En las calendas de marzo,
sin permiso del alcalde,
vamos a cantar las marzas y a daros un poco el cante.
La tradición da licencia
a estas coplas y cantares.
Y por eso aquí venimos
sin que nos lo mande nadie.
En marzo empezaba el año que se consagraba a Marte
en tiempos de los romanos,
y sus guerras y combates.
Maldita la falta que hacían,
maldita la falta que hacen.
Otras guerras más antiguas hay de damas y galanes.
Pero no teman, vecinos,
venimos en son de paces nosotros aquí, marceros de marzas tradicionales.
Marzo, seas bienvenido
de días primaverales.
Bienvenido, marzo, seas, a echar una cana al aire.
Ya van más largos los días
y las noches más amables.
Si una puerta se nos cierra,
otras muchas hay que se abren.
Pedimos el aguinaldo y esto, que no ofenda a nadie:
pan y un cuartillo de vino,
que se nos seca el gaznate.
Por delante la verdad
con sus pelos y señales: no hay que andarse con mentiras ni falsas realidades.
Lo que digan obispado y nuestras autoridades nos entra por un oído, y por el otro nos sale.
Lo que enseñan en la escuela para la vida no vale: dos y dos nunca son cuatro, como todo el mundo sabe.
Damas y galanes oigan:
Antes, moza, de casarte,
y antes de casarte, mozo,
mira mucho lo que haces.
Mira al cura, qué bien vive,
que el buey solo bien se lame,
soltero y en mancebía: si te casas, te enterraste.
"Cada
oveja, su pareja"; pero,
como ustedes saben, las
ovejas se emparejan solo al ir a aparearse.
Viva el amor libre, vivan el desmadre y el despadre, sea lo que sea eso, y que no se ofenda nadie.
Y allá va la despedida
de nuestras coplas marzales:
nos vamos, porque ya es hora,
con la música a otra parte.