martes, 6 de octubre de 2020

Variaciones sobre tema de Plutarco (Moralia, De cómo se debe escuchar, I, 18)

Tema de Plutarco: γὰρ ὡς ἀγγεῖον ὁ νοῦς ἀποπληρώσεως ἀλλ᾽ ὑπεκκαύματος μόνον ὥσπερ ὕλη δεῖται, ὁρμὴν ἐμποιοῦντος εὑρετικὴν καὶ ὄρεξιν ἐπὶ τὴν ἀλήθειαν.

Versión propia: Pues la mente, como un vaso, no necesita relleno, sino, como la leña, sólo la llama que origine impulso investigador y avidez por la verdad.  

 

 

 Partenón, Frederic Edwin Church (1871)


Variaciones:

Dedica Plutarco su tratado sobre cómo se debe escuchar a su joven amigo Nicandro, recién alcanzada la mayoría de edad tras haber tomado la vestimenta varonil.

 

La naturaleza, le dice Plutarco a su joven amigo, nos dio a cada uno de nosotros dos orejas y una sola lengua, para que menos hablemos y más podamos escuchar.

 

La mente, como el coloño de leña seca, sólo necesita la chispa que la espabile, y que queme y prenda fuego a la hojarasca de las ideas recibidas e inculcadas.

 

La mente no necesita que la rellenemos como si fuera un vaso vacío, sino, al contrario, que derramemos, colmada y atiborrada de ideas como está, su contenido.

 

El impulso que nos mueve a investigar y el apetito por la verdad, esa tierra desconocida, crían en nuestro corazón aborrecimiento hacia la mentira dominante.


La inteligencia, como la leña, aguarda una centella que la encienda a fin de que resplandezca el fuego del conocimiento y destruya la falsedad de las ideas.

 

La mente es como una vasija atiborrada y rebosante de ideas que la colman, que impiden, si no nos desprendemos a tiempo de ellas, la inteligencia de las cosas.

 

Para que una vasija se convierta en un recipiente adecuado para contener un líquido, debe estar no sólo vacía, sino limpia también de posos y trazas anteriores.

 

La mente no es un cáliz presto a llenarse y vaciarse, sino el haz de leña seca que espera la chispa que pueda encender la lumbre que nos ilumine y nos caliente.

 

Hay jóvenes que, una vez emancipados, no logran sin embargo la libertad, sino que se subyugan a sí mismos: tiranos más terribles que pedagogos y maestros. 

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