domingo, 3 de marzo de 2024

El flujo continuo o la diarrea heraclitana (I)

    Para muchos lo más característico de la filosofía de Heraclito es el “pánta rheî” (todo fluye), cuya versión latina sería por ejemplo “omnia fluunt” o “cuncta fluunt”, como aparece en las Metamorfosis (XV, 178) de Ovidio, atribuida esta doctrina allí a Pitágoras, pero esta frase no figura en los fragmentos literales conservados de Heraclito, por lo que en buena lógica no puede atribuírsele y de hecho no se le asignó hasta mil años después. 
 
    En efecto, un autor tardío, Simplicio de Cilicia (Física, 1313, 11), se la imputa a Heraclito tal como se la conoce, por lo que hemos de pensar que no es una frase original del libro. Esta frase esquematizaría la supuesta creencia de Heraclito de que todo está cambiando continuamente, convirtiéndolo en el filósofo del devenir, que luego la historia de la filosofía contrapondría a Parménides, que sería el filósofo de la permanencia del ser. 
 
    Pero la raíz del equívoco arrancar ya de Platón, que formuló en el Crátilo (mejor que Cratilo, pese a Borges) el “pánta choreî” (todo se va): dice en alguna parte Heraclito (λέγει που Ἡράκλειτος) que todo se va y nada permanece (ὅτι πάντα χωρεῖ καὶ οὐδὲν μένει). 
 
 
    Lo primero que hay que decir es que la traducción es aproximada, porque el adverbio που significa, además de en alguna parte, quizá, probablemente, más o menos... Este adverbio nos pone sobre la pista de que la cita que Platón pone en boca de Sócrates no es literal sino aproximada, un poco o bastante imprecisa tal y como está almacenada en la memoria, e incluso podría ser irónica, como gustaba el maestro. 
 
     Resulta sospechosa porque las dos expresiones πάντα χωρεῖ y οὐδὲν μένει significan lo mismo: En efecto hacer una formulación lapidaria como “todo se va” o, si se prefiere la fórmula canónica, “todo fluye” no necesita una aclaración posterior, redundante y consiguiente como “nada permanece” o “no queda nada”, en la que hemos canjeado el todo por la nada y el irse por el quedarse, con lo que decimos lo mismo con otras palabras, como si no recordásemos la formulación exacta y recurriésemos a dos tentativas de decirlo: a 'todo' (pánta) le oponemos como sujeto de la nueva frase su contrario 'nada' (oudén) y al predicado verbal 'se va' (choreî) le contraponemos 'permanece' (ménei). 
 
    Esta formulación no parece propia de Heraclito, al que le gusta contraponer a una cosa su contraria (vivos/muertos, dioses/hombres, bien/mal...) y parece más bien propia de alguien que no recuerda las palabras exactas de la formulación literal y que ha simplificado lo que decía el efesio convirtiéndolo en doctrina y frase hecha que expresa de dos maneras diferentes la misma idea porque no recuerda acaso o no quiere recordar la formulación exacta que incluiría su contradicción. 
 
Heraclito, según Rafael en La Escuela de Atenas y El Roto. 
 
    Habríamos esperado, en efecto, de Heraclito una formulación más contradictoria, es decir, que expresara la contradicción, algo así como Todo fluye y todo permanece: πάντα χωρεῖ καὶ πάντα μένει, o por decirlo a lo poético, como en aquel octosílabo de Machado, “todo pasa y todo queda”. O dicho con otras palabras y aplicándolo a las metamorfosis o transformaciones como en aquella canción de Georges Moustaki: 'nada ha cambiado y, sin embargo, todo es diferente' (rien n'a changé et pourtant tout est différent).
 
    Si no coordinamos ambas frases, como por ejemplo "Todo pasa y no pasa nada", estamos expresando dos doctrinas, dos opiniones personales o creencias, formulaciones incompletas o cojas, que necesitan el miembro que falta para decir algo que no sea completamente falso, al formular algo contradictorio que resulta verdadero en sus dos mitades contrapuestas, porque el pensamiento necesita ambas muletas para poder formular un razonamiento completo, no una sola de ellas. 
 
    En su lugar, nos ha quedado ya desde Platón y probablemente desde los heraclitanos como Crátilo la fórmula original que suponemos reducida a la primera de sus dos mitades, y convertida en doctrina, es decir en mera opinión , creencia personal o idíā phrónēsis: el flujo o diarrea universal, cuando lo que pretendía la fórmula era luchar contra esa posibilidad (y de paso, al conjugarlas y coordinarlas, contra la contraria, la doctrina complementaria de la inmutabilidad y permanencia de todo). 
 
Pánta rheî, Fabio Sedia (¿2015?) 
 
    La frase del Crátilo continúa diciendo: y comparando los seres con la corriente de un río (καὶ ποταμοῦ ῥοῇ ἀπεικάζων τὰ ὄντα) dice que dos veces no puedes meterte en el mismo río (λέγει ὡς δὶς ἐς τὸν αὐτὸν ποταμὸν οὐκ ἂν ἐμβαίης), pero otro día volveremos sobre los ríos heraclitanos.

sábado, 2 de marzo de 2024

Noticias del mundo y Cita con Adorno

Noticias del mundo
 

La Tierra, aunque achatada por los polos, no es plana sino redonda según la evidencia científica, pero el mundo es cada vez más plano, y plano su encefalograma. 

 En el Ministerio de Defensa no se habla del concepto obsoleto de “guerra” sino del eufemismo “resolución de conflictos”, como si no fuera lo mismo de lo mismo. 

Sancho Panza, antes de hacerse cargo del gobierno de la ínsula, le escribía a su mujer que iba, como todo gobernador, a hacer dineros “con grandísimo deseo”. 

La Vonder, como ya hizo durante la pandemia con la industria farmacéutica, garantiza ahora a la militar dinero de los contribuyentes y un negocio “sostenible”. 

La guerra se detiene, como todo el mundo sin duda sabe, fabricando armamento y enviándolo al frente, igual que se apaga un incendio echándole al fuego gasolina. 

 Caen las mascarillas: Si había alguna duda, ya sabemos cuál era la verdadera razón de obligarnos a llevar bozal pese a su ineficacia demostradísima: el negocio. 

El ejército protege la paz y la industria farmacopólica la salud, sosteniendo ambos guerras y enfermedades respectivamente como justificación de su existencia.

 

 ÚLTIMA HORA: Israel dispara a una multitud que asalta camiones de comida en Gaza “en un incidente (literal) con decenas de muertos”, según el Periódico Global.

  oOo
Cita con Theodor W. Adorno
 
Freiheit wäre, nicht zwischen schwarz und weiß zu wählen, sondern aus solcher vorgeschriebenen Wahl herauszutreten. (Theodor W. Adorno, Minima moralia 85). 
 
"La libertad consiste no en elegir entre blanco y negro, sino en escapar de toda alternativa preestablecida." 

 
 
 
 

viernes, 1 de marzo de 2024

En marzo, las marzas.

En las calendas de marzo, sin permiso del alcalde, vamos a cantar las marzas y a daros un poco el cante.
 
 La tradición da licencia a estas coplas y cantares. Y por eso aquí venimos sin que nos lo mande nadie. 
 
En marzo empezaba el año que se consagraba a Marte en tiempos de los romanos, y sus guerras y combates. 
 
Maldita la falta que hacían, maldita la falta que hacen. Otras guerras más antiguas hay de damas y galanes. 
 
 Pero no teman, vecinos, venimos en son de paces nosotros aquí, marceros de marzas tradicionales. 
 
 
 
 Marzo, seas bienvenido de días primaverales. Bienvenido, marzo, seas, a echar una cana al aire. 
 
Ya van más largos los días y las noches más amables. Si una puerta se nos cierra, otras muchas hay que se abren. 
 
 Pedimos el aguinaldo y esto, que no ofenda a nadie: pan y un cuartillo de vino, que se nos seca el gaznate. 
  
Por delante la verdad con sus pelos y señales: no hay que andarse con mentiras ni falsas realidades.

Lo que digan obispado y nuestras autoridades nos entra por un oído, y por el otro nos sale. 
 
Lo que enseñan en la escuela para la vida no vale: dos y dos nunca son cuatro, como todo el mundo sabe.
 
 
 
Damas y galanes oigan: Antes, moza, de casarte, y antes de casarte, mozo, mira mucho lo que haces.
 
 Mira al cura, qué bien vive, que el buey solo bien se lame, soltero y en mancebía: si te casas, te enterraste. 
 
"Cada oveja, su pareja"; pero, como ustedes saben, las ovejas se emparejan solo al ir a aparearse.
 
 Viva el amor libre, vivan el desmadre y el despadre,  sea lo que sea eso, y que no se ofenda nadie.
 
Y allá va la despedida de nuestras coplas marzales: nos vamos, porque ya es hora, con la música a otra parte. 
 

jueves, 29 de febrero de 2024

Con el alma en un vilo

En el mar de la duda en que bogo” (Bécquer)

  Ángel Exterminador, cementerio de Comillas, Josep Limona (1895)
 
Con el alma en un vilo, lobo que aúlla versos de amor románticos bajo la luna 
 
 bogando a la deriva va de las musas, naufragando en muy vastas mares de dudas. 
 
Olvidada la letra, queda la música, rimas que son cadencias de oro y de púrpura. 
 
¿Dónde está la razón? ¿En la locura? ¿Es la niebla que acecha densa, traslúcida? 
 
Las ideas son átomos de aire, burbujas, olas que en playas rompen hechas espumas. 
 
En la pupila el alma baila desnuda. Vuela el cendal, el céfiro suave susurra. 
 
Resplandeciente arcángel vela las tumbas con la espada sacada ya de su funda. 
 
Un cementerio gótico y arquitectura de un paisaje que no tiene figuras. 
 
En el aire, el misterio y una pregunta: ¿Quién tañerá la lira sin partitura? 
 
Un silencio elocuente, sordo, retumba: se oye su eco, prosaica literatura.

miércoles, 28 de febrero de 2024

De la demerastia, a propósito de Alcibíades

    Platón, haciendo uso de la enorme plasticidad que le permitía la lengua griega que manejaba, inventó el neologismo 'demerasta' -griego δημεραστής, a partir de δῆμος (dêmos) puebloἐραστής (erastés) enamorado, amante, a imagen y semejanza de 'pederasta' (amante o enamorado del niño), y lo puso en boca de Sócrates en su diálogo Alcibíades (1 132 a), donde el maestro que reconocía su ignorancia  le aconsejaba al niño bonito que era Alcibíades (al que Cornelio Nepote le dedicó los adjetivos latinos luxuriosus, dissolutus, libidinosus, intemperans, que no necesitan mucha traducción) y del que estaba por otra parte enamorado (sus dos grandes pasiones, según confiesa, fueron Alcibíades y la filosofía) que no se convirtiera en un demerasta o, si se quiere, populista, con palabra de raigambre latina y, como suele decirse, de más rabiosa actualidad:


 Sócrates reprochando a Alcibíades, Anton Peter (1819)

    Y de ahora en adelante, si no te dejas corromper por el pueblo de los atenienses y no llegas a envilecerte, yo no te abandonaré (καὶ νῦν γε ἂν μὴ διαφθαρῇς ὑπὸ τοῦ Ἀθηναίων δήμου καὶ αἰσχίων γένῃ, οὐ μή σε ἀπολίπω). Pues lo que yo temo muy mucho es que convertido en amante del pueblo te eches a perder (τοῦτο γὰρ δὴ μάλιστα ἐγὼ φοβοῦμαι, μὴ δημεραστὴς ἡμῖν γενόμενος διαφθαρῇς), lo que a muchos de los atenienses ya también les ha pasado (πολλοὶ γὰρ ἤδη καὶ ἀγαθοὶ αὐτὸ πεπόνθασιν Ἀθηναίων) . 
 
Sócrates y Alcibíades,  Christoffer Wilhelm Eckersberg (1816).

    ¿Qué hay de malo en ser un amante del pueblo, un demerasta, un populista? En principio no tendría por qué ser algo negativo, sino todo lo contrario, ya que se trata de una forma de amor amparada bajo la protección del dios Eros. El problema reside en que no es un amor desinteresado, sino que en los sistemas de gobierno democráticos como era el ateniense y son la mayoría de los que hoy padecemos ese amor es interesado: busca los votos del pueblo para legitimar el gobierno unipersonal y tiránico que se ejercerá sobre el propio pueblo con su consentimiento.

    Ya un historiador tan penetrante como Tucídides vio que la democracia ateniense de Periclés que tanto se ha ponderado y ensalzado en los tiempos modernos como logro de la humanidad y modelo de democracia directa... no dejaba de ser una tiranía. En efecto, el historiador griego dejó escrito en el libro segundo 65, 9, de La Guerra del Peloponeso,  y hablando de Periclés, que fue el tutor por cierto del joven Alcibíades: Era una democracia de palabra (en teoría), pero de hecho (en la práctica) era el gobierno del primer ciudadano. ἐγίγνετό τε λόγῳ μὲν δημοκρατία, ἔργῳ δὲ ὑπὸ τοῦ πρώτου ἀνδρὸς ἀρχή. 

Sócrates y Alcibíades, Édouard-Henri Avril (1906)

    Contrapone Tucídides la palabra, “logo” λόγῳ, con la tozuda realidad de los hechos, “ergo” ἔργῳ: bajo el nombre de democracia oficialmente gobernaba el pueblo, pero en realidad el que mandaba era el presidente del gobierno, diríamos hoy con flagrante anacronismo, elegido por el pueblo.

    Se revela así que la democracia no deja de ser la perfección de la dictadura, dado que el déspota, dictador, tirano, sátrapa o como quiera llamarse está legitimado por el amor del pueblo traducido en votos. Para lograr esos votos el aspirante al puesto de presidente del gobierno debe amar y halagar hasta la hez al pueblo, convertirlo en electorado, y ser un populista o demerasta. Se trata de un amor interesado, porque es fruto de la ambición de poder. Si quieres llegar a ser el primer ciudadano, es decir, presidente del gobierno, debes ser un demerasta, un populista, y, por lo tanto, un demagogo.
 
    Frente a ese amor interesado, podría haber un amor libre y desinteresado por el pueblo y por lo popular, no por el pueblo definido en naciones o unidades estatales, sino por el pueblo indefinido en general, ese que no quiere que se ejerza sobre él ninguna soberanía, ya que él, o sea nadie por encima de él, es su único soberano, pero no era el caso evidentemente de Alcibíades que nos ocupa. Y ese amor no tendría nada de malo o censurable, sino todo lo contrario.

martes, 27 de febrero de 2024

'Imagen iconoclasta' y 'voluntad popular': contradictiones in adiecto

-Imagen iconoclasta: Cuando decimos que alguien cultiva una imagen iconoclasta, incurrimos en una contradicción en los términos, un oxímoron u oximoro, mejor dicho, concretamente en una contradictio in adiecto en el adjetivo con el que calificamos al sustantivo. Una imagen iconoclasta sería una imagen que destroza las imágenes, rompedora, que entraría en contradicción consigo misma, contraria a todas las imágenes habidas y por haber y opuesta, por lo tanto, a los íconos, que son las imágenes consagradas y que reciben un culto religioso. 

    Íconos, en efecto, eran, en principio, representaciones religiosas de pincel o relieve, usadas en las iglesias cristianas orientales, y, más en general, cualquier tabla pintada con técnica bizantina. Se fomentó su culto entre los feligreses, porque llegaban más fácilmente a ellos que las escrituras sagradas. No obstante, algunas religiones como el Islam han prohibido siempre el culto a las imágenes. Dos nuevas acepciones se suman a esta, que es la tradicional: ícono es también el signo que mantiene una relación de semejanza con el objeto representado; p. ej., las señales de tráfico en las carreteras. E ícono es también, en el campo de la informática, cualquier representación gráfica esquemática utilizada para identificar funciones o programas. 


    Así define el diccionario de la Academia iconoclasta: Del gr. εἰκονοκλάστης, rompedor de imágenes. 1. adj. Se dice del hereje del siglo VIII que negaba el culto debido a las sagradas imágenes, las destruía y perseguía a quienes las veneraban. 2. adj. Se dice de quien niega y rechaza la merecida autoridad de maestros, normas y modelos.  

    Ninguna de las dos definiciones es muy objetiva: Nótese que la Academia habla de "el culto debido a las sagradas imágenes" en la primera definición, sin cuestionarse qué es una imagen sagrada y por qué lo es, y en la segunda definición se incurre en la misma petición de principio "merecida autoridad de maestros, normas y modelos". Tanto en una definición como en la otra sobran los participios "debido" y "merecida", si queremos establecer una definición objetiva y no caer en la iconodulía o veneración -dulía es, más que adoración, dependencia rayana en la esclavitud- de las imágenes, como hace en este caso que nos ocupa la doctísima Academia. 

    Estamos acostumbrados a ver, por ejemplo, camisetas con anuncios de logos multinacionales, que, además de costosas, resultan propaganda gratuita para las transnacionales que hay detrás, con lo que los portadores de esas prendas acaban, por mor de la disidencia y del look contestatario, vistiendo la misma prenda conformista, como si fuera el uniforme de la China comunista de Mao, y  haciéndoles además el juego a las grandes firmas, convirtiéndose en sus hombres-pancarta y sin cobrar por ello;  en vez de eso, todo lo contrario: ¡pagan por hacer publicidad de una marca luciéndola y proyectando una imagen inconformista, que es lo más conformista que puede haber!

    Un ejemplo: Un futbolista inglés archiconocido, cuyo nombre no voy a citar aquí, pero que estará en la mente de casi todos. Dicen que su mujer, experta en marketing y merchandising -observad el discreto encanto de estos gerundios anglosajones de raíz inequívocamente latina porque tienen que ver con la "mercem" o mercancía-, convirtió su matrimonio en la nueva pareja real de Inglaterra, desarrollando el lado fashion y cool de su apuesto marido, al que transformó en un ídolo cuyo atuendo y aliño indumentario, sorprendentes trenzas y cortes de pelo, aretes de diamantes, tatuajes y otras excentricidades o intentos de salirse (ex-) del meollo o cogollo del centro mismo  (-céntrico) de la vulgaridad que nos constituye, se convirtieron enseguida en puntos inevitables de referencia para millones de jóvenes del entero mundo, ávidos de disidencia controlada y de proyectar rabiosamente una imagen rebelde de sí mismos, una imagen iconoclasta, una mera moda.   

    ¿Por qué es una contradictio in adiecto "imagen iconoclasta"? Porque la única imagen iconoclasta sensu stricto sería la no proyección de ninguna imagen, cosa harto difícil en estos tiempos que vivimos en los que cualquier imagen dicen que vale más que mil palabras, cosa que es radicalmente falsa, porque siempre evocará más imágenes una palabra que palabras una imagen, y porque vivimos en una época en que la abundancia de imágenes televisivas o impresas ha acabado atrofiando nuestra imaginación.

    Siempre recuerdo a una abuela mía analfabeta que llamaba "santos" a las ilustraciones de los libros. No iba muy desacertada en una época en que todas las imágenes tienden a convertirse en íconos, es decir, en imágenes sagradas por su carácter aleccionador que nos exige fe, tal es la reverencia y el temor religioso con los que las adoramos.  
 

-Voluntad popular: Según el lógico Frege,  la expresión “voluntad popular”, der Wille des Volks, como decía él, es un ejemplo de expresión lingüística con significado y sentido aunque sin referente, cuyo carácter abstracto, teológico, fabuloso y contradictorio, no se le escapa a nadie. 

    ¿Existe un solo pueblo o varios y muchos? Evidentemente, hay muchos pueblos existentes. ¿Existe una sola y genérica “voluntad popular” o varias y, más aún, muchas y concretas,  tantas al menos como pueblos en el universo mundo? En este último caso ¿cuántas “voluntades populares” existen, si es que existen verdaderamente? ¿Tantas como comunidades políticas organizadas democráticamente desde arriba en forma de estados nacionales?
 
    ¿Qué cosa puede ser la voluntad del pueblo, esa voluntad general y a la vez voluntad de todos y cada uno de los componentes de ese pueblo? ¿Sabe el pueblo lo que quiere? ¿Que gobierne la izquierda o la derecha, o esa componenda que llaman el centro? ¿O que gobierne alguna fuerza política que todavía no se ha dibujado en el panorama electoral? ¿No será, más bien, que no gobierne nadie, que no mande nadie, que nadie sea más que nadie, que el pueblo sea su único y solo soberano?

lunes, 26 de febrero de 2024

La razón de la fuerza contra la fuerza de la razón

    El secretario general de la OTAN, el señor Jens Stoltenberg, ha reiterado el sábado pasado, 24 de febrero, que, dos años después del inicio de la invasión rusa, Ucrania puede seguir contando con el apoyo incondicional de sus socios internacionales; y además: "Ucrania se unirá a la OTAN, es sólo cuestión de tiempo".  Está claro que el señor Stoltenberg y la Organización del Tratado del Atlántico Norte que regenta no tienen empacho en precipitar al mundo  a la tercera guerra mundial en la que ya estamos inmersos sin saberlo. Hemos pasado de la guerra fría a la guerra caliente, tan caliente que nos quema las pestañas.
 
    Conviene que nos demos cuenta de que los países que no están directamente en guerra todavía,  tampoco están en paz, porque la paz no es simplemente la ausencia de la guerra declarada. Nuestras Españas, por ejemplo, no están en guerra, pero tampoco están en paz porque están colaborando durante los dos años que lleva en la guerra de Ucrania adiestrando hombres y enviando armas y dineros al frente de combate.


 
    El Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, el señor Borrell, otro que tal baila y lo hace al mismo son que Stoltenberg, se descuelga con un artículo de prensa titulado La guerra en Ucrania y la agenda geopolítica, que leo en El Diario Montañés de ayer domingo, pero que veo que publican también El Correo, Diario Sur y Diario de Navarra, del grupo Vocento, en el que reconoce que Putin no ha ganado la guerra que dura ya dos años, pero tampoco la ha perdido.
 
    En el mentado artículo, escribe que tenemos tres desafíos: El primero, apoyar a Ucrania “más y más rápido en un nuevo tipo de guerra de alta intensidad que asocia las trincheras de la Primera Guerra Mundial con el papel determinante que jugarán el uso de drones y la inteligencia artificial”. Es decir, estamos actualizando la Primera Guerra Mundial introduciendo en ella los últimos avances tecnológicos y la IA. 
 
    El segundo desafío es “que (Ucrania) sea miembro de la Unión Europea” -cosa que no costará mucho dada su participación en Eurovisión, al igual que la de Israel, que ni siquiera forma parte del continente europeo pero participa en el eurofestival. 
 
    Y tercero pero no menos importante desafío: Prepararnos para un largo período de tensiones con Rusia. “Nuestro esfuerzo militar tiene que ser sostenido” afirma literalmente, dado que el tío Sam podría desentenderse de la seguridad europea. Dice Borrell que visitó hace unas semanas al presidente Volodímir Zelenski, ese actor cómico y títere nato, nunca mejor dicho, y que este, como cabía esperar, le dijo que “era necesario aumentar el suministro de munición” (para la guerra, obviamente), a lo que apostilla el Alto Representante “que es ahora nuestra tarea más importante”. 
 
Ilustración de Adrià Voltà
 
       No sé si merece la pena comentar la ilustración de Adrià Voltà que acompaña el artículo de Borrell: una tarta con los icónicos colores ucranianos del azul y el amarillo ensangrentada por las dos velas o quizá petardos que representan los dos años que con los colores de Rusia -blanco, azul y rojo- enrojecen toda Europa. Es el rojo de Rusia el que tiñe toda Europa, incluida Ucrania, pues parece que se quiere dar a entender que la sangre recae sobre todo el continente.
 
    El resto del artículo se refiere a Gaza, para la que propone una solución política, al contrario de Ucrania, donde no ve más solución que la ayuda militar, es decir, echar más leña al fuego. 
 
    Y finalmente el señor Borrell plantea la “cuestión transversal de nuestra seguridad y capacidad de defensa”, recordando que hace dos años dijo que Europa estaba en peligro y nadie le hizo caso. Supongo que se refiere a la historia aquella del jardín europeo frente a la jungla exterior...  Ahora el tiempo, escribe, le ha dado la razón, y lamenta que”nuestra industria de defensa se ha quedado pequeña” y que no vamos a ser capaces de hacer frente a nuestra agenda geopolítica, es decir, a hacer lo que está mandado desde arriba ”si no somos capaces de defendernos” del peligro que nos acecha, lo que empieza por desarrollar nuestra industria de defensa. Y escribe: “Estamos haciéndolo; por ejemplo, la capacidad de producción de municiones para suministrar a Ucrania ha crecido un 40% en el último año”. 
 
    No plantea él la necesidad de crear un ejército europeo “sino de poder movilizarlo de forma conjunta y coordinada para hacer frente a los retos comunes”. Pero ¿cómo vamos a movilizarlo de forma conjunta y coordinada si no lo hemos creado? Muy sencillo: porque no se trata de crear algo nuevo, sino de algo mucho más fácil: utilizar los viejos ejércitos existentes y subordinarlos a la agenda geopolítica que es lo que está mandado. Porque en el mundo en el que vivimos “se generaliza el uso de la fuerza para resolver los conflictos”.  Lo dice Borrell y punto redondo. Lo dice como si estuviera constatando una realidad que no se puede cambiar y se queda tan ancho, porque es de lo que se trata, de generalizar el uso de las fuerzas armadas para solucionar los conflictos y de hacer que prevalezca como ya de hecho prevalece la razón de la fuerza contra la fuerza de la razón. 
 
 

domingo, 25 de febrero de 2024

VERBA VOLANT, SCRIPTA MANENT

    Según el  adagio latino, las palabras, si se las deja en libertad vuelan: uerba uolant, scripta manent: las palabras vuelan y no sólo porque se las lleve y borre el viento, como decimos nosotros, sino porque tienen alas como los pájaros. Un viejo epíteto homérico resuena muchas veces como el estribillo de una melodía en la Odisea y la Ilíada: ἔπεα πτερόεντα: palabras aladas. Pero las que no han sido pronunciadas y liberadas permanecen prisioneras en la jaula silenciosa de la escritura, que se configura así como sarcófago o cautiverio al menos de la viva voz.




    Como escribe Borges,  el significado de esta máxima era muy distinto en la antigüedad del que le damos ahora, donde parece que preferimos la segunda parte, que las cosas queden por escrito, y decimos “lo escrito escrito está”: El adagio latino VERBA VOLANT, SCRIPTA MANENT, en que ahora se ve una exhortación a fijar con la pluma los pensamientos, se dijo para prevenir el peligro de los testimonios escritos... Aquella frase que se cita siempre: Verba volant scripta manent, no significa que la palabra oral sea efímera, sino que la palabra escrita es algo duradero y muerto. En cambio, la palabra oral tiene algo de alado, de liviano; alado y sagrado, como dijo Platón. Todos los grandes maestros de la humanidad han sido, curiosamente, maestros orales.

    Un mito griego, recogido por el divino Platón, atribuye la invención de la escritura al dios egipcio Theuth, que se la reveló al entonces faraón del alto y bajo Egipto Thamús, más conocido como Ammón, diciéndole: “Este conocimiento hará más sabios y más memoriosos a los egipcios pues sirve como fármaco para aumentar la memoria y la sabiduría que conlleva”. Pero el sabio faraón le replicó al dios: “Oh dios, tú que eres el padre de las letras, les confieres un poder que no tienen, porque no es recuerdo sino olvido lo que producirán en los que aprendan a leer y escribir, -entre los alfabetizados, diríamos hoy-, y descuidarán la memoria al fiarse de lo escrito”.

    Esto mismo les sucede a muchos estudiantes cuando toman apuntes. En el mejor de los casos habrán resumido una conferencia o lección magistral, pero si se les pregunta qué es lo que se ha dicho no tendrán ni idea, porque su memoria no lo ha retenido. Precisarán leer y releer esos apuntes hasta memorizarlos, algunos en voz alta para oírse a sí mismos, para enterarse de su contenido, porque no han estado atentos a comprender y asimilar lo que se decía, sino a copiarlo por escrito. Quizá por eso algunos filósofos, como el propio Sócrates, que no era precisamente ningún analfabeto, no escribió ni una sola palabra, y Jesús de Nazaré, que tampoco era analfabeto, según se cuenta, sólo escribió una misteriosa palabra con el dedo en la arena que enseguida borraría el agua o el viento.


    Julio César, en sus Comentarios sobre la guerra de las Galias, cuando nos habla en el libro VI de las enseñanzas que transmitían los druidas a los jóvenes galos, recoge la misma idea: los druidas hacían aprender de memoria a los jóvenes que estaban a su cargo, hasta veinte años algunos, un gran número de versos, pero no les permitían hacer uso de la escritura, a pesar de que conocían el alfabeto griego, del que hacían uso en negocios públicos y privados, pero no así en la educación. Esto es así, dice César, por dos razones (id mihi duabus de causis instituisse uidentur), la primera porque no querían divulgar sus enseñanzas públicamente (quod neque in uolgum disciplinam efferri uelint) y la segunda porque no querían que los estudiantes, confiándose en las letras, descuidaran la memoria (neque eos qui discunt litteris confisos minus memoriae studere), porque precisamente lo que suele suceder es que con la ayuda de las letras (accidit ut praesidio litterarum) se pierde la necesaria atención en el aprendizaje y la memoria (diligentiam in perdiscendo ac memoriam remittant).

    Recordar, etimológicamente, es volver a traer algo al corazón, que era para los antiguos el palacio de la memoria, cuya sede no se hallaba en el cerebro, sino, precisamente,  en el *cor(d) o corazón. Esto explica el sentido de las expresiones inglesa y francesa “by heart” y “par coeur”, con el mismo significado que nuestro “de memoria”, que en castellano viejo se decía “de coro”; y también explica el significado del verbo inglés record “registrar”, que es grabar.

    El desprestigio de la memorización por parte de muchos pedagogos y docentes modernos es, de alguna manera, responsable del auge del olvido en que han caído las viejas artes mnemotécnicas, pero hay cosas como la tabla de multiplicar, la lista de verbos irregulares ingleses o, en nuestro ámbito cada vez más restringido, las declinaciones griegas y latinas que conviene saberse de memoria si se quiere hacer un uso razonable y disfrute de ellas. Quizá era absurdo aprenderse la lista de los reyes godos o todos los afluentes de los ríos, como antaño en la escuela, pero hemos pasado de la obligación de memorizarlo todo a no memorizar nada, con lo cual  damos pábulo a la desmemoria y el mal de Alzheimer.

    Contaba Agustín García Calvo, volviendo a nuestro viejo adagio latino, que su maestro Antonio Tovar había corregido su sentido moderno inventando un pentámetro donde añadía un matiz que contradecía el proverbio: MORTVA SCRIPTA MANENT, VIVIDA VERBA VOLANT: lo escrito perdura, efectivamente, pero muerto, en el silencio de la página, mientras que las palabras vuelan de viva voz llenas de vida. En otra ocasión lo recordó con la variante: MORTVA SCRIPTA IACENT, VIVIDA VERBA VOLANT: muerto lo escrito  yace, vívidas vuelan las palabras.

sábado, 24 de febrero de 2024

El fraude enmascarado

    ¿Para qué es crucial, señora ministra, ya que no lo fue ni para salvar vidas ajenas ni la propia tampoco, como está ya demostrado suficientemente y hay evidencia científica probada de ello, llevar siempre una mascarilla "a mano", se supone que en el bolso o en el bolsillo, en las entrañables fechas navideñas y en las carnavalescas? Díganoslo, explíquenoslo usted, que tanto predicaba con el ejemplo corriendo cuesta arriba con el bozal amordazándole nariz y boca y diciéndonos que si nos faltaba el aire no era por la puta mascarilla sino porque no estábamos en forma.
 
"Máscara que espalda" (de Eneko)
 
     ¿Y por qué "a mano" y no embozada, señora ministra y doctora de la iglesia de la medicina, como nos obligaron tanto tiempo a llevar en espacios exteriores aunque estuviéramos solos en plena naturaleza? ¿Para que se lucren personalmente algunos politicastros, familiares, amigos o asesores de estos y que algunos partidos se financien con comisiones en torno al negocio de los tapabocas, imponiéndose obligatoriamente en los centros sanitarios para todo el personal? 
 
 
    Recordemos cómo el propio Estado se lucró y se sigue lucrando de la venta de mascarillas cuando estaban sujetas al 21 por ciento de Impuesto de Valor Añadido, que luego se rebajó al 4%, porque estaba mal visto que el salvavidas obligatorio estuviera sujeto a impuesto, en el caso de las quirúrgicas o azules, aunque no en el de las FPP2, que ofrecían mayor protección según se decía, y eran por lo tanto más caras, ya que impedían prácticamente la inspiración no ya de virus respiratorios, sino de oxígeno. 
 
    Recuérdese también cómo nos decían que no había que reutilizarlas, por lo que una misma persona necesitaba más de una al día, ya que la quirúrgica debía cambiarse cada cuatro horas, y cómo además había que hacer un cursillo para aprender a utilizarlas, tanto al ponérselas como al llevarlas y quitárselas, que no era moco de pavo.
 
     En todo caso resulta curioso que en la prensa oficial se hable, siguiendo la pista del dinero, de “fraude” y de “mascarillas” a la vez. Sale a la luz que no hubo informes técnicos que avalaran la imposición de las mascarillas. Sanidad reconoce que no hubo comité de expertos ni actas de reuniones ni nombres propios de los responsables. Lo que hubo fue una decisión política y, detrás de ella, unos inconfesables intereses económicos, cuya trama criminal emerge ahora. ¿Veremos pronto la asociación de “fraude” y de “vacunas”?

viernes, 23 de febrero de 2024

A España ya no la conoce ni Dios.

    A España no la conoce ya... ni la (¿puta?) madre que la parió: Un vicepresidente o algo así de un gobierno democrático dijo eso o algo parecido antaño, si no recuerdo mal. Estoy hablando de la friolera de hace ya algo más de cuarenta años, que si veinte no son nada, según la vieja milonga del tango, cuarenta son eso mismo duplicado. Exactamente dijo,  vía hemeroteca: "A España no la va a conocer ni la madre que la parió". Lo de la '¿puta? madre' era un falso recuerdo personal. Sin embargo, sin embargo... ha llovido bastante en este rabo de toro de la vieja Europa, aquella princesa fenicia raptada por Zeus y sometida en la isla de Creta a violación. Asistíamos, en aquel entonces, estamos hablando de 1982, a la ilusión colectiva del fenómeno del cambio, que al final se quedó en mero recambio de algunas piezas para el mejor funcionamiento del engranaje de la vieja maquinaria. 
 
    Un partido político, fundado por don Pablo Iglesias, cuyo acrónimo tenía cuatro letras, alcanzaba la mayoría absoluta en las urnas. Con el ejercicio del poder, perdería pronto la doncellez de las dos letras centrales: la S de socialista y la O de obrero, para quedar reducidas sus siglas a la primera y la última: Partido Español. El Partido Español (en adelante P.E.) había apostado por el cambio. Era la palabra mágica, la clave y la llave de su victoria electoral rotundamente mayoritaria en las urnas. Hace cuatro décadas de aquello... 
 
    ¿Qué ha pasado desde entonces? Hagamos balance: no ha pasado nada. Tras la ilusión del engaño vino la lúcida desilusión del desengaño que nos hace ver que no ha cambiado nada, o, para ser más exactos, que todo ha cambiado para poder seguir igual, como suele suceder con las mudanzas de este mundo. 
 
     Analicémoslo, no vayamos a ser acusados de triviales y frívolos, y de estar expresando una mera opinión personal. Argumentemos: Uno de los corifeos de ese P.E. constata en la prensa, por ejemplo, que España se modernizó, lo que se puede comprobar todavía empíricamente: Uniformes militares, sotanas y hábitos de monjas, por ejemplo, desaparecieron de las calles. Es cierto, pero no nos llamemos a engaño: no deja de ser un cambio meramente estético y sólo aparente. Cualquiera podría juzgar apresuradamente que ya no hay curas ni monjas en la España de María Santísima, válgame Dios, a tenor de la ausencia de sotanas y de tocas por las calles, ni tampoco militronchos, dado que no se lucen casacas, guerreras, galones y viseras más que en las contadas ocasiones de fervorosa exaltación constitucional patriótica... 
 
 
 
    Sin embargo, no te fíes, lector: harás bien en desconfiar. Han desaparecido los hábitos, pero no los curas, las monjas ni los soldaditos de plomo que se enamoran de las bailarinas mercenarias. E incluso, en este último campo de batalla, la entrada en la (pos)modernez ha supuesto un paso adelante, es decir un paso al frente, ar, mucho más terrible, si cabe, con la desaparición del servicio militar obligatorio, la vieja mili con la que los abuelos daban la turra, la tabarra y el tueste a las nuevas generaciones contando batallitas, y con la profesionalización concomitante, que acarrea el mercenariado del servicio al rey, y la incorporación de la mujer, con el ejemplo real de Su Alteza Real la princesa de Asturias y futura reyna, si Dios quiere y no lo remedia, a las nuevas fuerzas armadas profesionales, so pretexto de no discriminación sexual. 
 
    La auténtica modernidad, el auténtico cambio o ruptura con el pasado, por el que había apostado el poeta visionario adolescente Arthur Rimbaud cuando exclamó que era menester changer la vie, que quería decir “cambiar” la vida y no “canjearla” por sus sucedáneos, hubiera sido la desaparición del clero y del ejército, no lo que ha sucedido, que es que han desaparecido los uniformes. Paradójicamente, todos vestimos igual, siguiendo los dictámenes de la Moda impuesta desde arriba. 
 
    Ante la amenaza crítica que se cernía sobre los cuerpos represivos del Estado, según la vieja expresión retórica del siglo XX, de renovarse o morir, decidieron adaptarse a los nuevos tiempos: su supervivencia camaleónica entre la población civil ha conllevado, por otro lado y como terrible contrapartida, oh paradoja, una militarización y clericalización, laica, de tintes ecologistas, pero no por ello menos clericalización, de toda la sociedad que corre el peligro de pasar desapercibida. 
 
    El hecho de que un soldadito español, soldadito valiente, pueda salir atuendado de paisano del cuartel como la cosa más normal del mundo a echar una cana al aire, metáfora del polvo consuetudinario del sábado sabadete, no significa que el cuartel haya desaparecido, sino que se ha camuflado: y el camuflaje, tengámoslo presente, es una de las más viejas artes militares. 
 
    ¡Que viene la pareja (de hecho) de la Guardia Civil! No es raro, en este contexto, que un número del cuerpo de la Guardia Civil, por ejemplo, haya solicitado ahora a sus superiores, como ha sucedido recientemente, permiso para cohabitar en una casa-cuartel con su novio y pareja de hecho, y es que el Benemérito cuerpo puede hacerse a todo con tal de subsistir, incluida la sodomía, considerada antaño antinatural y pecaminosa -recuérdese que el propio Jehová arrasó Sodoma y Gomorra porque los sodomitas quisieron abusar de sus ángeles, prefiriéndolos a las venerandas hijas de Lot. Le han concedido el permiso, no faltaba más. 
 
    Decía el chiste que la única pareja que no se besaba era la de la guardia civil... Pues bien: eso es historia, agua pasada que no mueve molino. Cabe la posibilidad de que la parejilla sea homosexual y gusten el uno o la una de los labios del otro o de la otra, cosa que a mí no me parece, mal, no se me malentienda. De hecho, según sus ordenanzas, pueden morrearse hasta donde permita el decoro y siempre fuera de servicio y en privado. Lo importante es que siga habiendo Guardia Civil, que es de lo que se trataba, no faltaba más, y que siga habiendo casas-cuartel, o sea, casas que sean cuarteles y cuarteles que sean casas. Si para eso hay que prescindir del emblemático tricornio, como ordenó en 1989 el que fuera director general de la benemérita institución, don Luis Roldán, se prescinde del sombrero de tres picos o se reserva sólo para las grandes ocasiones de gala; así se garantiza que no vaya a desaparecer la benemérita institución, sino que se diluya entre el resto de la sociedad civil, como si no existiera. 
 
     Por eso mismo, no haremos mal en evocar aquí, contra la amnesia, aquellos versos eternos del Romance de la guardia civil española de don Federico García Lorca: Tienen, por eso no lloran, / de plomo las calaveras. / Con el alma de charol, / vienen por la carretera...