Personajes relevantes del mundillo de la cultura y sociedad españolas promocionan expectativas irracionales en la lucha contra el dolor. "Rebélate contra el dolor", dicen. Voy a dar, contra mi costumbre, sus nombres propios. Son los cantantes Manu Tenorio y David Summers; los
presentadores Berta Collado, Ana García Lozano, Josep Lobató, Ramón
Sánchez Ocaña, Joaquín Prat, Albert Castilló y la modelo Sandra Ibarra.
Protagonizan un anuncio patrocinado por el Instituto Mundipharma y la Sociedad Española del Dolor (SED). Ojo a lo que dice la SED: El dolor crónico es una enfermedad en sí misma, no un síntoma de una enfermedad, y como tal debe ser tratada. Y ojo a lo que dicen nuestros personajes: "El dolor crónico es en sí una enfermedad". "El dolor crónico es una pandemia". "¡Rebélate!" "¡Vive!"... Están promoviendo subrepticia- y capciosamente el uso de opiáceos como analgésicos. La estética del anuncio es de lo más cutre: blanco y negro y cadenas como símbolo del dolor al principio y rostros sonrientes e indoloros a todo color al final.
(Dedicado al doctor Juan Gérvas, que nos puso sobre la pista de esta promoción indecente de un fármaco como objeto de consumo que denunciamos y sobre la que hemos escrito en Medicina letal, que hace que queramos releer al imprescindible Ivan Illich, que nos dejó escrita aquella plegaria laica de "No nos dejes caer en el diagnóstico y líbranos de los males de la salud").
La medicina es la nueva religión en la que los médicos, sus sacerdotes, recurren a fármacos opiáceos para combatir todo tipo de dolencias del alma y corporales.
Cuando Carlos Marx escribió que la religión era das Opium des Volkes, el opio del pueblo, este era un remedio efectivamente popular que se conseguía sin receta.
La vieja religión ha perdido importancia en nuestro siglo secularizado y laico, pero la medicina ha venido a ocupar en seguida su trono vacante que quedaba.
Los médicos son los nuevos moralistas, los que prescriben qué hay que comer y qué no, demonizando los azúcares, por ejemplo, como antes hicieron con las grasas.
La medicina actual, más preventiva que curativa, persigue, promoviendo nuevas conductas y prescripciones varias, prolongar la duración de la vida no su calidad.
La promesa que nos hace la medicina moderna es el Día sin Dolor, como adelanto de la Vida sin Dolor, utilizando opiáceos como si fueran la panacea universal.
Los problemas sociales y personales se convierten en patologías médicas que deben ser tratadas con medicamentos, y se combaten farmacológicamente con el opio.
Responsables del uso y abuso de opiáceos son los expertos, los tertulianos, las sociedades científicas del dolor y, no faltaba más, las empresas farmacéuticas.
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