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sábado, 26 de octubre de 2024

La poco fiable Güiquipedia

    Cuando se fundó en 2001, Güiquipedia tenía una misión altruista desinteresada: proporcionar toda la información del mundo de forma gratuita, recopilada, actualizada y verificada democráticamente por sus usuarios. Pero en los últimos años, la cosa ha ido degenerando considerablemente. 
 
    Cuando queremos saber algo sobre una persona, lo primero que solemos hacer todos los ciberadictos es mirar su perfil en Güiquipedia, para hacernos una primera idea. Pero la información es cada vez menos objetiva. Así, por ejemplo, el coronel Pedro Baños denuncia que si alguien quiere informarse sobre su persona y consulta la Güiquipedia, verá que es tildado de ser un vocero del gobierno ruso, de extender teorías de la conspiración, y de sostener posturas antisemitas y de ultraderecha. Informaciones con las que consiguen desprestigiar a dicha persona tras haber consultado su biografía. “Quienes dirigen los hilos son demasiado poderosos -afirma Baños- y tienen a mucha gente trabajando para falsear de forma constante Wikipedia. Sólo me dejan el recurso de denunciarlo públicamente, como ahora estoy haciendo. Aunque me temo que, como en tantas otras ocasiones, dado que es un mensaje que no les interesa, también procederán a banearlo para que tenga la menor difusión posible. Así es como funciona Wikipedia”. 
 
    Larry Sanger, cofundador de Güikipedia y su primer redactor jefe denuncia que los servicios de inteligencia manipulan los contenidos de la enciclopedia digital, por lo que puede afirmarse que ha dejado se ser “libre” y sin “ánimo de lucro”, pues algunos editores de contenido han olvidado su neutralidad y se dedican a difundir información y las narrativas gubernamentales oficiales del establishment, señalando en concreto a CNN, MSNBC y The New York Times, así como que los ordenadores de la CIA y del FBI son los que redactan los artículos, como puede verse en este video de Sputnik news
 
      Y aquí va lo que la propia Güiquipedia dice de su fundador: En diversas ocasiones y ante diferentes medios, el filósofo Larry Sanger ha denunciado un sesgo político de izquierdas en la plataforma Wikipedia, afirmando que: «La palabra adecuada aquí es: 'propaganda', cuando es sistemática». Además de invitar a no usar más Wikipedia, Sanger ha puntualizado que: «Lo que muchos de nuestros medios de comunicación actuales, Wikipedia incluida, parecen asumir es que sólo hay una versión legítima y defendible de la verdad sobre cualquier cuestión controvertida. Por supuesto, Wikipedia no era así antes». 
 
    Hay que tener en cuenta que Güiquipedia no es una fuente primaria de información porque no genera información original, sino que recopila y organiza información existente tomada de otras fuentes que no siempre cita y que, si las cita, es recomendable consultar porque su fiabilidad es harto discutible y muchos enlaces ya no funcionan, lo que hace imposible comprobar su veracidad. Los artículos más objetivos suelen estar bien referenciados, con enlaces a fuentes externas verificables como libros, artículos académicos, o sitios oficiales, por lo que en temas históricos y en biografías de personajes públicos fallecidos no suele haber errores, pero en los temas de actualidad y más controvertidos hay puntos de vista muy sesgados hacia lo que Sanger llama genéricamente "la izquierda", expresión que hay que entender en un sentido muy genérico y como sinónima de "políticamente correcta y hegemónica", pese a su cacareada política de neutralidad o Newtral Point of View NPOV, por lo que los artículos deberían ser imparciales pero la interpretación de la neutralidad varía mucho en los temas sensibles, ideológicos o controvertidos, dado que se incluyen medias verdades, o se mezclan  verdades con mentiras, cuando no se incluyen auténticas falsedades. 
 
    El doctor Juan Gérvas, por su parte, denuncia que el uso de Güiquipedia “afecta gravemente a la salud”, dado que la información que brinda sobre algunos medicamentos no es sino propaganda de los laboratorios farmacéuticos que los fabrican, lo que tiene muy poco o nada que ver con lo recomendables que son esos productos desde el punto de vista médico y sanitario. Pone como ejemplo los fármacos Lecanemab y Donanemab prescritos para el Alzheimer, que, según él, no son recomendables, como razona en su artículo, escrito en colaboración con la doctora Mercedes Pérez-Fernández, Hay tratamiento para el alzheimer, pero no con medicamentos. Si buscamos Lecanemab lo primero que nos dice la Güiquipedia es: “Lecanemab es un medicamento indicado en el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer”. 
 

     En otro orden de cosas, se ve también que la función de Güiquipedia es intentar desacreditar cualquier fuente que contradiga el "discurso oficial occidental" en lo relativo a la política. Al Jazeera, por ejemplo, publica un vídeo que recoge los crímenes de la guerra de Israel en Gaza registrados por los propios soldados israelíes, y lo que hace Güiquipedia es desacreditar al mensajero afirmando que: “Al Jazeera está financiada total o parcialmente por la administración pública catarí”.
 
    Para que se vea el sesgo, hablando de la invasión israelí de la franja de Gaza desde el 2023 hasta la fecha, esto es lo que dice: "conocida en Israel como operación Espadas de Hierro y como genocidio en Gaza por distintos medios de comunicación, sobre todo árabes, y países musulmanes". Olvida que el genocidio cometido por el estado terrorista de Israel no es contra la franja de Gaza, sino contra la humanidad.
 
 

miércoles, 27 de septiembre de 2023

'La pirola'

    La nueva super-variante Pirola, cuyo nombre científico es BA.2.86, difícil de detectar ya que si por algo destaca es por su asintomaticidad, fue detectada sin embargo por primera vez el pasado mes de agosto en siete países distintos: Dinamarca, Israel, Reino Unido, Suiza, Tailandia, Estados Unidos y Sudáfrica. Enseguida cundió la alarma. 

La OMS tocando la pirola.
 

    Cuando parecía que la OMS ya no recurría a las letras del alfabeto griego, resulta que no es así, ya que detrás de la ómicron, como se sabe, viene la pi -la famosa letra del número pitagórico- y después de la pi viene la ro, y claro con los dos monosílabos juntos, añadiendo un sufijo final ya tenemos un nuevo palabro con más empaque: pi-ro-la, que resulta que es también el nombre de un asteroide de nuestro sistema solar, no lejos (relativamente claro) de Júpiter, descubierto en 1927, al que se le puso el nombre de Pyrola (cuyo nombre científico es núm. 1082), porque era el nombre genérico de unas treinta y tres especies de plantas ericáceas, un nombre que deriva del latín pirum, mejor que pyrum, que significa "pera", por la forma de sus hojas como peras.

    A mí el nombre de esta variante me produce bastante risa floja, la verdad sea dicha, como a la mayoría de gallegos que pululan por el vasto mundo, porque en Galicia es uno de los nombres de la pilila, que dicen los niños, o de la picha, con palabra más adulta, y me recuerda la inolvidable canción que cantaba Siniestro Total en los ochenta: Ayatola, no me toques la pirola, y que podríamos ahora reeditar y dedicársela a los ayatolás y mulás de la Organización Mundial de la Salud.

 

     ¿Qué dice la ciencia menos prostituida a los intereses de la gran farmacopea? Pues que cuanto más contagiosa se vuelve una variante, menos peligrosa es. La hipótesis de una infección viral que busca perpetuarse, contaminando y no matando al mayor número de huéspedes, es generalmente asumida dentro de la comunidad científica. El virus se ha vuelto cada vez menos virulento, más inofensivo. Sin embargo, se está afianzando la idea de que el número de “reinfecciones” puede provocar un problema de salud pública general, fomentando así otra vez el miedo y el alarmismo al dar a entender torticeramente que la nueva variante podría causar repentinamente una gran mortalidad.

    Hay muchas pociones mágicas compradas que no se han inyectado todavía y que hay que poner para justificar su millonaria adquisición.  La autoridades sanitarias atribuyen el fin de la pandemia a dichas pociones mágicas, que, según ellas, han salvado vidas, como si cuando se acaba la epidemia de gripe estacional de todos los años le atribuyéramos su final a la vacunación antigripal. Es la falacia lógica del "post hoc, ergo propter hoc" (después de esto, luego por causa de ello), que consiste en asumir que hay una relación causal en el hecho de que una cosa suceda tras otra "como si el canto del gallo provocara la salida del sol", como escribe Juan Gérvas.  

    Eso les sirve a las autoridades sanitarias gubernamentales para no rendir cuentas, no examinar los daños, no compensar por los efectos adversos provocados, cuando sabemos a cien cierta que las inoculaciones no evitan casos, no impiden la transmisión de la enfermedad, no producen inmunidad de grupo, no disminuyen las hospitalizaciones ni la mortalidad y conllevan graves efectos adversos en las personas Y callan, como putas, sobre el confinamiento. 

 

   Además, ya se sabe, la vacuna de la enfermedad del virus coronado ha servido para promover la desprestigiada de la gripe. Ahora quieren ponérselas juntas ambas a las embarazadas, a las que no se les puede dar ni una triste aspirina,  a los niños y a los viejos. Y es que van a por los niños y a por los viejos, está clarísimo.  Ninguno de los dos sueros vale para nada bueno, y sí para mucho malo. Son experimentos fallidos, porque sus daños son ciertos y sus beneficios muy dudosos. Además, advierte Juan Gérvas, la inoculación simultánea o coadministración que las autoridades pretenden ahora para los menores y los mayores, niños y viejos, puede multiplicar el riesgo de ictus isquémico o, lo que es lo mismo, infarto cerebral.  

sábado, 2 de septiembre de 2023

Panacea Universal

    Personajes  relevantes del mundillo de la cultura y sociedad españolas promocionan expectativas irracionales en la lucha contra el dolor. "Rebélate contra el dolor", dicen.  Voy a dar, contra mi costumbre, sus nombres propios. Son los cantantes Manu Tenorio y David Summers; los presentadores Berta Collado, Ana García Lozano, Josep Lobató, Ramón Sánchez Ocaña, Joaquín Prat, Albert Castilló y la modelo Sandra Ibarra.
 
 
    Protagonizan un anuncio patrocinado por el Instituto Mundipharma y la Sociedad Española del Dolor (SED).  Ojo a lo que dice la SED: El dolor crónico es una enfermedad en sí misma, no un síntoma de una enfermedad, y como tal debe ser tratada. Y ojo a lo que dicen nuestros personajes:  "El dolor crónico es en sí una enfermedad". "El dolor crónico es una pandemia". "¡Rebélate!" "¡Vive!"... Están promoviendo subrepticia- y capciosamente el uso de opiáceos como analgésicos. La estética del anuncio es de lo más cutre: blanco y negro y cadenas como símbolo del dolor al principio y rostros sonrientes e indoloros a todo color al final.


    (Dedicado al doctor Juan Gérvas, que nos puso sobre la pista de esta promoción indecente de un fármaco como objeto de consumo que denunciamos y sobre la que hemos escrito en Medicina letal, que hace que queramos releer al imprescindible Ivan Illich, que nos dejó escrita aquella plegaria laica de "No nos dejes caer en el diagnóstico y líbranos de los males de la salud").
 
 
La medicina es la nueva religión en la que los médicos, sus sacerdotes, recurren a fármacos opiáceos para combatir todo tipo de dolencias del alma y corporales. 
 
Cuando Carlos Marx escribió que la religión era das Opium des Volkes, el opio del pueblo, este era un remedio efectivamente popular que se conseguía sin receta.
 
La vieja religión ha perdido importancia en nuestro siglo secularizado y laico, pero la medicina ha venido a ocupar en seguida su trono vacante que quedaba.
 
Los médicos son los nuevos moralistas, los que prescriben qué hay que comer y qué no, demonizando los azúcares, por ejemplo, como antes hicieron con las grasas.
 
La medicina actual, más preventiva que curativa, persigue, promoviendo nuevas conductas y prescripciones varias, prolongar la duración de la vida no su calidad.
 
La promesa que nos hace la medicina moderna es el Día sin Dolor, como adelanto de la Vida sin Dolor, utilizando opiáceos como si fueran la panacea universal.
 
Los problemas sociales y personales se convierten en patologías médicas que deben ser tratadas con medicamentos, y se combaten farmacológicamente con el opio.
 
Responsables del uso y abuso de opiáceos son los expertos, los tertulianos, las sociedades científicas del dolor y, no faltaba más, las empresas farmacéuticas.
 

lunes, 27 de diciembre de 2021

La enfermedad y el remedio

    Frente al dicho popular del que tantas veces nos hacemos eco por aquí de que '(a veces) es peor el remedio que la enfermedad' propuso Baltasar Gracián, hace ya cuatrocientos años, la siguiente corrección que no invalida lo anterior, sino que ofrece otra perspectiva enriquecedora: 'Muchas veces nace la enfermedad del mismo remedio'.

    El doctor jubilado Juan Gérvas publicó en Acta Sanitaria el 19 de noviembre pasado un artículo titulado En Europa rebrota la covid19 pese a la vacunación, ¿o por la vacunación? Frente a las noticias que se hacían virales entonces del rebrote de la epidemia a pesar de los altos índices de inoculación de los europeos, J. Gérvas sembraba la duda y se planteaba si no sería dicho recrudecimiento de la epidemia una consecuencia directa del proceso mismo de la vacunación. Según Gérvas la vacunación destinada a la covid19, como la de la gripe, no comporta inmunidad de grupo, y tampoco asegura que el vacunado no vaya a infectarse. Los vacunados pueden contagiarse, y de hecho se están contagiando, incluso más que los no vacunados.

    Sabemos, dice el doctor, que la vacuna de la gripe no evita la gripe ni sus complicaciones, y tampoco conlleva inmunidad de grupo. Además, quienes están vacunados pueden expulsar seis veces más virus gripales si contraen la gripe. La vacuna de la gripe, por lo tanto, es una vacuna fallida que ni conlleva inmunidad de rebaño, ni impide pasar y contagiar la gripe.

    Las vacunas de la covid19, al igual que las de la gripe, tampoco conllevan inmunidad de grupo y hay datos que demuestran que los vacunados pueden infectar(se) más. No impiden, pues, ni la infección ni la transmisión del virus. No se sabe cuál es la razón de por qué pueden contagiarse más los vacunados. Una respuesta que aventura el doctor y que parece plausible es que “al caer a los seis meses la inmunidad artificial provocada por las vacunas el sistema inmunitario hubiera quedado dañado y en cierta forma menos capaz de producir defensas naturales y que por ello fuera más fácil la infección.”


     Las vacunas de la covid19 al uso “ponen a trabajar” a todas las células del organismo para producir una molécula del virus, una proteína del SARS-CoV-2, que inunda la sangre como un tsunami y lleva a la producción de anticuerpos (defensas) contra dicha proteína del virus, una proteína extraña que el propio cuerpo produce para combatirla. Es como si los bomberos se dedicaran a provocar incendios para poder apagarlos, y cuando se encuentran con uno que ellos no han provocado, exhaustos de tanta actividad, sucumbieran al pasto de las llamas.

    “No sería raro, reflexiona J. Gérvas, el daño a largo plazo del sistema inmunitario humano con tal avalancha de moléculas del virus producida en todas las células del cuerpo humano.”

    Una vez razonado que la vacuna de la covid19 no sirve para evitar los brotes del virus, se pregunta el autor si las medidas no farmacológicas como el uso de mascarillas, los confinamientos, toques de queda y demás pueden servir para combatirlos.

    No hace falta razonar mucho para responder a eso: los rebrotes son generales pese a la vacunación y pese a las medidas, da igual que se relajen o se intensifiquen.

    Respecto a las vacunas de la covid19 es fundamental saber que su beneficio es a corto plazo y de tipo individual. La protección frente al contagio es de poco más de tres meses, y una vez infectados los vacunados contagian algo más que los no vacunados, por lo  que es falso que al vacunarse uno esté protegiendo a los demás.

    Cito literalemente este párrafo de su artículo: “Vacunarse contra la covid19 es una decisión que tiene lógica personal ante el miedo a la enfermedad, pero no es un acto “de desprendimiento”, ni de altruismo, sino más bien de egoísmo (pues conlleva beneficio personal a corto plazo a costa del incremento de la probabilidad de infección y, quizá, de transmisión). Es fantasía, si no manipulación, el "me protejo, te protejo".

    Hay por lo tanto que contradecir a Su Santidad el Papa y decir que la vacuna no es un “acto de amor”, como dijo él, a los demás, sino sólo a uno mismo: un acto de amor propio o de egolatría. Y también hay que contradecir al Jefe del Ejecutivo, como llaman los periodistas al Presidente del Gobierno español, aunque ya se contradice él solo, cuando dice que la vacuna es la libertad, porque es un argumento cínico, en el peor sentido de la palabra, que sólo vale cuando te privan de dicha libertad si no te vacunas. La vacuna no es la solución del problema, sino una parte y no la más pequeña precisamente de él. 

    Se necesitarían mejores vacunas que las que tenemos, vacunas que creen inmunidad personal a largo plazo y que conlleven inmunidad de grupo. Pero no es el caso. El caso, en la coyuntura actual, como concluye Juan Gérvas es que la vacunación no está extinguiendo los brotes de la enfermedad, sino que los está provocando. 

    Sin embargo, nuestras autoridades sanitarias -¿qué error hay que no hayan cometido?- se aferran desesperadamente al clavo ardiente de la vacunación como si no hubiera más salida. No dan marcha atrás, sino todo lo contrario. No son capaces de reconocer una equivocación, perseveran persistente- y tozudamente en el error: El Jefe del Ejecutivo español refuerza los dispositivos de vacunación con equipos de las Fuerzas Armadas para rastrear positivos, insistiendo en la necesidad de la tercera dosis para los mayores y de la primera y segunda para los niños. Erre que erre.