Diuide et impera (divide y domina), aunque pudiera parecer una cita clásica latina a primera vista, no está documentada en ninguna fuente conocida, por lo que su origen debe de ser medieval o renacentista. Suele citarse a menudo bajo la forma Diuide et uinces (divide y vencerás), y pertenece al ámbito de la estrategia política.
Se utiliza mucho como modo maquiavélico de ejercer el poder, dando a entender que para dominar a la población hay que dividirla, separarla, aislarla. El tirano divide a los súbditos, hace que se enfrenten incluso entre sí los unos con los otros, a fin de mejor poderlos dominar como mediador.
Si partimos de que “la unión hace la fuerza”, al tirano no le interesa que la gente permanezca unida porque esa unión podría ser un obstáculo para su poder. Se esforzará, por lo tanto, en mantener al pueblo dividido. Y una de las divisiones que más éxito han tenido son las naciones y nacionalidades, esos adjetivos gentilicios que añadimos a la palabra “pueblo”, cuando hablamos del pueblo palestino o del italiano o el español... Las banderas y las naciones dividen al pueblo que, de por sí, no tiene patria.
Si relacionamos la máxima latina, con la situación actual provocada por la irrupción del virus coronado del pasado 2019, vemos enseguida que no ha podido haber mejor excusa para aislar a la gente que la amenaza difusa pero aterradora de esta pandemia que la llamada "distancia social" o "física", que ha confinado a la población bajo arresto domiciliario y aislado con el pretexto de que era por el bien común (confundiéndose el bien común con el bien de la gente), y por su salud, confundiéndose la general de todos con la particular de cada uno, para ejercer un poder totalitario sobre la población mundial e instaurar una dictadura sanitaria.
Unas líneas del libro Los orígenes del totalitarismo de Hanna Arendt, publicado por primera vez en inglés en 1951, inciden esclarecedoramente sobre este asunto: It has frequently been observed that
terror can rule absolutely only over people who are isolated against
each other and that therefore one of the primary concerns of
tyrannical government is to bring this isolation about. Isolation may
be the beginning of terror; it certainly is its most fertile ground;
it always is its result. This isolation is, as it were,
pretotalitarian; its hallmark is impotence insofar as power always
comes from people acting together, acting in concert; isolated people
are powerless by definition (The origins of totalitarianism, Hanna Arendt, 1951).
"Se ha observado frecuentemente que el terror puede dominar de forma
absoluta sólo a hombres aislados
y que, por eso, una de las preocupaciones primarias del comienzo de
todos los Gobiernos tiránicos consiste en lograr el aislamiento. El
aislamiento puede ser el comienzo del terror; es ciertamente su más
fértil terreno; y siempre su resultado. Este aislamiento es, como si
dijéramos, pretotalitario. Su característica es la impotencia en
cuanto que el poder siempre procede de hombres que actúan juntos,
«actuando concertadamente» (Burke); por definición, los hombres
aislados carecen de poder." (Los
orígenes del totalitarismo,
Hanna Arendt, traducción de Guillermo Solana, publicada por Taurus
1998, pág. 379)