Nos regala el extravagante multimillonario Elon Musk, director ejecutivo de la red social X (antiguamente tuíter, la jaula de la que el pajarito azul salió volando), un vídeo de un minuto y medio de duración, que no tiene desperdicio en el que se suceden imágenes vertiginosas al ritmo frenético de En la gruta del rey de la montaña de la suite Peer Gynt de Edvard Grieg.
La información que proporciona gira precisamente en torno a la desinformación o información errónea difundida sobre las vacunas contra la enfermedad del virus coronado.
Vemos los titulares de la prensa, el cuarto poder del Estado democrático, sobre la eficacia de dichos sueros, que publicaban afirmaciones supuestamente científicas -la ciencia es la nueva forma de religión, en la que hay que creer fidedignamente so pena de ser considerado un hereje, y es por lo tanto la nueva forma de religión y opio del pueblo, que diría el venerable Carlos Marx, avaladas con datos numéricos, que tuvieron lugar a lo largo del año 2021.
El porcentaje de eficacia y seguridad de los fármacos va disminuyendo paulatinamente. Al principio nos aseguraban el 100% de efectividad, nada más y nada menos, pero cuando apareció la variante Delta comenzaron a rebajarlo a un 50%, y a ir bajando según iban apareciendo nuevas variantes y subvariantes.
A continuación aparece la propaganda de las dosis de refuerzo (boosters, en la lengua del Imperio). Las autoridades sanitarias recomendaban dichas dosis, hasta cuatro y cinco en un intento desesperado por huir hacia delante. Finalmente nos muestra las decisiones que tomaron algunos países como como Suecia, Japón o Dinamarca de suspender la campaña de vacunación –sobre todo entre las personas más jóvenes, que eran las que menos riesgo tenían de contraer la enfermedad, y más susceptibles de sufrir graves efectos secundarios.
Concluye el vídeo mencionando los pingües beneficios obtenidos por la industria de la gran farmacopea y sus grandes corporaciones farmacéuticas.
Aunque llega un poco demasiado tarde, se agradece sin embargo este paso atrás dado por el magnate ante la crisis sanitaria de la enfermedad del virus coronado, que fue uno de los primeros que se prestó al experimento dejándose inocular, que quizá sirva para desengañar a algunos engañados todavía, mostrando en mostrando en particular que la eficacia de estas últimas ha sido ampliamente cuestionada en todo el mundo, con bastante rapidez.
En los comentarios que escribe Musk explica: "Lo que me preocupa es el hecho de que la gente se vio obligada a vacunarse y someterse a múltiples inyecciones de refuerzo para poder hacer cualquier cosa". Recuerda que “si la Corte Suprema de Estados Unidos no hubiera invalidado la decisión de Joe Biden”, se habría visto obligado “a despedir a cualquiera que se negara a vacunarse”, aunque asegura acto seguido que no habría hecho una cosa así... aunque acabó despidiendo a la mitad de la plantilla para ahorrar gastos.
Sin embargo, admite que recibió sus correspondientes dosis para poder viajar, como tantas otras personas que se sometieron a los pinchazos por esa razón, y comenta que "la tercera vacuna casi me envía al hospital".
A continuación escribe como disculpándose: "No es que no crea en las vacunas", escribe, pero "la cura no puede ser potencialmente peor que la enfermedad. Y el debate público sobre la eficacia no debería cerrarse".
Concluye matizando más aún sus comentarios sobre el potencial médico de la tecnología del ARN mensajero sintético, recomendando “let’s not throw the baby out with the bath water”, no tirar al bebé con el agua de la bañera dentro, aunque quizá nos iría mucho mejor en este caso tirar el agua sucia del barreño con el niño y el pediatra que lo recomendó dentro.
Elon Musk aparece en la imagen adjunta acompañado de su madre y disfrazado con motivo de Jálogüin en una fiesta neoyorquina con traje de cuero rojo con una cabeza de Bafomet, un demonio con cabeza de cabra y una cruz invertida, un disfraz que le había costado 7.500 dólares yanquis, poco antes de despedir a la mitad de los 7.500 empleados a los que la red daba trabajo en el mundo para ahorrar gastos. ¡Qué preocupaciones tienen estos millonarios miembros de las élites tecnológicas, inmensamente ricos, que como dice nuestra vicepresidenta en funciones son conscientes, ellos y ellas, de que "nos vamos al carajo" y, como nos vamos a salva sea la parte, tienen un plan restringido a ellos y ellas de huir del planeta Tierra, renunciando ellos y ellas de ese modo a salvarlo, sustituyendo el planeta azul por el mundo de los cohetes, del metaverso, y de sus mansiones-fortalezas en Nueva Zelanda, dejándonos aquí en este carajal a nosotros y nosotras!