domingo, 30 de junio de 2024
Objeción de conciencia y deserción de las armas
sábado, 29 de junio de 2024
Felix qui potuit rerum cognoscere causas
Me he entretenido traduciendo los versos del elogio que hace Virgilio de aquel “que huye del mundanal ruïdo”, como diría fray Luis de León, “y sigue la escondida / senda, por donde han ido / los pocos sabios que en el mundo han sido”, al final del libro II de las Geórgicas (vv. 490-512), que siguiendo el consejo del maestro Epicuro al que aquí no se nombra por su nombre propio “vive oculto” (λάθε βιώσας), dedicado a estudiar la razón de las cosas.
Venturoso el que pudo saber la razón de las cosas / y hubo todos los miedos y el inexorable destino / pisoteado y estruendo raptor de avaro Aqueronte:
Siempre se ha sospechado que se refiere, sin citarlo por su nombre propio, al epicúreo Lucrecio, que había escrito en latín De rerum natura ('Sobre el ser de las cosas'), un largo poema didáctico en hexámetros en seis libros donde elogia al maestro Epicuro y critica los crímenes de la religión.
Virgilio le denomina “felix”, (dichoso, feliz) porque llegó a conocer los fundamentos de las cosas y a poner a raya los miedos infundidos por la religión, negando la existencia del infierno, al que alude con el nombre del río Aqueronte, que no permite que se vuelva a pasar una vez cruzado, al que le dedica el adjetivo de “avaro” porque infundiéndonos temor nos arrebata la vida.
afortunado también el que supo de dioses paganos: / Pan y el viejo Silvano y la hermandad de las ninfas.
Pero tras esta primera bienaventuranza, viene una segunda que choca un poco con la primera. Frente al modelo de sabio, enarbola ahora el hombre sencillo de finales de la república y comienzos del imperio, dedicado a los “deos agrestis”, dioses paganos. Hay un doble macarismo que sugiere una ligazón de dos visiones incompatibles del mundo: la filosofía racionalista de Epicuro y un paganismo nostálgico y alejado de la religión oficial: Pan, Silvano y las ninfas, diosezuelos de segunda o tercera categoría, que no son dioses urbanos, sino divinidades campestres: Pan tiene patas y cuernos de chivo, y es el inventor de la flauta que lleva su nombre; Silvano, es un dios de los bosques (silua, en latín), como su nombre indica, y las ninfas eran divinidades femeninas que habitaban en los bosques y en las aguas de lagos y fuentes, nombre griego que origina un doblete latino que es lympha, que da origen a nuestro linfa “agua clara”, y que sugiere la indefinición femenina, el “uarium et mutabile semper femina”, que dirá el propio Virgilio aplicado a la reina de Cartago y a todas las mujeres, y que algunos tachan de dicho misógino porque sería, según su opinión, una visión negativa de lo femenino, y nimpha “procedente del griego νύμφη (nýmphe), que significaba 'mujer joven, novia', y secundariamente también 'clítoris' (de donde el helenismo ninfomanía, o apetito sexual insaciable en la mujer, según la docta Academia).
No le azoraron las fasces del pueblo ni púrpura regia / ni la discordia civil que mueve a traición al hermano / ni el intrigante dacio que baja desde el Danubio / ni el imperio de Roma y los reinos efímeros; ése / no del pobre se compadeció ni envidió al opulento.
Mención especial merece el verso “No le azoraron las fasces del pueblo ni púrpura regia”. Al sabio y al hombre sencillo no le seduce el poder, al que se alude con dos expresiones: la púrpura de los reyes, es decir, el boato de la monarquía, y las fasces del pueblo, es decir, las fasces que otorga el pueblo, en lo que podemos considerar una alusión al régimen democrático: las fasces, origen etimológico del término fascismo, o fajismo, como prefería Unamuno, son el símbolo del imperio o poder militar consistente en un haz de varillas con un hacha, atado con unas cintas, que llevaban los lictores, que eran algo así como los guardaespaldas o acompañantes de los magistrados superiores. No le doblegó al sabio el poder del monarca, ni el otorgado por el pueblo.
Al sabio no le conmueve la política nacional ni la internacional tampoco, que diríamos con palabras modernas: es decir, la guerra. Ni la guerra civil fratricida, ni el peligro de la guerra procedente de los márgenes del imperio, como en este caso de la Dacia, que pretendía invadir las provincias romanas de Misia y Tracia.
Tampoco la división de clases: la compasión del que no tiene y la envidia del que tiene (se sobreentiende “lo que hay que tener para ser”, es decir, dinero).
Frutos tomó que las ramas y propios campos de suyo / sin cultivar le ofrecieron, no supo de férreas leyes / ni de locura del foro ni públicos los archivos.
No cultivó la tierra, sino que tomó los frutos que esta le daba de balde, lo que choca en un poema como este de las Geórgicas, dedicado a promocionar la política de Mecenas, el ministro del emperador Augusto, de vuelta al campo y a las actividades agrícolas y ganaderas. Además no vio nunca ni el foro -la capital del imperio, Roma, pero también el centro de cualquier ciudad organizada a su imagen y semejanza-, ni las leyes draconianas, ni los archivos públicos que se hallaban en el templo de Saturno, porque vivía alejado de la política, en su jardín epicúreo.
Otros ciega la mar desafían remando, y se lanzan / armas en mano, se meten en cortes y casas reales; / este arrasa de cuajo ciudades y humildes hogares / para en cáliz beber y yacer en purpúreo lecho; / otro acumula riquezas y duerme sobre oro que entierra; / uno se pasma oyendo discursos; a otro dejó boquiabierto / el redoblado en los graderíos aplauso de plebe / y senadores; bañados se gozan en sangre fraterna, / truecan su hogar y dulces umbrales por el exilio / y andan en pos de una patria que otro sol ilumine.
Frente
a la imagen del sabio idealizado, tenemos en la segunda parte del
elogio la crítica de lo que hace la mayoría de la gente: desafiar
el mar, es decir, viajar, y lanzarse a la guerra para obtener el
botín que le permita dos lujos como beber en una copa que es una
joya y yacer en un lecho de púrpura de Tiro, acumulando riquezas y
guardando el oro bajo el colchón; unos (los electores) se quedan
pasmados ante los discursos de los políticos profesionales que les
piden su voto prometiéndoles el oro y el moro, otros (los elegidos)
se sienten pagados con los aplausos que se traducirán en votos que les otorgan los electores,
pero incurriendo en la guerra civil de la política nacional, lo que motiva a veces
que tengan que huir al exilio buscando otra patria debajo del sol.
viernes, 28 de junio de 2024
¿Calidad docente?
El editorial mencionaba el siguiente dato: Los escolares españoles de secundaria (…) tienen 1.054 horas lectivas al año, 246 más que los finlandeses y, en cambio, estos figuran desde hace años en los primeros puestos en los resultados de las pruebas de PISA, mientras que los españoles, pese a las mejoras de los últimos años, siguen en los puestos medios de la tabla. El hecho, sin entrar a juzgar la idoneidad de dichas pruebas, es incontrovertible: los escolares españoles tienen 246 horas lectivas al año más que los finlandeses, lo que a razón de 30 horas semanales supone ocho semanas y media o, lo que viene a ser lo mismo, dos meses al año más de clase, y no por ello obtienen mejores resultados que los nórdicos, sino, diría yo, peores precisamente por lo mismo.
La LOGSE, en efecto, estableció la escolaridad obligatoria hasta los 16 años, reduciendo el bachillerato de cuatro a dos años y permitiendo constitucionalmente a los reinos de democráticas taifas que eran las diversas comunidades autónomas construir sus propios currículos educativos, algunos en su lengua vernácula, lo que genera grandes y graves desigualdades, hasta el punto no ya de que no tengan el mismo nivel dentro de una misma asignatura unas y otras comunidades, sino de que ni siquiera se impartan las mismas materias.
Por poner un solo ejemplo que me resulta conocido de lo que estoy diciendo, en Castilla-León todos los alumnos (y alumnas, como añadiría innecesariamente por postureo feminista políticamente correcto la responsable de igualdad del centro, innecesariamente, digo, porque el género masculino, gramaticalmente hablando, es el no marcado, general o genérico de la oposición binaria) de 2º de Educación Secundaria Obligatoria cursan tres horas semanales de Cultura Clásica, que allí es una materia troncal, mientras que en Cantabria, y en el instituto donde yo trabajaba, sin ir más lejos, no la cursa a lo largo de toda la ESO nadie, y no estoy hablando de un centro pequeño. ¿Por qué? Porque aquí es una materia de las que llaman optativas de oferta obligatoria, sí, pero que nadie elige, porque prefieren otras de nombres y contenidos más atractivos, o que eligen muy pocos, como una alumna de Bachillerato de Humanidades que me contó, contrariada, que le dijeron que como sólo la había elegido ella en 3º de ESO, no podía cursarla dado que con un alumno no se formaba grupo: un grano no hace granero.
El caso es que aquella alumna llegó al Bachillerato de Letras (o de Humanidades, como se llama ahora) sin haber cursado una materia fundamental para su formación cultural y para esos estudios como Cultura Clásica, cosa que no les importaba mucho a nuestros gestores, es más, que no les importaba en absoluto lo más mínimo, porque lo que pretendía el Ministerio de Educación y Formación Profesional y Deportes, como se llama ahora, según declaró la ministra que entonces lo regentaba, ignoro si sigue siendo la misma, es fomentar la efepé y, como decíamos el otro día, la educación física, para que nuestros futuros currantes estén sanos y saludables a fin de poder votar las veces que haga falta hasta que se les ocurra formar gobierno, y contribuir religiosamente al fisco con el diezmo de lo poco que ganen en el mercado de trabajo.
jueves, 27 de junio de 2024
Pareceres LII
miércoles, 26 de junio de 2024
SFD "Síndrome de Fatiga Democrática"
martes, 25 de junio de 2024
Mezcolanza
lunes, 24 de junio de 2024
La cabeza en los pies
domingo, 23 de junio de 2024
Ricos y pobres
Escribe Agustín de Hipona, San Agustín (Ciudad de Dios contra paganos, VII, 11-12), que a Júpiter, que era el nombre que correspondería, mutatis mutandis, a nuestro Dios judeocristiano en la religión politeísta de la antigua Roma, una religión sin embargo en vías de transición al monoteísmo dado que entre los muchos dioses y diosas inmortales a los que se rendía culto él era el padre de dioses y hombres y también su rey omnipotente, a Júpiter, decía, también se le llamaba en la antigua Roma Pecunia, es decir, Dinero. Se preguntaba, no obstante, el hiponense si no hubiera sido más adecuado llamarle Pecunio, con género gramatical masculino.
Un poeta republicano Valerio Sorano había definido a Júpier como "omnipotente" y "padre y madre" (progenitor genitrixque), de reyes, cosas y dioses, y al mismo tiempo como dios único y como todos los dioses a la vez. Varron, citado por san Agustín, ha transmitido su cita: Iuppiter omnipotens, regum rerumque deumque / progenitor, genitrixque deum, deus unus, et omnes.
Horacio había ya dejado un hexámetro donde se refería al dinero no tanto como divinidad sino como rey, o más propiamente reina, del mundo: et genus et formam regina Pecunia donat, : "Dona linaje además de belleza la reina Moneda".
Ya entre los griegos Aristófanes había sacado una comedia titulada Pluto ('riqueza', de donde deriva nuestra “plutocracia”, traducida a menudo como 'Dinero'), donde se decía que era un dios ciego que repartía dinero a troche y moche sin mirar a quién se lo daba, por lo que la riqueza, y la felicidad consiguiente, estaba mal repartida. Cuando Pluto al final de la comedia recupera la vista comienza a repartirlo justamente enriqueciendo a los pobres y empobreciendo a los ricos.
Pero se rebela el santo de Hipona contra esa denominación, que le parecía de una gran bajeza y un insulto a la divinidad. Es cierto que gracias al dinero se pueden conseguir todas las cosas (eius sunt omnia, que nos recuerda al hemistiquio virgiliano y panteísta Iouis omnia plena, 'todo está lleno de Júpiter'), pero eso no le convierte en un dios bueno. Otro gallo nos cantaría, propone él, si dijéramos que el verdadero nombre de Dios es Riqueza, porque eso nos permitiría diferenciar entre riqueza y dinero, y cambiar el significado de rico, que ya no sería el que posee mucho dinero, sino el que posee sabiduría, bondad y demás virtudes.
Ricos, en efecto, llamamos a los sabios, a los justos, a los buenos, que tienen poco o ningún dinero; más bien son ricos en virtudes, las cuales, aun en las necesidades de las cosas corporales, les hacen sentirse satisfechos con lo que tienen ('nam dicimus diuites sapientes, iustos, bonos, quibus pecunia uel nulla uel parua est; magis enim sunt uirtutibus diuites, per quas eis etiam in ipsis corporalium rerum necessitatibus sat est quod adest').
Y consecuentemente también cambiamos el significado de 'pobres' que ya no son los que no tienen dinero, sino por el contrario los que lo tienen y mucho pero, por eso mismo, nadando en su misma abundancia, nunca estarán satisfechos con lo mucho que tienen, que siempre se les hará poco porque siempre querrán más. Pobres, en cambio, llamamos a los avaros, siempre ansiosos y necesitados; pues aunque pueden tener mucho dinero, en su misma abundancia, por grande que sea, no pueden por menos de estar necesitados ('pauperes uero auaros, semper inhiantes et egentes; quamlibet enim magnas pecunias habere possunt, sed in earum quantacumque abundantia non egere non possunt').
El santo de Hipona ha hecho suya la paradoja realizando un cambio semántico en que ambas palabras han pasado a significar lo contrario de lo que significaban: los ricos son pobres y los pobres son ricos. ¿Qué es lo que ha trocado el sentido de estos términos? La conformidad o sapientia con la realidad que tiene cada uno: los ricos son pobres porque no se conforman con lo mucho que tienen. Los pobres son ricos porque se conforman con lo poco que tienen. Es la religión del conformismo la que propone el obispo de Hipona.
Por todo ello propone que a Júpiter, o en nuestro caso a Dios, que para el caso viene a ser lo mismo, no le llamemos Dinero, que es su verdadero nombre, sino Sabiduría (por no recurrir al nombre de la vieja diosa Minerva) o, mejor diríamos, Conformidad o Conformismo con lo establecido, con la realidad tal como es, con Lo-que-hay (sat est quod adest), pero todos sabemos, porque lo sentimos en el fondo de nuestro corazón, que lo que hay no es lo mejor que podía haber.
oOo
Un chiste de ricos y pobres
Iba una vez un pobre infeliz por el bosque, cuando de repente le sale un enmascarado esgrimiendo la espada y gritándole:
-¡Alto ahí! Soy Robin Hood de los bosques, el que roba a los ricos para dárselo a los pobres.
Y el mendigo le contesta:
-Ay de mi, yo soy el más pobre de todos los pobres, señor Hood.
-¿En serio? -le pregunta Robin interesándose vivamente por su caso personal- pues, si es así, ten, toma.
Y empezó a darle sacos y cofres de oro y joyas del botín recientemente expropiado a los ricos. Al poco rato, cuando se quedó solo, el mendigo empezó a dar saltos de contento gritando como un loco:
-¡Albricias! ¡Soy rico! ¡Soy inmensamente rico!.
Y en eso le asalta otra vez el enmascarado y le grita esgrimiendo la espada y cargado de razón:
-¡Alto ahí, soy Robin Hood de los bosques, el que roba a los ricos para dárselo a los pobres!