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viernes, 1 de marzo de 2024

En marzo, las marzas.

En las calendas de marzo, sin permiso del alcalde, vamos a cantar las marzas y a daros un poco el cante.
 
 La tradición da licencia a estas coplas y cantares. Y por eso aquí venimos sin que nos lo mande nadie. 
 
En marzo empezaba el año que se consagraba a Marte en tiempos de los romanos, y sus guerras y combates. 
 
Maldita la falta que hacían, maldita la falta que hacen. Otras guerras más antiguas hay de damas y galanes. 
 
 Pero no teman, vecinos, venimos en son de paces nosotros aquí, marceros de marzas tradicionales. 
 
 
 
 Marzo, seas bienvenido de días primaverales. Bienvenido, marzo, seas, a echar una cana al aire. 
 
Ya van más largos los días y las noches más amables. Si una puerta se nos cierra, otras muchas hay que se abren. 
 
 Pedimos el aguinaldo y esto, que no ofenda a nadie: pan y un cuartillo de vino, que se nos seca el gaznate. 
  
Por delante la verdad con sus pelos y señales: no hay que andarse con mentiras ni falsas realidades.

Lo que digan obispado y nuestras autoridades nos entra por un oído, y por el otro nos sale. 
 
Lo que enseñan en la escuela para la vida no vale: dos y dos nunca son cuatro, como todo el mundo sabe.
 
 
 
Damas y galanes oigan: Antes, moza, de casarte, y antes de casarte, mozo, mira mucho lo que haces.
 
 Mira al cura, qué bien vive, que el buey solo bien se lame, soltero y en mancebía: si te casas, te enterraste. 
 
"Cada oveja, su pareja"; pero, como ustedes saben, las ovejas se emparejan solo al ir a aparearse.
 
 Viva el amor libre, vivan el desmadre y el despadre,  sea lo que sea eso, y que no se ofenda nadie.
 
Y allá va la despedida de nuestras coplas marzales: nos vamos, porque ya es hora, con la música a otra parte.