domingo, 25 de febrero de 2024

VERBA VOLANT, SCRIPTA MANENT

    Según el  adagio latino, las palabras, si se las deja en libertad vuelan: uerba uolant, scripta manent: las palabras vuelan y no sólo porque se las lleve y borre el viento, como decimos nosotros, sino porque tienen alas como los pájaros. Un viejo epíteto homérico resuena muchas veces como el estribillo de una melodía en la Odisea y la Ilíada: ἔπεα πτερόεντα: palabras aladas. Pero las que no han sido pronunciadas y liberadas permanecen prisioneras en la jaula silenciosa de la escritura, que se configura así como sarcófago o cautiverio al menos de la viva voz.




    Como escribe Borges,  el significado de esta máxima era muy distinto en la antigüedad del que le damos ahora, donde parece que preferimos la segunda parte, que las cosas queden por escrito, y decimos “lo escrito escrito está”: El adagio latino VERBA VOLANT, SCRIPTA MANENT, en que ahora se ve una exhortación a fijar con la pluma los pensamientos, se dijo para prevenir el peligro de los testimonios escritos... Aquella frase que se cita siempre: Verba volant scripta manent, no significa que la palabra oral sea efímera, sino que la palabra escrita es algo duradero y muerto. En cambio, la palabra oral tiene algo de alado, de liviano; alado y sagrado, como dijo Platón. Todos los grandes maestros de la humanidad han sido, curiosamente, maestros orales.

    Un mito griego, recogido por el divino Platón, atribuye la invención de la escritura al dios egipcio Theuth, que se la reveló al entonces faraón del alto y bajo Egipto Thamús, más conocido como Ammón, diciéndole: “Este conocimiento hará más sabios y más memoriosos a los egipcios pues sirve como fármaco para aumentar la memoria y la sabiduría que conlleva”. Pero el sabio faraón le replicó al dios: “Oh dios, tú que eres el padre de las letras, les confieres un poder que no tienen, porque no es recuerdo sino olvido lo que producirán en los que aprendan a leer y escribir, -entre los alfabetizados, diríamos hoy-, y descuidarán la memoria al fiarse de lo escrito”.

    Esto mismo les sucede a muchos estudiantes cuando toman apuntes. En el mejor de los casos habrán resumido una conferencia o lección magistral, pero si se les pregunta qué es lo que se ha dicho no tendrán ni idea, porque su memoria no lo ha retenido. Precisarán leer y releer esos apuntes hasta memorizarlos, algunos en voz alta para oírse a sí mismos, para enterarse de su contenido, porque no han estado atentos a comprender y asimilar lo que se decía, sino a copiarlo por escrito. Quizá por eso algunos filósofos, como el propio Sócrates, que no era precisamente ningún analfabeto, no escribió ni una sola palabra, y Jesús de Nazaré, que tampoco era analfabeto, según se cuenta, sólo escribió una misteriosa palabra con el dedo en la arena que enseguida borraría el agua o el viento.


    Julio César, en sus Comentarios sobre la guerra de las Galias, cuando nos habla en el libro VI de las enseñanzas que transmitían los druidas a los jóvenes galos, recoge la misma idea: los druidas hacían aprender de memoria a los jóvenes que estaban a su cargo, hasta veinte años algunos, un gran número de versos, pero no les permitían hacer uso de la escritura, a pesar de que conocían el alfabeto griego, del que hacían uso en negocios públicos y privados, pero no así en la educación. Esto es así, dice César, por dos razones (id mihi duabus de causis instituisse uidentur), la primera porque no querían divulgar sus enseñanzas públicamente (quod neque in uolgum disciplinam efferri uelint) y la segunda porque no querían que los estudiantes, confiándose en las letras, descuidaran la memoria (neque eos qui discunt litteris confisos minus memoriae studere), porque precisamente lo que suele suceder es que con la ayuda de las letras (accidit ut praesidio litterarum) se pierde la necesaria atención en el aprendizaje y la memoria (diligentiam in perdiscendo ac memoriam remittant).

    Recordar, etimológicamente, es volver a traer algo al corazón, que era para los antiguos el palacio de la memoria, cuya sede no se hallaba en el cerebro, sino, precisamente,  en el *cor(d) o corazón. Esto explica el sentido de las expresiones inglesa y francesa “by heart” y “par coeur”, con el mismo significado que nuestro “de memoria”, que en castellano viejo se decía “de coro”; y también explica el significado del verbo inglés record “registrar”, que es grabar.

    El desprestigio de la memorización por parte de muchos pedagogos y docentes modernos es, de alguna manera, responsable del auge del olvido en que han caído las viejas artes mnemotécnicas, pero hay cosas como la tabla de multiplicar, la lista de verbos irregulares ingleses o, en nuestro ámbito cada vez más restringido, las declinaciones griegas y latinas que conviene saberse de memoria si se quiere hacer un uso razonable y disfrute de ellas. Quizá era absurdo aprenderse la lista de los reyes godos o todos los afluentes de los ríos, como antaño en la escuela, pero hemos pasado de la obligación de memorizarlo todo a no memorizar nada, con lo cual  damos pábulo a la desmemoria y el mal de Alzheimer.

    Contaba Agustín García Calvo, volviendo a nuestro viejo adagio latino, que su maestro Antonio Tovar había corregido su sentido moderno inventando un pentámetro donde añadía un matiz que contradecía el proverbio: MORTVA SCRIPTA MANENT, VIVIDA VERBA VOLANT: lo escrito perdura, efectivamente, pero muerto, en el silencio de la página, mientras que las palabras vuelan de viva voz llenas de vida. En otra ocasión lo recordó con la variante: MORTVA SCRIPTA IACENT, VIVIDA VERBA VOLANT: muerto lo escrito  yace, vívidas vuelan las palabras.

sábado, 24 de febrero de 2024

El fraude enmascarado

    ¿Para qué es crucial, señora ministra, ya que no lo fue ni para salvar vidas ajenas ni la propia tampoco, como está ya demostrado suficientemente y hay evidencia científica probada de ello, llevar siempre una mascarilla "a mano", se supone que en el bolso o en el bolsillo, en las entrañables fechas navideñas y en las carnavalescas? Díganoslo, explíquenoslo usted, que tanto predicaba con el ejemplo corriendo cuesta arriba con el bozal amordazándole nariz y boca y diciéndonos que si nos faltaba el aire no era por la puta mascarilla sino porque no estábamos en forma.
 
"Máscara que espalda" (de Eneko)
 
     ¿Y por qué "a mano" y no embozada, señora ministra y doctora de la iglesia de la medicina, como nos obligaron tanto tiempo a llevar en espacios exteriores aunque estuviéramos solos en plena naturaleza? ¿Para que se lucren personalmente algunos politicastros, familiares, amigos o asesores de estos y que algunos partidos se financien con comisiones en torno al negocio de los tapabocas, imponiéndose obligatoriamente en los centros sanitarios para todo el personal? 
 
 
    Recordemos cómo el propio Estado se lucró y se sigue lucrando de la venta de mascarillas cuando estaban sujetas al 21 por ciento de Impuesto de Valor Añadido, que luego se rebajó al 4%, porque estaba mal visto que el salvavidas obligatorio estuviera sujeto a impuesto, en el caso de las quirúrgicas o azules, aunque no en el de las FPP2, que ofrecían mayor protección según se decía, y eran por lo tanto más caras, ya que impedían prácticamente la inspiración no ya de virus respiratorios, sino de oxígeno. 
 
    Recuérdese también cómo nos decían que no había que reutilizarlas, por lo que una misma persona necesitaba más de una al día, ya que la quirúrgica debía cambiarse cada cuatro horas, y cómo además había que hacer un cursillo para aprender a utilizarlas, tanto al ponérselas como al llevarlas y quitárselas, que no era moco de pavo.
 
     En todo caso resulta curioso que en la prensa oficial se hable, siguiendo la pista del dinero, de “fraude” y de “mascarillas” a la vez. Sale a la luz que no hubo informes técnicos que avalaran la imposición de las mascarillas. Sanidad reconoce que no hubo comité de expertos ni actas de reuniones ni nombres propios de los responsables. Lo que hubo fue una decisión política y, detrás de ella, unos inconfesables intereses económicos, cuya trama criminal emerge ahora. ¿Veremos pronto la asociación de “fraude” y de “vacunas”?

viernes, 23 de febrero de 2024

A España ya no la conoce ni Dios.

    A España no la conoce ya... ni la (¿puta?) madre que la parió: Un vicepresidente o algo así de un gobierno democrático dijo eso o algo parecido antaño, si no recuerdo mal. Estoy hablando de la friolera de hace ya algo más de cuarenta años, que si veinte no son nada, según la vieja milonga del tango, cuarenta son eso mismo duplicado. Exactamente dijo,  vía hemeroteca: "A España no la va a conocer ni la madre que la parió". Lo de la '¿puta? madre' era un falso recuerdo personal. Sin embargo, sin embargo... ha llovido bastante en este rabo de toro de la vieja Europa, aquella princesa fenicia raptada por Zeus y sometida en la isla de Creta a violación. Asistíamos, en aquel entonces, estamos hablando de 1982, a la ilusión colectiva del fenómeno del cambio, que al final se quedó en mero recambio de algunas piezas para el mejor funcionamiento del engranaje de la vieja maquinaria. 
 
    Un partido político, fundado por don Pablo Iglesias, cuyo acrónimo tenía cuatro letras, alcanzaba la mayoría absoluta en las urnas. Con el ejercicio del poder, perdería pronto la doncellez de las dos letras centrales: la S de socialista y la O de obrero, para quedar reducidas sus siglas a la primera y la última: Partido Español. El Partido Español (en adelante P.E.) había apostado por el cambio. Era la palabra mágica, la clave y la llave de su victoria electoral rotundamente mayoritaria en las urnas. Hace cuatro décadas de aquello... 
 
    ¿Qué ha pasado desde entonces? Hagamos balance: no ha pasado nada. Tras la ilusión del engaño vino la lúcida desilusión del desengaño que nos hace ver que no ha cambiado nada, o, para ser más exactos, que todo ha cambiado para poder seguir igual, como suele suceder con las mudanzas de este mundo. 
 
     Analicémoslo, no vayamos a ser acusados de triviales y frívolos, y de estar expresando una mera opinión personal. Argumentemos: Uno de los corifeos de ese P.E. constata en la prensa, por ejemplo, que España se modernizó, lo que se puede comprobar todavía empíricamente: Uniformes militares, sotanas y hábitos de monjas, por ejemplo, desaparecieron de las calles. Es cierto, pero no nos llamemos a engaño: no deja de ser un cambio meramente estético y sólo aparente. Cualquiera podría juzgar apresuradamente que ya no hay curas ni monjas en la España de María Santísima, válgame Dios, a tenor de la ausencia de sotanas y de tocas por las calles, ni tampoco militronchos, dado que no se lucen casacas, guerreras, galones y viseras más que en las contadas ocasiones de fervorosa exaltación constitucional patriótica... 
 
 
 
    Sin embargo, no te fíes, lector: harás bien en desconfiar. Han desaparecido los hábitos, pero no los curas, las monjas ni los soldaditos de plomo que se enamoran de las bailarinas mercenarias. E incluso, en este último campo de batalla, la entrada en la (pos)modernez ha supuesto un paso adelante, es decir un paso al frente, ar, mucho más terrible, si cabe, con la desaparición del servicio militar obligatorio, la vieja mili con la que los abuelos daban la turra, la tabarra y el tueste a las nuevas generaciones contando batallitas, y con la profesionalización concomitante, que acarrea el mercenariado del servicio al rey, y la incorporación de la mujer, con el ejemplo real de Su Alteza Real la princesa de Asturias y futura reyna, si Dios quiere y no lo remedia, a las nuevas fuerzas armadas profesionales, so pretexto de no discriminación sexual. 
 
    La auténtica modernidad, el auténtico cambio o ruptura con el pasado, por el que había apostado el poeta visionario adolescente Arthur Rimbaud cuando exclamó que era menester changer la vie, que quería decir “cambiar” la vida y no “canjearla” por sus sucedáneos, hubiera sido la desaparición del clero y del ejército, no lo que ha sucedido, que es que han desaparecido los uniformes. Paradójicamente, todos vestimos igual, siguiendo los dictámenes de la Moda impuesta desde arriba. 
 
    Ante la amenaza crítica que se cernía sobre los cuerpos represivos del Estado, según la vieja expresión retórica del siglo XX, de renovarse o morir, decidieron adaptarse a los nuevos tiempos: su supervivencia camaleónica entre la población civil ha conllevado, por otro lado y como terrible contrapartida, oh paradoja, una militarización y clericalización, laica, de tintes ecologistas, pero no por ello menos clericalización, de toda la sociedad que corre el peligro de pasar desapercibida. 
 
    El hecho de que un soldadito español, soldadito valiente, pueda salir atuendado de paisano del cuartel como la cosa más normal del mundo a echar una cana al aire, metáfora del polvo consuetudinario del sábado sabadete, no significa que el cuartel haya desaparecido, sino que se ha camuflado: y el camuflaje, tengámoslo presente, es una de las más viejas artes militares. 
 
    ¡Que viene la pareja (de hecho) de la Guardia Civil! No es raro, en este contexto, que un número del cuerpo de la Guardia Civil, por ejemplo, haya solicitado ahora a sus superiores, como ha sucedido recientemente, permiso para cohabitar en una casa-cuartel con su novio y pareja de hecho, y es que el Benemérito cuerpo puede hacerse a todo con tal de subsistir, incluida la sodomía, considerada antaño antinatural y pecaminosa -recuérdese que el propio Jehová arrasó Sodoma y Gomorra porque los sodomitas quisieron abusar de sus ángeles, prefiriéndolos a las venerandas hijas de Lot. Le han concedido el permiso, no faltaba más. 
 
    Decía el chiste que la única pareja que no se besaba era la de la guardia civil... Pues bien: eso es historia, agua pasada que no mueve molino. Cabe la posibilidad de que la parejilla sea homosexual y gusten el uno o la una de los labios del otro o de la otra, cosa que a mí no me parece, mal, no se me malentienda. De hecho, según sus ordenanzas, pueden morrearse hasta donde permita el decoro y siempre fuera de servicio y en privado. Lo importante es que siga habiendo Guardia Civil, que es de lo que se trataba, no faltaba más, y que siga habiendo casas-cuartel, o sea, casas que sean cuarteles y cuarteles que sean casas. Si para eso hay que prescindir del emblemático tricornio, como ordenó en 1989 el que fuera director general de la benemérita institución, don Luis Roldán, se prescinde del sombrero de tres picos o se reserva sólo para las grandes ocasiones de gala; así se garantiza que no vaya a desaparecer la benemérita institución, sino que se diluya entre el resto de la sociedad civil, como si no existiera. 
 
     Por eso mismo, no haremos mal en evocar aquí, contra la amnesia, aquellos versos eternos del Romance de la guardia civil española de don Federico García Lorca: Tienen, por eso no lloran, / de plomo las calaveras. / Con el alma de charol, / vienen por la carretera...

jueves, 22 de febrero de 2024

¡Vivan las caenas!

    Sacaba El Roto el otro día en El Diario Global(ista), o sea en El País, una viñeta que representaba unas cadenas y cuyo texto decía: "Liberados de las cadenas, acudieron a las ferreterías a comprar otras". 

    ¿Quiénes eran esos que habían sido liberados de las cadenas pero que, como no sabían o no podían vivir sin ellas, acudieron voluntariamente enseguida a las ferreterías a comprar otras? No se dice que éramos, o mejor dicho, somos nosotros mismos, como aquellos españoles antepasados nuestros, partidarios del antiguo régimen del absolutismo monárquico borbónico, que frente al grito de los liberales de ¡Viva la Pepa!, que era la constitución democrática que había sido proclamada el 19 de marzo de 1812, día de san José y de todos los pepes y pepas o Padres Putativos, cacareaban ¡Vivan las caenas!    

 
    Contraponían así los unos y los otros la Pepa a las Caenas, sin percatarse de que aquella Pepa, igual que esta otra que se proclamó en 1978, tampoco era la libertad, sino todo lo contrario.
 
    Sucede lo mismo con los gobiernos. Muchos electores votan no a favor de un nuevo gobierno, sino en contra del que tenían después de haber comprobado y sufrido en sus propias carnes la acción del gobierno. Es lo que se llama un voto de castigo. El problema es que una vez que han castigado al anterior gobierno no otorgándole su voto de confianza, se han librado de sus cadenas, sí, pero acuden enseguida a la ferretería de las urnas a proclamar otro nuevo, más de lo mismo. Y es que no sabemos vivir sin las cadenas, desencadenados, y enseguida sustituimos unas por otras más modernas, menos roñosas, más bonitas, más último modelo...  

miércoles, 21 de febrero de 2024

Una nueva religión

    Escribía el obispo emérito de Santander, el señor Manuel Sánchez Monge, un artículo de opinión en El Diario Montañés el pasado domingo 18 de febrero titulado: El ecologismo ¿una nueva religión? Comenzaba reconociendo el significativo declive de las prácticas religiosas cristianas, aunque enseguida advertía de que no era tan fácil ser ateo y librarse de Dios, así, por las buenas, sobre todo porque el ecologismo, que es la nueva religión, ha convertido al cosmos, encarnado en el planeta, en una nueva divinidad, cuyos fieles abrazan a los árboles o adoran a las ballenas. 
 
    No en vano se habla hoy de santuarios (sic) de la biodiversidad, agricultores y consumidores conversos al culto de los productos bio-, anuncios apocalípticos del fin del mundo, que culpabilizan a la humanidad que debe expiar sus faltas y pecados por los efectos devastadores del cambio climático que ella misma ha generado provocando el calentamiento global, la obligación moral de reciclar los residuos, ahorrar energía, seguir, como hacen las grandes religiones, algunos preceptos dietéticos y alimentarios como evitar el aceite de palma, los productos que no son de temporada y de proximidad... 
 
 
     Pero esta nueva religión ecologista tiene un Santo Padre que la fomenta, Francisco Bergoglio (de Asís), vicario de Cristo, que en la encíclica “Laudato si', mi' Signore” (Loado seas, mi Señor ) escribió que el daño que la humanidad está haciendo al planeta ya no se limita al clima, al agua y al suelo, "sino que ahora amenaza la vida misma en la Tierra", que es la casa común. Allí el Papa acuñó el concepto de 'conversión ecológica', criticando a algunos cristianos que se burlan “de las preocupaciones por el medio ambiente”, o que, sin mofarse, “son pasivos, no se deciden a cambiar sus hábitos”. A todos ellos les hace falta convertirse a la nueva religión ecológica de proteger “la obra de Dios”, la creación, cosa que no es “algo opcional ni un aspecto secundario de la experiencia cristiana”, sino -no lo dice expresamente, pero se sobreentiendealgo obligatorio y primario en todo buen cristiano que se precie.
 
    Esta nueva religión laica, que tantos paralelos tiene con el catolicismo, tiene su propio santoral en el que destaca la figura emblemática y beatífica de Greta Thunberg, que da lecciones a la humanidad cuando rompe en lágrimas a llorar desconsoladamente por el sombrío futuro del mundo que entrevé.  
 
    La ecología, escribe monseñor citando a Gavin Ashenden, “ha pasado de ser una ciencia a un movimiento político y de ahí a una religión”. Lo que no le parece muy bien al obispo emérito es que el ecologismo, convertido en religión, pretenda sustituir al cristianismo, y no compatibilizarse con él, como propone Su Santidad, porque la naturaleza ha sido creada y no se puede hablar de la creación y lo creado sin hablar del Creador, que es, huelga decirlo, Dios, nuestro Señor.  No se le ocurre al obispo emérito, como se le ocurrió ingenuamente a aquella niña italiana de la que hablamos un día, preguntarse ¿quién ha creado a Dios?

martes, 20 de febrero de 2024

La caverna de Utroba

    La Caverna de Utroba o Cueva del Útero, descubierta en 2001, es una gruta prehistórica convertida al parecer en lugar de culto desde la antigüedad en los montes Ródope orientales, en la provincia de Kardzhali en Bulgaria, que se asemeja sin ningún género de duda a la sonrisa vertical de una vulva abierta, que en nuestra lengua y en muchas otras recibe innumerables nombres, como veíamos en El Coño, y recuerda al claustro materno en su interior.
 
 
   El parecido es innegable y no es sólo obra de la naturaleza. Los investigadores creen que la entrada fue tallada y ampliada a partir de la abertura inicial por obra humana para darle la forma que posee. La entrada a la cueva tiene tres metros de alto por dos y medio de ancho y dentro de ella hay un altar tallado de un poco más de un metro de altura. Data del período tracio (siglos VI-II a.C.).
 
    El arqueólogo búlgaro Nikolay Ovcharov cree que los tracios utilizaban la cueva y el altar que hay en su interior como 'santuario de fertilidad'. Los lugares de culto de los tracios suelen estar situados en la cima de las montañas, y en la caverna que nos ocupa fluye el agua constantemente humedeciéndola. 
 
    Hay una abertura en el techo que permite al mediodía la entrada de luz a la gruta, proyectando, así se ha querido ver, lo que faltaba: la imagen de un falo en el suelo. Cuando el sol está en ángulo recto en los meses de febrero o marzo, más o menos por estas fechas de ahora, el rayo penetrante de luz llega hasta el altar, en el cuello uterino, fertilizando simbólicamente el útero en alegoría de la siembra primaveral, parpadeando durante un par de minutos.
 
    Se dice hoy día que hay parejas estériles que quieren tener hijos y no pueden y acuden a la cueva búlgara de Utroba con la esperanza supersticiosa, mágica y ancestral de que la visita ayude a concebirlos.    

lunes, 19 de febrero de 2024

Pareceres XLI

201.- Un Dios esquizofrénico. Leemos en el Antiguo Testamento el episodio aquel del castigo que recibió el hombre que quebrantó la ley del sábado (Números 15:32-36).  Sucedió, cuando estaban los hijos de Israel en el desierto, que encontraron a un hombre recogiendo leña en sábado; y los que le encontraron le denunciaron a Moisés y a Aarón y a toda la asamblea; y le encarcelaron porque no había sido todavía declarado lo que había de hacerse con él. Yavé dijo a Moisés: «Sin remisión, muera ese hombre. Que lo lapide el pueblo todo fuera del campamento». Y lo sacaron toda la asamblea fuera del campamento y lo lapidaron, muriendo, como se lo había mandado Yavé a Moisés. Los israelitas apedrearon al pobre hombre hasta la muerte, porque  lo había ordenado Dios. El incumplimiento de esa orden habría atraído sobre la nación de Israel la cólera del Señor, un Dios esquizofrénico que por un lado le dicta a Moisés el mandamiento de “No matarás” y, por el otro, le ordena que mate al hombre que había sido sorprendido recogiendo leña un sábado, el séptimo día de la sacrosanta semana que recrea el mundo cada siete días. 
 
 
202.- Teleseries en serie. Hoy día no existes si no ves series. Estás demodé, como se decía antaño en vez de 'pasado de moda', o bien old fashioned, out, offside como se prefiere ahora; y lo sabes… piensa en cuántas conversaciones te pierdes cuando no puedes comentar con los demás el último episodio de la nueva temporada de la serie de nunca acabar, esa que nadie quiere dejar de lado. Está claro: ver series mola más que leer, aunque uno tenga a veces la sensación de que estamos perdiendo mucha vida en la caverna del hogar dulceamargo hogar delante de la tele. No lo olvides, cuando ves la tele, tú no la ves tanto como ella Te Ve a ti. 
203.- Durante la impostada pandemia global (2020-2023) el Corte Inglés, especialista en tutearnos, comercializó un descargador eléctrico, extensible, con el objeto de mantener al prójimo a una distancia segura mínima de cinco pies, metro y medio aproximadamente, a nuestro alrededor a fin de guardar la separación social recomendada. Este artefacto propinaba una leve descarga de 4,5 voltios al que osaba acercársenos más de la cuenta. Si algún invasor del espacio seguro atraviesa nuestra burbuja personal, este nuevo y genial artilugio le envía un mensaje contundente con una pequeña sacudida electrizante, porque es lo que se merece todo el que viola nuestro espacio y no respeta la regla de oro de la distancia social, que es lo mejor que nos ha traído la pandemia. ¿Te acercas demasiado a mí? ¡Zas! ¿Te pones la mascarilla debajo de la nariz? ¡Zas! ¿Te quitas la mascarilla para estornudar? ¡Zas! ¿Quieres que choquen nuestros puños o que nos demos un codazo? ¡Zas! El artículo perfecto para devolver la sonrisa a los rostros enmascarados adecuadamente por supuesto. Todo es violación en la vida cotidiana: la mirada de los transeúntes, su andar sospechoso, su mentalidad, el aire que respiramos, que puede estar viciado por el virus hasta el punto de no saber si somos nosotros los contagiadores o los contagiados, o ambas cosas a la vez: el contagiador contagiado.
 
 
204.- Información y propaganda. No tiene mucho sentido separar las páginas de publicidad propiamente dichas de las restantes de un periódico ordinario. La noticia de que el papa visita España, por ejemplo, es publicidad del máximo capitoste de la iglesia católica S. A., lo mismo que el anuncio del último modelo de automóvil eléctrico aparecido en el mercado es una noticia de interés para muchos lectores. Cualquier noticia no deja de ser un montaje publicitario, en la misma medida en que cualquier montaje publicitario no deja de ser una noticia también. El periódico es propaganda y publicidad del establecimiento, de la realidad y de lo que existe: es uno de los pilares fundamentales del Régimen y del edificio insostenible de la realidad, ese producto de nuestra imaginación enfermiza. 
 
 205.- Estobeo. Cuenta el doxógrafo neoplatónico Estobeo, que vivió a caballo entre los siglos V y VI, que Sócrates solía decir que si en el teatro se pidiera a los zapateros que se pusieran en pie, ellos y solo ellos lo harían, y lo mismo sucedería con los demás gremios profesionales, pero si se pidiera que se levantaran los inteligentes o los justos que estuvieran presentes todo el público del teatro se pondría de pie, y concluye con una reflexión: Es especialmente hiriente en la vida que la mayoría de los hombres crean que son inteligentes sin serlo. 

domingo, 18 de febrero de 2024

A propósito...

        ...de una cita atribuida a Antonio Escohotado (1941-2021): “Aprender significa disfrutar cambiando de idea”. Parece inevitable que para aprender haya que desembarazarse del lastre de las ideas recibidas y se diría enquistadas en el cerebro, y eso, como dice Escohotado, nos hace disfrutar. El problema viene porque parece inevitable que para desalojar una idea tiene que venir otra enseguida como pieza de recambio a sustituirla y a ocupar el vacío que deja la primera, como si no pudiera quedar permanentemente vacante la casilla. Aprender, más bien, significa disfrutar desprendiéndonos de una idea o presunta verdad que ya teníamos. Aprender, más que adquirir ideas y verdades nuevas, es descubrir la falsedad de las verdades e ideas que ya teníamos. Y este proceso es por un lado gozoso sin duda por la liberación que conlleva, y doloroso por el otro, porque para descargarnos de una verdad tengamos que cargar con el lastre de otra hasta que con el tiempo, como suele decirse, se revele su falsía y sea desmentida... Pero no puede negarse el gozo de la eyaculación en general. 
 
 
        ...del ¡Viva la libertad, carajo! del actual inquilino de la Casa Rosada, que, granjeándose las simpatías y votos mayoritarios del electorado argentino, declara que siente un profundo desprecio por el Estado, y que el Estado es el Enemigo del pueblo. Se declara este jefe de Estado por un lado minarquista o partidario de la minarquía, es decir, de reducir el Estado a su mínima expresión, para lo que hace uso de una simbólica motosierra con la que se dispone a efectuar los recortes necesarios, y por otro lado se declara filosóficamente (sic) anarcocapitalista, es decir negador del Estado y afirmador del Capital, del que se declara enamorado apasionadamente: la plata, lo sabés vos, es la plata, che. No ve que ambos, Estado y Mercado, son hoy la cara y la cruz de la misma moneda, hasta tal punto fundidos y confundidos. Él, que se presenta como el gran abanderado de la libertad, ha llegado a decir que el Estado es una asociación criminal donde un conjunto de políticos, una banda de delincuentes, se dedica a expoliar a la ciudadanía utilizando el monopolio de la violencia para robar los recursos del sector privado. Quiere dinamitar el Estado desde dentro. No debería olvidarse, ya que es el jefe de dicho establecimiento,  de eliminarse a sí mismo en el intento.
 
         ...de la vitamina D, un medicamento a la búsqueda desesperada de pacientes. Los suplementos vitamínicos no dejan de ser medicamentos que pueden sernos recetados haciendo un abuso de diagnóstico al establecer unos niveles mínimos, que son los que tiene la mayoría de la población, y declarar que son patológicos por el déficit que suponen y, por lo tanto, no son aceptables, definiendo una enfermedad inexistente en la población sana. Se prescribe así sin necesidad un tratamiento que puede causar, no nos engañemos, importantes daños, porque no hay ningún medicamento inocuo, y así tenemos hipervitaminosis D, que es el nombre de la toxicidad de dicha vitamina, producida cuando se tienen cantidades excesivas en el cuerpo debidas a grandes dosis de suplementos de dicha vitamina, no a la alimentación ni a la exposición de nuestro cuerpo serrano al sol, ya que el cuerpo regula la cantidad tomada por la exposición al astro rey y por la alimentación. Dicha ingesta del suplemento de vitamina D puede acarrear hipercalcemias graves en niños y en adultos. Recordemos cómo durante la falsa pandemia se habló de la insuficiencia general de vitamina D en la población, por lo que la epidemiología al servicio de la farmacopea propuso una falsa solución, y la gente corrió a adquirirla a la farmacia.
 
 

sábado, 17 de febrero de 2024

Reivindicaciones salariales

    Me entero por la prensa de que los militares españoles denuncian el abandono al que el Gobierno los tiene sometidos a ellos y sus familias, y le exigen que “pase de su salario emocional basado en felicitaciones y palmaditas en la espalda a los hechos concretos y tangibles”. Con esta perífrasis expresiva aluden, sin llamarlo por su nombre, al salario material, o sea a un aumento de sueldo, dada la peligrosidad de las misiones a las que se exponen por las que reconocen que reciben a cambio del Gobierno en general y en particular del Ministerio de Defensa (antaño de la Guerra, cuando a las cosas se las llamaba por su nombre) un salario emocional (calco semántico del inglés emotional salary) que no les resulta especialmente emocionante en absoluto. Dan así a entender que las palabras y los gestos destinados a conmoverlos por la noble tarea de la entrega a las armas que realizan y que reciben no son suficientes -ni concretos ni tangibles- para la impagable labor que desempeñan, que no se remunera ni con todo el oro del mundo, como suele repetirse. 
 
 
     No es extraño, pues, que los mercenarios españoles quieran más dinero, o sea mayor salario real no emocional, pese a la exagerada importancia que se da a las emociones que hace que se hable hasta la hez de de la existencia de una supuesta inteligencia emocional, cosa que por otro lado resulta una contradicción en sus términos y un oximoro. Sin duda alguna, en este mundo en el que vivimos no hay nada más emocionante ni emotivo ni gratificante que un buen sueldo y salario. 
 
    Curioso cultismo este de “salario”, por cierto, que entró en nuestra lengua en el siglo XV tomado del latín “salarium”, y que designaba en principio la ración de sal que recibían a cambio los soldados mercenarios para sazonar y conservar los alimentos y después el dinero o estipendio que les permitía comprar la sal (y, por extensión, otros bienes y servicios), por lo que pronto pasó a significar también la paga que se les daba a los criados, y con el tiempo a todos los trabajadores, considerados ya asalariados y, en el caso de los militares, mercenarios. 
 
    Están los militares españoles reclamando “facta”, hechos concretos, y no “uerba” o palabras de agradecimiento y enhorabuena, que son la moneda corriente, según sienten ellos, con la que se les paga de ordinario. No perdamos de vista en este punto la etimología reveladora de esta palabra “pagar”, derivada del latín “pacare” -pacificar, apaciguar- y relacionada, por lo tanto, con el término pax pacis y la idea de “paz”: pagar sería originalmente hacer las paces para resolver un conflicto, hacer que cese, previo pago, la guerra.
 
 
    Estos nuestros militares que están en constante pie de guerra habida cuenta de su dedicación al dios Marte, al Mars pacifer, o dios beligerante que trae la paz -si uis pacem, para bellum-, y a las armas de fuego con las que disparan llegado el momento reclaman algo más que “felicitaciones y palmaditas en la espalda”, y ese algo más que ellos expresan con la perífrasis “hechos concretos y tangibles” por su labor impagable no puede ser otra cosa más que dinero contante y sonante: lo más concreto y tangible que puede haber no por su materialidad que se traduce en poca cosa de monedas o billetes efectivos o también en cifras digitales insignificantes de una cuenta corriente sino porque ese dinero puede intercambiarse por toda suerte de bienes y servicios bien tangibles y concretos. 
 
    Por algo se preguntan ellos que quién va a conducir, quién va a pilotar y -finalmente, en último pero no menos importante lugar- quién va a disparar cuando llegue el momento si no son ellos de hacer el trabajo sucio, ese que no quiere hacer nadie. Y es que ellos son, como su nombre indica, soldados mercenarios, están a sueldo, cobran la soldada, el viejo sólido que acuñó el emperador romano Constantino I, la moneda de oro que sustituyó al áureo y que estuvo vigente en Occidente hasta el siglo IX y que siguió utilizándose hasta doscientos años después en el Imperio Romano de Oriente o Bizantino hasta el siglo XI como moneda de cambio en el comercio internacional. 
 
    Aquellos primeros sólidos llevaban la imagen del emperador Constantino I en el anverso o cara principal y alguna alegoría pagana romana en el reverso, que fue reemplazada enseguida tras la implantación del cristianismo por una imagen de un ángel o ya por la cruz griega, de donde surge la expresión de 'la cara y la cruz de la moneda': el rostro del emperador que encarna el poder político por un lado y la cruz que justifica dicho poder y relaciona la acuñación de la moneda con la religión y con el auténtico dios creador del mundo que da identidad a cosas y a personas, incluida la del sobrrano. El hombre ha creado el dinero, para que el dinero convertido en Dios todopoderoso, cree una y otra vez al mundo cada mañana recreándonos a nosotros mismos. Y ese dinero nunca será suficiente habida cuenta, nunca mejor dicho, de la creciente inflación inherente al sistema. 
 
 
     No es extraño que los asalariados reivindiquen aumento de sueldo, es decir, de su salario material, cada cierto tiempo, cuando comprueban cómo los precios suben constantemente y la vida se encarece día a día, dado que en la economía de mercado los precios de los bienes y de los servicios están sujetos a cambio permanente y no conocen la estabilidad. Lo barato es muy barato, y lo caro es lo querido, como se ve etimológicamente, lo que me recuerda al chiste aquel atribuido al actor cómico Groucho Marx, que se acerca a una mujer y le pregunta si se acostaría con él a cambio de un millón de dólares. La mujer le responde que por supuesto, que lo haría encantada a cambio de esa cifra. Groucho le pregunta si accedería por un dólar, a lo que ella, ofendidísima, le replica: “Pero ¿quién se ha creído usted que soy yo? ¿Una prostituta?”. Groucho, sin inmutarse demasiado, le contesta: “Bueno, eso ya ha quedado manifiestamente claro. Ahora yo solo trataba de negociar el precio”.

viernes, 16 de febrero de 2024

Cuatro cosas más

El año pasado el trabajo mató en España a seiscientos cincuenta y ocho (658) varones y sesenta y tres (63) mujeres, en total: setecientos veintiún trabajadores.


El Servicio Cántabro de Salud descubre «al depurar» las listas de espera que había incluidos en ellas mil setecientos fallecidos (que se cansaron de esperar).


La urgencia mesiánica por salvar a la humanidad, la vida, el mundo o el planeta Tierra de su deflagración es una máscara tras la que late el afán de gobernar.


Muchas, la inmensa mayoría de nuestras pláticas tertulianas, si no todas, no son diálogos que intercambian razones, sino soliloquios en presencia de testigos.