lunes, 28 de octubre de 2024

Cambio de hora (I)

    Que lo que gobierna nuestra vida es el reloj es algo que sentimos cuando nos cambian la hora como por ejemplo ayer, 27 de octubre, en que nos hicieron pasar por real decreto al llamado “horario de invierno”, retrasando los relojes y agrandando en una hora más la duración del día, que pasó de tener 24 horas a 25. Es entonces cuando nos damos cuenta de lo cronometrados que estamos y de lo mucho que dependemos del horologio, que es como llamaban los antiguos al reloj de sol o de arena, palabra compuesta de hora, 'tiempo' y del verbo lego 'contar'.
 
      Hay un origen religioso en el cómputo del tiempo. Lo vemos fácilmente en el mundo islámico, en el que solo empezaron a contarse los años a partir de la Hégira o huida de Mahora de la Meca a Medina en el 622 de la era cristiana. 
 
    En el islam se realizan cinco oraciones obligatorias al día, lo que supone una regulación, más o menos precisa, de las horas diurnas: al alba, al mediodía, a media tarde, al ponerse el sol y por la noche. Era el almuédano, almuecín o muecín el que hace muchos años convocaba de viva voz a la oración cinco veces al día, desde lo alto del minarete de la mezquita para anunciar que había llegado la hora del rezo obligatorio. 
 
    En la actualidad son los altavoces los que difunden la llamada, con el Allahu akbar que se repite cuatro veces, y que a veces se traduce como Alá es grande, cuando su correspondencia en román paladino sería: Dios es grande. A continuación se dice dos veces Testifico que no hay más dios que Dios y que Mahoma es su profeta o mensajero. Y el mensaje principal: acudid a la oración, volviendo a repetirse la grandeza de Dios, su unicidad y la calidad de Mahoma como su profeta.
 
 
   En el mundo cristiano, más secularizado que el islámico, quizá no nos parezca tan evidente este origen religioso, pero si nos remontamos a la Edad Media feudal podemos afirmar que la estricta regulación de la vida monástica que dividía las horas del día en ocho horas canónicas (maitines, laudes, prima, tercia, sexta -origen de nuestra siesta nacional-, nona, vísperas y completas) en las que convocaba a los monjes a rezar acabó por imponerse extra muros sobre la vida menos regularizada y reglamentada en principio de los seglares. 
 
     En pueblos y ciudades se rezaba tres veces al día el ángelus, al amanecer, al mediodía -todavía recuerdo yo cuando se retransmitía la oración del ángelus en que el arcángel anunciaba a la virgen María que iba a ser la madre de Jesús  por Radio Nacional de España, cosa que se hizo hasta el 3 de febrero de 1981-  y al atardecer, para lo que sonaban las campanas de iglesias y catedrales llamando a la oración. 
 
 
 El ángelus, J.-F. Millet (1857-1859)
 
    Y en particular se puede señalar a la orden benedictina, a la que se le atribuye el lema 'ora et labora', que en su apogeo llegó a gobernar 40.000 monasterios, que contribuyó de manera crucial a regular el ritmo de la máquina capitalista, recordándonos que el reloj no era simplemente un medio para llevar el registro de las horas, sino para sincronizar la acción humana.
 
    Señala John Zerzan en su opúsculo “Beginning of Time, End of Time”, incluido en Time and Time Again, edit. Detritus Books Olympia, Washington (2018), que con la aparición de los primeros relojes públicos en Europa en el siglo XIV se produjo, alrededor de 1345, la división de la hora en sesenta minutos y del minuto en sesenta segundos. En El tiempo y sus inconvenientes escribe Zerzan: “El reloj descendía de la catedral, al tribunal y al palacio de justicia, al banco y a la estación de ferrocarril y, finalmente, a la muñeca y al bolsillo de cada ciudadano decente. El tiempo debía hacerse más «democrático» para colonizar realmente la subjetividad”. Expresa muy bien Zerzan cómo el tiempo baja de las altas esferas de la vida pública religiosa y civil al pueblo llano, que acabará incorporando el reloj individual hasta la perfección absoluta de estar todos sincronizados. 
 
    Finalmente, no necesitamos ni cambiar nuestros relojes. Ellos solos se actualizan en nuestros ordenadores y teléfonos inteligentes.

domingo, 27 de octubre de 2024

Lo que no hay es el olvido

"Solo una cosa no hay. Es el olvido". Verso de Borges, que se cita con otra sintaxis: Si hay algo que no existe es el olvido, sustituyendo el hay por el existe.
 
 Chirrían en mis oídos produciéndome urticaria palabras y expresiones como empoderar, poner en valor, implementar, resiliencia y desarrollo económico sostenible.
 
Vacunan a los niños de gripe en España porque, antes del invento de dicho suero, millares de ellos morían contagiando y llevándose por delante a sus abuelos.
 
Jehová bombardea Tiro, la histórica y portuaria ciudad libanesa, hoy Patrimonio de la Humanidad, transformando su antaño codiciada púrpura en sangre derramada.
 
 La Menestrala sanitaria amenaza con embozarnos otra vez a todos, todas y todes en los centros (in)hospitalarios, si empeoran, como se prevé, las circunstancias.
 
 Una definición impecablemente certera de Henry Louis Mencken: "La democracia es una patética creencia en la sabiduría colectiva de la ignorancia individual".
 
Para el intelectual à la mode vamos sin duda hacia la catástrofe climática, mucho más inevitable y decisiva que una eventual tercera guerra mundial definitiva.
 
El escenario del mundo actual presenta el falso dilema de tener que elegir entre Escila, derecha, y Caribdis, izquierda; sea cual sea la elección, naufragarás.
 
El pastor, al que se le aparece el ángel del Señor, se caga del susto por la pata abajo ante el anuncio de la buena nueva de que ha nacido en Belén el salvador.
 
 La diferencia entre una lengua y un dialecto, según Max Weinreich, es que la lengua es un dialecto con una autoridad política y militar detrás que la sustenta.

 
oOOo
 
Para deleite del oído: Una pieza del compositor y laudista italiano Joan Ambrosio Dalza, que vivió en la segunda mitad del siglo XV, tan fresca y tan viva como hace quinientos años, cuando fue compuesta, interpretada por Thomas Dunford. 
 
 

sábado, 26 de octubre de 2024

La poco fiable Güiquipedia

    Cuando se fundó en 2001, Güiquipedia tenía una misión altruista desinteresada: proporcionar toda la información del mundo de forma gratuita, recopilada, actualizada y verificada democráticamente por sus usuarios. Pero en los últimos años, la cosa ha ido degenerando considerablemente. 
 
    Cuando queremos saber algo sobre una persona, lo primero que solemos hacer todos los ciberadictos es mirar su perfil en Güiquipedia, para hacernos una primera idea. Pero la información es cada vez menos objetiva. Así, por ejemplo, el coronel Pedro Baños denuncia que si alguien quiere informarse sobre su persona y consulta la Güiquipedia, verá que es tildado de ser un vocero del gobierno ruso, de extender teorías de la conspiración, y de sostener posturas antisemitas y de ultraderecha. Informaciones con las que consiguen desprestigiar a dicha persona tras haber consultado su biografía. “Quienes dirigen los hilos son demasiado poderosos -afirma Baños- y tienen a mucha gente trabajando para falsear de forma constante Wikipedia. Sólo me dejan el recurso de denunciarlo públicamente, como ahora estoy haciendo. Aunque me temo que, como en tantas otras ocasiones, dado que es un mensaje que no les interesa, también procederán a banearlo para que tenga la menor difusión posible. Así es como funciona Wikipedia”. 
 
    Larry Sanger, cofundador de Güikipedia y su primer redactor jefe denuncia que los servicios de inteligencia manipulan los contenidos de la enciclopedia digital, por lo que puede afirmarse que ha dejado se ser “libre” y sin “ánimo de lucro”, pues algunos editores de contenido han olvidado su neutralidad y se dedican a difundir información y las narrativas gubernamentales oficiales del establishment, señalando en concreto a CNN, MSNBC y The New York Times, así como que los ordenadores de la CIA y del FBI son los que redactan los artículos, como puede verse en este video de Sputnik news
 
      Y aquí va lo que la propia Güiquipedia dice de su fundador: En diversas ocasiones y ante diferentes medios, el filósofo Larry Sanger ha denunciado un sesgo político de izquierdas en la plataforma Wikipedia, afirmando que: «La palabra adecuada aquí es: 'propaganda', cuando es sistemática». Además de invitar a no usar más Wikipedia, Sanger ha puntualizado que: «Lo que muchos de nuestros medios de comunicación actuales, Wikipedia incluida, parecen asumir es que sólo hay una versión legítima y defendible de la verdad sobre cualquier cuestión controvertida. Por supuesto, Wikipedia no era así antes». 
 
    Hay que tener en cuenta que Güiquipedia no es una fuente primaria de información porque no genera información original, sino que recopila y organiza información existente tomada de otras fuentes que no siempre cita y que, si las cita, es recomendable consultar porque su fiabilidad es harto discutible y muchos enlaces ya no funcionan, lo que hace imposible comprobar su veracidad. Los artículos más objetivos suelen estar bien referenciados, con enlaces a fuentes externas verificables como libros, artículos académicos, o sitios oficiales, por lo que en temas históricos y en biografías de personajes públicos fallecidos no suele haber errores, pero en los temas de actualidad y más controvertidos hay puntos de vista muy sesgados hacia lo que Sanger llama genéricamente "la izquierda", expresión que hay que entender en un sentido muy genérico y como sinónima de "políticamente correcta y hegemónica", pese a su cacareada política de neutralidad o Newtral Point of View NPOV, por lo que los artículos deberían ser imparciales pero la interpretación de la neutralidad varía mucho en los temas sensibles, ideológicos o controvertidos, dado que se incluyen medias verdades, o se mezclan  verdades con mentiras, cuando no se incluyen auténticas falsedades. 
 
    El doctor Juan Gérvas, por su parte, denuncia que el uso de Güiquipedia “afecta gravemente a la salud”, dado que la información que brinda sobre algunos medicamentos no es sino propaganda de los laboratorios farmacéuticos que los fabrican, lo que tiene muy poco o nada que ver con lo recomendables que son esos productos desde el punto de vista médico y sanitario. Pone como ejemplo los fármacos Lecanemab y Donanemab prescritos para el Alzheimer, que, según él, no son recomendables, como razona en su artículo, escrito en colaboración con la doctora Mercedes Pérez-Fernández, Hay tratamiento para el alzheimer, pero no con medicamentos. Si buscamos Lecanemab lo primero que nos dice la Güiquipedia es: “Lecanemab es un medicamento indicado en el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer”. 
 

     En otro orden de cosas, se ve también que la función de Güiquipedia es intentar desacreditar cualquier fuente que contradiga el "discurso oficial occidental" en lo relativo a la política. Al Jazeera, por ejemplo, publica un vídeo que recoge los crímenes de la guerra de Israel en Gaza registrados por los propios soldados israelíes, y lo que hace Güiquipedia es desacreditar al mensajero afirmando que: “Al Jazeera está financiada total o parcialmente por la administración pública catarí”.
 
    Para que se vea el sesgo, hablando de la invasión israelí de la franja de Gaza desde el 2023 hasta la fecha, esto es lo que dice: "conocida en Israel como operación Espadas de Hierro y como genocidio en Gaza por distintos medios de comunicación, sobre todo árabes, y países musulmanes". Olvida que el genocidio cometido por el estado terrorista de Israel no es contra la franja de Gaza, sino contra la humanidad.
 
 

viernes, 25 de octubre de 2024

Cucurucho de castañas asadas

    Viene a mí el recuerdo del cucurucho de castañas asadas envueltas bien calientes en papel de periódico,  antídoto contra el frío glacial del otoño y del invierno  cuando íbamos los amigos a la capital a ver alguna película y empezaba a helar a la salida del cine en las aburridas tardes de domingo. 
 
    Al salir de la sala de cine, cerrada pronto a cal y canto y enseguida demolida para abrir un supermercado y un banco, donde se había producido el milagro de proyectarse una película, de vuelta a casa de camino a la estación a tomar el tren de cercanías y de vía estrecha rumbo a la rutinaria monotonía y mansedumbre de aquel pueblo que no se sabía si había dejado ya de serlo para convertirse en una ciudad o seguía siendo un pueblo, nuestro pueblo, nos encontrábamos, desde mediado octubre hasta bien entrado enero, la entrañable figura del castañero, que está teñida en mi memoria de un halo literario de cuento de Dickens en el paisaje de mi niñez. 
 
 
    Por un duro, o sea, cinco pesetas, realmente era barato, comprábamos un cucurucho de castañas asadas, envueltas en papel de estraza o de periódico, calientes, tan calentitas que quemaban en nuestras manos como brasas vivas de carbón, sabrosas cuando se deshacían en la boca para, una vez masticadas, formar el blando bolo alimenticio. 
 
    Aquellas castañas de color marrón, que dan nombre al color castaño, lo recuerdo perfectamente, con una hendidura en su corteza para asarse mejor, por donde asomaba la blancura cremosa de su fruto, su carne de pálida nata... 
 
 
    Iba el castañero de acá para allá en su locomotora que arrastraba como si fuera un carretillo, donde escondía el horno encendido con carbones calientes y donde se asaban las castañas al amor del fuego, anunciando su presencia con un campano que tocaba de vez en cuando, aunque bastaba con el olor inconfundible de las castañas asadas para adivinar su presencia. 
 
    Si hacía mucho frío, nos metíamos unas pocas en cada uno de los bolsillos y luego metíamos las manos, gélidas, en ellos, que en seguida se calentaban como por arte de magia al calor de las castañas asadas, mientras comentábamos la película.

jueves, 24 de octubre de 2024

La banalidad de la gripe

    El Servicio Cántabro de Salud ha desplegado una indecente campaña vacunatoria bajo el desafortunado lema “La gripe no es banal”, infundiendo miedo y asustando a los cántabros con la enfermedad, que este año, a juzgar por lo que ha sucedido en el hemisferio sur del planeta donde ya ha pasado el invierno, no ha sido nada grave, haciendo el juego a los laboratorios farmacéuticos que venden las vacunas a los gobiernos; una campaña enfocada básicamente a los sanitarios, a los mayores y a los más pequeños. De seis meses a dos años la inoculación es intramuscular y a partir de los dos años intranasal, es decir, esnifada. Se pretende además que se lleve a cabo en los centros escolares, lo que no deja de ser una aberración, porque si los progenitores quisieran vacunar a sus hijos lo propio sería que los llevaran al centro de salud, pero si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma. 
 
    Se presenta la gripe como una amenaza terrible de la que hay que protegerse a toda costa y proteger a los demás, como si fuera un castigo, un crimen o un pecado del que uno tiene que arrepentirse y avergonzarse. Y claro la protección que nos venden es el caramelo de la vacuna, lo que es radicalmente falso, dado que dicho "remedio" no impide ni la enfermedad ni el contagio, y, por lo tanto, no hace que disminuyan las hospitalizaciones ni la mortalidad ni produce inmunidad de grupo tampoco, además de poder causar efectos adversos como cualquier medicamento.
 
 
    A los mayores se les dice que se vacunen cada año frente a la gripe y el COVID, especificando que no se trata de una dosis más, sino de actualizar la protección. Y la anciana, como denotan sus canas, gafas y arrugas, contacta enseguida sonriente con su centro de salud y pide cita para vacunarse.
 
    A los profesionales sanitarios les dicen que se vacunen para proteger a los más vulnerables y para reducir complicaciones, lo que puede resultar bastante contraproducente, dado que si la vacuna no impide la transmisión de la enfermedad (y aun más: hace que contagien más los vacunados que los no vacunados) los propios profesionales sanitarios podrían estar contribuyendo a su difusión. 
 
    Y lo más insólito hasta la fecha, a los niños no se les dice nada, pero sí a sus progenitores: “Dales superpoderes y protege a los más vulnerables”, anunciando que la vacunación se realizará en los centros escolares, lo que no parece muy ético ni muy adecuado desde el punto de vista sanitario, aunque se presente como un caramelo que se aspira por la nariz como si fuera una raya de coca.
 
     La citada campaña incluye este vídeo: en el que se dice que los niños no paran, corren y corren y la gripe corre con ellos, y el mensaje: A partir de los seis meses protégelos con la vacuna de la gripe y entre todos estaremos evitando contagios en casa y en el cole. Vacunarse contra la gripe previene la enfermedad y evita complicaciones y hospitalizaciones.
 
 
 

miércoles, 23 de octubre de 2024

Amor a los colores

    Discutían acaloradamente el otro día en la barra del bar varios tertulianos. ¿Cuál era el asunto de su apasionada charla? Fútbol. No podía ser otro el tema. Me vino enseguida a las mientes el dicho de Juvenal panem et circenses, que,   después de haber sido "pan -es decir trabajo- y toros" en la España zarzuelera de pasodoble taurino y sangre en el ruedo, se actualiza ahora mismo como "pan -trabajo, o a falta de él, subsidio de desempleo, paguita o renta básica en el horizonte- y fútbol -o diversión alienante-" en la España autonómica de las quinielas, los estadios y retransmisiones televisivas y radiofónicas: los instrumentos estupefacientes del Poder para amodorrar a la inmensa mayoría democrática de la ciudadanía como dicen ahora. Los tiempos mudan para que las cosas puedan seguir esencialmente igual.  

    Vieja costumbre esta, que se remonta a la Roma cesariana, y, mucho más cerca de nosotros, a la dictadura del Generalísimo Franco, que convirtió al Real Madrid en el equipo oficial del régimen. La victoria, por ejemplo, de la selección española sobre la URSS en 1966 se presentó como un triunfo nacional católico sobre el comunismo. El fútbol o balompié en román paladino es un asunto de interés nacional, el único asunto, a decir verdad, de interés nacional. Sirve para distraer a la población, y, mucho más que eso, es casi una cuestión religiosa, es el opio del pueblo, o sea, la nueva religión.

    Sólo el deporte rey es capaz de desatar nuestros instintos más bajos aquí y en cualquier punto del universo mundo,  y él solo puede desencadenar, ya sea en el estadio, ya a través de la pantalla del televisor en el corazón de nuestro agridulce hogar o en el bar de la esquina, nuestras más rastreras y vergonzantes pasiones, que son, huelga decirlo, las patrióticas, gregarias y nacionalistas. 

    El caso es que acababan de dar la noticia en la sección informativa del telediario, y alababa uno de aquellos hinchas o forofos fanáticos del fúzbol -con zeta de rebuzno- de la tertulia de la barra del bar a un fuzbolisto que, al parecer, había renovado su contrato -su fichaje, decía él-, por "amor a los colores".
 
 Fotograma de la película Ben Hur (1959) William Wyller

    Llamó enseguida mi atención aquella colorida expresión. Hablaban de “el equipo rojiblanco, el club azulgrana...”, y me recordaban, en efecto, por deformación profesional,  a la factio albata, los blancos, la factio russata, los rojos, la factio ueneta, los azules..., de las cuadrillas que jaleaban a los aurigas en las carreras del circo romano. Las camisetas de colores que representan al equipo y al club que lucen nuestros jugadores de balompié son el exacto equivalente, con flagrante anacronismo, de las túnicas cortas del color de cada facción que lucían los automedontes que conducían las cuadrigas, espectáculo que se recrea magistralmente en la espléndida escena de la película Ben Hur (1959) de William Wyller, donde al final el colorido de los equipos se reduce a los elementales del blanco y el negro de los propios corceles, blancos como la nieve resplandeciente los del galileo, negros como el tizón los del pérfido Mesala, con todo su simbolismo moral de buenos y malos que acarrean.

-El amor a los colores ya pasó a la historia, tío. -Sentenció uno de los tertulianos.
-¡No...! Hay jugadores honrados, pocos, pero los hay, que defienden los colores de la camiseta, y que la sudan a tope y dan lo mejor de su rendimiento en el campo de juego. Y a esos les duele en el alma una derrota del equipo y defraudar a la afición que les anima en el graderío por detrás.


 Imagen de la Roja, la Selección Española ganadora de la Eurocopa 2024.

    A mí la expresión “defender los colores” me sonaba, no podía evitarlo, a servicio militar obligatorio y a jura de bandera, a “derramar, si es preciso, hasta la última gota de sangre” en defensa de la patria y del rancio patriotismo nacionalista, y demás monsergas de cuartel. No daba crédito a lo que oía. 

-Te digo que no. Los únicos colores que les ponen a los futbolistas son los de los billetes de quinientos pavos, que yo no sé de qué color son porque no he visto ni veré en toda mi vida ninguno de verdad. 

-Él ha dicho que renueva el fichaje por amor al Club y a la afición.

-¿Qué va a decir Él? No va a reconocer que lo hace por la pasta, joder, aunque sea la verdad, porque defraudaría al equipo, tío, y a toda la peña. Él vende que lo hace por amor a los colores, pero vuelve a fichar por un contrato millonario con una cifra de muchos ceros por su interés personal. El club, la afición y el equipo le importan una mierda, o ¿no crees que sería capaz de fichar mañana mismo por el equipo contra el que se enfrenta hoy, y dejarnos a todos tirados y con el culo al aire?

-Son mercenarios. -Sentenció con solemne amargura otro tertuliano que no había abierto la boca hasta entonces. Y añadió: -Igual que los políticos, desengañaros (sic), colegas: No representan a nadie. Los únicos colores por los que se mueven son los del dinero.

    De repente, todos se ponen a hacer la ola y montar la bronca padre en el estadio y fuera de él al son de las horrísonas vuvuzelas,  y en el bar reina de pronto  un silencio sepulcral, hasta que entra el gol en portería: ¡gooooool! Sólo un partido de balompié, parece mentira, puede paralizar la vida de un país. Todo gira en la España de María Santísima en torno al esférico coronado: la pelota de Parménides que es, como el Ser, ontológicamente omnipresente. Y ya se sabe que el mundo es redondo como un balón reglamentario, según los periódicos deportivos, los que más se leen en un país ágrafo y funcionalmente analfabeto, donde lo único que importa es poder graznar con chulería: ¡Les hemos ganado por goleada!

    Todos en casa, aborregados, con los amigotes o la familia, porque queda muy triste y sin gracia eso de ver un partido solo. Sería un placer onanista y solitario. Y eso no puede ser. El balompié es una celebración orgiástica, colectiva, un fenómeno de eyaculación seminal masiva. Hay que comentar las jugadas y la actitud partidista del árbitro y discutir con los otros y exudar adrenalina de la más rancia testosterona.  Pero, el fútbol, esencialmente masculino, ya no es solo cosa de hombres: también tenemos su versión femenina complementaria e inclusiva. No en vano, como cacareaba un periódico del Régimen,  la selección femenina española, que ganó el mundial del año pasado, "culminó su asalto a la historia".
 
 

    Se nota que a mí no me gusta el fútbol, cierto que no tengo mucha idea de balompié ni me interesa lo más mínimo la monarquía del deporte rey, pero no se trata de gustos personales, de los que no se discute, sino de balompié. Vamos a hablar un poco de eso, precisamente: El interés por el resultado final de un partido hace que el propio partido pierda todo su interés y lo arruina totalmente. Deja de haber juego, deja de mandar el balón en el campo, que se ve ya como un campo de batalla donde los dos ejércitos rivales se disputan, como en un tablero de ajedrez, los laureles de la victoria. Ni los espectadores pueden gozar del partido ni los propios jugadores entregarse a él despreocupadamente: abrumados por la enorme responsabilidad de defender unos colores, es decir unas ideas, esto es, dinero. Por ello no atienden a la pelota: juegan mal. No pueden jugar bien ni haber deporte. 

    ¡Qué partido más aburrido aquel en el que en vez de mandar el balón, mandan los colores de los equipos que se enfrentan! ¡Qué solemne aburrimiento cuando los jugadores en vez de jugar al balón defienden unos colores, porque se los ha convertido en los representantes, contra su voluntad, de todo un país o de un club y toda su afición! En el estadio no reina el balón, sino otras consideraciones políticas, nacionalistas, ajenas al juego y al deporte. ¡Qué partido más malo aquel en el que interesa más el resultado final de la victoria o la derrota que el desarrollo del juego!

martes, 22 de octubre de 2024

¿Homenaje o ultraje a la bandera?

    Recojo aquí y me hago eco de la propuesta de homenaje a la bandera que hizo el escritor Rafael Sánchez Ferlosio a propósito de la creación ex nihilo de la Comunidad Autónoma de Madrid en 1983, cuyo himno compuso Agustín García Calvo, con música del maestro Pablo Sorozábal Serrano,  por encargo de su primer presidente Joaquín Leguina por el módico precio de una peseta, y cuya bandera definió Santiago Amón Hortelano con diseño de José María Cruz Novillo, según leo en la inevitable Güiquipedia: un fondo rojo carmesí según unos, pero según otros, que no se ponen de acuerdo en esto, rojo vivo o encendido con siete estrellas blancas de cinco puntas cada una situadas en el centro en dos filas, cuatro arriba y tres debajo.
    Con el objeto de dar mayor vivacidad y color festivo al fervor ceremonial que siempre debe rodear el merecido culto a la bandera de esta comunidad, la comisión de protocolo de la Autonomía de Madrid se complace en anunciar al público que, entre las prácticas rituales oficialmente reconocidas y prescritas para mejor honrar y celebrar dicha bandera, queda incluida la de su propia combustión, no teniéndola en adelante por agravio, sino por acendrada expresión del más devoto acatamiento, y con la sola reserva de que la limitación de las disponibilidades presupuestarias asignadas por la comunidad al capítulo de banderas pudiese eventualmente recomendar alguna siempre momentánea restricción en el legítimo ejercicio de esta específica forma de culto a la bandera consistente en el homenaje incineratorio.

    No estaría mal que este “homenaje incineratorio” que propone Ferlosio, y que en el caso de la Comunidad de Madrid podría acompañarse con la ejecución cantada del himno correspondiente,  se hiciera extensivo a las banderas de las restantes comunidades autónomas así como a las de sus ayuntamientos o concejos respectivos, a la rojigualda de toda la nación y a la europea, y a las de todos los Estados y nacionalidades del orbe de las tierras, sin que su combustión se considerara un agravio o un ultraje, sino, por el contrario, el más acendrado, nunca mejor dicho, homenaje que pudiera hacérseles. 


Yo estaba en el medio: / giraban las otras en corro / y yo era el centro. / Ya el corro se rompe, / ya se hacen estado los pueblos, / y aquí de vacío girando / sola me quedo. / Cada cual quiere ser cada una: / no voy a ser menos: / ¡Madrid, uno, libre, redondo, / autónomo, entero! / Mire el sujeto / las vueltas que da el mundo / para estarse quieto.

Yo tengo mi cuerpo: / un triángulo roto en el mapa / por ley o decreto, / entre Ávila y Guadalajara, / Segovia y Toledo: / provincia de toda provincia, / flor del desierto. / Somosierra me guarda del Norte y / Guadarrama con Gredos; / Jarama y Henares al Tajo / se llevan el resto. / Y a costa de esto, / yo soy el Ente Autónomo Último, / el puro y sincero. / ¡Viva mi dueño, / que, sólo por ser algo / soy madrileño!

Y en medio del medio, / capital de la esencia y potencia, / garajes, museos, / estadios, semáforos, bancos, / y vivan los muertos: / ¡Madrid, Metropol, ideal / del Dios del Progreso! / Lo que pasa por ahí, todo pasa / en mí, y por eso / funcionarios en mí y proletarios / y números, almas y masas / caen por su peso; / y yo soy todos y nadie, / político ensueño. / Y ése es mi anhelo, / que por algo se dice: "De Madrid, al cielo".

 Ceremonia de incineración de bandera mexicana.

    En México existe un protocolo para la ejecución de la ceremonia de incineración de la bandera nacional, previsto sólo en caso de que esta haya sufrido algún deterioro, lo que conlleva que el paño descolorido o estropeado, una vez reducido a cenizas tras rociarlo, supongo, con alcohol o gasolina para una rápida y segura combustión, sea sustituido por otro nuevo, previa autorización de las autoridades correspondientes, lo que, como puede verse, guarda cierta relación de semejanza con el mito del renacimiento del ave Fénix.

    Según lo que estipula La Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales de aquel país: “Las cenizas de esta bandera deberán ser resguardadas o enterradas como un simbolismo de regreso a las entrañas de la Patria. La Bandera Nacional es un objeto sagrado, que incinerado y transformado en polvo vuelve a sus orígenes”. Se identifica así la Patria con la propia tierra, es decir se hace que el adjetivo suplante al sustantivo, pues, como se sabe “patria” es la forma femenina del adjetivo patrio, que significa concerniente al padre, que determinaba al sustantivo “tierra” en la expresión “tierra patria”, y se oculta el sustantivo “tierra” a la vez que se procede a la sustantivación del adjetivo al que, para mayor gloria de Dios, se le impone la mayúscula honorífica, por lo que se dice que las cenizas de ese “objeto sagrado” que es el pendón nacional, al ser enterradas, simbolizan el “regreso a las entrañas de la Patria”, lo que no deja de recordarnos por otra parte lo que le dijo Jehová a Adán en la Biblia: con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella has sido tomado, ya que polvo eres y al polvo volverás (puluis es et in puluerem reuerteris), (Génesis, 3, 19), sobre todo cuando se le imprime carácter sacrosanto a dicho emblema que “transformado en polvo vuelve a sus orígenes”.

    Así continúa la susodicha ley: “El emblema nacional al ondear libre nos recuerda lo más hermoso de nuestra patria, superior, excelsa, que nos unifica y obliga por igual y a la cual todos nos debemos. Al unísono decimos adiós a las cenizas que regresan a la tierra, quien con amor las toma en su regazo. Así piensa el pueblo de México de sus símbolos patrios”.


    Es cierto que la imagen de una bandera es bella cuando ondea libremente al viento, pero es hermosa porque flamea y porque cuando lo hace sugiere precisamente su propia combustión, la suya propia y la de todas las demás banderas, reales y falsas como son; reales en cuanto que símbolos de las patrias existentes, pero falsas en cuanto que todas y cada una de ellas pretenden ser la única y verdadera, arrogándose la supremacía y exclusividad de encarnar a la Patria, cuando lo que hay no son más que “patrias chicas”, por así decirlo, que simbolizan la división aleatoria y arbitraria de la humanidad, basada en criterios geográficos e históricos como el lugar en que hemos nacido y la lengua que hemos aprendido o que nos ha enseñado a hablar, sujetos a cambios como están ya que ninguna patria es idéntica a sí misma siempre. No hay pues ultrajes a la patria ni a la bandera; el ultraje es que haya patrias y banderas, da igual que grandes o chicas,  municipales, autonómicas, nacionales o europeas.

    A la pregunta de qué es la Patria, podrían responderle bien aquellos versos anónimos: -Una idea, nada más, / como cualquiera otra, falsa, impuesta. / Nuestra patria es el amor, / perdido paraíso sin fronteras. / Otra patria no es verdad / ni digna de que nadie la defienda: / patria no hay que valga más,  / ni noble patriotismo a fin de cuentas. 

    Flamear según la RAE de la Lengua deriva del latín “flamma” que origina nuestra palabra patrimonial “llama”, y los cultismos "flamante" y "flamear". Se define en primer lugar en su acepción culinaria como “rociar un alimento con alcohol y prenderle fuego”, también “despedir llamas” y, finalmente, y dicho de una bandera, “ondear movida por el viento, sin llegar a desplegarse enteramente”, porque sus ondulaciones, acompasadas del crepitar del paño batido por el viento, sugieren las llamaradas del fuego fulgurante. No hay espectáculo más bello que una bandera al viento, porque simboliza la disolución de sus colores y su propia indefinición y deflagración, la ecpirosis o purificación por el fuego flamígero que arrastra al cosmos al cabo del Gran Año destruyéndolo para su renacimiento o palingenesia, que, a su vez, será destruido de nuevo según los estoicos,  que se consideraban seguidores de Heraclito,  al final del nuevo ciclo. 
    ¿Llegará alguna vez el día feliz en que asistamos a la ceremonia, simbólica o real, de arriado y, acto seguido, incineración solemne de todas las banderas,  deterioradas y desgastadas por el uso y el abuso que de ellas se ha hecho a lo largo de la historia universal, y no sean sustituidas por otras nuevas ni repuestas, o, lo que sería lo mismo, el día en que estandartes, lábaros y pendones no sean más que lo que son, paños o trapos o retazos de tela que, izados en el mástil, ondean al viento sin  representar nada ni a nadie, carentes de cualquier significación y simbolismo, como las cometas multicolores de jirones de tela o cintas de papel que, sujetas por un cordel muy largo, se arrojan al aire para que el viento las vuele y sirvan de diversión a niños y muchachos?  

lunes, 21 de octubre de 2024

La cabeza de Medusa

     Hay un pequeño texto de Sigmund Freud de 1922 que lleva por título "Das Medusenhaupt" (La cabeza de  Medusa), que analiza el simbolismo, claramente sexual como no podía ser menos para el doctor de Viena, de la cabeza cortada y serpentífera de la górgona Medusa que enarboló Perseo como arma letal que dejaba de piedra a sus rivales y que finalmente regaló a la diosa virgen Atenea, quien la portaba en su escudo o en su pecho. Establece el padre del psicoanálisis la siguiente ecuación "decapitación = castración", por lo que el miedo que produce la visión de esta cabeza separada de su cuerpo, sería similar al terror masculino ante la amenaza cercenadora de su castración. 

 

 Cabeza de Medusa, Caravaggio (1597)

    Ese terror lo siente el niño cuando ve el sexo femenino por primera vez, quizá el sexo de la madre rodeado de vello: esa visión lo deja petrificado por la amenaza que conlleva de castración masculina: la mujer sería un varón castrado, de ahí surge sin duda el concepto de "inuidia penis". El hecho de que la diosa Atenea porte la mayoría de las veces la cabeza cercenada de Medusa lo interpreta en el sentido de que se trata de una diosa inaccesible, esencialmente virgen e inabordable, que ofrece el sexo horripilante de la madre a la visión masculina. "A los griegos por lo general bastante homosexuales, afirma Sigmund Freud,  no podía faltarles la representación de la mujer que les horroriza por su castración".

    El pobre diablo burlado del cuento de Rabelais que versificó Jean de la Fontaine teme, sin duda alguna, que le suceda a él lo mismo que a Perrette, es decir, padece el complejo masculino de la castración. Este relato puede relacionarse con el síndrome de la “uagina dentata”, o vagina provista de dientes como si fuera una boca devoradora de hombres y que culmina una relación sexual emasculando al varón, es decir, castrándolo.

    Si analizamos las representaciones artísticas de esta cabeza, sus cabellos son serpientes, y las serpientes son precisamente símbolos fálicos para el padre del psicoanálisis que sustituyen al uirile membrum: la multiplicación de dichos símbolos sirve como amuleto apotropaico, precisamente, para espantar la amenaza de castración. "Es notable -afirma Freud-  que, a pesar de ser horribles en sí mismas, estas serpientes contribuyen realmente a mitigar el horror, pues sustituyen al pene, cuya falta es la causa de ese horror".

Perseo con la cabeza de Medusa, B. Cellini (1545-1554)  
 
    El análisis freudiano va más allá y dice que también las representaciones del sexo masculino -entre los romanos los numerosísimos Príapos itifálicos o los amuletos consistentes en penes erectos- o sus sucedáneos, los símbolos fálicos, tienen un efecto aprotropaico, servirían también para espantar al espíritu maligno. Su exhibición sería una manera de decir "No te temo, te desafío; yo también tengo un miembro viril", para alejar así la amenaza de castración. 

 Relieve pompeyano con la leyenda "hic habitat felicitas": Aquí habita la felicidad.

domingo, 20 de octubre de 2024

La vieja que burló al diablo

     Un labrador regresa a su casa triste y pensativo. Su mujer, viéndolo en tal estado de abatimiento, imagina que le han robado en el mercado, pero al ver la bolsa llena de dinero y saber la causa de su melancolía, le reconforta y le dice que confíe en ella. 
       -Me rendiré y le cederé al diablo el campo al primer rasguño que me haga.
    -Tú, confía en mí y déjame hacer. -Le dice Perrete, que era el nombre de su esposa. -Dices que es un diablo joven. Yo haré que se rinda enseguida y el campo seguirá siendo nuestro. Si fuera un diablo viejo, habría que preocuparse, porque sabe más el diablo por viejo que por diablo. 
    A primera hora de la mañana, el pobre labriego fue a confesarse, y, acto seguido, comulgó, y se santiguó varias veces en la pila del agua bendita.
    El diablo llamó a la puerta del labrador -¡Villano, abre la puerta o la echaré abajo!  
    De una patada abrió la puerta y, resuelto y decidido, entró, y no encontrando al labrador, halló a su mujer en el suelo llorando a lágrima viva y lamentándose.
     -¿Qué pasa aquí? -preguntó el diablo-. ¿Dónde está el labrador?
    -¡Ay, ha ido a casa del herrero a afilar el hacha para pelearse con vos después de hacerme a mí un rasguño con ella sin querer aquí entre las piernas! 
    Acto seguido la vieja se levantó las faldas hasta la barbilla y le mostró la vulva al diablo diciéndole que esa era la herida que le había hecho su marido
    El diablo se quedó petrificado ante la visión horripilante de "aquella enorme solución de continuidad en todas sus dimensiones" (Rabelais, La Fontaine), como si hubiera visto la cabeza de la mismísima Medusa. Y llegó incluso a persignarse, él, que es el anticristo, y huyó aterrorizado diciéndose a sí mismo: A mí no me hace eso. Me voy a toda velocidad. Le dejo, desde luego, el campo. Es suyo.

Perrette y el diablo. Grabado de Charles Eisen (1720-1778)
 
      Perrette había hecho, sin saberlo, lo mismo que aquellas mujeres persas que cuando huían sus hijos del fragor de la batalla, cuenta Plutarco en su opúsculo "Virtudes de las mujeres", y poco les faltaba ya a los enemigos para tomar la ciudad, salieron a su encuentro, y levantando sus peplos y enseñándoles la desnudez de sus coños, les decían: ¿Dónde vais, los más cobardes de todos los hombres? ¿No veis que no podéis en vuestra huida meteros aquí, que es de donde habéis salido?. Los persas se avergonzaron de la visión y de las palabras de sus madres, y reprochándose a sí mismos su cobardía, se dieron media vuelta y se lanzaron de nuevo alcombate contra los enemigos, poniéndolos en fuga. 
 
    Lo mismo que aquella espartana, anónima y desconocida, que, como sus hijos huyeran de la batalla y se presentaran ante ella como si quisieran refugiarse en su claustro materno, les recriminó: ¿Adónde vais, después de haberos escapado, ruines esclavos fugitivos? ¿Acaso tenéis la intención de esconderos en este agujero del que salisteis? Y levantándose la falsa, se lo enseñó, desnudo como estaba, pues no estaban aquellas mujeres entonces acostumbradas a las bragas.
 
oOo
 
 
Pequeño diablo, Roland Topor (1977)
 
  El texto anterior es un re-cuento o versión libre del relato en prosa de François Rabelais (...-1532) titulado "Cómo el Diablo fue burlado por una vieja de Papahiguera (o Papalahiga)", incluido en el Libro Cuarto de los Hechos y Dichos Heroicos del Buen Pantagruel, que fue posteriormente versificado por Jean de La Fontaine (1621-1695), el célebre fabulista francés, bajo el título de "Le Diable de Papefiguière". Ambos textos presentan muy bien la colpofobia o metus cunni del varón encarnada en un diablo joven como representante del sexo masculino.
 

sábado, 19 de octubre de 2024

Romance del Judío Errante

Romance del Judío Errante

I

 (Inspirado libremente en la Ballade Brabantine d'Isaac Laquedem y en un pliego de cordel castellano)

Se encontraron un buen día dos hombres con un anciano / de luengas y blancas barbas y aspecto asaz desastrado. 

Llevaba un más que raído polvoriento capisayo, / morral al hombro, bastón y faltriquera al costado. 

-“Buenos días”, le dijeron, -“Buenos”, les ha contestado. / -“Hacednos merced, buen hombre, de platicarnos un rato, 

que a juzgar por vuestras trazas, sois nuevo por estos pagos”. /  -“Vengo, en verdad, de muy lejos, de un tiempo y país lejanos”.

-“Entrad en esta taberna, y os convidamos a un trago, / que el vino espanta las penas que suelen acongojarnos”. 

-“Si pudiera detenerme, aceptara de buen grado  / pero no puedo sentarme ni siquiera hacer un alto.

Una maldición recae sobre mí y mi sino aciago; / de pie debo mantenerme siempre, sin ningún descanso.

-“Parecéis sin duda ser, diríase, centenario. / Cuál es vuestra edad, decidnos, paseando más despacio”.

-“He perdido la noción de los muchos que tengo años, / que son, señores, tantísimos que ya no puedo contarlos. 

Dando tumbos por el mundo llevo, por decirles algo, / cientos de duros inviernos y cientos de estíos largos. 

Ya no sé cuál es mi idioma ni en qué lengua estoy hablando, / extranjero en todas partes y en todas partes extraño”. 

 -Decidnos quién sois, amigo, cuál es vuestro nombre y caso, / mientras en compaña un trecho vamos al par caminando”.

II 

-En verdad no sé quién soy ni si soy el que era antes. / Mas si no falla el recuerdo, vaya esto por delante: 

Nací en ciudad de Judea, muchísimos siglos hace, / Jerusalén renombrada, de oro puro deslumbrante,

 donde yo era zapatero, como lo fuera mi padre, / y a la sazón un muchacho arisco de agrios modales,

 y ahora soy el fantasma de este extraño personaje / que ronda por este mundo, peregrino itinerante. 

 Soy Isaac Laquedem, llamado el judío errante, /el eterno vagabundo, el de vida miserable. 

III 

 Iba Jesús al Calvario, la cruz a cuestas llevaba. / Cuando de pronto me dijo, descalzo, ante mi morada:

 -¿Permitirás, buen amigo, que me detenga en tu casa? / Mas yo, desalmado,  "No, le dije, sigue tu marcha, 

reo indigno, no quiero yo a mi puerta tal infamia. / Eres, sin duda, culpable de esa cruz con la que cargas.

 Algo habrás hecho, seguro, para que te condenaran". / Sin querer le hube juzgado, juez que sentencia dictaba. 

Y el galileo me dijo: Ponte tú en camino, y anda, / vete a recorrer el mundo, sin rumbo, en eterna errancia, 

 hasta la fin de los tiempos, si es que algún día se acaban, / cuando el Gran Juicio Final ponga fin a toda causa

Afligido y consternado, emprendí sin más la marcha. / No he parado desde entonces, en mi peregrina diáspora. 

 Voy huyendo de mí mismo, desarraigado y sin patria, /  y viendo cómo los tiempos para ser los mismos cambian

IV 

  Las vueltas que llevo dadas al mundo nadie las sabe. / He franqueado fronteras que eran infranqueables. 

He atravesado desiertos, surcado todos los mares, /  he cruzado cordilleras, barrancos, ríos y valles.

 En todas partes idénticos he visto los mismos males; / en todos los continentes crímenes abominables,

 múltiples generaciones de hijos que se vuelven padres, / sucediéndose y cayendo como hojas de los árboles. 

 Y a mí, que bien lo quisiera, no puede nada ni nadie / darme, bendita, la muerte, ni guerras ni enfermedades. 

La muerte a mí no me alcanza que Dios no quiso otorgarme. / No tengo esposa ni hijos, amigos ni familiares. 

Solo guardo en el bolsillo un denario interminable, / una moneda en desuso pero contante y sonante,

con la que pago la deuda de sed que sacio y el hambre, / que viaja conmigo siempre sin que nunca se desgaste,

 que en esta vida el dinero, maldita la falta que hace, / es lo único que cuenta siendo lo que menos vale.