Publica Juan Soto Ivars en El Confidencial un artículo titulado “Ayuso asesinó en las residencias geriátricas de Madrid a 120.000 personas” a raíz de un programa especial sobre la pandemia emitido por el Ente Público, alias Televisión Española, titulado '7291' sobre los fallecidos durante la primera ola de la pandemia de la covid-19 en las residencias de mayores de la Comunidad de Madrid, en el que confronta sus recuerdos personales con la doctrina del documental, que pretende responsabilizar a la presidenta de la comunidad madrileña de haber enviado a los ancianos de las residencias De Madrid al Cielo.
En el documental se dice que los muertos de las residencias madrileñas son la (única) deuda que nos queda por saldar con las administraciones.
Recuerda Soto Ivars cómo había que bajarse la mascarilla para comer en un restaurante y subirla si uno iba a mear. Recuerda cómo al principio las mascarillas no servían porque no había y luego se hicieron fundamentales para evitar los contagios cuando los políticos comenzaron a lucrarse con su venta, por lo que aquí se mantuvieron mucho más que en cualquier otro país europeo a fin de salvar muchas más vidas.
Pero, claro, esos recuerdos personales deben ser fake news, porque el Ente Público ni los menciona.
Recuerda que en un hospital de Barcelona al que llamó en concepto de periodista para escribir un artículo le dijeron que “no se podía derivar a un nonagenario con neumonía bilateral por covid a los hospitales colapsados, porque había que priorizar a los pacientes con perspectivas de supervivencia”. También recuerda haber visto un vídeo de una residencia de ancianos de Gerona (perdón, Girona) de donde “salían bolsas largas en camillas durante la noche directas a un crematorio”. Pero, como reconoce irónicamente, su memoria debe engañarle porque, seguramente, se trataba de alguna residencia de la comunidad madrileña.
A él, le parecía, que era algo que estaba sucediendo en casi todas las residencias de España, pero su memoria, una vez más, le engañaba porque el Ente Público, la Voz de Su Amo, dice que sólo ocurrió en Madrid, donde se concentraba toda la tercera erad residente de la curtida piel de toro bravo que son las Españas.
Pero hay que agradecerle a la televisión pública que nos saque de los errores traicioneros de la memoria y administre ella la información de la verdad objetiva. El Ente Público es Televisión Española, la Voz de su Amo, es decir, la Voz del Gobierno, que desvía así el tiro hacia otro objetivo.
Había sido esta una buena ocasión para reconocer los errores cometidos -el doctor Christian Perronne se preguntaba ¿Hay algún error que no hayan cometido?-, entonar el mea culpa y pedir perdón por la pésima gestión de la pandemia, y por estos treinta errores que señala el doctor Juan Gérvas por los que deberían pedir perdón los salubristas y los políticos. Y no ha sido así. La conclusión, apunta Soto Ivars, es que “hay que mandar a los líderes de la Comunidad de Madrid al Tribunal de La Haya y condenarlos por genocidio. En la pandemia murieron más de ciento veinte mil personas. Fue un crimen contra la humanidad hacinar a tanta gente en las residencias de ancianos de la Comunidad de Madrid”.
Está claro que el Ente Público utiliza a la lideresa como chivo expiatorio o cabeza de turco, achacándole a ella todas las culpas para eximir a otras personas de igual o más alto rango. No creo yo que la Comunidad de Madrid sea una víctima inocente de este ataque desconsiderado, ni voy a batirme yo en su defensa, Dios me libre de Dios y de eso, pero sí me parece poco honesto, cuando desde el Ministerio de Sanidad se enviaba morfina y sedación a las residencias de toda la nación, y se nos instaba a todos (y a todas, como diría innecesariamente el gobierno progresista) a quedarnos en casita para salvar vidas, bajo arresto domiciliario voluntario y toque de queda o restricción de movilidad nocturna, según el ejercicio de pedagogía semántica del impresentable presidente del gobierno, y no colapsar unos hospitales que estaban, por lo demás, semivacíos.