viernes, 7 de agosto de 2020

Esperpento aragonés

El Departamento de Sanidad del Gobierno de la taifa de Aragón ha publicado un edicto informativo dirigido a los “contactos de enfermos COVID-19”, que no tiene desperdicio para el resto de la humanidad, aunque a primera vista pudiera parecer una singularidad idiótica de ese reino. Así comienza: “Le acaban de realizar a usted la prueba denominada PCR cuyo objetivo es detectar si usted está enfermo”.

Usted, es decir, cualquiera puede sentirse en plena forma, más sano que una manzana, puede que incluso no se le pase por la cabeza que pudiera estar enfermo y no saberlo, pero no se fíe de las apariencias que, como dice la gente, engañan a menudo: “Usted ha estado en contacto con una persona enferma de COVID-19”. Y eso le pone a usted en nuestro punto de mira. No se fíe: Nos consta fehacientemente por nuestros servicios de sabuesos rastreadores que Vd. ha estado en contacto con una persona enferma y “debe saber que puede desarrollar la enfermedad desde el contacto con el enfermo hasta 14 días después, es lo que conocemos como período de incubación”.
Es por eso por lo que le hemos sometido a la prueba PCR, que son las siglas al revés de Reacción en Cadena a la Polimerasa en la lengua del Imperio. Así que en breve “Un sanitario se pondrá en contacto con usted para darle el resultado de la prueba”.

...Otra vez la dichosa palabra “contacto”. ¿Si estoy enfermo, no podré contagiar al sanitario que se ponga en contacto conmigo? No, si lo hace virtualmente, a través de la Red. De hecho mis contactos informáticos están a salvo del contagio porque son virtuales, puras entelequias. ¡Esos son los únicos contactos buenos, me dicen implícitamente, los que sólo existen en las Redes Sociales!

Bien, me advierten de que el sanitario que contacte conmigo podrá darme la baja laboral, si la necesito, lo que me llena de alegría. ¿Cómo no voy a necesitar que me liberen siquiera temporalmente del laburo, y, sobre todo, si estoy enfermo? Liberarse del trabajo estando sano parece cosa harto difícil, cuando uno se ve obligado a ganarse el pan con los sudores de su frente.

Pero sigo leyendo la hoja parroquial del Reino Democrático de la Taifa de Aragón, y, oh sorpresa, aquí viene lo mejor de todo.  “Si el resultado de la PCR fuera negativo, nos dice que no está enfermo en el momento de la prueba, pero DE NINGUNA MANERA INDICA QUE ESTÉ LIBRE DE PADECER LA ENFERMEDAD EN LOS PRÓXIMOS DÍAS, por lo que DEBE PERMANECER AISLADO.”

Que conste que las mayúsculas, que se leen como si fueran auténticos alaridos, pertenecen al texto, no se las pongo yo. Los ojos me hacen chiribitas. No puedo dar crédito a lo que estoy leyendo: ¡Mi gozo en un pozo! Si te hacen la prueba dichosa, date por jodido, maño. Seas positivo o negativo, te va a dar igual.

No lo entiendo. Podría llegar a entender que si el resultado de la dichosa prueba fuera positivo yo debiera aislarme para no contagiar a los demás. Podría llegar a entenderlo, aunque me resistiría a considerarme “enfermo” simplemente porque haya resultado positivo, cuando yo me siento en plena forma, sin ningún síntoma de enfermedad. Pero ya digo, podría entender que aún no haya desarrollado los síntomas...

Ahora bien, que me digan que si resulto negativo y que, por lo tanto, no estoy enfermo “en el momento de la prueba”, debo, sin embargo, permanecer aislado porque no estoy libre de padecer la enfermedad en los próximos días, eso no hay Dios que lo entienda.

Lo que me están diciendo desde el Departamento de Sanidad de la taifa de Zaragoza es que, según la metafísica aristotélica, no estoy enfermo a día de la prueba PCR en acto (ἐνέργεια, enérgeia), pero podría estarlo en potencia (δúναμις, dýnamis) y desarrollar la enfermedad en las próximas dos semanas. Esto no deja de ser una entelequia en el sentido ordinario y vulgar de la palabra griega ἐντελέχεια entelécheia, es decir, una cosa irreal porque yo, de hecho, no estoy enfermo. Pero téngase en cuenta que en la jerga filosófica aristotélica la entelequia es el “fin u objetivo de una actividad que la completa y la perfecciona”, por lo que se identifica con la actualidad.

Si no estoy enfermo en acto, tampoco lo estoy en potencia. Podría estarlo, pero no lo estoy: esa es la contradicción. Puedo llegar a estarlo, o no. Pero aquí no se aplica el principio jurídico de "in dubio pro reo", en caso de duda a favor del reo, sino todo lo contrario: "in dubio contra reum": no hay presunción de inocencia, sino de culpabilidad. 

Lo peor es el “por lo tanto” que se sigue de todo lo anterior: -No debo salir de casa durante 14 días. -No debo salir de mi habitación -celda- y si es imprescindible, por ejemplo para ir al retrete, debo hacerlo con mascarilla, desinfectar el inodoro y lavarme las manos como hacía Poncio Pilatos. Tengo que evitar relacionarme con las personas con las que convivo. Es decir, no sólo se trata de un arresto domiciliario que me impide salir de casa, sino de un aislamiento en celda de castigo.

El documento, después de ampararse en una ley orgánica de Medidas Especiales en Materia de Salud Pública,  finaliza del siguiente modo: “Recordándole que de no seguir las recomendaciones arriba indicadas se puede provocar una situación de verdadero peligro para la salud de la población, al poder transmitir la enfermedad al resto de la comunidad”. Manda huebos. (Los textos entrecomillados están tomados literalmente del documento adjunto).

jueves, 6 de agosto de 2020

De límites y fronteras

Cuando Rómulo el 21 de abril del año 753 antes de nuestra era trazaba con la reja del arado lo que se ha dado en llamar el sulcus primigenius, el surco sobre el que se levantaría la primera muralla de Roma, no estaba delimitando sólo, como parece a primera vista, el perímetro del futuro oppidum o ciudad fortificada, sino el prototipo de todo Estado moderno. 

Sobre ese surco se alzará una muralla como baluarte defensivo y a la vez definidor de la ciudad, con el concepto aparejado de ciudadano para el que goza del privilegio de vivir bajo su protección intra muros y de disfrutar del derecho de ciudadanía. 

Rómulo estaba fundando Roma y el prototipo de todas las futuras romas. Nadie atravesaría impunemente ese surco primigenio, ni siquiera su propio hermano Remo, al que el digno vástago de Marte dará muerte cuando, burlándose de sus pretensiones, se atreva a traspasar ese límite trazado arbitrariamente. Y le increpará con estas palabras: “Así muera en adelante cualquier otro que franquee mis murallas”. 

Rómulo, pues, se convertía en el primer rey de esa ciudad, a la que daría su nombre, porque lo último que le faltaba a su proyecto político era un nombre propio que también la definiera: se llamaría Roma, forma abreviada y femenina del nombre de su fundador. Inauguraba así, regándolo con la sangre de su crimen fratricida, el trazado de la futura urbe, asesinato debido, como advierte el historiador Tito Livio, a ese mal ancestral que es la ambición de poder (regni cupido).
Muralla romana de Lugo

Entre nosotros, la muralla de Lugo (Lucus Augusti), conservada impecablemente, aunque de época tardía, es un buen ejemplo de muralla romana defensiva y definidora de una ciudad que acabará como todas desbordándola y extendiéndose extra muros

Otro ejemplo de muro es el uallum o vallado del campamento romano, que será el germen de tantas futuras ciudades. Tanto la muralla de la ciudad (murus) como la valla del campamento militar (uallum) servirán como modelos para trazar una vez que Roma se extienda por toda la cuenca del Mediterráneo el limes del Imperio romano allá donde no haya límites naturales como ríos, cordilleras, mares o desiertos. 

Las fronteras no aparecieron en Europa hasta los primeros tiempos del Imperio romano, pero el germen había surgido ya en el acto fundacional de Roma. El término "frontera", derivado del latín frons frontis “frente”, es de hecho una creación romance o neolatina que no existía en la lengua clásica, donde se prefería limes (genitivo limitis) o finis para expresar ese concepto. El sentido del término "frontera" sería "que está en frente, opuesto, confrontado", evocando el frente de combate y aludiendo a la parte frontal de un territorio opuesto. 

En muchas de las provincias sometidas al Imperio había límites naturales, por lo que no era preciso levantar muros. Pero a Roma se le plantearon algunos problemas de definición en sus límites septentrionales principalmente. Para resolverlos recurrió a un complejo sistema de fortines, torres de observación y vigilancia y muros que, como se verá, nosotros hemos de alguna forma heredado y recreado. 

Valla de Melilla
 
En Gran Bretaña el emperador Adriano emprendió durante su reinado (117-138 de nuestra era) la construcción de una barrera artificial de piedra y tierra (y de adobe en algunos tramos) que contaba con 17 fuertes guarnecidos por unidades de infantería que llegaron a totalizar 8.400 hombres: es el llamado limes Britannicus. A intervalos regulares de 1,6 quilómetros puertas fortificadas permitían el paso a través de la muralla siempre bajo supervisión militar. Las torres levantadas cada 500 metros permitían la vigilancia y el control del territorio. Una gran zanja impedía la aproximación a la muralla por el norte, a la que seguía colina arriba, valle abajo a través de ciénagas y matorrales a lo largo y ancho de Gran Bretaña durante 130 quilómetros. Es el MVRVS (H)ADRIANI. 

Un sistema de fronteras por el estilo se montó desde el Mar del Norte hasta el Mar Negro a lo largo del Rin y del Danubio que, junto con otras fortificaciones, constituyó el llamado LIMES ROMANVS o límite sin más: fortines, torres de vigilancia y los campamentos legionarios allí destacados. De igual modo se protegió el espacio entre ambos ríos, desde el sur de Bonn hasta un punto cercano a Regensburg, reforzándolo con foso y empalizada que en algunos puntos dieron paso luego a una muralla de piedra. Este muro se extendería a lo largo de 382 quilómetros. 

 Valla de Melilla
 
Podemos, en conclusión, ver en el limes Romanus (y en la Gran Muralla china en el ámbito oriental) algunos de los fundamentos más remotos de las fronteras modernas, que ahora sin embargo tienden a desaparecer, al menos en el interior de la vieja Europa, donde han dejado de ser físicamente necesarias, pero no por ello han dejado de levantarse nuevos muros a lo largo del ancho mundo como el de Gaza que se interpone entre Israel y Palestina, o el muro fronterizo de México y los Estados Unidos, o, sin ir tan lejos, la valla de Melilla entre nosotros que separa lo que es España y Europa de Marruecos y el África. 

Se celebra ahora por todo lo alto, además, por lo que leo en la prensa, la caída del muro de Berlín hace 30 años, pero no hay que cantar victoria en absoluto, porque Europa misma no ha dejado por eso de llenarse desde entonces de vallas y de muros. Desde 1990, en efecto, los estados de la UE y del espacio Schengen han construido unos 1.000 quilómetros de muros terrestres, el equivalente a seis Muros de Berlín, la mayoría de ellos en la Europa del Este y en los Balcanes, para detener la llegada de emigrantes y refugiados, ampliándose, por ejemplo, en 40 quilómetros la valla divisoria entre Eslovenia y Croacia, o empezándose a construir una barrera entre Letonia y Bielorrusia, por citar sólo un par de casos significativos.

miércoles, 5 de agosto de 2020

El traje nuevo del Emperador

El cuento de Andersen “El traje nuevo del emperador”, conocido también como “El rey desnudo” es un relato infantil que Hans Christian Andersen publicó en 1837, pero que está basado en un relato popular más antiguo, del que tenemos noticia, por ejemplo, en  El conde Lucanor, del infante don Juan Manuel, escrito en la primera mitad del siglo XIV, concretamente en el exemplo XXXII de dicha obra, que el escritor danés conoció indirectamente.

Es la historia de un rey que fue engañado por dos supuestos sastres que le aseguraron que le confeccionarían el atuendo más fabuloso que pudiera imaginarse, para lo que debería facilitarles oro, plata y numerosas perlas y piedras preciosas, y que según le cuenta Petronio al conde Lucanor sólo era visible para los hidalgos, es decir para los que eran hijos del padre que creían, pero no para los hijos de padre desconocido (o hideputas).

El rey, obviamente, debería ver ese traje porque, de lo contrario, no podría lucir la corona que ostentaba, ya que si no lo veía, era porque no era hijo de un rey, sino de cualquier villano y no era por lo tanto digno de la línea dinástica...

El rey está desnudo, ilustración de W. Heath (1872-1944)

El traje, obviamente, era una estafa, y los presuntos sastres unos estafadores, pero nadie se atrevía a denunciar el engaño so pena de ser tachado de hijo de padre desconocido, y todos le decían que era el traje más bello del mundo.

No había tal traje de rico paño y seda bordada, labrado en oro y filigranas de las más ricas perlas y rubíes...

Llegó el día en que el monarca decidió vestir el traje y cabalgar por la villa. Todos sus súbditos aplaudían la regia comitiva.


Sabían que había que ver aquel atuendo so pena de ser considerados unos hideputas, hasta que en la versión de Andersen -que prescinde del detalle del adulterio de la madre, recuérdese aquello de pater incertus, mater certissima- un niño se atreve en su ingenuidad a gritar la verdad: “El rey está desnudo”, y en la del conde Lucanor un negro que guardava el cavallo del rey, et que non avía que pudiesse perder, llegó al rey et díxol': “Señor, a mi non me empece que me tengades por fijo de aquel padre que yo tengo, nin de otro, et por ende, dígovos que yo só ciego o vós desnuyo ides”, es decir, que o yo estoy ciego o vos vais desnudo.


¿Habrá alguien, me pregunto yo, algún niño como en el cuento infantil de Andersen o algún negro, como en el Conde Lucanor, o quizá algún borracho, por aquello de que sólo los niños y los borrachos dicen la verdad, se me ocurre ahora a mí, que se atreva a gritar lo que ven sus ojos, porque salta a la vista, que el virus coronado que cabalga por la villa está desnudo, y que el traje más bello del mundo no es más que la desnudez de los puros cueros?

martes, 4 de agosto de 2020

La modorra de la razón

El célebre grabado de Goya “El sueño de la razón produce monstruos”, que pasa por ser un ataque al racionalismo, muestra, por el contrario, que cuando la razón —representada por una figura durmiendo sobre un libro— abandona la vigilia, surgen los monstruos engendrados por la superstición, la ignorancia y el fanatismo.

El propio Goya escribió en 1797 sobre Los Caprichos: “El autor, soñando. Su intento sólo es desterrar vulgaridades perjudiciales, y perpetuar con esta obra de “caprichos” el testimonio sólido de la verdad”. 

Los Caprichos y las pinturas negras de la Quinta del Sordo suelen ser interpretados como una forma de irracionalismo prerromántico, pero Goya no es un romántico, ni siquiera un prerromántico, sino un afrancesado e ilustrado, un amigo de la diosa Razón, que sufrió persecución por ello en una España oscurantista. 

Resulta curioso a más de significativo cómo se ha impuesto la interpretación irracional, en lugar de la racionalista más propia de Goya. A ello ha colaborado, sin duda, la polisemia de la palabra española “sueño”, que recoge por un lato el hecho de dormir –sommeil, sleep, somnus, hypnos-, a lo que alude Goya, que nos muestra una razón desfalleciente, modorra, que ha bajado la guardia, que se ha adormecido, y por otro el acto de soñar –rêve, dream, somnium, oneiros-.

 Morfeo, Jean Antoine Houdon (1769)

En la mitología griega Hipno personifica el sueño, es hijo de la Noche y hermano gemelo de la Muerte (Tánato), puede adormecer a los dioses y a los hombres. La diosa Hera lo invoca en la Ilíada de Homero (XIV, 233) para rogarle que adormezca a Zeus después de haberse unido con él, y no huya de su lecho en busca de aventuras de otras amantes, así: Ὕπνε ἄναξ πάντων τε θεῶν πάντων τ᾽ ἀνθρώπων, (hýpne ánax pántoon te theôon pántoon t' anthróopoon, es decir: Sueño, señor de todos los dioses y todos los hombres...) y es el padre de Morfeo, dios que trae los sueños y ensoñaciones a los mortales. Morfeo, pues, es una divinidad onírica, hijo de Hipnos y de la Noche, según unos, por aquello de que los sueños suelen presentársenos durante el reposo nocturno,  cuando la razón ha bajado la guardia,  y según otros es uno de los mil Sueños engendrados por la noche sola. 

 Morfeo (detalle), Jean Antoine Houdon (1769) 

Suele representárselo con alas que baten rápida- y silenciosamente, que le permiten volar. Para presentarse a los mortales, se transofrma en seres queridos, de ahí que su nombre Morfeo, derive de μορφή (morfé, “forma” en griego), por las formas que adquiere. Su nombre ha dado nombre, valga la redundancia, a la morfina, por el poder soporífero de esta droga. Por otra parte, la expresión "caer en brazos de Morfeo" se utiliza como sinónima de “dormir” y, por consiguiente de "soñar".

lunes, 3 de agosto de 2020

"¡Vosotros, periodistas, sois los terroristas!"

El terrorismo es el cuento de la vieja que se inventa el Gobierno, cualquier gobierno, para meternos el miedo en el cuerpo y gobernarnos, ya que no hay más terrorismo que el terrorismo de Estado: que el miedo que nos infunden los medios de formación de la opinión pública -que son el cuarto poder, que se une a los tres tradicionales del Estado: legislativo, ejecutivo y judicial-  últimamente sobre todo con virus asesinos y pandemias, anteriormente con grupos armados terroristas, subversiones, asesinos en serie, violencias de todo género, fundamentalistas de cualquier fe y peligros indefinidos varios. Los que velan supuestamente por nuestra seguridad, o sea, nuestros Gobiernos, a los que se les llena la boca con palabras como esa de “seguridad”, "salud pública", "sanidad", son los que crean los problemas que dicen querer resolver, para justificar su trabajo. 


Enfermedades, violencias de género motivadas por la educación recibida, guerras que ya no se llaman así porque están camufladas de misiones humanitarias y caritativas, robos en los hogares, en las calles y en los propios bancos –los banqueros han resultado ser los mayores atracadores del banco-, accidentes de tráfico en serie en las autopistas y carreteras, todos esos problemas los crea el Gobierno para justificar su existencia y afán de poder resolverlos… Así que los gobiernos no son la solución de esos problemas que ellos mismos plantean, sino la parte más importante del problema. Salta a la vista no sólo que sean incapaces de resolver los problemas que generan, sino que los han creado para justificar su existencia intentando resolverlos y son la coartada perfecta que les da a ellos carta de naturaleza. 


¿Qué pasaría si no hubiera gobierno? ¿El caos, la anarquía? No, amigos míos: el caos y la anarquía es lo que pasa ahora, lo que hay ahora. El caos y la anarquía son el resultado de la acción del gobierno y de la gobernanza. No sabemos lo que pasaría si no hubiera gobiernos, pero sabemos lo que pasa ahora que los hay repartidos a lo largo y ancho de todo el globo terráqueo.


La historia de la humanidad no es más que una gigantesca tomadura de pelo y una descomunal rechifla. Y la realidad no es más que lo que bajo ese nombre nos venden ellos, nuestros democráticos gobernantes todos los días por la televisión, la radio, los periódicos y la todopoderosa Red que nos enreda con sus fake news y sus redes y retículas sociales, auténticas telas de araña.

Por cierto, conviene deshacer aquí el siguiente entuerto: no hay unas noticias verdaderas y otras que no lo sean y que por lo tanto sean falsas, o fake news como dicen los angloparlantes, es decir, los que hablan la lengua del Imperio, no: todas las noticias son falsas porque versan sobre la realidad, y la realidad, siendo real como es, no deja de ser esencialmente falsa y mentirosa como ella sola. Conviene aclararlo, para que nadie se llame a engaño. There are not unfake news, all news are fake news. Ellos crean los problemas, ellos -habitualmente el Ministerio de Interior y el de Justicia, y específicamente por su rabiosa actualidad el Ministerio de Sanidad- han inventado el terrorismo y su enaltecimiento, que no es más que la violencia del propio sistema que produce el Estado, que es lo que existe, como Dios antaño, sobre el pueblo, que es lo que está vivo, lo que vive por debajo y lo que el Estado pretende aniquilar. 

"¡Vosotros, periodistas, sois los terroristas!". No se trata de matar al mensajero cuando trae malas noticias, porque el mensajero no es responsable de las noticias que trae, pero el mensajero crea el mensaje y cuando el objeto de ese mensaje es sembrar el pánico dando por cierto algo que no lo es, aunque sea real, está practicando el terrorismo informativo, es decir, suministrando unas informaciones cuyo objetivo es fomentar el terror  entre la población. El periodista es como el paradójico bombero pirómano, es decir aquel que se dedica a apagar los fuegos que él mismo provoca, aquel que, por lo tanto, provoca los incendios a fin de sofocarlos.

El terrorismo tradicional siempre tiene la necesidad de que el resultado de sus acciones aparezca en la primera página del periódico, lo que también hay que verlo al revés: la primera página del periódico tiene la necesidad del terrorismo, y por lo tanto el primero necesita a los medios para su propagación y los medios al terrorismo que justifica su existencia. La información de noticias terroristas constituye lo que podríamos denominar terrorismo informativo.

A lo largo de la historia humana ha habido muchos miedos: el temor de Dios o al Demonio con su apocalíptico juicio final que decidirá la salvación o la condena de los mortales, el miedo al Otro  y a lo que hay de otro en uno mismo, y el miedo del varón a la Mujer, el llamado "metus cunni", que en la actualidad subsisten bajo otras manifestaciones: xenofobia, miedo al cambio climático, miedo al virus coronado, miedo a las armas de destrucción masiva, miedo al desplome de la economía mundial, miedo al fin del mundo... En realidad miedo a lo desconocido, cuando es a lo conocido a lo que deberíamos temer.

domingo, 2 de agosto de 2020

"Mascarilla más recomendable que capucha de aluminio"

Mundschutz empfehlenswerter als Aluhut (Mascarilla más recomendable que gorro de papel de aluminio). Hace unos meses, concretamente el 14 de mayo de 2020, el presidente de la República alemana, el señor Franz-Walter Seinmeier, salió de su reserva habitual e hizo unas declaraciones, recogidas por la prensa, en las que, después de considerarse a sí mismo un lego en medicina (ich bin selbst medizinischer Laie), es decir, tras empezar reconociendo socráticamente su ignorancia en el campo del arte hipocrática, lo que le honra,  se atrevía a asegurar sin embargo como si fuera un experto en una materia cuya ignorancia ha admitido previamente que desde el punto de vista de la protección contra el virus (trotzdem traue ich mich, zu behaupten, dass unter den Gesichtspunkten des Virenschutzes) la mascarilla, aunque a veces,  reconocía, fuera incómoda y molesta, era mucho más recomendable que el gorro de papel de aluminio (der vielleicht manchmal unbequeme und lästige Mundschutz empfehlenswerter ist, als der Aluhut).

Me extrañó que comparara el protector naso-bucal con un Aluhut o sombrero de papel aluminio, por lo que decidí informarme sobre tal particular. Parece ser que algunas personas que son tachadas a priori de paranoicos y teóricos de múltiples conspiraciones creen que un gorro de papel de aluminio protege sus cerebros de agentes exteriores tóxicos como radiaciones, ondas electromagnéticas, vibraciones, etc., que podrían penetrar en su interior y perturbarlo, ya que consideran que el aluminio tiene virtudes aislantes y protectoras que actúan como por arte de magia.


La analogía que establece el presidente de la República alemana me parece, en efecto, bastante acertada: la gasa de la mascarilla quirúrgica tendría unos poderes protectores, según su creencia, similares a los del papel de aluminio, que impediría la penetración de cualquier tipo de virus, coronado o no. Pero ¿por qué le parece más recomendable el protector buco-nasal que el cerebral?

Es lo que no acertaba yo a comprender hasta que me comentan que el gorro de papel de aluminio se considera propio de gente con muy cortas luces: terraplanistas, negacionistas del virus coronado, ultraderechistas, creyentes en fenómenos paranormales, antivacunas, anticientíficos... y un larguísimo etcétera a modo de cajón de sastre, de lo más variopinto.

Pero lo del gorro de papel de aluminio igual que lo de la mascarilla debe entenderse no clínicamente, sino filosófica- y epistemológicamente. Parece que uno se pone un gorro de esta clase, a riesgo de parecer un idiota o un tonto de capirote, como se decía en España de los que se encapuchaban y dejaban al parecer su cara al descubierto, cuando sospechaba que le iban a robar sus pensamientos y sus ideas personales, lo mismo que uno piensa cuando se enfunda una mascarilla que, si no lo hace, van a inocularle un virus que va a arrebatarle su salud.

Puestos a comparar, me parece más noble, qué queréis que os diga, cubrirse la cabeza como los antiguos sacerdotes o los monjes con capuchas o tiaras,  o como los monarcas con regias coronas, que cubrirse el rostro con un embozo islámico que, visto en Occidente como símbolo de discriminación femenina, ahora tiene la ventaja igualitaria de que discrimina tanto a varones como a féminas, por lo que el mal de muchos y muchas se convierte en consuelo de tontas y de tontos.



La mascarilla quirúrgica no protege al que la porta, sino a los demás cuando el que la porta transmite el virus a través de sus estornudos y  su tos; pero si no alberga el virus o si lo alberga pero no tose ni estornuda no hay ninguna necesidad de ella. Sin embargo se ha extendido la creencia totalitaria y tan absurda e idiota como la de las viseras de papel de aluminio de que si la llevamos todos sin excepción y siempre y en todo momento, sin bajar nunca la guardia, acabaremos con el virus...

Cuando empieza uno a dejarse hablar, como decía Agustín García Calvo, descubrimos que nuestros pensamientos entonces no son fruto de nuestras creencias o ideas individuales, sino de que, siguiendo a Heidegger, no somos nosotros mismos quienes pensamos, sino algo impersonal -y por lo tanto común- que Heidegger llamó das Man, que podríamos traducir por “el se”, a partir de la construcción gramatical impersonal alemana man denkt (literalmente: se piensa; en inglés they think/people think -obsérvese el impersonal inglés people, singular colectivo que por eso mismo se siente como plural y no comporta en el verbo la marca -s individual- /it is thought; en francés on pense, etc.). En otras palabras, nosotros no estamos realmente pensando, sino que das Man, el "se", está pensando, el pensamiento está pensando, la razón está razonando, el lenguaje mismo está hablando por nuestra boca y entonces a lo mejor acertamos a decir cosas con las que todos estamos de acuerdo. El Aluhut o gorro de papel de aluminio que, para algunos es un símbolo de protección, es tan ridículo como decir que la mascarilla, que para otros es un símbolo de lo mismo, cuando no de obediencia, sumisión y acatamiento acrítico, nos protege de contraer el virus de la peste.

sábado, 1 de agosto de 2020

LABOR IMPROBVS (Un meme clásico)

Un meme (neologismo acuñado por Richard Dawkins en 1970 sobre el griego "mímēma", que significa "imitación, figura, representación, imagen", formado a imagen y semejanza de gene, gen en la lengua del Imperio, relacionado con "memory" y con el francés "même") es una forma sencilla de propagación cultural de una idea formada por una imagen y muy pocas palabras que transmite un mensaje no exento de humor y sátira social y que circula como un virus a través de la Red y las redes sociales, por lo que se dice que se hacen virales enseguida.

He aquí un meme clásico inspirado en Virgilio (Geórgicas, libro I, versos 145-146): labor omnia uīcit / improbus que suele traducirse por “el trabajo tenaz venció todas las dificultades” o “un trabajo perseverante lo pudo todo” o, mejor aún, “un trabajo ímprobo -es decir duro, malo- solventó todos los obstáculos”. La frase suele citarse con el verbo en presente: labor omnia uincit / improbus, pero muy pocos manuscritos dan esta lectura que tanto se repite y cacarea. Las mejores ediciones de Virgilio, por ejemplo la oxoniense de Mynors, presentan el verbo en pretérito perfecto “uīcit” en lugar del presente “uincit”. 

 
Ímprobo,  con el prefijo negativo IN- escrito IM- ante pe es lo contrario de probo = bueno, por lo tanto es sinónimo de malo. 

 

viernes, 31 de julio de 2020

Diuide et impera

Diuide et impera (divide y domina), aunque pudiera parecer una cita clásica latina a primera vista, no está documentada en ninguna fuente conocida, por lo que su origen debe de ser medieval o renacentista. Suele citarse a menudo bajo la forma Diuide et uinces (divide y vencerás), y pertenece al ámbito de la estrategia política.

Se utiliza mucho como modo maquiavélico de ejercer el poder, dando a entender que para dominar a la población hay que dividirla, separarla, aislarla. El tirano divide a los súbditos, hace que se enfrenten incluso entre sí los unos con los otros, a fin de mejor poderlos dominar como mediador.


Si partimos de que “la unión hace la fuerza”, al tirano no le interesa que la gente permanezca unida porque esa unión podría ser un obstáculo para su poder. Se esforzará, por lo tanto, en mantener al pueblo dividido. Y una de las divisiones que más éxito han tenido son las naciones y nacionalidades, esos adjetivos gentilicios que añadimos a la palabra “pueblo”, cuando hablamos del pueblo palestino o del italiano o el español... Las banderas y las naciones dividen al pueblo que, de por sí, no tiene patria.

Si relacionamos la máxima latina, con la situación actual provocada por la irrupción del virus coronado del pasado 2019, vemos enseguida que no ha podido haber mejor excusa para aislar a la gente que la amenaza difusa pero aterradora de esta pandemia que la llamada "distancia social" o "física", que ha confinado a la población bajo arresto domiciliario y aislado con el pretexto de que era por el bien común (confundiéndose el bien común con el bien de la gente), y por su salud, confundiéndose la general de todos con la particular de cada uno, para ejercer un poder totalitario sobre la población mundial e instaurar una dictadura sanitaria.


Unas líneas del libro Los orígenes del totalitarismo de Hanna Arendt, publicado por primera vez en inglés en 1951, inciden esclarecedoramente sobre este asunto: It has frequently been observed that terror can rule absolutely only over people who are isolated against each other and that therefore one of the primary concerns of tyrannical government is to bring this isolation about. Isolation may be the beginning of terror; it certainly is its most fertile ground; it always is its result. This isolation is, as it were, pretotalitarian; its hallmark is impotence insofar as power always comes from people acting together, acting in concert; isolated people are powerless by definition (The origins of totalitarianism, Hanna Arendt, 1951).

"Se ha observado frecuentemente que el terror puede dominar de forma absoluta sólo a hombres aislados y que, por eso, una de las preocupaciones primarias del comienzo de todos los Gobiernos tiránicos consiste en lograr el aislamiento. El aislamiento puede ser el comienzo del terror; es ciertamente su más fértil terreno; y siempre su resultado. Este aislamiento es, como si dijéramos, pretotalitario. Su característica es la impotencia en cuanto que el poder siempre procede de hombres que actúan juntos, «actuando concertadamente» (Burke); por definición, los hombres aislados carecen de poder." (Los orígenes del totalitarismo, Hanna Arendt, traducción de Guillermo Solana, publicada por Taurus 1998, pág. 379)

jueves, 30 de julio de 2020

Seguidilla y seguiriya gitana contra la Nueva Normalidad

La seguidilla es una copla de cuatro versos de arte menor, el primero y el tercero heptasílabos y el segundo y cuarto pentasílabos, con rima parcial en los pares,  que en su forma simple está atestiguada en nuestra lírica desde las jarchas de los siglos XI y XII. He aquí un ejemplo de cosecha propia:



Aunque es real, y tanto,
no es verdadera
la mascarada bufa
de la pandemia.

Nos han metido un virus
en la conciencia,
y no hay quien se lo saque
de la sesera;

un mostro virulento
que no nos deja
vivir y descuidarnos
a pierna suelta; 

un bicho que no es nada
más que una idea
real y al mismo tiempo
falsa moneda.


La seguiriya gitana, por su parte, es una copla de cuatro versos también: los dos primeros hexasílabos, el tercero hendecasílabo y el cuarto hexasílabo, con rima parcial entre el segundo y cuarto verso.



Todo tiene un precio
ay, en esta vida,
cuesta parné, madre mía, hasta el aire
que uno respira.

Gratuito el aire,
yo creía que era;
respiro a pleno pulmón, y dinero
es lo que me cuesta.

Señor policía,
¿qué me quiere usté?
Si tapo nariz y boca, me asfixio
y me ahogaré.

Por no llevar puesta
yo una mordaza,
cien pavos debe apoquinar el menda,
ay, y estoy sin blanca.

Que puedo, me dicen,
tener yo ese bicho
metido dentro, y que contagia y mata
a todo vecino.

Maldito mil veces
el puto individuo;
pero barrunto que yo no lo tengo,
no, que soy yo mismo.

miércoles, 29 de julio de 2020

El fetiche de la identidad nacional

    Una prueba de que la identidad nacional no es más que un fetiche  esto es, un hechizo, o sea, algo ficticio, como revela la etimología del vocablo "fetiche", -que deriva del latín facticium (artificial, no natural, inventado, artificioso y postizo), a través del préstamo francés fétiche (cf. it. feiticcio y port. feitiço “sortilegio”), es decir, un “artificio supersticioso del que se valen los hechiceros” ("hechizo" es el resultado popular de la evolución de facticium y  "hechicero" de facticiarius),- la prueba de ello, decíamos, nos la proporciona el hecho de que el parlamento de una comunidad autónoma española, de cuyo nombre no vamos a hacer mención pero aseguraría que es algo que hacen los diecisiete reinos de taifas hispánicos, destine anualmente una partida presupuestaria no poco considerable de su presupuesto económico de muchos miles de euros a fomentar su propia identidad.


    Si es preciso incentivar esa identidad, subvencionándola económicamente, es que no se sostiene en pie sin el crédito por sí sola, es decir, que naturalmente no se sostiene, por lo que habrá que hacerlo artificialmente recurriendo a la hechicería. Esto nos hace pensar que tal vez el dominio de las identidades nacionales no sea absoluto ni perfecto, que quizá Dios no sea todopoderoso, que acaso haya alguna esperanza de que se resquebraje la esencial homogeneidad del ser, que decía Mairena, aquel precursor de todo lo contrario, porque, si no fuera así, el corsé de la identidad se impondría per se sin más, sin necesidad de que nada ni nadie la fomentara económicamente.


    Claro que lo que se dice a propósito de la identidad nacional, sirve también para nuestra identidad individual, que no se sostiene sin nuestro empeño en cultivar nuestra propia idiosincrasia o personalidad. La palabra idiosincrasia dice mucho más de lo que parece: Del griego ἰδιοσυγκρασία idiosynkrasía 'temperamento particular', compuesto de ἴδιος propio, particular (de donde nos viene el idioma y el idiolecto, así como el idiotismo y la idiocia de los idiotas)  y σύγκρασις mezcla, carácter, constitución, por lo que el diccionario la define como “Rasgos, temperamento, carácter, etc., distintivos y propios de un individuo o de una colectividad”. 
 
 

martes, 28 de julio de 2020

"Vergüenza me daría ser policía"

La Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana española, popularmente conocida como ley mordaza, tipificaba como delictivas las “faltas de respeto y consideración a un miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en el ejercicio de sus funciones de protección de la seguridad”, pero una posterior Instrucción del Ministerio del Interior de 17 de octubre de 2018 vino a restringir el alcance de dicha norma, afirmando que no había que interpretar la expresión “ejercicio de sus funciones de protección de la seguridad” al pie de la letra (sic) “sino que abarca cualquier actuación de los agentes en el ejercicio de su autoridad”, lo que viene a decir que alcanza prácticamente a cualquier actuación policial y, por lo tanto, a su consideración como agentes de la autoridad, por lo que se desactiva toda posibilidad de crítica. 
 

Esto no es algo exclusivo de la legislación española. En Alemania se han dictado sentencias que determinan que las siglas ACAB, que son el acrónimo de all cops are bastards en la lengua del Imperio (o su equivalente numérico 1312, por el orden alfabético de las susodichas letras en el abecedario latino que usamos), que vendrían a ser algo así como “todos los polis son unos bastardos” en nuestra lengua, estampadas en una pancarta, en una pintada, en una camiseta o chapa o en cualquier otro soporte, son un insulto específico dirigido a la policía en general, y algo punible, pues no se encuentra amparado por la libertad de expresión. 

Lo injurioso ahí no es denominar a los agentes de policía o policemen “cops”, pues en la lengua vulgar del Imperio es habitual y no es ofensivo, sino algo parecido a nuestro “poli” o “pasma”. Este COP es abreviación de COPPER, atestiguado en inglés desde 1859 con un valor similar al del latín CAPTOR, con el significado de policeman desde 1846, nombre de agente en -ER derivado del verbo TO COP “capturar, arrestar a un prisionero”, relacionado con el francés CAPER “coger, capturar” procedente del latín CAPIO CAPERE con el mismo significado. 

Lo injurioso ahí sería la utilización de la palabra bastardos, algo anticuada ya en castellano como hideputas con el significado de hijos de puta, contrapuesto a hidalgos o hijos de algo, o sea, de alguien, es decir, de un padre conocido y respetado. Se ha realacionado la palabra “bastardo”, que significa “hijo ilegítimo”, con el francés antiguo bastart, moderno bâtard derivado de bast, bât “albarda”, que aludiría a los hijos nacidos de las relaciones de arrieros con coimas de posada, como la Maritornes del Quijote por ejemplo. 

Vengamos a lo nuestro. Evaristo Páramos, cantante de la banda Gatillazo, y antes de La Polla Records, cerró la actuación de su grupo en un festival en Jerez de la Frontera el 25 de mayo pasado al grito de “policías, sois unos hijos de puta”. El improperio, como puede verse, no iba dirigido contra un agente en concreto, sino contra el cuerpo en general de policía, y fue sancionado por “falta de respeto o consideración” a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado de acuerdo con la susodicha LOPSC. 

 

La policia de Euskadi, la Ertzaintza, leo en la prensa, respondía con multas vía Ley Mordaza cuando se pronunciaba o se escribía el lema “vergüenza me daría ser policía”. Un tribunal de justicia, vía contencioso administrativo, tuvo  que desautorizar la sanción argumentando que el eslogan carece de entidad vejatoria o tiene muy poca, y está amparado en todo caso sin ningún atisbo de duda en el derecho fundamental a la libertad de expresión.  

Otro caso entre nosotros, que leo en la prensa burgalesa: Un joven recibe una multa de 600 euros por insultar a la Policía Local de Burgos en una red social después de que sancionaran a un amigo suyo por tunear el coche, aparcamiento en doble fila y por no portar matrícula, por lo que los efectivos decidieron llamar a la grúa para retirarlo y llevarlo al depósito municipal. 


A través de una red social, el cuerpo municipal informó de esta irregularidad y una persona publicó el siguiente comentario crítico e injurioso: Más vale que os dediquéis a proteger a los ciudadanos y a la gente que de verdad os necesita, hijos de puta. A los pocos días, los agentes del cuerpo municipal de policía le localizaron y le denunciaron por faltar al respeto a miembros de las fuerzas del orden. Las multas por este tipo de infracciones, recogidas en la Ley de Seguridad Ciudadana, van desde los 100 a los 600 euros, y a él le cayeron 600. 

Una crítica, dirigida a la labor de la policía, que debería ser proteger a los ciudadanos y a la gente que necesita protección, y no hacer lo que habían hecho, ha sido multada y desactivada por el insulto que la acompañaba de “hijos de puta”. ¿Qué es lo que aquí se está penalizando? ¿Criticar la labor de la policía, insultarle o ambas cosas?