sábado, 26 de octubre de 2024
La poco fiable Güiquipedia
miércoles, 27 de septiembre de 2023
'La pirola'
La nueva super-variante Pirola, cuyo nombre científico es BA.2.86, difícil de detectar ya que si por algo destaca es por su asintomaticidad, fue detectada sin embargo por primera vez el pasado mes de agosto en siete países distintos: Dinamarca, Israel, Reino Unido, Suiza, Tailandia, Estados Unidos y Sudáfrica. Enseguida cundió la alarma.
Cuando parecía que la OMS ya no recurría a las letras del alfabeto griego, resulta que no es así, ya que detrás de la ómicron, como se sabe, viene la pi -la famosa letra del número pitagórico- y después de la pi viene la ro, y claro con los dos monosílabos juntos, añadiendo un sufijo final ya tenemos un nuevo palabro con más empaque: pi-ro-la, que resulta que es también el nombre de un asteroide de nuestro sistema solar, no lejos (relativamente claro) de Júpiter, descubierto en 1927, al que se le puso el nombre de Pyrola (cuyo nombre científico es núm. 1082), porque era el nombre genérico de unas treinta y tres especies de plantas ericáceas, un nombre que deriva del latín pirum, mejor que pyrum, que significa "pera", por la forma de sus hojas como peras.
A mí el nombre de esta variante me produce bastante risa floja, la verdad sea dicha, como a la mayoría de gallegos que pululan por el vasto mundo, porque en Galicia es uno de los nombres de la pilila, que dicen los niños, o de la picha, con palabra más adulta, y me recuerda la inolvidable canción que cantaba Siniestro Total en los ochenta: Ayatola, no me toques la pirola, y que podríamos ahora reeditar y dedicársela a los ayatolás y mulás de la Organización Mundial de la Salud.
¿Qué dice la ciencia menos prostituida a los intereses de la gran farmacopea? Pues que cuanto más contagiosa se vuelve una variante, menos peligrosa es. La hipótesis de una infección viral que busca perpetuarse, contaminando y no matando al mayor número de huéspedes, es generalmente asumida dentro de la comunidad científica. El virus se ha vuelto cada vez menos virulento, más inofensivo. Sin embargo, se está afianzando la idea de que el número de “reinfecciones” puede provocar un problema de salud pública general, fomentando así otra vez el miedo y el alarmismo al dar a entender torticeramente que la nueva variante podría causar repentinamente una gran mortalidad.
Hay muchas pociones mágicas compradas que no se han inyectado todavía y que hay que poner para justificar su millonaria adquisición. La autoridades sanitarias atribuyen el fin de la pandemia a dichas pociones mágicas, que, según ellas, han salvado vidas, como si cuando se acaba la epidemia de gripe estacional de todos los años le atribuyéramos su final a la vacunación antigripal. Es la falacia lógica del "post hoc, ergo propter hoc" (después de esto, luego por causa de ello), que consiste en asumir que hay una relación causal en el hecho de que una cosa suceda tras otra "como si el canto del gallo provocara la salida del sol", como escribe Juan Gérvas.
Eso les sirve a las autoridades sanitarias gubernamentales para no rendir cuentas, no examinar los daños, no compensar por los efectos adversos provocados, cuando sabemos a cien cierta que las inoculaciones no evitan casos, no impiden la transmisión de la enfermedad, no producen inmunidad de grupo, no disminuyen las hospitalizaciones ni la mortalidad y conllevan graves efectos adversos en las personas Y callan, como putas, sobre el confinamiento.
Además, ya se sabe, la vacuna de la enfermedad del virus coronado ha servido para promover la desprestigiada de la gripe. Ahora quieren ponérselas juntas ambas a las embarazadas, a las que no se les puede dar ni una triste aspirina, a los niños y a los viejos. Y es que van a por los niños y a por los viejos, está clarísimo. Ninguno de los dos sueros vale para nada bueno, y sí para mucho malo. Son experimentos fallidos, porque sus daños son ciertos y sus beneficios muy dudosos. Además, advierte Juan Gérvas, la inoculación simultánea o coadministración que las autoridades pretenden ahora para los menores y los mayores, niños y viejos, puede multiplicar el riesgo de ictus isquémico o, lo que es lo mismo, infarto cerebral.
sábado, 2 de septiembre de 2023
Panacea Universal
lunes, 27 de diciembre de 2021
La enfermedad y el remedio
Frente al dicho popular del que tantas veces nos hacemos eco por aquí de que '(a veces) es peor el remedio que la enfermedad' propuso Baltasar Gracián, hace ya cuatrocientos años, la siguiente corrección que no invalida lo anterior, sino que ofrece otra perspectiva enriquecedora: 'Muchas veces nace la enfermedad del mismo remedio'.
El doctor jubilado Juan Gérvas publicó en Acta Sanitaria el 19 de noviembre pasado un artículo titulado En Europa rebrota la covid19 pese a la vacunación, ¿o por la vacunación? Frente a las noticias que se hacían virales entonces del rebrote de la epidemia a pesar de los altos índices de inoculación de los europeos, J. Gérvas sembraba la duda y se planteaba si no sería dicho recrudecimiento de la epidemia una consecuencia directa del proceso mismo de la vacunación. Según Gérvas la vacunación destinada a la covid19, como la de la gripe, no comporta inmunidad de grupo, y tampoco asegura que el vacunado no vaya a infectarse. Los vacunados pueden contagiarse, y de hecho se están contagiando, incluso más que los no vacunados.
Sabemos, dice el doctor, que la vacuna de la gripe no evita la gripe ni sus complicaciones, y tampoco conlleva inmunidad de grupo. Además, quienes están vacunados pueden expulsar seis veces más virus gripales si contraen la gripe. La vacuna de la gripe, por lo tanto, es una vacuna fallida que ni conlleva inmunidad de rebaño, ni impide pasar y contagiar la gripe.
Las vacunas de la covid19, al igual que las de la gripe, tampoco conllevan inmunidad de grupo y hay datos que demuestran que los vacunados pueden infectar(se) más. No impiden, pues, ni la infección ni la transmisión del virus. No se sabe cuál es la razón de por qué pueden contagiarse más los vacunados. Una respuesta que aventura el doctor y que parece plausible es que “al caer a los seis meses la inmunidad artificial provocada por las vacunas el sistema inmunitario hubiera quedado dañado y en cierta forma menos capaz de producir defensas naturales y que por ello fuera más fácil la infección.”
“No sería raro, reflexiona J. Gérvas, el daño a largo plazo del sistema inmunitario humano con tal avalancha de moléculas del virus producida en todas las células del cuerpo humano.”
Una vez razonado que la vacuna de la covid19 no sirve para evitar los brotes del virus, se pregunta el autor si las medidas no farmacológicas como el uso de mascarillas, los confinamientos, toques de queda y demás pueden servir para combatirlos.
No hace falta razonar mucho para responder a eso: los rebrotes son generales pese a la vacunación y pese a las medidas, da igual que se relajen o se intensifiquen.
Respecto a las vacunas de la covid19 es fundamental saber que su beneficio es a corto plazo y de tipo individual. La protección frente al contagio es de poco más de tres meses, y una vez infectados los vacunados contagian algo más que los no vacunados, por lo que es falso que al vacunarse uno esté protegiendo a los demás.
Cito literalemente este párrafo de su artículo: “Vacunarse contra la covid19 es una decisión que tiene lógica personal ante el miedo a la enfermedad, pero no es un acto “de desprendimiento”, ni de altruismo, sino más bien de egoísmo (pues conlleva beneficio personal a corto plazo a costa del incremento de la probabilidad de infección y, quizá, de transmisión). Es fantasía, si no manipulación, el "me protejo, te protejo".
Hay por lo tanto que contradecir a Su Santidad el Papa y decir que la vacuna no es un “acto de amor”, como dijo él, a los demás, sino sólo a uno mismo: un acto de amor propio o de egolatría. Y también hay que contradecir al Jefe del Ejecutivo, como llaman los periodistas al Presidente del Gobierno español, aunque ya se contradice él solo, cuando dice que la vacuna es la libertad, porque es un argumento cínico, en el peor sentido de la palabra, que sólo vale cuando te privan de dicha libertad si no te vacunas. La vacuna no es la solución del problema, sino una parte y no la más pequeña precisamente de él.
Se necesitarían mejores vacunas que las que tenemos, vacunas que creen inmunidad personal a largo plazo y que conlleven inmunidad de grupo. Pero no es el caso. El caso, en la coyuntura actual, como concluye Juan Gérvas es que la vacunación no está extinguiendo los brotes de la enfermedad, sino que los está provocando.
Sin embargo, nuestras autoridades
sanitarias -¿qué error hay que no hayan cometido?- se aferran desesperadamente al clavo ardiente de la vacunación como si no
hubiera más salida. No dan marcha atrás, sino
todo lo contrario. No son capaces de reconocer una equivocación, perseveran
persistente- y tozudamente en el error: El
Jefe del Ejecutivo español refuerza los dispositivos de vacunación
con equipos de las Fuerzas Armadas para rastrear positivos, insistiendo en la necesidad
de la tercera dosis para los mayores y de la primera y segunda para
los niños. Erre que erre.