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domingo, 30 de junio de 2024

Objeción de conciencia y deserción de las armas

    Desde el comienzo de la 'operación militar especial' que decretó el zar de Moscú, vulgo 'guerra de Ucrania', miles de ucranianos (o de ucranios, como prefiere el Periódico Global, alias El País) han cruzado ilegalmente la frontera para eludir el servicio militar obligatorio que los conduce inevitablemente al frente de combate a matar y acaso también a morir en defensa de la integridad territorial de su patria al servicio de la OTAN, la UE y el tío Sam, que está detrás de todo manejando los hilos de su títere, el presidente y actor NATO. Y han huido pese al confinamiento y la prohibición expresa que no permite salir del país a los varones en edades comprendidas entre los dieciocho y los sesenta años.  La edad de movilización, por otra parte, se redujo en abril pasado de los veintisiete a los veinticinco años, porque el ejército necesitaba carne más joven de cañón.
 
     Ucrania ha intensificado sus esfuerzos para impedir que sus súbditos escapen de la guerra a través de las fronteras y evadan el reclutamiento y el servicio militar obligatorio, tras conocerse que había oficiales que aceptaban sobornos a cambio de la exención, práctica que a las autoridades parece que les resulta difícil de erradicar, dada la superior autoridad y la seducción que ejerce la fuerza del dinero. 
 
 
Cartel que invita a unirse al ejército ucraniano

    Antes de la última campaña de movilización, se cree que más de 20.000 ucranianos habían huido del país para evitar la guerra, algunos de ellos nadando y ahogándose al intentar cruzar la frontera occidental de Ucrania hacia Rumanía.
 
    Otros se encierran en sus casas y rara vez salen a la calle para evitar ser reclutados, sobre todo cuando muchos de sus amigos ya han sido movilizados y algunos han caído en combate, es decir, han sido asesinados. 
 
    Según las nuevas directrices, los evasores del servicio militar obligatorio pueden perder su permiso de conducir, ver sus cuentas bancarias congeladas y sus propiedades confiscadas.
 
    Hablemos de dinero, aunque sea síntoma de 'mala educación' hacerlo porque supone reconocer expresamente que el dinero y no otra cosa mueve el mundo: la tarifa para salir ilegalmente de Ucrania es como mínimo de ocho mil euros. Eso es lo que deben pagar los que pueden hacerlo y no están hechos ni para matar a nadie, aunque sea ruso, que es el nombre del enemigo al que "ganaremos juntos" según la propaganda oficial, ni tampoco para morir por la falacia de la patria. 
 
"¡Nuestro ejército es nuestra VICTORIA! ¡Contribuye a GANAR!  ¡Juntos GANAREMOS!"
 
     Al parecer hay dos vías de escape: cruzar la frontera moldava utilizando un pasaporte falso, o presentarse como artista, categoría a la que ocasionalmente se le permite salir del país, pero ambas opciones cuestan dinero.  Otra posibilidad es un falso certificado médico, que se consigue previo pago, que acredite que el titular no es apto para el servicio de las armas, como sucedía también en la España de finales del siglo pasado hasta la desaparición del servicio militar.
 
    Y es que, aunque no quieren reconocerlo, más de dos años después de la invasión rusa a gran escala, las fuerzas armadas de Ucrania sufren una desesperada escasez de soldados. Es verdad que muchos miles de ucranianos se ofrecieron al principio como voluntarios para servir en el frente con el noble propósito de ayudar a mantener la independencia e integridad del país y repeler el ataque inicial siguiendo los eslóganes de "juntos ganaremos", pero muchos de ellos han causado baja muriendo y muchos otros han sido heridos en combate. No es menos cierto tampoco que desde el comienzo de la guerra, el reclutamiento ha sido criticado por ser caótico y estar empañado por la corrupción. 
     La objeción de conciencia al servicio militar es un derecho reconocido internacionalmente, consagrado tambiénen la Constitución de Ucrania. Pero cuando Rusia invadió el país, el actor NATO, títere de Guásinton, instituyó la ley marcial, y el derecho a un servicio alternativo que dispensara efectivamente del uso de las armas se evaporó entonces como por arte de magia.
 
 
     No es ningún secreto que Ucrania está perdiendo la guerra, si no la ha perdido ya, y que por eso ha cambiado la narrativa del relato oficial o story telling en la lengua del Imperio; ya no se trata de defender a Ucrania, sino de atacar a Rusia. Los países occidentales ya no envían armas defensivas, sino ofensivas, a la espera de enviar tropas. Ya lo dijo Stoltenberg: “Para defenderse de Rusia es necesario un contrataque”. Se ve que Montaña de Orgullo ha leído El arte de la Guerra, donde se expone la máxima orgüeliana avant la lettre de que 'la mejor defensa es un buen ataque'.

martes, 26 de diciembre de 2023

Ucrania recluta y paga.

    Ucrania recluta soldados -mercenarios- hispanoparlantes y paga bien, como anuncia en su página güeb. Ni siquiera es necesario hablar ucraniano ni la lengua del tío Sam para ir al frente a contrarrestar los ataques del malvado Putin, el zar ruso, a cambio de un sueldo traducido a más de 3.000 eurazos. 
 
"Defiende la libertad de Ucrania, Europa y el mundo."
 
    ¿De dónde sale el salario que paga la guerra? Del Estado de Ucrania, subvencionado por sus propios súbditos, la Unión Europea de la Ursulina y el Tío Sam que está senil y anda detrás de todo esto desde que empezó. Un ejemplo más de la íntima relación sentimental del indisoluble matrimonio entre el Estado y el Capital, que Dios ha unido y que nadie separará. 
 
    Las fuerzas armadas ucranianas reclutan mercenarios -soldados- dispuestos a dar su vida por la Patria y las ideas, sean nacionales o extranjeros, poco importa. Se trata de la Legión Internacional que quiere incrementar sus filas, cuyo lema es "Defiende la libertad" y va de menor a mayor, o de lo local a lo global, como dicen los cursis, in crescendo: de Ucrania, de Europa, del mundo. 
 
 
     
    Los requisitos para ingresar en la Legión Internacional son de 18 a 60 años, no tener antecedentes penales ni enfermedades crónicas, forma física adecuada... Aunque no es obligatoria la experiencia militar, se valorará a la hora de ser aceptado haber servido como policía, bombero, paramilitar... 
 
    Vamos a lo que importa: cuál es la soldada, que se efectuará en grivnas, que es la moneda ucraniana de curso legal. Aproximadamente al cambio 550 euros al mes tras la línea del frente, 1.100 por servir en zonas de peligro y unos 3000 al mes por despliegue en combate. Además, los soldados heridos recibirán tratamiento médico gratuito y una pensión vitalicia en caso de discapacidad y su familia en el de muerte heroica en el combate. 
 
 
    El billete de 200 grivnas, que es la moneda ucraniana, muestra la imagen de la bella poetisa de esa nacionalidad Lesya Ukrainka, que derrama en sus versos numerosas lágrimas por Ucrania. Y no es para menos. Hasta quince billetes como ese puede ganar al mes el legionario desplegado en el frente de combate...

domingo, 16 de julio de 2023

Más leña al fuego (para que más arda)

 Nuestro gobierno, que es el más progresista de cuantos hemos sufrido a lo largo de toda la historia, se apunta pronto el primero, a la guerra y tomando la delantera, va a desplegar en misión militar novecientos cincuenta nuevos soldados allá, en Eslovaquia y en Rumanía, en las inmediaciones de Ucrania, de Rusia y de la Bielorrusia, recrudeciendo la guerra, en vez de enfriar el conflicto y promover la negociación. 
 

 
 La atlántica alianza echa al fuego más leña a fin de que más se enardezca y arda, enviando más cada vez armamento y más tropas, multiplicando el riesgo de conflagración que resulte guerra mundial que será nuclear. 
 
El títere se halla solo, perdido como un convidado de piedra en ajena fiesta, fuera de sitio con los mandamases que poco mandan si no es lo que está mandado, luciendo vistosos trajes, sonriendo y charlando entre ellos.
 
 
 Él, taciturno, va disfrazado con burdo atuendo guerrero, creyendo que hace favor a su pueblo enviando tropas al frente, carne que son de cañón, a matar y morir por la patria, y a derramar por la idea la sangre, maldita que sea. 
 
¿No sospecha que es marioneta del imperialismo yanqui de rostro humanitario, trágico tonto, cómico útil que ignora que sirve al peor de los amos?
 

martes, 10 de enero de 2023

La arenga del rey

    Don Dinero, el más poderoso de todos los caballeros, no puede permanecer ocioso, necesita emplearse constantemente en algo,  en los más diversos asuntos de cualquier ocupación. La industria farmacéutica, por ejemplo, ha demandado grandes inversiones durante la pandemia; el oficio ahora de las armas, que no quiere ser menos que el de los fármacos, también.
 
    Pronto va a cumplirse un año de la guerra de Ucrania en la que se enfrentan dos bloques imperialistas: Rusia, por un lado, y la OTAN, o lo que es lo mismo, los Estados Unidos de América, a través de su títere ucraniano o ucranio, como el Periódico Global prefiere, por el otro. Esta guerra, de la que nos dan noticia puntualmente todos los días los medios de (in)formación de masas, se utiliza como causa o como excusa que justifica, en cualquiera de ambos casos, la inversión en gasto militar o, como prefieren decir los inversores porque suena mejor, en la defensa, creyendo ingenuamente que las armas defensivas no ofenden a nadie y no son también, llegado el caso, armas ofensivas. 
 
    El gobierno español, el más progresista de nuestra historia nacional y casi me atrevería a decir que del mundo mundial, viene desarrollando una política claramente militarista y belicista, siguiendo totalmente las instrucciones de la Alianza Atlántica, con la que uno no puede estar cabalmente de acuerdo por mucho que le digan a favor.
 
    El hecho de que critiquemos aquí la política de nuestro gobierno, alistado en uno de los dos bandos imperialistas en pugna no significa que, como contrapartida, nos apuntemos a defender al otro bando, con el que tampoco nos identificamos ni estamos de acuerdo, que es el estado ruso y su aliado el estado chino, ya que lo que estamos tratando aquí de fomentar es una crítica antimperialista y antimilitarista del conflicto, sin tomar partido por ninguno de los dos polos, dos caras del mismo fenómeno, ambos despreciables como son. 
 

 
    En este sentido viene muy bien la viñeta de El Roto de el Periódico Global de este lunes pasado a decirnos algo que ya sospechábamos y que hemos apuntado muchas veces por aquí: que los que mandan por activa son también unos mandados, quizá los más mandados, por pasiva. 
 
    La arenga del Rey de España del jueves pasado ha venido a demostrarlo, afirmando que la guerra en Ucrania justifica elevar el presupuesto militar. Parece lógico que como Jefe de las Fuerzas Armadas defienda que hay que invertir más “recursos” -es decir, más pasta, pero también más “recursos humanos”- en las armas. Lo ha dicho con hueca cacharrería retórica que otros escriben para que él preste su voz y diga lo que está mandado: “El reto ahora es adquirir los medios y dotar a las unidades con lo necesario para lograr una fuerza conjunta aún más moderna, eficaz, viable y sostenible a medio y largo plazo”. 
 
     Una cosa sí que es cierta en la homilía del monarca, la invasión rusa de Ucrania ha sido “injustificable, ilegal y brutal”, pero eso no pone de relieve, según su argumentación, “la importancia de invertir en Defensa” con el fin de que las Fuerzas Armadas “puedan cumplir con todo lo que se les demanda” al ponerse en riesgo la seguridad europea. 
 

    El Rey de España se ha apuntado, como era de esperar, al compromiso del Gobierno español de elevar el gasto militar hasta el 2 por ciento del PIB en 2029, formalizado en la cumbre de la OTAN celebrada en Madrid el pasado mes de junio. Esas exigencias de la Organización son también las exigencias, volvemos al principio, de un monarca más poderoso que nuestro Rey, Don Dinero, el único dios y monarca verdadero, que no contento con que el presupuesto de Defensa para el presente ejercicio ascienda a los millones de euros que asciende, lo que ya supone un incremento considerable respecto al año anterior, lo sitúa todavía en el 1,2 por ciento del PIB, que está lejos del 2 por ciento, casi el doble que exige la Organización. 
 
    A fecha de hoy no se explica uno cómo consiguieron volvernos a todos, sin razón, enfermos hipocondríacos, enfermos imaginarios como el de Molière, pero lo lograron. Pero la pandemia ha pasado a un segundo y más que discreto plano, por lo que ya no se habla de invertir más dinero en sanidad, sino en seguridad. 
 
    Ahora han conseguido volvernos a todos ucranianos, o ucranios como prefieren decir otros, invadidos que necesitamos defendernos del agresor y para eso nada de educación para la paz y la resolución pacífica de los conflictos que tradicionalmente se resuelven con las armas, sino más inversión en Defensa. O, como dice la Unión Europea, que se ha visto ultrajada, violada y mancillada por el malvado zar Putin, hay que poner en marcha el sarcásticamente llamado “Mecanismo Europeo para la Paz”, que no es más que un eufemismo para activar el dispositivo del protocolo bélico, es decir para apagar el incendio echando gasolina.