lunes, 26 de febrero de 2024
La razón de la fuerza contra la fuerza de la razón
martes, 16 de mayo de 2023
"No tenemos elección"
Jugosísimas, como de costumbre, son las declaraciones del señor Borrell, alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea. Recientemente compareció en el evento El Estado de la Unión, Construyendo Europa en Tiempos de Incertidumbre organizado por la EUI, European University Institute en Florencia el pasado 6 de mayo.
Con lo de la incertidumbre supongo que se aludía a la guerra de Ucrania y a la inflación que golpean al viejo continente tras la crisis sanitaria anterior, las sanciones económicas a Rusia y el apoyo a la propia guerra.
Dijo el alto ejecutivo en la lengua del Imperio: Unhappily, this is not the moment for diplomatic conversations about peace. It's the moment of supporting militarily the war. Desgraciadamente, este no es momento de conversaciones diplomáticas sobre la paz, es el momento de apoyar militarmente la guerra.
Él mismo parecía darse cuenta de la contradicción en que incurrían sus palabras, dado que, como reconocía después, sonriéndose, no le daba la sensación de estar actuando como lo que era, un diplomático, sino, más bien, como un Ministro de Defensa de la Unión Europea, lo que en el fondo más desearía, porque siempre estaba hablando de armamento y municiones.
Que Borrell diga que no es momento de conversaciones diplomáticas, y sí de apoyar militarmente a Ucrania no es, efectivamente, muy diplomático que digamos. No es, por lo tanto, algo propio de su alta dignidad en la Unión Europea, que debería mediar entre los dos Estados en lid, ambos europeos y, sin embargo, ajenos ambos a la Unión Europea, y no tomar partido por ninguno de ellos, procurando llegar al alto el fuego con un acuerdo de paz que no implique la humillación de ninguno de los bandos rivales.
¿Qué clase de alto “diplomático” es este que ante una guerra de consecuencias imprevisibles afirma que está actuando más que como el diplomático que debería ser, como lo que en la práctica es de hecho, un Ministro de Defensa, o, mejor dicho, un Ministro de la Guerra a las órdenes del Magister Belli o Master of War, que es el Tío Sam de Guasintón de las Américas?
Detengámonos un poco en la palabra “diplomacia”, que deriva de “diploma”, término que viene del latín diploma, que significaba 'documento oficial', y que el latín había tomado prestado del griego δíπλωμα con el sentido general de “cantidad doble”, relacionado con la raíz duplo/doble y el número dos, y particular de “tablilla o papel -documento en definitiva- doblado en dos”. Y quedémonos con esta última acepción que nos hace pensar que la diplomacia nació con las palabras que se fijan por escrito para que no se las lleve el viento y que nos permiten decir las cosas con cierta cortesía o amabilidad o al menos con alguna reserva y reflexión, no guiados por la urgencia del momento.
La Academia a mediados del siglo XIX ya recoge los términos 'diplomático' y 'diplomacia' aplicados a los tratos y negocios que se establecen entre los Estados y las personas que intervienen en ellos, y las connotaciones de “afectadamente cortés” y “circunspecto, sagaz, disimulado”, aplicándose el adjetivo también a los sustantivos “inmunidad”, “valija”, “protección” y “pasaporte”.
“Si no apoyamos a Ucrania, caerá en cuestión de días”, afirma el alto dignatario. Y a continuación se disculpa, cuando se anuncia que una partida de quinientos millones de euros acababa de despacharse a Ucrania esa misma semana, afirmando que sería mejor destinar los dineros a incrementar el bienestar de los europeos, como a cualquiera le parece bien en su sano juicio.
Transcribo traducida parte de su intervención, que puede oírse en el vídeo: "Es la realidad y hay que afrontarla. Y todo el mundo quiere paz, sí, pero en estos momentos, desgraciadamente, Putin sigue haciendo la guerra y Ucrania se tiene que defender. Y si no apoyamos a Ucrania, Ucrania caerá en cuestión de días. De modo que, sí, sería mejor emplear este dinero incrementando el bienestar de la población, hospitales, escuelas, las ciudades, como el alcalde está pidiendo, pero no tenemos elección".
Aludía el alto funcionario al discurso del alcalde de Florencia, anfitrión del evento, que había señalado previamente que las ciudades, que son el baluarte de la cultura y los ideales europeos, no tenían voz ni en Bruselas ni en Estrasburgo, y carecían de fondos disponibles para sus áreas metropolitanas...
No es la primera
vez, ni será la última, seguramente, que el impresentable
diplomático español hace unas declaraciones marcadamente
belicistas. De
hecho, la semana pasada contradijo
públicamente al presidente francés que había dicho que la UE no
debía dejarse arrastrar por los Estados Unidos a un choque directo
con China por Taiguán en una crisis “que no es la nuestra”, y pidió que las
armadas europeas patrullaran
el estrecho de Taiguán". Y aún más: un reciente titular de El Periódico Global rezaba que Borrell urgía a los Veintisiete -así, con mayúscula, para referirse a los vasallos de la UE- a enviar a Ucrania artillería de largo alcance".
¡Ay, si le escuchara aquel Hipólito Taine que dijo "la diplomacia reemplaza a la fuerza", y viera, cómo, al revés, ahora es la fuerza bruta de la sinrazón la que reemplaza a la diplomacia en las relaciones internacionales!
miércoles, 26 de octubre de 2022
El abuelete está gagá
Gagá está, o sea, con las facultades mentales muy mermadas a causa de la provecta edad o con pérdida total de buena parte de ellas (coordinación, memoria, razonamiento lógico...). El abuelte está chocho perdido, y, por lo tanto, chochea. Debería ya estar disfrutando de una merecida jubilación, y, sin embargo, ejerce un alto cargo que rimbomba en la Unión Europea pues es Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y Vicepresidente de la Comisión Europea, en el ejecutivo comunitario de la señá Úrsula.
Acostumbrados nos tiene al empleo de metáforas. ¡Qué gran poeta se ha perdido! Lástima que no hable en verso y que prefiera esa farragosa prosa que utilizan los políticos profesionales. Después de haber dicho que Europa era un jardín y el resto del mundo una jungla donde impera el caos, o sea, la ley de la selva, se descuelga ahora con otra poética metáfora: "No podemos ser un herbívoro en un mundo de carnívoros". Lo que dicho en términos filosóficos viene a ser, como aclara el Alto Representante que así se las da de cultivado: "No podemos pasear con Kant en la mano en un mundo hobbesiano".
Insiste en que no podemos convertirnos en una potencia blanda, soft en la lengua del Imperio, y en que vivimos en un mundo donde la fuerza y las relaciones de fuerza tienen una importancia cada vez mayor. Lo dice antes en inglés: Vivimos en un mundo del Power politics, no de la fuerza de la política, entiéndase bien, sino de la política de la fuerza.
Una viñeta de El Roto sale al paso de la metáfora borreliana: una vaca le dice: "No se puede ser herbívoro en un mundo de carnívoros". ¡Efectivamente, Josep! ¡Que nos lo digan a nosotras! Y es que Europa no es precisamente vegetariana ni herbívora. No fuera malo. Pero no lo ha sido nunca a lo largo de su historia ni lo es ahora. Europa es omnívora, como la mayoría de los europeos
"No basta -perora y predica el Alto- con la prédica de los derechos humanos y con la prédica del orden basado en reglas, que, por supuesto, no hay que abandonar, simplemente tomar conciencia de que no es suficiente, que si queremos subsistir, y digo bien, subsistir, (...) tenemos que dotarnos de medios para hacer frente a esas amenazas (...) y entre esos medios están también, y lo digo sin ninguna clase de complejos, las capacidades militares".
El abuelete dice que Europa no tiene un ejército, y que él, y lo dice ahora en primera persona identificándose con esa abstracción como si Europa fuese él y él fuese Europa, tiene en Bruselas un montón de asesores militares "pero no tengo un ejército". ¡Lástima!
Aclara después que los ejércitos los tienen los estados miembros de eso que se llama Europa, la princesa fenicia raptada por Zeus, y que son solo ellos los que los pueden movilizar.
El vejete está gagá: no tiene un ejército propio, y quiere, beligerante, uno prpio para jugar a las guerras y a los soldaditos, y convertir la política en lo que siempre ha sido, una continuación diplomática de la guerra, y la guerra en una continuación de la política. Con sujetos como él, que son la mayoría, desgraciadamente, siempre estaremos en guerra: Siempre estamos en la guerra.
domingo, 27 de marzo de 2022
El jardín y la jungla
Y afirmaba, además, el alto representante en la entrevista: "Los europeos hemos construido la Unión como un jardín a la francesa, ordenadito, bonito, cuidado, pero el resto del mundo es una jungla. Y si no queremos que la jungla se coma nuestro jardín tenemos que espabilar". Empleaba dos símiles que han tenido una larga resonancia, en los que conviene detenerse un poco a fin de analizarlos: la Unión Europea era como un pulcro y modesto jardín francés, 'ordenadito, bonito, cuidado'. Uno puede pensar inmediatamente en el parterre de una maison de campagne. Pero habida cuenta de la grandeur del país vecino y de la Unión Europea, que comprende 27 estados miembros, uno puede imaginar mejor un grotesco y barroco jardín versallesco con sus estanques y palacetes, sus fuentes luminosas y sus esculturas grandilocuentes repartidas por doquier...
Nótese que la comparación no se ha establecido con un English garden, que hubiera sido muy poco afortunada porque el Reino Unido se desmarcó de la Unión, como se sabe.
Un error de base es equiparar Europa con Unión Europea, y decir, como hace el señor Borrell, que “los europeos hemos construido la Unión”, como si esta fuera obra de todos los europeos y no de algunos, pues hay países dentro del viejo continente arrebatado y violado por Zeus omnipotente en el célebre rapto de Europa, como el Reino Unido, Noruega o Suiza, que no forman parte de la Unión, por no hablar de Rusia, ubicada entre dos continentes, tan asiática y tan europea sin embargo.
Lo que no mencionó el señor Borrell es que, como ha señalado alguno, para mantener y adecentar ese privilegiado parterre donde él y otros potentados política- y económicamente como él viven muy confortablemente, hace falta mucha mano de obra barata de muchos jardineros -nuevos esclavos que deben ganarse la vida con el sudor malpagado de su frente-, procedentes de la “jungla” exterior, es decir, del resto del planeta.
Pero entendamos lo que entendamos por “jardín a la francesa”, el resto del mundo -atención a la metáfora que viene ahora, que no es una comparación introducida por un 'como' -es una jungla donde entendemos automáticamente que “impera la ley de la selva”, y una jungla que “si no espabilamos”, como dice el susodicho, va a comerse la tajada de nuestro modesto jardincillo. El resto del mundo es la jungla que va a devorar a la Unión Europea poco espabilada.
Las metáforas que utilizamos nos utilizan en realidad a nosotros incrustándose en nuestro lenguaje y en nuestra visión del mundo. Las metáforas empleadas por el señor Borrell no son ingenuas, pecan de eurocentrismo y de racismo por lo tanto: Europa no es el Jardín del Edén donde se respetan los derechos humanos y las libertades democráticas, y el resto del mundo no es la jungla. La barbarie, lo salvaje, la ley de la jungla, también impera dentro de la Unión Europea disfrazada de paloma de la Paz.
(*) Del aplaudido discurso del señor Josep Borrell me quedo con el epílogo final, donde se ensalzan las virtudes (sí, las virtudes) de la pandemia que ya se da por concluida como por arte de encantamiento al haber dado paso a este, como dicen ahora, nuevo escenario de película de guerra: La pandemia abrió la puerta a acciones innovadoras. La pandemia nos ha impulsado por el camino de unirnos más para hacer frente a los virus. Este momento trágico debe impulsarnos a unirnos más para hacer frente a aquellas acciones humanas que amenazan también la vida, la seguridad y la prosperidad de todos.