lunes, 17 de marzo de 2025

7291 (De Madrid al Cielo).

    Publica Juan Soto Ivars en El Confidencial un artículo titulado “Ayuso asesinó en las residencias geriátricas de Madrid a 120.000 personas” a raíz de un programa especial sobre la pandemia emitido por el Ente Público, alias Televisión Española, titulado '7291' sobre los fallecidos durante la primera ola de la pandemia de la covid-19 en las residencias de mayores de la Comunidad de Madrid, en el que confronta sus recuerdos personales con la doctrina del documental, que pretende responsabilizar a la presidenta de la comunidad madrileña de haber enviado a los ancianos de las residencias De Madrid al Cielo. 
 
 
    En el documental se dice que los muertos de las residencias madrileñas son la (única) deuda que nos queda por saldar con las administraciones. Recuerda Soto Ivars cómo había que bajarse la mascarilla para comer en un restaurante y subirla si uno iba a mear. Recuerda cómo al principio las mascarillas no servían porque no había y luego se hicieron fundamentales para evitar los contagios cuando los políticos comenzaron a lucrarse con su venta, por lo que aquí se mantuvieron mucho más que en cualquier otro país europeo a fin de salvar muchas más vidas. 
 
    Pero, claro, esos recuerdos personales deben ser fake news, porque el Ente Público ni los menciona. Recuerda que en un hospital de Barcelona al que llamó en concepto de periodista para escribir un artículo le dijeron que “no se podía derivar a un nonagenario con neumonía bilateral por covid a los hospitales colapsados, porque había que priorizar a los pacientes con perspectivas de supervivencia”. También recuerda haber visto un vídeo de una residencia de ancianos de Gerona (perdón, Girona) de donde “salían bolsas largas en camillas durante la noche directas a un crematorio”. Pero, como reconoce irónicamente, su memoria debe engañarle porque, seguramente, se trataba de alguna residencia de la comunidad madrileña. 
 
    A él, le parecía, que era algo que estaba sucediendo en casi todas las residencias de España, pero su memoria, una vez más, le engañaba porque el Ente Público, la Voz de Su Amo, dice que sólo ocurrió en Madrid, donde se concentraba toda la tercera erad residente de la curtida piel de toro bravo que son las Españas. 
 
    Pero hay que agradecerle a la televisión pública que nos saque de los errores traicioneros de la memoria y administre ella la información de la verdad objetiva.  El Ente Público es Televisión Española, la Voz de su Amo, es decir, la Voz del Gobierno, que desvía así el tiro hacia otro objetivo. 
 
 
    Había sido esta una buena ocasión para reconocer los errores cometidos -el doctor Christian Perronne se preguntaba ¿Hay algún error que no hayan cometido?-, entonar el mea culpa y pedir perdón por la pésima gestión de la pandemia, y por estos treinta errores que señala el doctor Juan Gérvas por los que deberían pedir perdón los salubristas y los políticos. Y no ha sido así. La conclusión, apunta Soto Ivars, es que “hay que mandar a los líderes de la Comunidad de Madrid al Tribunal de La Haya y condenarlos por genocidio. En la pandemia murieron más de ciento veinte mil personas. Fue un crimen contra la humanidad hacinar a tanta gente en las residencias de ancianos de la Comunidad de Madrid”. 
 
    Está claro que el Ente Público utiliza a la lideresa como chivo expiatorio o cabeza de turco, achacándole a ella todas las culpas para eximir a otras personas de igual o más alto rango. No creo yo que la Comunidad de Madrid sea una víctima inocente de este ataque desconsiderado, ni voy a batirme yo en su defensa, Dios me libre de Dios y de eso, pero sí me parece poco honesto, cuando desde el Ministerio de Sanidad se enviaba morfina y sedación a las residencias de toda la nación, y se nos instaba a todos (y a todas, como diría innecesariamente el gobierno progresista) a quedarnos en casita para salvar vidas, bajo arresto domiciliario voluntario y toque de queda o restricción de movilidad nocturna, según el ejercicio de pedagogía semántica del impresentable presidente del gobierno, y no colapsar unos hospitales que estaban, por lo demás, semivacíos.
 

domingo, 16 de marzo de 2025

El Ejército te necesita tanto como tú a Él

    Vivimos un momento complicado caracterizado según la prensa del Régimen por la “inestabilidad del tablero geopolítico”. Curioso palabro este de 'geopolítico' que sacan a relucir por doquier ahora los políticos juntando a Gea, la madre tierra y el planeta, con la política o sea con el Estado, cuya salud, como dijo Bourne, es la Guerra
 
    Han abierto un debate nacional e internacional sobre la necesidad de aumentar el gasto en Defensa, es decir en el Ataque porque, como dicen algunos, la mejor defensa es tácticamente un buen ataque. 
 
    Se habla incluso de volver a la puta mili, abolida en las Españas en 2001 porque hay muy pocas solicitudes voluntarias de ingreso en las Fuerzas Armadas, pocas vocaciones -vamos a utilizar esta palabra un tanto desusada ya que hacía referencia a la inspiración con la que Dios -Dios nos libre de Dios- nos llamaba a algún estado, especialmente al de la religión, y que acabó significando aquello que lo llamaba a uno a hacer algo.

     Ante esta falta de vocaciones, el Ministerio de Defensa (en realidad, de la Guerra) quiere venderles la moto a las tiernas criaturas buscando reclutas hasta debajo de las piedras entre los más jóvenes, ofertando e impartiendo charlas de captación en los centros educativos dirigidas a alumnos y alumnas -no las excluyen a ellas- de Educación Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional, en los que algunos tienen ya la edad mínima requerida, que son los dieciocho años cumplidos, para incorporarse a los diferentes cuerpos militares. 
 
    Que las Fuerzas Armadas necesitan más jóvenes es una realidad, porque hay muy poca demanda. Se incrementa por lo tanto la oferta ofreciendo a la juventud una salida profesional que reducirá sin duda la tasa de desempleo. Hay pocos jóvenes, en general, y muy pocos de los que hay están interesados en ser carne de cañón. El Ministerio les engaña hablándoles de la “cultura de la defensa”, la historia de los ejércitos, los valores que fomentan y la vida que pueden desarrollar en las Fuerzas Armadas a través de misiones internacionales que les brindan la oportunidad de viajar y de conocer otros países, culturas y gentes, a la vez que desempeñan una labor humanitaria, ayudando a los buenos y neutralizando -o sea matando- a los malos, que son los enemigos. 
 
    Las chicas no están excluidas, y eso le agrada a la ministra, que quiere favorecer su ingreso en las FFAA, dentro de la campaña de feminización del Ejército, donde las mujeres también pueden hacerse un Hombre -en el sentido genérico de Ser Humano-, como en los tiempos de la puta mili, cuando se decía que un chico solo se hacía un hombre cuando entraba en el cuartel, empoderándolas hasta romper el techo de cristal y alcanzar las más altas instancias del generalato. 
 

    Pero hay que darle la vuelta al clásico argumento militarista de que si uis pacem, para bellum ('si quieres la paz, prepara la guerra'), porque lo que está mandado es lo contrario: si uis bellum, para pacem: si quieres la guerra, prepara la paz llenándote la boca con esa palabra y hablando de misiones de paz, fuerzas de paz, contingentes de paz, tropas de paz, combatientes por la paz, ejército de paz, convirtiendo la paz no ya en el fin u objetivo militar de la guerra, sino también en su causa, porque, según el dicho orgüeliano, la guerra es la paz,  y así se confunden la finalidad o para qué con la causa o el porqué. 

sábado, 15 de marzo de 2025

Engullendo monedas de oro

Vuelvo sobre la relación escatológica existente entre la mierda y el dinero que se analizaba en El oro que cagó el moro a propósito de la lectura de un texto de las Antigüedades Judías de Flavio Josefo, que me ha traído a la memoria una anécdota vaga e imprecisa de mi infancia sobre la ingesta de monedas. 
 
Cuando yo era pequeño, una vecina del barrio donde vivíamos tenía tanta fama de agarrada que la llamábamos Doña Tacañona. De ella se contaba que cuando su hijo pequeño se tragó una vez una moneda de una peseta, la unidad monetaria española desde 1869 hasta la implantación en 2002 del euro, ese engendro monetario de la Unión Europea, buscó y rebuscó durante una semana entre sus heces, que debía hacer en un orinal, hasta que finalmente recuperó la dichosa peseta enroñecida. 
 
Este episodio me venía a la memoria leyendo a Flavio Josefo, Antigüedades Judías, V. 420-421 en traducción de Jesús Mª Nieto, que narra un episodio durante el asedio de Jerusalén y la destrucción del Templo por los romanos en el año 70 d.C., a las órdenes de Tito.
 
Sitio y destrucción de Jerusalén por los romanos bajo el mando de Tito, David Roberts (1850) 
 
El sitio de Jerusalén es un evento que marcó el fin del Templo y el inicio de la diáspora judía. Josefo cuenta que algunos judíos ingirieron monedas de oro para ocultárselas a los soldados romanos, con la intención de evacuarlas después: Unos vendieron sus posesiones a un precio muy bajo y otros sus objetos más valiosos. Se tragaban sus monedas de oro para que no las descubrieran los bandidos y luego, tras huir al bando romano, las expulsaban del cuerpo junto con sus excrementos y así tenían los recursos suficientes para conseguir lo que necesitaban.
 
Según varios comentaristas, no era posible tragar sin atragantarse las monedas de oro de la época de Nerón por su tamaño y por su peso, ya que pesaban unos ocho gramos y tenían un diámetro máximo de dieciocho milímetros. El caso es que fuera o no fuera cierta la noticia, los soldados romanos, al correr el rumor, comenzaron a matar indiscriminadamente a cualquier sospechoso de haber engullido monedas de  oro, con la esperanza de al fin recuperarlas. 
 
Continúa el historiador Flavio Josefo contándonos la secuela de este incidente:  Pero otra desgracia cayó sobre los que ya habían conseguido salvarse de esta forma. Uno de los desertores que se hallaba con los sirios, fue sorprendido cuando recogía monedas de oro entre sus excrementos. Como ya hemos dicho, se las tragaban antes de salir, pues los rebeldes registraban a todos y en la ciudad había gran cantidad de oro.
 
Según Josefo, en una sola noche fueron asesinadas alrededor de dos mil judíos por este motivo:  Una vez descubierto el plan de una sola persona, por todo el campamento corrió la noticia de que los desertores estaban repletos de oro. La multitud árabe y los sirios abrían y registraban las entrañas de los suplicantes. Creo, al menos yo, que a los judíos no les ha sucedido una desgracia más cruel que ésta: en una sola noche fueron rajados más de dos mil.  
 
El episodio tiene un simbolismo muy poderoso: el oro, forma antigua del dinero, que debía servir para asegurar la supervivencia en el futuro, que así se garantiza, se convierte en la causa directa de la muerte. Tal es su valor, que su posesión resulta mortal. De alguna manera nos recuerda al mito del rey Midas, cuya obsesión por el oro lo condena a la desesperación cuando descubre que no puede alimentarse de lo que se lleva a las manos, porque todo lo que toca lo convierte en oro, es decir, en mierda.
 
Dovela de la portada de la Coronería de la catedral de Burgos, en la que un pecador, sedente y desnudo, defeca monedas de oro sobre una mensa nummularia o tabla de cambios, monedas con las que se fabricarán otras nuevas que el condenado volvería a tragar, representando así la usura.
 
Refleja este episodio el grado de deshumanización que alcanza la guerra. El otro deja de ser un ser humano y se convierte en un objeto del que extraer recursos, un recurso humano. La imagen de los judíos tragando piezas de oro puede verse como una metáfora del cuerpo como el último refugio o sarcófago de la posesión: el oro se incorpora para finalmente desecharlo. El individuo trata de interiorizar su futura riqueza y hacerla parte de sí mismo. Sin embargo, este acto de preservación solo acelera su trágico destino.
 
Sea el que sea el crédito que queramos darle a esta noticia de la ingesta de las monedas de oro para cagarlas y recuperarlas, lo cierto es que el incidente tuvo una secuela terrible: dos mil judíos que se habían escapado fueron destripados por sirios y árabes, que formaban parte de las tropas auxiliares romanas, al enterarse del rumor de que se habían tragado los áureos romanos que equivalían a una estatera de oro griega, es decir, veinticinco dracmas griegos, ya que el oro se había desvalorizado con la guerra. Más adelante, se puede leer que los soldados se habían apoderado de tanto botín que en Siria se vendía el oro, al peso, a la mitad de su precio anterior .
 
En este sentido, la imagen de los judíos masacrados por haber tragado oro también puede verse como un símbolo del sufrimiento de un pueblo perseguido por su propia riqueza y herencia. A lo largo de la historia, los judíos han sido objeto de violencia debido a su asociación con el dinero, lo que otorga a este relato de Josefo un carácter casi profético.   
 

viernes, 14 de marzo de 2025

Cinco años después...

    El Estado de alarma se declaró en las sufridas diecisiete Españas el 14 de marzo del año del Señor de 2020. Reflexionaba a propósito el otro día El Periódico Global(ista), portavoz del Gobierno, alias El País, en su artículo editorial sobre los cinco años que han transcurrido ya desde “el estallido de la covid-19” utilizando una significativa metáfora bélica -el 'estallido'- más propia de la guerra que del bombazo periodístico.
 
    Comenzaba diciendo: "Es necesario reflexionar sobre las secuelas que aún persisten de aquella catástrofe y sobre lo que se ha hecho para que no se repita". Reflexionemos, pues.
 
    La pandemia ha sido “una de las tragedias colectivas más traumáticas que haya vivido España desde la Guerra Civil”. Ahí queda esa frase grandilocuente para la Historia oficial y las nuevas generaciones. No se hace ninguna autocrítica a la labor de terrorismo periodístico consistente en sembrar el miedo para que cunda el pánico llevada a cabo por los medios de formación de masas. 
 
 
    Dice el editorialista: “Impresiona también tomar conciencia de la rapidez con la que hemos pasado página de un acontecimiento que paralizó la economía y ha causado más de siete millones de muertes en el mundo, 120.000 en España, según los registros oficiales”. Ya hemos comentado que estas cifras no son ciertas, y que, aunque lo fueran, no son significativas ni justifican que se tomaran las medidas draconianas que se tomaron y que, en lugar de aminorar la gravedad de la situación, la exacerbaron. 
 
    Continúa diciendo el periódico progresista que “A pesar de las medidas extraordinarias de aislamiento social, que provocaron un verdadero trauma colectivo, el número de fallecidos diarios fue subiendo dramáticamente hasta alcanzar el pico de 950 el día 2 de abril”. Dice el periódico “a pesar de las medidas extraordinarias”, y cabe preguntarse si no fue,justamente, gracias a ellas. 
 
    Se preocupa El Periódico Global(ista) por las secuelas de la crisis que hay que atender. Y entre ellas, destaca, cómo no: La covid persistente, “un cuadro complejo que no recibe la atención adecuada. Un estudio internacional estimó unos dos millones de casos en España. Los afectados se sienten abandonados”. Resulta que son más las víctimas de la persistencia de la covid, la práctica totalidad inmunizados, que las víctimas mortales de la enfermedad, lo cual no es poco elocuente y significativo. 
 

     Ya hemos dicho que no hay ninguna autocrítica, pero tampoco ninguna crítica de la función de personajes como Anthony Fauci o Ursula von der Leyen, por citar solo dos nombres propios, ni del papelón ominoso de la OMS, de la que se deshace en elogios destacando “la importancia de tener una autoridad como la OMS que permita compartir conocimiento fiable y coordinar la respuesta internacional, especialmente con respecto a los países más vulnerables y con menos recursos, los virus no conocen fronteras”. 
 
    Estamos mucho peor, dice El Periódico Global(ista) porque EE.UU. ha abandonado la OMS, seguido de Italia y Argentina, al revés que España que le ha endosado sesenta millones de euros de nuestros impuestos para colocar allí a la médica y madre (¡que-la-parió!) de la ministra sanitaria, siendo ese organismo el responsable máximo de que la epidemia se convirtiera en pandemia al cambiar el significado de esta última palabra y eliminar el factor de 'letalidad' asociado a ella. Se lamenta por que “la desinformación y el negacionismo tienen ahora instrumentos más poderosos de difusión”, con lo que está implícitamente defendiendo la política de los gobiernos de pretender imponer la censura para silenciar las voces críticas y disidentes. 
 
    Lo que resulta más emotivo es cuando dicen que “el aniversario de la catástrofe sanitaria debe servir para recordar que Europa sigue siendo un refugio de racionalidad, eficacia en la respuesta y solidaridad. Siendo conscientes de todo lo que hay que mejorar, debemos hacer todo lo posible por preservarlo”. ¿Europa, supongo que se refiere a la Unión Europea, que no es lo mismo, es un refugio de racionalidad, eficacia en la respuesta y solidaridad? No me lo creo.
 

jueves, 13 de marzo de 2025

Pena de Muerte y Pena de Vida

    La fórmula que empleaba Agustín García Calvo cuando definía al Estado como 'administrador de muerte' -“no hay verdadero Estado que sin alguna forma de Pena de Muerte sobre sus súbditos pueda sostenerse”, en ¿Qué es el Estado? (1977)- parece que no puede defenderse en la actualidad en España, ni en aquellos Estados que como el nuestro no contemplan en su ordenamiento jurídico la pena capital. 
 
    Cuando se publicó el librillo en 1977, aún estaba vigente en España la pena de muerte. Dos años antes, en 1975, se habían producido las últimas ejecuciones en las que fueron fusilados tres miembros del FRAP y dos de ETA, y un año antes habían sido ejecutados a garrote vil Salvador Puig Antich y Heinz Chez en Barcelona. Podía muy bien decirse que el Estado español en aquel entonces no ocultaba su más negra entraña justiciera. 

    La pena capital quedaría abolida de hecho en la constitución de 1978, aunque se mantenía todavía para los casos que la legislación militar estableciera en tiempo de guerra por traición, rebelión militar, espionaje, sabotaje o crímenes de guerra. En 1995 sería finalmente suprimida de la legislación militar española con el acuerdo de todos los partidos políticos.  
 
    Hay que agradecer, desde luego, el hecho de que el Estado español haya abolido de su ordenamiento jurídico la pena capital que es el Crimen de Estado, pero ese gesto bondadoso de renuncia a su poder de decretar la muerte no significa que haya dejado de administrar la vida, que viene a ser lo mismo que la muerte, de sus súbditos, ya que el Estado nos impone, sin decretarla expresamente ni reconocerla como tal, la Pena de Vida, es decir, una vida penosa que apenas merece ese nombre, caracterizada por la pérdida de libertad habilitando para los casos extremos cárceles y manicomios u hospitales psiquiátricos.  La vida, sin libertad, así lo sentimos todos, no merece la pena de vivirse ni de llamarse vida tan siquiera. 
 
    Muestra, sin embargo, así el Estado su cara más amable y benigna haciendo gala de su bondad cuando decide no ejecutar legalmente ni privar de libertad indefinidamente a ninguno de sus súbditos. En España, en efecto, no existe la cadena perpetua en sentido literal, porque sería contraria a los principios en los que se basa el sistema penal que se nos impone y justifica procurando la reinserción del preso en la sociedad, de ahí que una condena vitalicia no sea compatible con la constitución española que dice que las penas privativas de libertad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social. 
    Sin embargo,  se recoge en la legislación vigente desde el año 2015 la llamada Prisión Permanente Revisable, que está destinada a castigar los delitos de mayor gravedad, que impide a los sentenciados optar a una revisión de su condena hasta que no hayan pasado al menos 25 años entre rejas, siempre que haya pronóstico de reinserción. El Estado tiene el poder de privar de libertad a sus súbditos previo juicio y condena, erigiéndose de alguna manera en un dios justiciero que envía a los pecadores al purgatorio hasta que hayan pagado su pena. Esa privación de libertad que el Estado lleva a cabo sirve también sobre todo para que quienes estamos fuera de la cárcel y del manicomio u hospital psiquiátrico creamos, por contraposición, que somos libres y cuerdos por eso mismo, y que la libertad consiste simplemente en no estar encarcelado. 
 
  Recordemos además que la carta magna otorga poderes excepcionales a las autoridades civiles o militares de España para poder afrontar situaciones extraordinarias y graves, pudiendo decretar estados de alarma, excepción y sitio, que son los tres regímenes excepcionales contemplados. No olvidemos los recientes arrestos domiciliarios o confinamientos bajo cuarentenas y toques de queda, vivos en nuestra memoria más reciente. 
 

   El Estado administra la muerte de sus súbditos, podemos decir, con García Calvo, de un modo mucho más general, reduciendo su vida a Proyecto y a Futuro -las mayúsculas son del autor- “es decir, a Muerte (puesto que se llama Tiempo a la Muerte de la vida, y el Tiempo es esencialmente Futuro, que es el lugar de la Muerte, temida y esperada”. El Estado se funda en la organización o muerte de la posible vida que pudiera haber vivido un pueblo indefinido y no numerable en número de almas y no sometido a ningún régimen político.

    La 'bondad' del Estado, que renuncia a ejecutar legalmente y a condenar a cadena perpetua a sus súbditos o a tratarlos de locos, no significa que no tenga ese poder. De hecho, está privándonos de libertad, de cordura y de vida de otras formas a todos y cada uno: llamando “libertad”, como hace el actual gobierno progresista español, a los últimos cincuenta años desde la muerte del dictador, y al hecho de no estar circunstancialmente encarcelado o recluido, y llamando “vida” al mero hecho de no estar muerto. 

 

     El que haya sido abolida la pena capital no significa que el Estado haya dejado de administrar la muerte -necropolítica, lo llaman algunos pedantes con término culterano- de sus ciudadanos, lo mismo que la abolición de la esclavitud no implica que haya dejado de haber esclavos, que son ahora los trabajadores asalariados, que, aunque no estén encadenados, no dejan de ser esclavos inalámbricos.

miércoles, 12 de marzo de 2025

De la gerencia de los recursos humanos

Un tratado tan antiguo de ganadería y agricultura, escrito hace más de dos mil años por Marco Terencio Varrón como es De las cosas del campo (De re rustica), nos ofrece, parece mentira, modernísimos consejos de lo que se ha dado en llamar con flagrante anglicismo H(uman) R(esources) management, es decir, tratamiento o más propiamente manejo del personal laboral para la optimización de los recursos humanos, según la moderna neolengua babélica.

El capítulo XVII del libro primero, en efecto, está dedicado al trato que se debe dispensar a los esclavos y trabajadores "libres". Ya sé que la esclavitud ha sido abolida de la faz de la tierra, pero no su moderna epifanía, que es el trabajo asalariado, por lo que los consejos de un antiguo terrateniente romano siguen siendo válidos, mutatis mutandis, y de  plena actualidad y vigencia para un moderno empresario o emprendedor, dicho sea con término más insidioso, por aquello de que "hoy es siempre todavía".


1º.- ...Deben procurarse operarios que puedan soportar el trabajo, que no sean menores de 22 años y que estén predispuestos a la agricultura. Puede hacerse esa conjetura tras los encargos de otras cosas y, sobre eso, con la investigación entre los que son nuevos de qué habían hecho para el dueño anterior. Se trata de obtener referencias anteriores, bien directas o indirectas para la contratación de los trabajadores a través de entrevistas personales, evaluaciones psicológicas, análisis de currículos...

2º.- Conviene que quienes estén al mando estén imbuidos en letras y alguna cultura humanística, tengan buena conducta, mayores en edad que los operarios mencionados; pues obedecen sus órdenes más fácilmente que las de los que son más jóvenes. Además, conviene sobre todo que quien mande sea conocedor de las cosas del campo, pues no sólo debe mandar sino también trabajar, es decir, predicar con el ejemplo, para que el subordinado lo imite en el trabajo y para que advierta que está al frente de él con razón porque lo supera en conocimiento

Se expresan aquí las cualidades que deben tener los líderes o mánagers -resulta significativa la etimología del palabro, que remonta al italiano 'maneggiare' y a nuestro 'manejar', con el significado de 'controlar un caballo'-, jefes y subjefes o jefecillos: experiencia, cierto barniz de cultura humanística y literaria, ejemplaridad, superioridad moral y técnica, etc.
 

3º.- Y no hay que permitirles que manden de forma que obliguen más con latigazos que con palabras,  si así se puede conseguir el mismo resultado. Hay que hacer que los administradores estén mejor dispuestos con incentivos y procurar que tengan algunos bienes y compañeras esclavas como esposas de las que tengan hijos; pues con ello se los hace más seguros y más ligados a la finca. 

Se fomenta aquí el refuerzo positivo y lo que hoy se da en llamar el “salario emocional”, buscando la implicación del trabajador en la empresa y su fidelización (sic, por el palabro). Como sugiere Varrón con un juego de palabras en latín,  no hay que ser autoritario (uerberibus es el nombre del látigo), sino persuasivo (uerbis, con referencia a las palabras). El trato humanitario que se predica aquí hacia los esclavos será el defendido por la Iglesia, que históricamente no cuestionó la esclavitud, sino sólo los malos tratos dispensados a los esclavos, abogando por la mejora de las condiciones laborales, y, por lo tanto, por la pervivencia y supervivencia de es lacra de la humanidad que es la esclavitud, porque eso hará a la larga que perdure la servidumbre y que vaya adquiriendo nuevas modalidades, desde el modo de producción esclavista, pasando por el feudal, hasta el actual capitalista, en la terminología de Karl Marx.

4º.- Hay que atraer la voluntad de los administradores concediendo alguna distinción, y asimismo, en cuanto a los trabajadores que han de estar sobre otros, hay que tratar también con ellos sobre los trabajos que hay que hacer porque, si así se hace, piensan que son menos infravalorados y que son tenidos en cierta consideración por el propietario. Se los hace más aplicados en el trabajo con un trato más liberal ya sea con más generosidad en la comida o en el vestido, con la remisión de trabajos o con alguna concesión (...), y con otras medidas del mismo tipo, para que compensando a los que se ordenó o advirtió de algo con dureza, se les restituya la voluntad y bienquerencia hacia su dueño.

 
El propietario, empresario o emprendedor debe procurar que sus subordinados y empleados se impliquen emocionalmente con él y se identifiquen con la empresa. Algunos incentivos de los que habla Varrón (generosidad en la comida o el vestido) están lógicamente fuera de lugar y desfasados hoy, pero no la remisión de trabajos o las primas de productividad, o el "salario emocional" que consiste en considerarlos indispensables para el buen funcionamiento de la empresa, logrando que los "explotados" ni siquiera se consideren tales a sí mismos. Si no sienten la explotación que padecen, la soportarán más fácilmente porque no son conscientes de que existe. En definitiva, ay, nada nuevo bajo el sol.

martes, 11 de marzo de 2025

La verdad es la verdad (se diga donde se diga)

    El Presidente de la Junta de Castilla y León, una de las diecisiete Españitas o reinos de taifas autonómicos de esta curtida piel de toro, ha anunciado la dimisión de la hasta el 7 de marzo pasado Directora General de Salud Pública de la Comunidad Autónoma que él regenta, tras sus declaraciones en un programa televisivo autonómico en las que señalaba que la pandemia de Covid-19 "no fue de gran gravedad". 
 
     El Presidente ha pedido disculpas por estas afirmaciones que algunos se apresuraron a calificar de negacionistas en seguida. Creo que sus declaraciones han sido un error grave. Y lo primero que tengo que hacer es pedir disculpas a toda la población en nombre del Gobierno de Castilla y León, dijo el presidente en aras de la corrección política. 
 
    La dimitida Directora General aseguró en un programa de televisión que la pandemia por la covid-19 "no fue de gran gravedad", ya que aunque al principio afectó también a la población joven, "rápidamente el virus evolucionó para convertirse en grave solo en los extremos de la vida". 
 
     El Presidente de la Junta castellano-leonesa no ha destituido a la Directora General, ya que ella le presentó su dimisión. Es cierto que podía haberla rechazado, pero la aceptó. Hubiera sido una grosería imperdonable rechazarla... La propia Directora General parece que reconoció que no estaba en un foro académico para decir lo que dijo, ya que, como ella misma advirtió en aquel programa: Probablemente, haya gente que se revuelva en el sofá cuando lo escuche
 
    Pero la verdad es la verdad, y es lo que ella había dicho, se diga en el foro o ágora que se diga. Lo que sucede es que una mentira cuando se repite insistente- y periódicamente como se ha reiterado esta durante tanto tiempo se convierte, sin dejar de ser lo que es, una hiperbólica trola, en noticia y periodismo. Y decir ahora que el león no era tan fiero como nos lo pintaron, cosa que es verdad, pone en el punto de mira directamente enseguida a los que así nos lo pintaron por alguna razón inconfesable. 
 

 "No es que os tomemos por tontos, es que lo sois".

     La verdad, en este caso, la denuncia de la mentira, no depende del lugar donde se diga. Pero sostener esta verdad científica sería, al parecer, una falta de empatía y de respeto imperdonable hacia las víctimas, que según los registros oficiales serían cientoveintemil  en las sufridas Españas. Pero vayamos a los datos oficiales mundiales y no nos dejemos embaucar por los números: habrían muerto siete millones de personas como resultado de la pandemia en el universo mundo en cinco años, lo que no es tan grave, en efecto, si tenemos en cuenta que cada año mueren en el planeta dos millones y medio de víctimas de neumonía corriente y moliente, y no pasa nada: no nos confinan ni se declaran estados de alarma inconstitucionales. Si multiplicamos este último dato por los cinco que llevamos, han muerto doce millones de personas de neumonía en el mundo. Por no hablar de los ocho millones que mueren cada año por enfermedades causadas por el tabaquismo, cuyo producto se sigue vendiendo impunemente en los estancos y lugares de alterne a los mayores de dieciocho años sin más restricciones que la advertencia: "Fumar mata". 
 
    Pero no perdamos de vista que ese dato oficial de los siete millones de víctimas de la enfermedad del virus coronado de la cosecha del 2019 no es una cifra cierta, porque muchos de ellos murieron por otras causas, pero como según una prueba fraudulenta de PCR tenían positivamente el virus, fueron contabilizados como víctimas del virus, y no es una cifra cierta porque muchos de ellos murieron  por la aplicación de los protocolos hospitalarios y de las residencias de ancianos donde se les dejaba morir, y víctimas del confinamiento que obligaba a los enfermos a quedarse en casa para salvar vidas y no saturar hospitales, por no hablar de las víctimas de la salvífica vacuna, que ese es otro cantar.  Y eso sí que ha sido grave, pero claro, nadie les obligó a ponérsela, como dice la ministra.
       El caso es que la Directora General ha dimitido por decir la verdad donde precisamente no podía decirse: en un programa de televisión. Al parecer, quitar hierro a la pandemia es cosa de negacionistas de ultraderecha. Este vocablo de "negacionista" se usa despectivamente para descalificar a quien se atreve a cuestionar la versión oficial de un determinado fenómeno. Pero lo cierto es que no fue tan grave la epidemia como la desastrosa gestión sanitaria y política que se hizo de ella.
 
    Mucho más grave fue que la dimisionaria Directora General reconociera hace cinco años que la decisión de su Comunidad Autónoma de suministrar la vacuna tetravalente antimeningocócica, adelantándose a las restantes dieciséis Españitas, fue tomada, a demás de por razones técnicas, por condicionamiento electoral. "Hay quien dice que la medida es electoralista... ¡Pues claro que sí!", reconoció entonces, opinando que no debería ser así, pero asegurando para curarse en salud que "la justificación, desde un punto de vista técnico, es abrumadora". La torpeza política de esta mujer parece que consiste en decir la verdad. Pero se agradece.

lunes, 10 de marzo de 2025

El turista impertinente ( Y ¿para qué?)

Un pueblecito blanco y azul de una minúscula isla griega. Un entrometido turista norteamericano o nipón o germánico –vaya usted a saber su procedencia, en todo caso extranjero y de mentalidad anglosajona, japonesa o alemana, uno de esos que sólo se preocupa de trabajar y descansar para recargar las pilas y volver a trabajar-, se acerca a un paisano adormecido. Podría haber sido, en otras versiones, un mexicano, o un andaluz o un italiano del sur, quizá un siciliano, alguien de mentalidad latina. En todo caso duerme en la playa, oyendo el oleaje junto al mar. El turista le despierta de su siesta, y entabla la siguiente conversación: 
 
—Oiga, usted, ¿a qué se dedica, si puede saberse? 
—Soy pescador. –Responde el griego frotándose los ojos. 
—¡Vaya, pues debe ser un trabajo muy duro y muy esclavo el suyo! Trabajará usted muchas horas. 
—Sí, muchas horas, -replica el paisano de Homero. 
—¿Cuántas horas, si no es indiscreción? –Pregunta el curioso turista impertinente que ni siquiera estando de vacaciones como está puede olvidarse del laburo embrutecedor. 
—Bueno, trabajo unas tres o cuatro horitas al día. 
—Pues no me parece a mí que sean muchas. ¿Y qué hace el resto del tiempo, si no le parece mal que le siga preguntando? 
—Bueno, me levanto tarde. Voy a pescar un rato, ya le digo, juego con mis hijos, duermo la siesta con mi mujer y luego, al atardecer, salgo a tomar unas cervezas y a tocar el buzuqui con los amigos en la taberna.
El turista extranjero reacciona inmediatamente de forma airada y le reprocha: 
—Pero hombre, ¿cómo puede vivir usted así? 
—¿¡Qué quiere decir!? 
—¿Por qué no trabaja usted más horas? 
—¿Y por qué iba a trabajar más?, ¿qué necesidad tengo yo de hacer una cosa así?, responde preguntando el griego. 
—Porque así al cabo de unos años podría comprar un barco más grande que esa barcucha que tiene. 
—¿Y para qué? 
—Para aumentar sus capturas y, si lo hace, podría contratar a algún empleado y llegar a abrir su propio negocio de pescadería en este pueblecito. 
—¿Y para qué? 
—Para luego poder abrir una pescadería en la capital. 
—¿Y para qué? 
—Para más adelante montar una industria de pescado en conserva y abrir delegaciones en Estados Unidos y en Europa, por ejemplo.
—¿Y para qué? 
—Para exportar conserva de pescado griego y que las acciones de su empresa coticen en bolsa y hacerse usted inmensamente millonario. 
—¿Y para qué todo eso? –Preguntó el griego un poco molesto ya por tanto interrogatorio. 
Pues para poder jubilarse tranquilamente el día de mañana, levantarse tarde sin tener que madrugar, jugar un rato con sus nietos, venir aquí a echar la siesta a la vera del mar, salir al atardecer a tomarse unas cañas de cerveza y a tocar el buzuqui con los amigos en la taberna... 
¿Y no se da usted cuenta de que eso es lo que hago yo ya precisamente sin trabajar tantas horas y sin esperar al día de mañana para poder disfrutar de ello? 
 
 
 oOo
 
(El diálogo anterior está basado en el encuentro de un turista millonario gringo con un pescador mexicano, tomado de los traperos de la Red al husmear aquí y allá en busca de los escasos tesoros perdidos que puedan encontrarse en el fondo de sus procelosas y abisales aguas. Lo he modificado, más a mi gusto, por el encuentro entre un turista de un pescador de un pueblecito de una isla griega. He dado noticia en Lo flamenco de una anécdota muy parecida que recogió el escritor John dos Passos en su "Rocinante vuelve al camino", su relato de viajes por España, en que narra el encuentro con unos arrieros que van con sus mulos por la provincia de Granada).

domingo, 9 de marzo de 2025

Tres notas de Robert Musil

Leo El hombre sin atributos ('Der Mann ohne Eigenschaften'), la larga novela inacabada de Robert Musil, de la que tomo tres notas, a propósito de tres temas acuciantes como son la guerra y la paz, los niños y su sacrificio en aras del futuro, y las ideas, cuya vocación es convertirse en ideas fijas u obsesiones enquistadas en nuestra mente, según la traducción del alemán de José María Sáenz publicada por Seix Barral en Barcelona, 1973: 
Sobre la guerra: El general (Stumm) […] perseveraba en la convicción de que la guerra no es más que una continuación de la paz con medios más violentos, un orden enérgicamente vigilado, sin el cual el mundo no puede subsistir. 
Sobre los niños: Los adultos cometen un pecado bárbaro al destruir la virtud creadora del hijo arrebatándole su mundo, al ahogárselo con el saber muerto y convencional, y al orientárselo hacia fines precisos y extraños. El niño no es productivo, su actividad se reduce al juego y al crecimiento; acepta sólo aquello que verdaderamente puede asimilar, a no ser que se haga uso de la violencia; todo objeto que toca adquiere vida; el niño es un mundo, un cosmos, intuye lo último y absoluto, aunque no lo sepa expresar; pero se mata al niño enseñándole a comprender los fines y encadenándole a las circunstancias de cada caso, a las cuales se les llama, hipócritamente, realidad. 
 
Sobre las ideas: O bien, supón que, literalmente, una idea se apoderase de ti; ¡en el momento en que sintieses físicamente este encuentro, te hallarías ya en la frontera del reino de la locura! Y así, cada palabra desea ser tomada al pie de la letra, para no echarse a perder convirtiéndose en una mentira; pero tampoco se puede tomar ninguna palabra al pie de la letra, porque el mundo se convertiría en una casa de locos.
 

sábado, 8 de marzo de 2025

Creando Opinión Pública

Tres reputados pandemiólogos largan en un foro sobre los retos del futuro: «Va a haber otra pandemia, pero no sabemos cuándo: tenemos que estar muy preparados».
 
Según el Financial Times, Europa debe recortar su Estado de bienestar (welfare State) en pro de un Estado de guerra (warfare State) y defender el continente.
 
La abogada dice: Con todo dolor de mi corazón, España debe mandar tropas a la guerra, y lo siento mucho por los que van a morir, especialmente por los jóvenes.
 
  Hay muchos capitostes que dicen que sobra población en el planeta, por lo que nada mejor, a fin de disminuirla, que una guerra a la que nos arrastran de cabeza.

En 1868, la comarca de El Bierzo vivió los efectos de la insurrección que derrocó a Isabel II, la Gloriosa, cuyo lema revolucionario fue «¡Abajo lo existente!».
 
El Jefe del Ejecutivo patrio aboga por una digitalización «humana y humanista», clamando, ojo al pareado, «contra una tecnocasta / que hace todo por la pasta».

¿Hasta qué punto la hipotética y futura guerra contra Rusia es una amenaza real o es un mero pretexto para incentivar así la economía y la política europeas?
 
El presidente francés, firme y empalmado ante los primeros acordes de La Marsellesa, llama a los ciudadanos europeos a las armas y a formar los batallones.
 
El Banco Central Europeo respalda la política de rearme de la Unión porque el gasto en defensa añade crecimiento y mejora la productividad al añadir innovación.