La Organización Mundial de (las enfermedades que afectan a) la Salud prepara al mundo para la próxima temporada de coronavirus: más sueros y más confinamientos.
La citada organización se niega a admitir el fin de la emergencia sanitaria y recomienda a los gobiernos que vuelvan a implementar la obligación de mascarillas.
Las mascarillas causan problemas respiratorios de hipoxia por falta de oxígeno y no sirven para frenar la propagación del virus sino para asfixiar al ciudadano.
No
olvidemos que el bozal, nombre popular y epifanía pandémica, sigue
siendo obligatorio todavía en las Españas en transportes públicos,
farmacias y hospitales.
Aún estamos muy lejos, dicen los expertos -especialistas en todo, especialistas en nada- de librarnos de la fementida pandemia y deshacer su círculo vicioso.
No podemos evitar que el virus siga causando estragos mientras no nos desengañemos de que el mayor estrago que causa es la obligación de creer en su existencia.
Cuando parece que el virus se debilita, resurge cual ave Fénix con mayor fuerza infectando a la gente con independecia de las dosis que haya o no haya recibido.
La denominada 'vacuna' es, en el mejor de los casos, solo un placebo, y en el peor una sustancia tóxica que no sirve para lo que dice, y que hace lo contrario.
La supuesta protección disminuye como mucho a los seis meses en todos los participantes en el experimento, que ven cómo pese a la pauta completa (se) contagian.
El Ministerio de Sanidad, que no de Salud, propondrá la revacunación de los tridosificados, es decir, la cuarta dosis o segundo refuerzo que no sirve para nada.
Cuando el virólogo orgánico que sale por la tele dice que las mascarillas seguirán siendo una gran herramienta de control de la infección, párate a pensar...
...y échate a temblar porque lo que quiere decir “herramienta de control de la infección” no es lo que dice de la infección, sino de la obediencia de la gente.
Cuando dicen que es posible que en invierno haya una epidemia de gripe fuerte que no hemos visto en dos años ni por el forro, quieren decir: vuelve la pandemia.
Los
periodistas orgánicos -prácticamente todos- nos advierten: “El temor a
una caída de la inmunización puede resucitar la mascarilla obligatoria
en el otoño”.
(De Debord) El experto que mejor sirve es, por supuesto, el que miente. Los que necesitan al experto son, por motivos diversos, el falsificador y el ignorante.
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