Como no quieren reconfinarnos a la fuerza, nos recomiendan el autoconfinamiento y la cancelación de la vida social "ante el gran repunte de casos positivos".
La canciller alemana a los jóvenes: "No festejéis hoy, para que podáis vivir bien mañana". Pero ese mañana no se presenta ni hace presente jamás de los jamases.
Titular terrorista: "España hacia el desastre: la subida en casos, ingresos, prevalencia, positividad y muertos”. Por la carga explosiva de la última palabra.
Posponer un evento familiar o social supone en la práctica cancelarlo y dejarlo para el incierto día de mañana, futuro inaprensible, porvenir siempre por venir.
La locura profiláctica llega a este extremo: “Tomar cualquier precaución, -cualquier precaución, recalco- resulta clave para reducir el riesgo de contagio”.
España cuenta con el mejor sistema sanitario mundial, una red hospitalaria pública que trata como enfermos desde la cuna a la sepultura a todos los ciudadanos.
Si la farmacopea tradicional elaboraba el medicamento para curar la enfermedad, hoy se inventa, al revés, la enfermedad para vender el medicamento o la vacuna.
Adivina adivinanza. ¿Qué pesadilla aterrorizó a los niños infundiéndoles pavor
de la muerte y robándoles la sonrisa? ¿Qué grotesco espantajo fue? La
mascarilla.
Someterse a los análisis de un laboratorio clínico es, a poco que se descuide uno, convertirse en enfermo crónico, un cliente más de la industria farmacéutica.
El sueño del laboratorio farmacológico era crear medicamentos y vacunas para las personas sanas, o lo que viene a ser lo mismo, para los enfermos potenciales.
La epidemia del virus continúa circulando, pero su virulencia ha disminuido considerablemente a juzgar por el número de hospitalizaciones y de muertos en combate.
Después de la infructuosa guerra que declararon contra el virus coronado en la pasada primavera, llega ahora en otoño su fructífica y castastrófica posguerra.
El mundo iría mejor sin los llamados mass media en la lengua del Imperio, o medios de información y formación de la opinión pública, manipulación y propaganda.
El jefe del Estado ordena guardar distancias, llevar siempre puesta la mascarilla por norma de disciplina, y no sobrepasar el número de seis en las reuniones.
De F. Savater ante la metáfora "La patria es un hospital": Los gobernantes son los enfermeros, los mass media los anestesistas y los ciudadanos los enfermos.
“El objetivo es reducir los contactos privados, que son los más peligrosos” dice el presidente, y añade: “Todos somos actores de esta batalla contra el virus”.
El Estado Terapéutico, víctima de un ataque de pánico, impone el Régimen del Terror declarando guerra sin cuartel, desesperada, al pueblo, el único culpable.
Los gobiernos de todos los países del mundo declaran, bajo falsa amenaza común, una guerra civil entre todos sus súbditos, enfrentándonos los unos a los otros.
El régimen democrático revela su auténtica esencia autoritaria, absolutista y totalitaria, desenmascarado por la voz del pueblo que clama: No nos representan.
Si trazamos a nuestro alrededor un círculo de dos metros de radio, su área de cuatro metros cuadrados sería la falsa burbuja de nuestra salvación anacoreta.
Las reivindicaciones políticas repiten el inveterado error de exigir soluciones a quienes constituyen el meollo del problema: los gobiernos y administraciones.
Si no superamos el miedo mortal a la muerte que nos arrebata la vida, y el miedo a la libertad que nos esclaviza, nunca lograremos salir del círculo vicioso.
El dinero, el único Dios verdadero que vale y que cuenta, exige fe y obediencia a los mandamientos de la Santa Madre Iglesia de su ciencia, que es la Economía.
Se inaugura la era de la nueva normalidad teledirigida: teletrabajo, teleeducación, telecomunicación, telemedicina, telecompra..., guardando las distancias.
Durante los meses primaverales en España se prohibió a los niños salir a jugar a la calle porque corrían peligro de muerte; ahora pueden salir enmascarados.
Cuando los minúsculos víruses traspasan la supuestamente tupida red de las mascarillas, se pone de manifiesto nuestra esencial vulnerabilidad e indefensión.
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