domingo, 20 de octubre de 2024
La vieja que burló al diablo
jueves, 17 de octubre de 2024
De lo que le dijo el primer ministro persa al general griego Temistoclés
Esto fue lo que le dijo el jefe de la guardia del rey de los persas, Artábano, al general griego Temistoclés, según cuenta Plutarco en la biografía del ateniense: “Extranjero, las costumbres de los hombres son diferentes; y unas cosas son hermosas para unos y otras para otros; pero para todos es hermoso celebrar y salvaguardar las propias”.
Lo
que le dice el persa al ateniense es que cada pueblo celebra y
venera sus costumbres y leyes propias, porque son idiomáticas,
específicas, originales, y en ese sentido son muy distintos unos y otros
pueblos
como distintos son sus usos, lenguas, leyes y costumbres, y lo que
para unos es hermoso no lo es para otros. Está enunciando el
relativismo, pero no se limita a afirmar que todo es relativo, hay algo
que no lo es: lo que podríamos llamar el idiotismo patriótico,
entendiendo el término idiotismo en un sentido genérico muy amplio. La
Real Academia lo relaciona con ignorancia e idiocia y lo define como el
"giro o expresión propia de una lengua que no se ajustan a las reglas
generales", y aquí lo entendemos como algo inherente a una tribu y a una
cultura y por lo tanto particular y no común: en
lo que todos los seres humanos
están de acuerdo, sin embargo, es en que lo más hermoso y lo mejor es lo
suyo, sea esto lo que sea, porque les es consustancial y no por otra
razón. Se sobrevalora, pues, lo propio, minusvalorando o despreciando lo
ajeno.
Estamos ante
lo que Rafael Sánchez Ferlosio denominó con su habitual y aguda
socarronería la moral del pedo: a nadie le huele mal el suyo propio, porque siempre apesta más el ajeno que el
propio, pero no por pedo, sino por ajeno. Nuestro refranero recoge esta idea: "A nadie le huelen mal sus peos ni le parecen sus hijos feos".
Pone
Plutarco a continuación en boca del primer ministro persa el siguiente
ejemplo ilustrativo que diferencia a griegos de persas: Así
pues es dicho común que vosotros apreciáis muy mucho la libertad y
la igualdad, pero para nosotros la mejor de nuestras muchas y
hermosas costumbres es la siguiente: venerar al rey y postrarse ante
él como ante la imagen de un dios que lo salvaguarda todo”. (Plutarco,
Vida de Temistoclés 27.2-3).
Esboza aquí Plutarco la radical diferencia entre los griegos, que veneran como propias la libertad y la igualdad, y los persas, que veneran la figura de su soberano, ante el que practican la proscinesis o salutación con postración en actitud de veneración y reverencia, muy parecida a nuestra genuflexión, acto que se interpreta como un gesto de sumisión y humillación respetuosa.
lunes, 4 de marzo de 2024
El rabo del perro de Alcibíades o la estrategia de la distracción
Esta anécdota la refiere Plutarco en su biografía de Alcibíades, incluida en Vidas paralelas, donde dice que teniendo un perro admirable por su tamaño y su porte (ὄντος δὲ κυνὸς αὐτῷ θαυμαστοῦ τὸ μέγεθος καὶ τὸ εἶδος), que había comprado pagando por él a la sazón setenta minas (ὃν ἑβδομήκοντα μνῶν ἐωνημένος ἐτύγχανεν,), le cortó el rabo, que llamaba la atención por lo bellísimo que era (ἀπέκοψε τὴν οὐρὰν πάγκαλον οὖσαν.). Al reprenderle sus compañeros y decirle que todos se metían con él por lo hecho al perro y le vituperaban (ἐπιτιμώντων δὲ τῶν συνήθων καὶ λεγόντων ὅτι πάντες ἐπὶ τῷ κυνὶ δάκνονται καὶ λοιδοροῦσιν αὐτόν,), él, riéndose, “eso es en efecto- les dijo- lo que yo quiero (ἐπιγελάσας, "γίνεται τοίνυν," εἶπεν, "ὃ βούλομαι·); porque quiero que los atenienses hablen de eso, para que no digan de mí algo peor” (βούλομαι γὰρ Ἀθηναίους τοῦτο λαλεῖν, ἵνα μή τι χεῖρον περὶ ἐμοῦ λέγωσι).
martes, 6 de octubre de 2020
Variaciones sobre tema de Plutarco (Moralia, De cómo se debe escuchar, I, 18)
Versión propia: Pues la mente, como un vaso, no necesita relleno, sino, como la leña, sólo la llama que origine impulso investigador y avidez por la verdad.
Partenón, Frederic Edwin Church (1871)
Variaciones:
Dedica Plutarco su tratado sobre cómo se debe escuchar a su joven amigo Nicandro, recién alcanzada la mayoría de edad tras haber tomado la vestimenta varonil.
La naturaleza, le dice Plutarco a su joven amigo, nos dio a cada uno de nosotros dos orejas y una sola lengua, para que menos hablemos y más podamos escuchar.
La mente, como el coloño de leña seca, sólo necesita la chispa que la espabile, y que queme y prenda fuego a la hojarasca de las ideas recibidas e inculcadas.
La mente no necesita que la rellenemos como si fuera un vaso vacío, sino, al contrario, que derramemos, colmada y atiborrada de ideas como está, su contenido.
El impulso que nos mueve a investigar y el apetito por la verdad, esa tierra desconocida, crían en nuestro corazón aborrecimiento hacia la mentira dominante.
La mente es como una vasija atiborrada y rebosante de ideas que la colman, que impiden, si no nos desprendemos a tiempo de ellas, la inteligencia de las cosas.
Para que una vasija se convierta en un recipiente adecuado para contener un líquido, debe estar no sólo vacía, sino limpia también de posos y trazas anteriores.
La mente no es un cáliz presto a llenarse y vaciarse, sino el haz de leña seca que espera la chispa que pueda encender la lumbre que nos ilumine y nos caliente.
Hay jóvenes que, una vez emancipados, no logran sin embargo la libertad, sino que se subyugan a sí mismos: tiranos más terribles que pedagogos y maestros.