domingo, 8 de noviembre de 2020

32 mensajes encapsulados en breves dosis

Hay tres trampas que nos acechan a fin de atraparnos en cuanto nacemos: familia, nacionalidad y lengua, de las que hay que escapar para ser libres como sea.

 
 Las Tres Parcas, Bernardo Strozzi (1581-1644)

Las Parcas, las Tres Hermanas Hilanderas, tejen a su antojo los fatídicos hilos de nuestro currículum uitae decidiendo nuestro futuro, que es nuestra defunción.
 


¿Qué salvaría de un incendio?, le preguntaron a un bombero a punto de jubilarse, a lo que contestó: El fuego, que es su razón de ser; sin ningún género de duda. 

Entra en vigor el registro del horario laboral en España fichando al inicio y final de la jornada para que conste como Dios manda que trabajamos lo mandado.
 
La desinformación, entendida no como falso testimonio sino como desintoxicación de la sobrecarga informativa, es remedio harto saludable, laxante y purgativo.

Durante el horario de su jornada laboral, el empleado, reencarnación del siervo medieval y esclavo antiguo, sepulta sus pensamientos íntimos y sentimientos.

Hoy hay que saber inglés, la lengua del Imperio, a fin de comunicarse con los demás, como si la comunicación en sí misma y per se fuera un valor fundamental. 

En griego con los presocráticos y el propio Sócrates, que no dejó nada escrito, se expresó de viva voz la razón por primera vez mostrando sus contradicciones.

Como cobardes ovejas que se arriman al mastín al oír el aullido del lobo, así buscamos amparo nosotros en la falsa sensación de seguridad que da la policía.

La importancia de una lengua no radica en el número de hablantes que la usan, sino en lo común y razonable, no idiomático, que sus usuarios acertaron a decir.

Un acérrimo defensor del Régimen opina que el gran perjudicado con la abstención electoral es el votante que no vota, porque nadie tendrá en cuenta su opinión.

¿Caerá algún día el Sistema? ¡Quiera Dios que así sea, como decían las alumnas de un colegio de monjas para aprender a conjugar el presente del modo subjuntivo!

¡Quiera Dios, o su alter ego el Diablo, ojalá, que vean mis ojos la quiebra de bancos y bancas del mundo de una vez por todas en la más estrepitosa bancarrota!

El "voluntario social" es como el mal samaritano: hace el bien a los demás por altruismo egoísta, ocultando deseos inconfesables de salvación individual.

Una campaña del Ministerio de las Interioridades nos espetaba un imperativo “¡identifícate!”, sin la delicadeza de tratarnos de usted con un mínimo respeto. 

Tal como el automóvil atrofia nuestro aparato locomotor, el smartphone en la lengua del Imperio aniquila nuestras relaciones por más que pretenda potenciarlas.

Los medios de comunicación sirven, ay, para incomunicarnos; y el móvil o celular, además, para ignorar y ningunear a la persona que tenemos delante de nosotros.

Los dispositivos electrónicos que utilizamos nos utilizan a nosotros, tienen el poder y la fuerza de obligarnos a relacionarnos con ellos y con otros usuarios.

Un profesor universitario de Cambridge ha sentenciado una verdad lapidaria: La democracia y el capitalismo son más totalitarios que las pretéritas dictaduras.

Catástrofe no es lo que se avecina y nos amenaza con su futura temida presencia, sino lo que es y lo que hay, lo que se cierne ahora y aquí sobre nosotros

Dijo Gorgias no sin razón que había que combatir la seriedad con la risa y la risa con la seriedad, para no ser, añado yo, ni demasiado ridículos ni trágicos.

Después del concierto todavía resonaban las notas musicales en mi cabeza y su eco en mis oídos, antes sordos e impenetrables, abiertos por fin a la belleza.

La mayoría de la gente y de uno mismo en porcentaje muy alto es conformista, pero hay algo, un corazoncito acaso que late y se subleva por dentro y por debajo.

Mis mayores me decían, cuando era pequeño, que mirara por lo que iba a ser el día de mañana, pero ese día futuro, después de cincuenta años, no acaba de llegar.

En contra del cristianismo, porque los cristianos –pero no Cristo, que no era cristiano- han idealizado el sufrimiento en la cruz y lo han subido a los altares.

Sociedad de la imagen, donde reinan las apariencias, de las que no hay que fiarse, pero tampoco de la realidad misma, porque las apariencias son la realidad.

Si el gobierno se declarase en huelga y dejase de gobernar el país, cosa harto improbable, el pueblo saldría ganando mucho y no perdería nada por lo tanto.

El único placer que brinda el sistema electoral que padecemos es el de desalojar a los que ostentan el Poder a costa de tener que alojar a otros en su puesto. 

Mi voto no puede ir a parar a ningún partido político del arco parlamentario que se arrogue en nombre del pueblo la representatividad de la soberanía popular.

Cavafis nos recuerda que es más importante el viaje que el destino, el camino que Ítaca, porque la meta es el final del trayecto y supone siempre una decepción.

La expresión inglesa “to have a memory like a sieve” equivale a nuestro "tener mala memoria", memoria cual colador por donde se escurre el agua del recuerdo.

 La tinaja de las danaides, J. W. Waterhouse (1903)

Igual que las danaides vierten sus cántaros de agua en un barreño roto, vertemos nosotros la memoria de nuestros recuerdos en el pozo sin fondo del olvido.

sábado, 7 de noviembre de 2020

La caverna mediática (de Platón)

Hace casi dos mil quinientos años que un tal Platón nos habló ya de la caverna y de los hombres que habitaban en ella. Decía el griego que esos cavernícolas éramos nosotros, que estábamos contemplando, prisioneros y maniatados de espaldas a la realidad, imágenes proyectadas en la pantalla cinematográfica de una pared. Creemos, así, que un árbol, un caballo o una casa son esas cosas que vemos reflejadas en el muro de la gruta a la luz de un foco luminoso.

De vez en cuando, viene alguien de fuera, el tal Platón por ejemplo, a decirnos que todo aquello es el engaño de un trampantojo, que aquellas imágenes virtuales no son más que ideas, simples remedos o proyecciones de las verdaderas realidades que existen fuera bajo el sol. Nos anima a que salgamos al exterior, porque es maravilloso contemplar el esplendor verde de un olivo mediterráneo o la elegancia de los movimientos de un caballo al trote o galope o las aguas azules y cristalinas del mar Egeo. Pero no hacemos caso del forastero recién llegado, aunque se llame Platón, venga de fuera y sepa de lo que habla; preferimos seguir contemplando, fascinados por las imágenes que atrofian nuestra imaginación, la película proyectada en la gran pantalla de la caverna.

 

Nosotros, los hombres y mujeres del siglo XXI no hacemos caso de esa voz, seguimos siendo todavía, aunque parezca mentira, cavernícolas, habitantes de la caverna. En esta sofisticada caverna mediática en que habitamos, las imágenes no se proyectan en paredes rupestres, sino en primer lugar en una sala de cine, después en nuestra propia sala de estar en monitores televisivos de plasma, a los que llegan, además, los ecos de las voces en alta definición remasterizada con sonido digital, y finalmente en las pantallas táctiles de nuestros móviles y tabletas. La caverna ya no es un lugar público, ni siquiera nuestra vivienda familiar, sino nuestro adminículo móvil y portátil, caverna individual y personalizada: nuestro smartphone en la lengua del Imperio.

Hemos pasado de la pantalla gigante, a la pequeña pantalla y de esta a la pantalla minúscula; y de lo más público a lo más privado. No conocemos más caballos, aguas del mar Egeo, olivos mediterráneos que los que vemos en nuestra realidad virtual, en los monitores de nuestros ordenadores personales y tabletas y demás artilugios digitales y táctiles. En la caverna mediática en la que vivimos, nosotros somos los prisioneros, aunque no sean visibles las cadenas y ligaduras que nos atan de pies y manos. No hay cárcel de mayor seguridad que aquella que no parece que lo es. Más allá de cualquier excusa, la más firme de las ataduras es nuestra propia decisión de permanecer entre las cuatro paredes de la caverna platónica mediática, porque apreciamos la seguridad de la gruta y nos asusta lo que puede haber al otro lado, el mundo exterior.
Preferimos lo malo conocido a lo bueno por conocer. Preferimos seguir, por miedo de la libertad, de espaldas a la realidad real, valga la redundancia, viviendo en un mundo fantasmagórico y virtual, alimentado por el miedo a lo desconocido, lo que hace imposible el encuentro con los demás, que ya no serían compañeros de esclavitud, sino de libertad, bajo la tibieza acogedora del sol.

El término “caverna mediática”, popularizado por el presidente de un famoso club deportivo catalán, un tal Joan Laporta, para desprestigiar a la prensa nacionalista madrileña, nos da pie a nosotros para revisar el mito. Al parecer, en diciembre de 2009 el FC Barcelona se impuso al Real Madrid por un gol a cero gracias al acierto de su fichaje estrella, un jugador sueco. Esta victoria aupó al equipo catalán al primer puesto del campeonato de liga desatando la euforia de la afición azulgrana. El presidente de ese algo más que un club fue fotografiado celebrando el triunfo regado en champán, y achacó la difusión de las traicioneras fotos que tanto le comprometían a “la caverna mediática españolista” (sic). La expresión hizo fortuna y, desde entonces, la utilizan los medios progresistas de comunicación para descalificar a los conservadores.


Pero, según lo que se me alcanza por lo poco que he podido averiguar –sería interesante que alguien más avezado que yo investigara sobre ello, el cacareado término de “caverna mediática” lo acuñó nueve años antes el escritor ya fallecido Manuel Vázquez Montalbán, que publicó en la revista Quaderns del CAC un artículo titulado En la caverna mediática. Propuesta de una reconsideración del mito platónico, donde dirigía una mirada crítica hacia todos los medios de comunicación de masas recurriendo, para explicar la situación del individuo en la sociedad globalizada actual, a la parábola platónica. Comenzaba su artículo, aludiendo quizá a los espejos esperpénticos del callejón del Gato, con guiño valleinclanesco y memorable frase que cito literalmente: Los medios de comunicación se han convertido en espejos trucados que devuelven falseadas imágenes del ciudadano.

Yo creo que el tal Joan Laporta usó el término “caverna mediática” despectivamente, sin aludir al mito platónico para nada. Para él “caverna” quiere decir “prehistoria”, y la expresión “caverna mediática” alude a los medios de comunicación reaccionarios, cavernícolas y trogloditas que están anclados en el pasado de la edad de las cavernas. Sin embargo, Vázquez Montalbán, más versado sin duda en humanidades que el presidente del club de balompié catalán,  alude, ya desde el título de su artículo, a la parábola platónica de la caverna para explicar nuestra situación frente a todos los medios de comunicación que, paradójicamente, sirven para mantenernos incomunicados ofreciéndonos información, una información que nos conforma a nosotros y que deforma la realidad.

También el individuo actual –dice Vázquez Montalbán- permanece en el seno de esa caverna y el mundo exterior son sombras… El individuo no ha elegido su postrada situación de habitante de la caverna y su mistificada percepción de la realidad exterior está programada por todos los interesados en acondicionar la realidad a un estatuto histórico inalterable. El esfuerzo del poder consiste precisamente en basar su fuerza en una progresiva concentración y la debilidad del adversario, nosotros, en un progresivo enclaustramiento en el seno de esa caverna”.

 

Los media, como llaman los ingleses a los medios de comunicación con el plural neutro acabado en -a del latín medium -"las cosas que actúan de intermediarias, los instrumentos mediadores entre el emisor y el receptor del mensaje, los soportes de la comunicación"-, tienen la virtud de convertir en noticia un acontecimiento, dándole más importancia de la que a priori pudiera tener, y, a la inversa, pueden hacer que un acontecimiento humanamente relevante no sea noticia, ignorándolo al no dar cuenta de él. También pueden, por supuesto, tergiversar la realidad informando sesgadamente de algo que ha sucedido, lo que muchas veces depende de la ideología política tras la que se parapeten. En cualquier caso, lo que hacen es servir de intermediarios entre la realidad exterior, que está formada de ideas que la idealizan, y nosotros, los prisioneros de carne y hueso de esa caverna mediática que pone delante de nuestros ojos la realidad del mundo para ocultarnos simple y llanamente la verdad.

viernes, 6 de noviembre de 2020

28 mensajes breves en una botella

De Ferlosio: ¿Quién soy yo para ponerle riendas, como a caballo propio, al que he de ser mañana?. Y ¿quién, además, para llevar las riendas del de ayer?


Siento que he sido otro, que me ha vivido otro. Toda mi vida, todos mis recuerdos, todo me resulta ajeno. ¿Acaso soy responsable del otro yo que me vivió?
 
El prestigioso virólogo aconseja que hay que comportarse como si uno estuviera contagiado sin estarlo, para evitar contagiar así la enfermedad fantasmagórica.

 

El que canta su mal espanta, y con el canto viene el encantamiento que como por arte de magia embelesa y libera del desencanto, y con su hechizo nos encanta.

Profanar una imagen sagrada es delito en algunos países, pero sacralizar una imagen profana consagrándola no lo es en ninguno, cosa que sucede por doquier. 
 
El Ministerio de Sanidad antepone la salud física de sus súbditos, votantes y contribuyentes, a su libertad, limitando la vida a mera y brutal supervivencia. 

¿Qué es fotografiar un instante para inmortalizarlo sino matarlo, convirtiendo lo que pasa en foto fija instantánea e ideal, retrato cadavérico post mortem

Tomar una fotografía es como apretar el gatillo de una pistola cargada y descerrajar una bala mortal que celebrará inmortalizándolo el momento asesinado.

¿Qué hago defendiendo causas perdidas y lenguas muertas, latín y griego, que los sucesivos planes educativos asesinaron relegándolas al baúl de los recuerdos?

En marcha sin bordón ni calabaza, sin manto de estameña oscura o parda, sin sombrero tampoco de ala ancha y vuelta, sin zurrón ni mochila ni una venera. 

Peregrinando solo, veleta al viento, recorriendo caminos voy y senderos, soy sólo un caminante sin rumbo fijo, sin brújula que marque norte y destino.

Naufragar en el olvido donde sueña el hada melancólica de la belleza envuelta en harapos resplandecientes y dormitan los recuerdos que perdieron la memoria.
 
 

“Tengo tal desconfianza en el futuro que sólo hago planes para el pasado”. Lo dejó escrito en la lengua de Dante, Ennio Flaviano, y es sin duda memorable.

Decían que no cabía la duda, ninguna duda, y la dejaron, desgraciadamente, fuera; como nadie la quería, se quedó como la tía Hortensia soltera de por vida.

Le inculcaron desde pequeño que el trabajo era lo que daba sentido a la vida, pero él no le encontró ningún sentido a la suya hasta que dejó de trabajar.

Tetralema: ¿Cuándo muere el moribundo que se está muriendo, cuando ya está muerto o cuando todavía vive? ¿En ambos casos? ¿En ninguno de ellos? Sin respuesta.

El futuro es un dios sanguinario que, resarciéndonos de nuestras miserias actuales o condenándonos al fuego eterno, exige nuestra inmolación en sus altares.

Nos han expropiado de nuestro tiempo, por lo que no tenemos tiempo libre, y, a cambio, llevamos un reloj incorporado a fin de cronometrar nuestra esclavitud.

Un emprendedor es un optimista temerario, generalmente sin escrúpulos, que cree que puede triunfar allí donde antes que él han otros estrepitosamente fracasado.

Federico García Lorca cantó los pechos cercenados y ahumados de santa Olalla y los sirvió en un romance como al cónsul de Roma se los sirvieron en bandeja.

No entendía el príncipe Augusto, acérrimo defensor de la familia, que hubiera gente que tuviese perros y monos en Roma y prefiriese criar mascotas a bebés.

Es tan grande la frustración desmedida que genera perder, que convertimos cualquier pérdida que padezcamos, por mínima que sea, en una trágica catástrofe.

La sonrisa es un certificado estupefaciente y falso de felicidad que exhiben los hipócritas para mentir al mundo engañándose
a sí mismos más que a los demás.



El consejero de educación, dicen,  apuesta por el deporte y la actividad física como “herramientas privilegiadas” para la educación en valores... cotizables.
 
La gente tiene miedo de lo que podría pasar, lo peor; no ve que lo peor por venir que podría pasar está pasando ya delante, como se suele decir, de sus narices.
 
 
La medicina del alma o de la moderna mente trata la "enfermedad mental" que ella misma inventa recluyendo al paciente en el psiquiátrico o antiguo manicomio.
 
¿No es extraño y paradójico, además de sarcástico, que casi todo el mundo acepte renunciar a vivir, a seguir viviendo como venía haciendo, por miedo de morir? 


Loco o enfermo mental, concepto impreciso y vario, es el que no se acomoda a la mentira del mundo y que lo ha perdido todo -Chesterton dixit- salvo la razón.

jueves, 5 de noviembre de 2020

Mascarillas y bragas

Recibo un correo electrónico de esos que se reenvían múltiples veces cuya gracia consiste en una inesperada asociación de ideas que compara dos prendas de vestir en principio muy distintas. Copio y pego: “Trata la mascarilla como tratas tus bragas (o tus calzoncillos, que para el caso viene a ser lo mismo, digo entre paréntesis yo): -Ponte una limpia cada día; -Haz que se ajuste sin que te apriete; -No la intercambies con otras personas; -No te la pongas del revés; - Asegúrate de tapar lo que hay que tapar; -Evita toqueteos innecesarios; -Y sobre todo, si tienes que quitártela, que no sea en público en lugares concurridos”. A la retahíla anterior añadiría yo ahora un nuevo y último consejo que también valdría para las braguitas y gayumbos: -Quítatela solamente para dormir.

Y es que esto era lo que nos faltaba: Las mascarillas no solamente son recomendables fuera del hogar tanto en lugares cerrados como abiertos en plena naturaleza, sino ahora también en la propia casa de uno. El primer ministro galo, eminente cráneo privilegiado del país vecino, ha sentenciado que el uso de la mascarilla es fundamental, que hay que portar la mascarilla “y compris chez soi”, incluso en casa de uno mismo, que era lo que nos faltaba. 


Otro cráneo privilegiado del país vecino, un infectólogo del hospital de la Pitié Salpêtrière de París, afirma que sería menester renunciar, en aras de la salud familiar, incluso a la comida en familia sentada en torno a la misma mesa, dado que para comer hay que desprenderse obviamente de la mascarilla, con lo que uno se expone y expone a los demás al contagio, ya que todos somos, a la vez, contaminados y contaminantes, y el riesgo en el seno familiar no es hipotético, sino real. Renunciando a la comida en familia, y a la comida entre amigos y compañeros de trabajo y de empresa el acto social de comer desaparece, y se convierte en un acto individual, recluido a la privacía del retrete, como el de defecar y el de orinar. En el apartado de hacer uno sus necesidades individuales incluiríamos también la de comer más solo que la una.

Al reputado virólogo alemán Christian Drosten, otro cráneo privilegiado, asesor de Angela Merkel, se le va a menudo la olla también. Ya este verano se le ocurrió que elaborásemos un diario de contactos donde apuntásemos los contactos y relaciones que habíamos tenido cada día de manera que en el caso de infectarnos pudieran las autoridades sanitarias hacer un seguimiento de rastreo de nuestros contactos poniendo freno a la expansión del virus al adoptar las medidas pertinentes...  Definitivamente se le ha vuelto a ir la olla ahora también haciendo en una entrevista al Neue Osnabrücker Zeitung la siguiente recomendación paranoica sobre cómo deberíamos actuar en, según él, plena segunda ola de la pandemia: Lo mejor sería que nos comportáramos como si estuviéramos contagiados y quisiéramos evitar la transmisión de la enfermedad. ¿Cómo puede comportarse alguien que no tiene ningún síntoma aparente de contagio ni por asomo y que por lo tanto está sano como un roble como si estuviera contagiado? ¿Cómo puede ser lo mejor emular al Enfermo Imaginario de Molière, es decir, ser un aprensivo hipocondriaco? La característica esencial, en efecto, de la hipocondría, como se sabe, es la preocupación y el miedo irracionales agravados por la convicción de padecer una enfermedad grave que no se padece y que va a llevarnos al otro barrio a nosotros o a nuestros seres queridos y no de una forma instantánea e indolora, sino lenta y a fuerza de sufrimientos, a partir de la interpretación personal de alguna sensación corporal, física o psíquica, o de cualquier otro signo que aparezca en el cuerpo o se manifieste en la mente. Si la salud es el olvido, la preocupación por la salud es cualquier cosa menos saludable, es más, es enfermiza: la enfermedad de nuestro tiempo.


Acto seguido, después de dicho esto se queda tan tranquilo y en una pirueta genial, reconoce el virólogo, galardonado con la medalla más importante que un civil puede recibir en su país por la invención y gestión de la pandemia,  que también podía verse la cosa del revés, y considerar, cambiando las tornas, que los enfermos son los otros (l'enfer c'est les autres, que dijo Sartre), y nosotros los sanos. Todos los demás están contagiados, y nosotros no, por lo que debemos protegernos del contacto de nuestros prójimos. Pero ¿cómo podemos vernos al mismo tiempo como enfermos y como sanos sin que eso sea una enfermedad mental que distorsiona la realidad? Ha pronosticado además este cráneo privilegiado teutón una profecía que suena a amenaza: no se espera una normalización a corto plazo, sino hasta el verano que viene por lo menos, por lo que por ahora no hay remisión que valga.

Esto era lo que nos faltaba. ¿O nos faltaba aún algo más? Ya alguien había sugerido que incluso era conveniente mantener el bozal durante las relaciones sexuales con nuestras parejas esporádicas o habituales... 

 

Frente a tanta insensatez, a uno no se le ocurre otra cosa que contestar con aquel viejo refrán popular de nuestras tatarabuelas que puede resultar algo insolente y barriobajero pero que expresa a las mil maravillas la repugnancia contra tantos escrúpulos y miramientos, y no solo la dificultad de hacer algo a lo que uno no está acostumbrado ni maldita la falta que le hace: “Al que no está hecho a bragas las costuras le hacen llagas”. Que en lengua portuguesa suena más contundente: “A quem não traz bragas, as costuras o matam”. Y en italiano resulta más escatológico: Chi non è abituato a portare le braghe, quando va al cesso se le caca (El que no está acotumbrado a llevar bragas, cuando va al retrete se las caga).

La palabra braga, cuyo uso por su forma doble justifica el plural “bragas” con valor de singular, procede del latín “braca” con el significado de “calzón”, es decir, de prenda que se pone de abajo arriba por los pies (calx, calcis, talón, pie), que a su vez procede del galo, porque es sabido que las tribus galas usaban estas prendas. Era los bárbaros los bragados, frente a los romanos, togados. Por lo que el refrán de nuestros tatarabuelos no se refiere a la prenda interior femenina, sino a un tipo de calzón masculino que cubría de la cintura hasta las rodillas. 


La medicina ha venido a ser la enfermedad de nuestros días: todos somos pacientes, todos estamos enfermos ya sea en acto o en potencia aristotélica. En acto, como los ingresados en hospitales y unidades de cuidados intensivos, o en sus propios hogares, donde son atendidos en el mejor de los casos por médicos teleoperadores; y en potencia todos los demás. ¿No es esto un delirio colectivo, una histeria sin precedentes, una psicosis gravísima?

Con palabras muy sencillas, Agustín García Calvo en sus Adioses al mundo (núm. 6: ¡Adiós, profilaxis, matasanos!), razonaba lo siguiente, despotricando contra la Medicina: “Lo que son las cosas, Medicina, lo que es la Historia: tú, que habías nacido para sanar con tu salivita las heridas de la guerra o los achaques de la paz podrida, si se producían, cuando se produjeran, habías venido, con el progreso del Poder y de los Tiempos, a convertirte en guardiana de la falsa salud, en profilaxis de males ideales, a introducir la enfermedad futura en la salud presente (o sea desconocida), a ser pre-ocupación, imposición y consagración del miedo, y así habías venido a ser tú la enfermedad de nuestras vidas”.


miércoles, 4 de noviembre de 2020

Quince mensajes breves en una botella

El Presidente comparece en el Parlamento y justifica las medidas de su gabinete de Gobierno que nos condenan al Orco: «Hay que optar entre lo malo y lo peor».

Safó dejó dicho en griego de una vez para siempre que Eros, el amor, era dulce y amargo a la vez, mas no lo dijo en dos palabras, sino en una sola: dulciamargo.

Safó abrazando su lira. Jules Elie Delaunay (1828-1891)

El capitalismo no sólo pone en venta todo lo que hay en el mundo, sino también lo que no hay, como demuestra la existencia de un próspero mercado de futuros. 

Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado velan por mantener un orden público aparente o apariencia de orden que es inseguridad y desorden generalizado. 

No deberíamos preocuparnos de elegir un nuevo pastor entre los diversos candidatos a pastorearnos, sino, más bien, de dejar de ser un rebaño sumiso de borregos. 

Nos inculcan desde la más tierna infancia que eso es malo y por eso lo aborrecemos ahora y nos repugna; pero igualmente podían habernos insuflado lo contrario. 



Lenguaje económico: La Volatilidad -sic, con mayúscula- ha sido la tónica de los mercados financieros que provocó fuertes caídas en las bolsas europeas. 

Por una parte me urge ser persona, con mi personalidad, nombre y apellidos y documento nacional de identidad, pero, por otra, necesito trascender lo personal.


(Terentii) Et errat longe, mea quidem sententia, / qui imperium credat grauius esse aut stabilius / ui quod fit, quam illud quod amicitia adiungitur. 

(De Terencio) Y yerra mucho en verdad, en mi opinión, quien crea que es más firme o sólido el Poder que a la fuerza se ejerce que el que se aplica con amor. 

No importa quién conduce la apisonadora ni si lo hace mejor o peor, sino que por donde pasa, como el caballo de Atila, la yerba no vuelve a crecer ni por asomo. 

Un tetralema con cuatro premisas: ¿El universo es finito, infinito, ambas cosas a la vez o ni lo uno ni lo otro? Solución: ninguna de esas cuatro soluciones. 

Quien lo tiene se aferra a ello y lo defiende con uñas y dientes, por más que eso mismo le esté matando; y quien no, lo reivindica como derecho constitucional. 

El capitalismo neoliberal no va a dejar de ser el que es porque haya un gobierno u otro al frente de la nación y una mayoría de izquierdas en el parlamento. 

El trabajo es una condena al aburrimiento que, asalariando el tiempo empleado en él, tiene la utilidad de producir inutilidades que a la gente no le sirven para nada.

martes, 3 de noviembre de 2020

Del fraude estadístico (glosa)

Fraude estadístico: No es que no haya fraudes estadísticos, que los hay y no deja de haber muchos, es más que eso: toda estadística es un engaño fraudulento. 
 
Es al primer ministro británico Benjamin Disraeli a quien suele atribuírsele, no sé si con razón o sin ella, la famosa frase:"There are three kinds of lies: lies, damned lies, and statistics (Hay tres tipos de mentiras: mentiras, malditas mentiras y estadísticas)". En todo caso, el dicho parece tan antiguo como la propia palabra “estadística”, cuyo origen, relativamente moderno, remonta a 1749, fecha en que fue acuñada en la lengua alemana Statistik por el economista Gottfried (o Godofredo) Achenwall para designar el análisis que hace el Estado de los datos con vistas a incrementar su dominación y administración de bienes y personas. 
 
La etimología de la palabra "estadística" procede del latín tardío statisticum ("relativo al Estado") y de su derivado italiano statista ("hombre de Estado" o "político"). La raíz que subyace es la latina clásica status, un nombre de acción sacado de la raíz del participio de perfecto del verbo stare, de la raíz indoeuropea *sta-, que en principio significaba “estar de pie”, frente a sedere que era “estar sentado” (cf. sede, sedentario, silla, derivado de *sedla) y a iacere “estar tumbado, yacer”. 
 

 
La frase, que equipara las estadísticas a las mentiras mayúsculas, revela la enorme desconfianza que los datos numéricos despiertan con razón en la gente, dado que suelen utilizarse para reforzar argumentos débiles o inexistentes, cuando no para justificar la realidad que se impone sin más. 
 
Para ilustrar que toda estadística es un engaño manifiesto, suele contarse la parábola del pollo. Dos personas se sientan a comer y comparten un pollo asado, pero una de ellas se queda con la parte del león, como suele decirse, es decir, con la mejor y mayor parte. Ya lo dice el refrán: El que parte y reparte se lleva la mejor parte. Uno de los dos, por lo tanto, se come al fin y a la postre prácticamente todo el pollo. Si queremos calcular el promedio de pollo ingerido por nuestros dos comensales, obtenemos, aplicando la media aritmética ampliamente aceptada, que es medio pollo. Según esto cada uno de ellos ha comido estadísticamente media pechuga, un muslo, un ala y media carcasa, es decir, medio pollo. Pero la cruda realidad revela que esto es mentira: un comensal se ha comido todo el pollo y el otro se ha quedado “a verlas venir”. Las cifras, en este caso, están distorsionando la realidad. 
 
Lo mismo sucede con la Renta Per Cápita que nos dice, por ejemplo, que la española durante 2018 fue de 30.370,89 dólares norteamericanos, el resultado de dividir el PIB o Producto Interior Bruto entre el número de españoles vivos ese año, de donde se deduce el promedio de la renta individual de todos los españoles, es decir, lo que gana cada uno al año, haciendo imperdonable abstracción de las enormes diferencias que hay entre el mendigo callejero que no obtiene ningún ingreso regular y el multimillonario de postín. 
 
El Instituto Nacional de Estadística utiliza los datos numéricos de las encuestas que realiza para manipular y conformar la opinión pública, al margen de las triquiñuelas de las representaciones gráficas que falsean la presentación de los propios datos.  En política o economía se recurre habitualmente a realizar encuestas para cosechar datos con los que luego nos bombardean. Se considera que las encuestas reflejan una realidad, cuano lo que hacen es configurarla. No revelan lo que piensa la gente, sino lo que tiene que pensar. Por eso recurren tanto a ellas los gobernantes, para imponernos su pensamiento único.
 
Su base es lo que se denomina «muestra», es decir, un grupo reducido dentro de una «población». Se da por hecho que la información extraída de la muestra es representativa del total de la población, pero no es que haya un margen de error dependiendo del tamaño de la muestra (cuanto más pequeña sea la muestra, mayor es el margen de error), es que el error consiste en extrapolar los datos de una parte que se quiere representativa a la totalidad, haciéndola significativa. 
 
 
Y lo que en principio podía ser descriptivo puede convertirse en prescriptivo para los demás. Si nos dicen, por ejemplo, como hace un periódico muy leído: “Un 59% de los españoles apoya el confinamiento más estricto”, es porque han hecho una encuesta, pero no a todos los españoles, cosa imposible, sino a una ínfima parte de ellos, y esa muestra se hace pasar por representativa de la totalidad, y de ahí se deduce que la mayoría de los españoles es partidaria del encierro “más estricto”, con lo que, por otra parte, están conformando la opinión mayoritaria favorable a la política del gobierno. Cualquier lector de ese periódico sabe lo que la mayoría de los españoles piensan, y lo que deben pensar si quieren situarse entre la mayoría democrática biempensante. 
 
El análisis de las cifras y los datos pone de relieve que estos sirven para, mostrando idealmente la realidad y haciendo abstracción de ella, ocultarla de verdad.

lunes, 2 de noviembre de 2020

Otros treinta y dos mensajes breves (embotellados)

Reivindicación urgente de la propia infancia, porque si uno no pone remedio antes, desaparecerá de la faz de la tierra esta especie única en vías de extinción.

Gracián vertió el latinajo cedant arma togae como "cedan los arneses a las togas"; buen lema, pero mejor: cedan hábitos militares y civiles a los vivos cueros. 

¡Maldita sea la democracia que con el pretexto de encarnar la voluntad y soberanía popular ejerce sobre el pueblo la más totalitaria y enmascarada dictadura! 

Un dístico elegíaco de hexámetro y pentámetro dactílicos: Blanca paloma anidó en el casco de un militroncho: / ¡Qué íntima relación entre la guerra y la paz! 
 
Los datos de la realidad, convertidos en guarismos de estadísticas, no sirven para fomentar el conocimiento que pretenden, sino para ocultarnos la verdad. 
 
 

Quinto, el hermano de Cicerón, ya escribió un Breviario de campaña electoral que detallaba cómo había que embaucar al pueblo en Roma para ganar las elecciones.

¿Cómo queremos que el Estado solucione nuestros problemas políticos si el mayor problema de esa índole que hay que resolver es la propia existencia del Estado? 

El pez grande se come al chico, lo mismo que el Amor mayúsculo e ideal se come al amor minúsculo, que es, no hace falta decirlo, el buen amor, el verdadero.

Cuando uno está enamorado de alguien, Proust dixit, ya no quiere a nadie, ni siquiera, por paradójico que parezca, a la persona de la que se haya enamorado. 

"Si no estás empadronado, no eres nadie” rezaba el lema de un Ayuntamiento. ¡Qué bendición no ser nadie, digo yo, y no figurar en padrón ni en censo electoral!
 
Dos objeciones más al uso de la mascarilla: velan la sonrisa de nuestro semblante e impiden dar la cara e ir, como deberíamos, con ella descubierta por la vida.

La Luna, inalcanzable y lejana, a pesar de que el Hombre, según dicen, pusiera pie en ella y la hollara y mancillara, se enamoró de Endimión, el lunático poeta. 

(Serrana): El párroco en el templo diciendo misa: “¡Los gozos verdaderos vienen de arriba!”. Manda carajo, si unos vienen de arriba, otros de abajo. 

"No hay futuro" vaticinaron al unísono el astrólogo y la pitonisa tras consultar la carta astral y la bola de cristal con los naipes del tarot sobre la mesa.

Sin ánimo de ofender creencias, Dios no es más que el pretexto o, mejor dicho, la disculpa para creer en algo que tienen los creyentes, incluidos los ateos.

Quevedo nos advirtió de no buscar a Roma en Roma, donde sólo queda su cadáver, pero las agencias de viaje nos ofertan la Ciudad Eterna en turísticos paquetes.
 
(A Ferlosio) Vendrán muchas más pandemias mucho más letales y nos harán más ciegos que ciegos; vendrán más confinamientos y nos volverán más malos que peores. 

En la sesión de güija y espiritismo, el espectro fantasmagórico del difunto se materializó indignado en la médium y proclamó que los muertos éramos nosotros.

No hay nada más dulce que el recuerdo, y nada más amargo que la memoria, pero sólo la mala memoria, olvidadiza ella, deja que afloren, buenos, los recuerdos.

La villanía de la memoria consiste en que nos falla cuando más es menester que esté presente, y nos viene y está de sobra cuando menos convenía que viniera.

Dice Gracián que las cosas que más hay que olvidar son las más acordadas; el remedio del mal sería olvidar el mal, pero –qué paradoja- olvidamos el remedio.

Fraude estadístico: No es que no haya fraudes estadísticos, que los hay y no deja de haber muchos, es más que eso: toda estadística es un engaño fraudulento.
 
Así son siempre las cosas: o las tienes o las gozas. Poseer y disfrutar, el usufructo de los bienes y la posesión que nos brinda el dinero son incompatibles.

Decir de alguien que no goza de lo que tiene no es hacerle un reproche, sino reconocer lo que nos pasa a todos al ser enemigos íntimos disfrute y propiedad.

“La propiedad es el robo”, sentenció Proudhon, el anarquista, de una vez por todas. La propiedad privada nos da aquello de lo que priva a los demás.

¿Qué es el amor? Un niño llamado Eros o Cupido, hijo de Afrodita o, si se prefiere, Venus: un mozalbete hideputa, travieso, loco de atar, venéreo y cegato.

Marte castigando a Cupido, Bartolomeo Manfredi (1613)

Ciego, sí, es el amor verdadero y eterno, que dura un par de años y que nos deja malheridos de muerte con sus flechas mucho más que Apolo con sus dardos. 
 
Tras los efectos desastrosos de EVICO-19(*), listas sus sucesivas actualizaciones: por lo pronto EVICO-20 a fin de perpetrar el golpe de Estado contra el pueblo.

¡Dios nos libre del amor y no sólo del amor de Dios! Y es que no hay peor herida que la del amor, porque es la única que no tiene eficaz cura ni remedio.

Como dice el cancionero: Amor loco, amor loco, yo por vos y vos por otro. Y además, digo yo, ese otro por el que vos estáis, señora, ay, no es tampoco para vos.

La tía Hortensia se quedó solterona, no soltera, lo que no es lo mismo; compuesta y sin novio, esperando durante toda su vida al hombre ideal inexistente.

La Ciencia -escribo esta palabra con mayúscula inicial honorífica, como corresponde a Dios- es la nueva fe en la que cree la mayoría ciega-, religiosamente. 
 
(*)EVICO acrónimo castellano formado por las siglas de Enfermedad del Virus "Corona", que equivale al extendido y propagado en lengua inglesa COVID Corona Virus Disease.

domingo, 1 de noviembre de 2020

Homenaje a Bonet de San Pedro y su Rascayú.

Adapto un poco el temazo de Bonet de San Pedro, Rascayú, que según la inevitable Güiquipedia era ya una adaptación del tema que interpretó entre otros el trompetista Louis Amstrong I'll be glad when you're dead (You, rascal, you), escrito por Sam Theard en 1929, donde la palabra rascal, del título, suele traducirse por "bribón": Estaré encantado cuando estés muerto, tú, bribón, tú. Regularizo algunas rimas consonantes sometiendo el verso de once sílabas que utilizaba Bonet al ritmo del hendecasílabo falecio, haciéndole de paso alguna traición a la letra que espero me perdone allá donde se encuentre el autor. 


El texto que propongo puede cantarse perfectamente con la música de Bonet, que puede escucharse en dos vídeos, siempre que estén disponibles en la plataforma de la Red, que eso es un misterio: En primer lugar, la versión original de Bonet de San Pedro y los Siete de Palma; y en segundo lugar, la versión de la Orquesta Mondragón con el propio Bonet marcándose su solo de guitarra. 


Rascayú, ¿cuando mueras qué harás tú? / Rascayú, ¿cuando mueras qué harás tú? / Tú serás un cadáver nada más./ Rascayú, ¿cuando mueras tú qué harás?

No da abasto de noche ni de día, / nunca, el enterrador de la comarca, / sepultando cadáveres que impía / se llevó la pandemia de la Parca.

Dando el toque de queda, de la losa / no salimos del triste cementerio; / cada muerto en su nicho o en su fosa, / confinados en nuestro cautiverio

Rascayú, ¿cuando mueras qué harás tú? / Rascayú, ¿cuando mueras qué harás tú? / Tú serás un cadáver nada más./ Rascayú, ¿cuando mueras tú qué harás?

Pero el día de Todos los Difuntos, / en amor y muy grata compañía / sin guardar las distancias, todos juntos, / nos juntamos y hacemos una orgía.

Sin mordaza, salimos tropecientos / esqueletos bailando a lo agarrado. / Da la alarma el guardián con aspavientos: / “¡Estos muertos se han revolucionado!".

Rascayú, ¿cuando mueras qué harás tú? / Rascayú, ¿cuando mueras qué harás tú? / Tú serás un cadáver nada más./ Rascayú, ¿cuando mueras tú qué harás?

Y entre tantos, tantísimos fantasmas, / fuegos fatuos se meten en el lío / con sus luces montando y con sus miasmas / un cacao de padre y muy señor mío.

Rascayú, ¿cuando mueras qué harás tú? / Rascayú, ¿cuando mueras qué harás tú? / Tú serás un cadáver nada más./ Rascayú, ¿cuando mueras tú qué harás?

 

sábado, 31 de octubre de 2020

Veinte mensajes breves embotellados

Terrorismo de Estado: permanezcan confinados y encerrados bajo su propio caparazón en arresto domiciliario hasta nueva orden porque fuera hay víruses mortales.
 
La obsolescencia de la moda hace que lo que hoy se lleva deje enseguida su usanza y devenga demodé; obsolescencia programada, que es envejecimiento acelerado.

Los individuos ya éramos individualistas antes del smartphone, pero ahora más: pese al "connecting people", vivimos atomizados, aislados y huérfanos de afecto. 

Se propone la creación de una Organización No Gubernamental sin ánimo de lucro y con proyección universal que sustituya a las naciones: Pueblos sin Fronteras.

Marx y Engels en el Manifiesto Comunista dicen que la clase obrera no tiene patria: pero, desaparecido prácticamente el proletariado, mejor diríamos el pueblo.

"Pueblo" es nombre común que, esencialmente apátrida, se resiste a ser contado,  y malamente admite gentilicios que lo delimiten geográfica- y políticamente.

Preciosa cita de Emma Goldman: prefiero rosas en mi mesa que diamantes en mi cuello, mejor la fragancia efímera de la rosa que la eternidad fría del diamante. 



El símbolo identitario que es la bandera sólo sirve para amortajar los cadáveres de los mártires que han dado hasta la última gota de su sangre por la patria. 

Los himnos nacionales son en su origen marchas militares, cánticos guerreros que exhortan a los enfants de la patrie a morir para dar sentido a su existencia.

El himno nacional, moderna versión de la vieja danza de la Muerte que a todos convida a bombo y platillo a bailar a su son, suena a fúnebre marcha funeraria.

Lo peor de cualquier himno nacional es que, en lugar de invitarte a bailar al son que te toca, te pone como voz de mando ejecutiva firme cual rígido cadáver.

“Sólo tengo lo que he dado” fueron las últimas palabras de Marco Antonio, amante de Cleopatra, antes de suicidarse, significando que valía más dar que recibir.

La visión de la realidad forjada a lo largo de los años se le venía ahora abajo de repente como por arte de magia igual que castillo de naipes en el aire.

Se hunde el mundo, derribado por su propio peso, y se le cae encima y lo aplasta machacándolo como a vil gusano con toda la fuerza de su inmensa gravedad.

Safó, la poetisa griega, dijo que Eros, nuestro Cupido, era un dios mythoplókos, tejedor de fabulaciones mil, catalogando el amor romántico de erótica ficción.

El pasado no está escrito y, por lo tanto, ni siquiera es historia porque no ha acabado de pasar todavía, está presente, vivito ahora y coleando entre nosotros.

No importa tanto acumular posesiones que, lejos de hacernos propietarios, se apropian de nosotros, como desprendernos, libres, de todas nuestras pertenencias.


Nadie habla de las cárceles, como si no las hubiera, pero existen para que los que están fuera crean que son libres o disfrutan acaso de libertad condicional.

Nos aferramos a cualesquiera símbolos identitarios como quien se agarra a un clavo ardiendo, desesperadamente, conscientes de que no tenemos ninguna identidad. 

A poco que se descuide uno, y a veces pasa, nos damos cuenta enseguida del engaño que nos venden y de la mentira que pretenden hacernos pasar por la verdad.

viernes, 30 de octubre de 2020

El hombre sin rostro

Es frecuente en Cicerón el leitmotiv “imago animi uoltus, indices oculi”, que repite en varias de sus obras: el rostro es la imagen del alma, los ojos sus principales indicios. La cara es el espejo del alma, decimos nosotros en el mismo sentido. ¡Cuántas veces los ojos nos han traicionado, es decir, nos han delatado y dicho otra cosa distinta de la que pretendíamos decir!

Escribe precisamente Cicerón en Las leyes I, 9: Pues habiendo (la naturaleza) lanzado a los demás animales al pasto (a que paciesen), solamente al hombre lo irguió y lo predispuso a la mirada al cielo como su origen y antigua morada, y configuró entonces el aspecto de su cara de manera que reflejara en ella los sentimientos más recónditos. Pues no sólo los ojos muy expresivos hablan de cómo nos afecta nuestro estado de ánimo, sino que el llamado rostro, que no puede hallarse en ningún otro ser animado más que en el hombre, pone de manifiesto nuestros sentimientos.

(Texto original: Nam cum ceteras animantes abiiecisset ad pastum, solum hominem erexit et ad caeli quasi cognationis domiciliique pristini conspectum excitauit, tum speciem ita formauit oris, ut in ea penitus reconditos mores effingeret. Nam et oculi nimis arguti, quemadmodum animo affecti simus, loquuntur et is qui appellatur uoltus, qui nullo in animante esse praeter hominem potest, indicat mores).


Resalto de la cita las última palabras: el llamado rostro (is qui appellatur uoltus) pone de manifiesto nuestros sentimientos, nuestro carácter, nuestras costumbres (indicat mores). Previamente ha dicho que la naturaleza, que es el sujeto elíptico de la primera frase, configuró entonces el aspecto de la cara del hombre (speciem ita formauit oris) de manera que reflejara en ella los sentimientos más recónditos (tu in ea penitus reconditos mores effingeret).

Distingue Cicerón en el texto dos palabras para referirse a la cara: el os (species oris) y el uoltus. Os es propiamente la boca, palabra que se ha perdido como tal en la evolución del latín al castellano y que sólo conservamos en el adjetivo or-al, donde la -s- de la raíz se ha convertido en -r- al ir entre vocales en virtud de la ley fonética del rotacismo. Había otra palabra latina para referirse a la boca que era bucca, sinónima de os, pero de extracto popular y registro menos culto y literario, al parecer préstamo de origen celta, que es precisamente la que ha pasado a las lenguas romances. El os es una parte del cuerpo no exclusivamente humano, sino compartido con otros animales, mientras que el uoltus sólo se halla en el hombre, porque sería el rostro propiamente humano.

La palabra “rostro” que elegimos para traducir uoltus, deriva del latín rostrum, que a su vez procede de *rod-(s)-trom, del verbo rodere “roer, rumiar”, significaba lo que sirve para roer, hocico, pico, boca... y designaba tanto la reja del arado como el espolón de una nave de guerra, de ahí que los rostra fueran en Roma sinónimo de tribuna de los oradores, y por lo tanto sinónimo del foro, porque dicha tribuna estaba decorada con los espolones o mascarones de proa de las naves capturadas al enemigo. La palabra está documentada en castellano en el siglo XV como sinónimo de cara, aunque previamente era el pico u hocico puntiagudo de un animal, como en latín, y poco después pasó a designar la jeta humana de aspecto bestial.

En principio la palabra uoltus, que se conserva en italiano volto con el significado de “rostro”, ha desembocado en el castellano bulto, siguiendo la curiosa trayectoria que señala Coromines: en principio significó lo mismo que en latín, pero en seguida se aplicó a las cabezas de los santos (1517), luego a las estatuas que figuraban de relieve del cuerpo de una persona especialmente en las sepulturas, para acabar designando a la masa corporal de una persona y finalmente a una masa cualquiera, es decir, a cualquier bulto. 

 

Si os es la cara por sinécdoque de la parte, boca, por el todo, uoltus sería el rostro, es decir, la cara que reconocemos enseguida como humana, la que no puede hallarse en ningún otro ser vivo salvo en el hombre, y esa cara, el rostro, es el auténtico espejo de nuestra alma.

Según Cicerón todos los seres vivos tienen cara, pero el ser humano tiene además, rostro, que tiene un lenguaje propio que a veces no puede expresarse con palabras y que no pocas veces las contradice. De hecho el lenguaje corporal, concretamente los ojos y la cara, expresan emociones, no sólo la tristeza o la alegría del estado de ánimo.

Según Giorgio Agamben, uno de los pocos intelectuales críticos contra las medidas políticas que han adoptado los Estados so pretexto sanitario,  “el rostro es el lugar de la política”. El rostro sería el lugar del reencuentro con el otro, en cuyos ojos nos miramos y nos reflejamos como en un espejo. Lo que le lleva a decir que un país como el suyo (Italia) o el nuestro, podemos decir nosotros,  que ha decidido cubrir los rostros de sus ciudadanos con mascarillas son países que renuncian a la política entendida en sentido amplio de vida social, decretando el distanciamiento como medida preventiva de futuros males mayores y la reducción de relaciones sociales y familiares. Son paísesen los que el Estado totalitario (y todos los Estados son totalitarios) decide salvar al pueblo a costa de su salud, sacrificándolo. Se dicen a sí mismos, aplicando el terrorismo de Estado: Salvemos al pueblo inmolándolo en aras de la salud.