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sábado, 24 de febrero de 2024

El fraude enmascarado

    ¿Para qué es crucial, señora ministra, ya que no lo fue ni para salvar vidas ajenas ni la propia tampoco, como está ya demostrado suficientemente y hay evidencia científica probada de ello, llevar siempre una mascarilla "a mano", se supone que en el bolso o en el bolsillo, en las entrañables fechas navideñas y en las carnavalescas? Díganoslo, explíquenoslo usted, que tanto predicaba con el ejemplo corriendo cuesta arriba con el bozal amordazándole nariz y boca y diciéndonos que si nos faltaba el aire no era por la puta mascarilla sino porque no estábamos en forma.
 
"Máscara que espalda" (de Eneko)
 
     ¿Y por qué "a mano" y no embozada, señora ministra y doctora de la iglesia de la medicina, como nos obligaron tanto tiempo a llevar en espacios exteriores aunque estuviéramos solos en plena naturaleza? ¿Para que se lucren personalmente algunos politicastros, familiares, amigos o asesores de estos y que algunos partidos se financien con comisiones en torno al negocio de los tapabocas, imponiéndose obligatoriamente en los centros sanitarios para todo el personal? 
 
 
    Recordemos cómo el propio Estado se lucró y se sigue lucrando de la venta de mascarillas cuando estaban sujetas al 21 por ciento de Impuesto de Valor Añadido, que luego se rebajó al 4%, porque estaba mal visto que el salvavidas obligatorio estuviera sujeto a impuesto, en el caso de las quirúrgicas o azules, aunque no en el de las FPP2, que ofrecían mayor protección según se decía, y eran por lo tanto más caras, ya que impedían prácticamente la inspiración no ya de virus respiratorios, sino de oxígeno. 
 
    Recuérdese también cómo nos decían que no había que reutilizarlas, por lo que una misma persona necesitaba más de una al día, ya que la quirúrgica debía cambiarse cada cuatro horas, y cómo además había que hacer un cursillo para aprender a utilizarlas, tanto al ponérselas como al llevarlas y quitárselas, que no era moco de pavo.
 
     En todo caso resulta curioso que en la prensa oficial se hable, siguiendo la pista del dinero, de “fraude” y de “mascarillas” a la vez. Sale a la luz que no hubo informes técnicos que avalaran la imposición de las mascarillas. Sanidad reconoce que no hubo comité de expertos ni actas de reuniones ni nombres propios de los responsables. Lo que hubo fue una decisión política y, detrás de ella, unos inconfesables intereses económicos, cuya trama criminal emerge ahora. ¿Veremos pronto la asociación de “fraude” y de “vacunas”?