sábado, 10 de octubre de 2020

Seguiriyas a palo seco

La seguiriya es uno de los muchos palos del flamenco. La seguiriya gitana más pura, la que surge del cante más hondo, se canta a palo seco, o sea, sin acompañamiento musical de guitarra.

Estructuralmente se compone de cuatro versos:  hexasílabos el primero, segundo y cuarto, hendecasílabo el tercero (6-6-11-6), modelo silábico emparentado con las jarchas. Riman el segundo y el cuarto en consonante o asonante. Pero prima el sentimiento sobre la forma, de modo que no es raro encontrarse con seguiriyas con otras métricas.

 

Esta voz no es mía, / que es la de cualquiera / que canta las penas de todos, nuestras,  / ni propias ni ajenas.

Tengo yo una pena / grande que no tengo, / que a mí me tiene ella y no me deja / que ande yo contento.

Pido yo a la luna / en el hondo cielo, / que caiga muerto aquí ahora, si es falso / lo que a ti te quiero.

Veo a mucha gente, / no te veo a ti / y el corazón, de la jaula del pecho / se quiere salir.

Dizque en las estrellas / ay, escrito está, / mi sino, madre mía, y el futuro, / y eso no es verdad.

Morirme quisiera, / dejar de existir, / que esta farsa, madre, que llaman vida / es un sinvivir.

Sin traje de luces,/ desnudo en el ruedo, / lidiando, sin capote y sin espada, / al toro del miedo.

Loco de remate / creo yo que estoy, / si en esta vida lo he perdido todo / menos la razón.

No quiero la plata / ni oro de este mundo, / me cago en todos los dineros, solo /pido un beso tuyo.

Si te vas, me matas; / llévame contigo / que yo no tengo, solito en el mundo, / ni amiga ni amigo.

No hay Dios que nos valga, / justicia tampoco, / en este mundo, donde acaba uno / o preso o loco.

Como una cabra, / corazón salvaje, / yo siempre tiro al monte, donde no hay / cabrero que guarde.

Sin querer te quiero, / ni mandarme nadie; / no hay Dios, ley, mandamiento o gobierno / que al corazón mande. 

Yo, señor doctor, / sufro de locura, / pero no me encierre usted ni me cure / esta chifladura.

 Dispara tu flecha, / chiquillo Cupido, / y haz que esa mujer de mí se encariñe, / y acueste conmigo.

 Se murió mi niño, / se me quedó atrás, / cuando me viene vivo su recuerdo, / rompo yo a llorar.

Rota la garganta, / de lo hondo del pecho / me sale a palo seco así el quejido / del cante del pueblo.

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