerte eterna.  
 
    Hagamos, para acabar esta reflexión, un pequeño ejercicio sencillo de memoria histórica: El 10 de mayo de 2021 el presidente del gobierno de las Españas autonómicas nos aseguraba que faltaban sólo 100 días para lograr la inmunidad de rebaño, de grupo decía él para no ofender a nadie. En aquellos momentos, sólo un tercio de la población española había recibido alguna inyección y se fijaba para agosto el fin de la transmisión.
 
    Ahora, tras un año y 3 o 4 jeringuillazos, una vez superado aquel objetivo con creces, se demuestra que estos productos farmacéuticos no impiden la infección ni inmunizan contra ella, y que por lo tanto no son sinónimos, como pretendían políticos y periodistas, 'inmunizado' e 'inyectado con estos sueros experimentales' que no impiden la transmisión.   

 
 

martes, 7 de septiembre de 2021

El caballo de Troya, Laocoonte y Casandra.

    Lo primero que hay que decir es que el famoso caballo troyano no era troyano, sino griego,  obra del pérfido Ulises para conquistar y destruir la ciudad. 

     Laocoonte, un sacerdote troyano, se opuso a meter el caballo en la ciudad. Son célebres sus palabras de advertencia a sus compatriotas: equo ne credite, Teucri! / quidquid id est, timeo Danaos et dona ferentis. (¡No os fiéis del caballo, troyanos! / Sea que sea, a los griegos los temo aunque traigan regalos. Pero el dios Apolo envió unas serpientes que salieron del mar a devorarlo a él y a sus hijos, aunque no lo hizo por sus palabras, sino porque Laocoonte había profanado su templo copulando con su mujer allí. Los troyanos, sin embargo, creyeron que era un castigo divino por su negativa a introducir la ofrenda del caballo. (El director de cine italiano Ettore Scola, dicho sea de paso, entre paréntesis, modifica el dicho latino timeo Danaos et dona ferentes en su película C'eravamo tanto amati (1974) cambiando a los griegos hijos de Dánao por los yanquis: timeo yankees et dona ferentes.) Los troyanos procedieron a meter el funesto caballo en la ciudad para su ruina. El sentido del dicho proverbial latino es que no se puede esperar nada bueno de los supuestos regalos o meras ofertas de los enemigos. 


    Laocoonte y sus hijos, escuela de Rodas (siglo I d. de C.)

    Casandra también salió al paso del funesto caballo oponiéndose a su entrada en la ciudadela, profetizando su destrucción. Era Casandra la más bella de las hijas de Príamo, el rey de aquella ciudad. El dios Febo, más conocido como Apolo, se había enamorado de ella y le había otorgado el profético don de adivinar el futuro. Pero ella, que se sabía mortal y no quería envejecer al lado de un dios inmortal como aquel, rechazó sus requerimientos amorosos. Apolo, en venganza por su desplante, no le arrebató el don que le había otorgado, pero la condenó a que nunca fueran creídos sus anuncios proféticos. 

   Virgilio lo canta en la Eneida (II, vv. 246-247): tunc etiam fatis aperit Cassandra futuris / ora dei iussu non umquam credita Teucris. Según la traducción en hendecasílabos de Gregorio Hernández de Velasco (1555): Casandra en esto, como quien sabía / lo que guardaba a Troya el duro Hado, / mandándoselo Febo, lo advertía; / mas siempre le fue el crédito negado”. O más literal, en hexámetros castellanos: Abre Casandra su boca allí también a futuros / hados, por orden de Apolo jamás de troyanos creída. Casandra se opone a que se introduzca el caballo de madera en Troya, pues, dotada del don de la clarividencia, sabe que no es la salvación de su ciudad, sino todo lo contrario, una trampa mortal que causará su destrucción.  

 

 Casandra, Evelyn de Morgan (1898?)

    Casandra es un personaje esencialmente trágico porque, conocedora de la verdad, o al menos de la falsedad de la realidad que se nos presenta como verdadera, está condenada a no ser nunca creída, a que nadie le haga caso ni preste atención a sus advertencias, a que todos digan: Ya está la loca esa, ave de mal agüero, pronosticando el futuro negro. ¿Cómo puede saber ella lo que va a pasar si nadie lo sabe? No hace falta decir que los troyanos no le hicieron ningún caso. Tanto ella como Laocoonte nos están diciendo que desconfiemos del caballo troyano y de las soluciones milagrosas que nos venden los pérfidos enemigos.

        Prueba de la fama que llegó a alcanzar Casandra es esta talla de Gandhara en relieve que atesora el Museo Británico de Londres y que muestra el caballo de Troya, esa ofrenda envenenada que les dejaron los griegos a los troyanos después de una infructuosa guerra que duró diez años cuando fingieron que desistían de su empeño de conquista y se hicieron a la mar, y una mujer, una troyana, que se opone a su entrada a las puertas de la ciudad de Troya. Es Casandra, la loca. Esta escena muestra que la mitología griega llegó a alcanzar cierta popularidad en el corazón de Asia en una curiosa simbiosis con las tendencias artísticas autóctonas. El relieve data aproximadamente de los siglos II o III después de Cristo. 


Relieve de Gandhara, Casandra oponiéndose al caballo de Troya.

     En la antigüedad, Gandhara, actualmente al noroeste de Paquistán y este de Afganistán, fue una encrucijada comercial y un punto de encuentro cultural entre la India, Asia Central y Oriente Medio y Europa. La región fue conquistada por Alejandro Magno en el siglo IV a.C. La presencia griega en Asia continuó durante muchos siglos después de la muerte de Alejandro. Allí floreció un estilo artístico de origen grecorromano mezclado con elementos budistas e hinduistas  entre el siglo I a. de C. y el siglo VII d. de C.

     Podemos ver en este caballo de Troya el símbolo de lo peligrosas que son las soluciones a los problemas. No sabemos lo que contiene dentro, pero podemos imaginar que no puede ser nada bueno, y que si lo introducimos en la ciudad puede ser la causa de su destrucción y de nuestra muerte...  

 

Caballo de Troya, jarrón de la isla de Mícono ( c. 670 a. de C.)

     Un virus troyano es, en informática, un tipo de malware o software malicioso que, camuflado como legítimo e inofensivo, engaña al usuario, que le da acceso a su sistema, y que una vez cargado y ejecutado puede destruir los archivos del equipo que lo ha albergado y dañar seriamente su sistema operativo. 

     Como Casandra o Laocoonte advirtieron del peligro del caballo, hay quienes nos han advertido del riesgo de las llamadas vacunas contra el covid-19 por su carácter experimental, tanto las de ARN mensajero, (Pfizer y Moderna), como las de ADN o de vector viral (Janssen y AstraZeneca), que fuerzan a nuestras células a producir una proteína, llamada spike en la lengua del Imperio, que desencadena una respuesta inmunitaria muy aparatosa, y que, en opinión de algunos científicos tachados enseguida de heterodoxos por decirlo suavemente, es básicamente tóxica, y en lugar de destruir el virus lo genera.

    Resulta curioso por lo significativo que es cómo el diccionario Merriam-Webster de la lengua de Shakespeare, que sería el equivalente a nuestro diccionario de la Real Academia, ha modificado enseguida la definición de vacuna (vaccine) para incluir las inoculaciones de los nuevos preparados genéticos: a preparation of genetic material (such as a strand of synthesized messenger RNA) that is used by the cells of the body to produce an antigenic substance (such as a fragment of virus spike protein). Ahora ya no podremos decir que no son vacunas. Si consultamos dicho diccionario, resulta que sí lo son, porque han cambiado la definición siguiendo los intereses de la todopoderosa industria farmacéutica.