Aquí estamos haciendo migas, buenas migas. Y para eso desmigamos el pan duro del pensamiento, buscando la reflexión de la miga, que es lo blando y tierno de dentro, lo que está cubierto por la corteza falsa, rugosa y dura de la realidad. Aquí seguimos, en estos tiempos que no son buenos, precisamente, sino malos para la lírica como cantó Bertolt Brecht: Schletchte Zeit für Lyrik. Malos tiempos corren efectivamente para la lírica y también para la épica.
1ª.- “No vendas a tus amigos (y menos gratis)”. Decía un eslogan publicitario. En la primera parte todos estaríamos de acuerdo; la segunda es puro cinismo. ¿Es mejor que no vender a los amigos venderlos a cambio de una fuerte suma de dinero? En realidad es lo que nos decimos a nosotros mismos. No te vendas, pero si lo haces que no sea gratis: en realidad lo que estamos diciéndonos cínicamente, en el peor sentido de la palabra, es prostitúyete muy caro.
2ª.- Kill the Russian: Mata al
ruso. Camisetas ucranianas con un precioso diseño de un embozado con un cuchillo ensangrentado que ha cortado la cabeza a un ruso y la agarra por los pelos. La última moda de este verano. Toda una apología del odio que incita al asesinato. Mata al
que sea ruso, dice en la lengua internacional del Imperio, mata a cualquier ruso por ser ruso, mientras la Unión Europea calla como una puta y envía
armas a Ucrania para que se defienda de la agresión de Putin matando rusos.
3ª.- Todos hemos sido condenados a la pena de muerte/muerte de pena que está siempre por venir, muerte siempre futura.
Todos tenemos nuestra opinión (personal) y ninguno la razón (ni la verdad).
4ª.- No future. El astrólogo estrafalario y la vidente gallega, guiados por las estrellas del cielo y los naipes del tarot respectivamente, nos dan sus previsiones para el próximo periodo otoño-invierno después de observar el firmamento y una vez puestas todas las cartas de la baraja bocarriba sobre la mesa: no hay futuro. Ni falta que hace, porque el futuro es la muerte, porque la muerte es la espada de Damoclés o el virus letal que nos amenaza con su pavorosa sombra que pende del techo sobre nuestras cabezas coronadas.
5ª.- No past. El astrólogo estrafalario y la vidente gallega, guiados por las estrellas del cielo y los naipes del tarot respectivamente, proclaman en un estado apocalíptico de revelación mística que el pasado no está escrito, que no hay pasado porque lo que pasa no ha dejado de pasar: no deja nunca de pasar y de hacerse y deshacerse.
6ª.-
El llamado síndrome de Estocolmo no es una cosa rara que sufren cuatro
pirados, lo padecemos todos y cada uno de nosotros de una u otra forma: es, como se sabe, aquel
estado psicológico en el que un secuestrado acaba amando y ayudando a
quien lo priva de libertad, la víctima acaba comprendiendo al verdugo, y
amándolo. Los gobernados amamos a nuestros gobernantes, que para eso
los hemos elegido democráticamente, para que nos malgobiernen, para que
nos desgobiernen, para que nos jodan en el peor sentido de la palabra.
7ª.- Oído por ahí. Antiguamente se decía: “he oído por ahí”, pero actualmente lo que se dice es: “he visto (o leído) en internet”, como si fuera un argumento de autoridad. Olvidamos que tanto en un caso como en otro se pretende dar por válido algo sin mencionar la fuente fidedigna. Por ahí se dicen y por lo tanto se oyen muchas majaderías. En internet –cambiando el sentido del oído por el de la vista- se ven y se leen no pocas majaderías. Dejémonos de retórica: muchas, muchísimas majaderías.
8ª.- Sé agua, amigo mío. Poco aficionado yo a las artes marciales, me admira sin embargo esta frase de Bruce Lee ("Be water, my friend"), que aconseja que uno debe adaptarse al enemigo como el agua a su recipiente. No hay que fiarse tanto de la propia forma, como de la del enemigo, a la que conviene acoplarse, para lo que hay que desembarazarse de las ideas preestablecidas, inculcadas, recibidas, asimiladas. Uno debe ser permeable, voluble, proteico, moldeable como el líquido elemento. Nada de tener una forma fija predeterminada, eso que se llama una personalidad arrolladora o, lo que es lo mismo, una máscara. Hay que convertirse en agua, volverse agua, hacerse agua, empaparse de agua, dejarse penetrar por el agua, ser líquido elemento.
Hay algo de esa sabiduría que llamamos oriental, es decir primigenia, en este pensamiento, en esta lección de filosofía barata pero útil para la vida, que nos invita a ser polimorfos como Proteo. Como el agua. Ya lo dijo Píndaro, antes que Bruce Lee: Lo mejor es el agua, pero el oro se lleva la palma como lo más caro, que no lo más valioso, en esta sociedad donde todo se compra y todo se vende. Sin embargo, mejor que el oro es el agua, que además es la bebida más sabrosa del mundo porque, oh paradoja, no sabe a nada.
El síndrome de estocolmo nunca ha estado mejor representado que en esta co(vi)dicia donde las almas asustadas se han entregado con pasión 'amorosa' y un poco de duda, que ha hecho más emocionante y tensa la entrega, en los brazos inoculadores de sus secuestradores.
ResponderEliminarLa experiencia ha sido tan 'emocionante' que, al anunciar con insistencia que "nada volverá a ser lo mismo", las víctimas experimentan la excepcionalidad y los secuestradores esperan que se sumen al destino que les tienen diseñado con un fuerte vínculo afectivo.
Si las mismas mentiras al unísono en cien idiomas diferentes, le ha dado buenos resultados a las iglesias durante siglos, porque no habría de resultar también efectivo para una nueva era, revitalizando la fe intrínseca en las nuevas creencias?.
El exceso de sincronía entre gobiernos, medios de formación de mayorías y los denominados organismos multilaterales les delata, de ahí que los tramoyistas, para compensar y que no se note tanto ese totalitarismo, pasaran a escenificar conflictos a la antigua usanza, aprovechando que los viejos credos todavía rinden servicio en las mentes 'arcaicas'.
«Detrás de la fachada del conflicto, [véase el espectáculo irrisorio en Ucrania], las élites siempre han compartido un vínculo de interés mutuo», que no es otro que el control y sometimiento de sus poblaciones, y ahora seducidos, tal como la co(vi)dicia ha evidenciado, por la posibilidad de que el mismo pueda llegar a ser total y absoluto con los medios de condicionamiento ya conocidos y la cara implementación tecnológica donde tienen depositada su esperanza de invertir (en) nuestras vidas.
Muy de acuerdo con tu lúcido análisis. Lo peor de todo, de cara ya a la temporada otoño-invierno inminente que se avecina, es que los gobiernos -en plural, por el central y los autonómicos que se pasan la pelota unos a otros, y los de la UE y del mundo mundial que están deseano ser los primeros- nos preparan para una vuelta al cole y un curso escolar muy complicados después de las vacaciones estivales.
EliminarVa a haber, de hecho han empezado ya algunas, múltiples restricciones y apagones. Y es más que probable que usen la misma estrategia que en la pandemia, pidiéndonos a los de a pie nuestra colaboración para salvar el planeta. Es posible que vuelvan los aplausos de la claque de las ocho, antes de apagar las luces de las ciudades. Siempre hay que sacrificarse cuando se trata de salvar algo. Y si uno lo hace voluntariamente y de buen grado, miel sobre hojuelas, porque, en el caso contrario, además de ser denostado por sus solidarios y obedientes compatriotas y vecinos, el Estado se verá obligado, aunque no quisiera que se le viese el plumero, a mostrar su verdadera cara dura.