viernes, 6 de octubre de 2023

Coup d'État y Health dictatorship

    Hace años Mercedes Milá decía en un programa de televisión de Sánchez Dragó a propósito de las medidas que se pretendían implantar contra una amenaza futura de gripe, cosas como esta, que tras el coup d'état -digámoslo en francés, para que no suene muy fuerte- que se llamó “la pandemia”, no han vuelto a escucharse en la tele ni a decirse. 
 
 
   -¡Que no se preocupe la gente de la gripe A, de verdad! ¡Que no se preocupe la gente! Se puede hacer la misma vida que se hacía, y más en nuestro país. Es que, vamos a ver, o sea: ¿Cómo puede ser esto de que resulte que le vayan a convencer a nadie de que hay que vacunar a toda la población cuando realmente lo que hay que hacer en la vida es no vacunarse de nada -esto aparte-, vacunar a la población, estar preparados con mascarillas, no dar besos, estornudar y hacer así (se tapa la boca con el codo). Pero, vamos a ver ¿esto qué es? ¿Una gran comedia? ¡Esto es la coña marinera! Alguien tendrá que dar la cara, digo yo, ¿no?. Alguien tendrá que dar la cara para explicar que nos han metido en una gran trampa”.
 
    Se quedaba corta Mercedes Milá cuando citaba la vacunación universal, la mascarilla, la prohibición de los besos (y abrazos) y el tapado de boca con el codo al toser o estornudar como los hitos de la gran comedia... Le faltó añadir algo que ni siquiera el Dictador había soñado poder hacer en las Españas: el arresto domiciliario de la población, llamado confinamiento, la exigencia de un certificado de buena salud que se obtenía automáticamente tras la sumisión gratuita a la inoculación experimental y dosificada o tras hacerse una prueba negativa que costaba dinero y fallaba más que una escopeta de feria -porque había que demostrar que uno no estaba enfermo, por aquello de in dubio contra reum: uno es culpable mientras no se demuestre su inocencia- para poder viajar y entrar en bares y restaurantes, declarar el toque de queda (que se llamó para disimular “restricción de movilidad nocturna”), y en caso de enfermar había que permanecer en el hogar-dulce-hogar, no fueran a colapsarse los hospitales, que estaban semivacíos y no estaban para albergar a todos los enfermos potenciales que había, que era toda al fin la población. 
 
    No es ninguna boutade pretendidamente graciosa que quiere impresionar al lector decir que hemos vivido una health dictatorship -digámoslo en la lengua del Imperio, para que se disimule un poco su crudeza, porque algunos no quieren mentar a la bicha de la dictadura en este país no solo democrático ya, sino progresista. 
  


 
    Desde que en el mes de marzo del 2020 fue declarada la pandemia coronaviral universal por la OMS subvencionada por el capital privado y estatal -aunque más al parecer por el primero que por el segundo, pero para el caso es lo mismo-, los denominados “negacionistas de la pandemia” intentaron denunciar el engaño organizado por los políticos, medios de comunicación y organizaciones sanitarias del mundo -léase acaso en orden inverso- movidos todos por el poderoso caballero don Dinero. 
 
    A los “negacionistas de la pandemia”, es decir, a aquellos que negaban su verdad, pero no podían negar su impostada realidad, se les aplicó una nueva etiqueta: la de “teóricos de la conspiración”, una denominación que trata de presentar el hecho de la conspiración como una teoría de unos chalados que ven lo que no hay, no como algo que hacía falta estar ciego para no ver, o peor que eso, para no querer verlo, porque ya se sabe que no hay peor ciego que el que no quiere ver. 
 
    Pero no solo hay que denunciar que los principales accionistas de la industria farmacéutica y de los medios de comunicación sean unos nombres propios como por ejemplo las mayores gestoras de activos del mundo Vanguard, Blackrock y State Street, sino que lo que está detrás de ellas y de otros tantos fondos buitre es el Dinero, que es también el principal accionista de nuestras democracias.
 
 
 
    Por eso los medios de comunicación no fueron los únicos que defendieron con uñas y dientes los intereses de las farmacéuticas y no volvieron a decirse ni a escucharse cosas como aquellas que decían Mercedes Milá e Iñaki Gabilondo, sobre el que escribíamos en El periodismo como sostén de la realidad. También lo hicieron los gobernantes y políticos de prácticamente la totalidad de los países del mundo, sin ni siquiera importar a qué facciones políticas pertenecían. Por vez primera en la historia de la humanidad, quizá, políticos de derechas e izquierdas, liberales y conservadores, estaban sorprendentemente de acuerdo en todo, servidores del Régimen democrático que le impone el Dinero al Estado, para a su vez imponérselo a la gente.

jueves, 5 de octubre de 2023

Seguidillas londinenses

Lenta-, pausadamente, como si nada, herrumbroso el otoño hace su entrada. 
 
 Octubre se desprende de la mortaja que es su sudario, viejo traje de gala. 
 
Bajo el puente colgante los barcos pasan, fluye el río hacia el mar, la mar salada. 
 
En el muelle recuerda una fragata que esta paz es la guerra no declarada. 
 
¿Qué rey en Inglaterra, qué reina manda? El reloj de la torre es el monarca: 
 
 
el tiempo que es dinero, y es todo y nada, que es futuro efectivo, moneda falsa. 
 
 ¿Quién trazaba tu línea con la navaja,  meridiano de Greenwich,  imaginaria? 
 
¿Quién partió el mundo en dos medias naranjas e hizo del territorio un triste mapa? 
 
Cuanto más se transforma todo y más cambia, más permanece todo igual que estaba. 
 
Bajo el puente de Londres corren las aguas, pasan horas y siglos: no pasa nada.

miércoles, 4 de octubre de 2023

¡Con un par!

    El pasado lunes 2 de octubre la investigadora húngara Katalin Karikó, vicepresidente de BioNTech, la farmacéutica asociada con Pfizer, y el estadounidense Drew Weissman, financiado por BioNtech desde 2018, fueron galardonados ex aequo con el Premio Nobel de Medicina 2023 por “sus descubrimientos sobre las modificaciones de las bases de los nucleósidos que permitieron el desarrollo de vacunas de ARNm eficaces (sic) contra la COVID-19". Acudieron a recibir el galardón, como se ve en la fotografía, enmascarados, no fueran a contagiar o contagiarse, lo que da idea del valor que le dan ellos mismos a la seguridad de los eficaces fármacos que han desarrollado y que, se supone, han incorporado.

 Los investigadores enmascarados, galardonados con el Nobel 2023
 
    Aunque los premios Nobel de Literatura (no se lo concedieron a Borges), de la Paz y de Economía estaban bastante desprestigiados y mancillados por su politización (recuérdese, por ejemplo, el otorgado a Barack Obama en 2009 por la contribución a la paz del mundo de los miles de soldados que envió a luchar por la causa a los frentes abiertos por Estados Unidos a lo largo y ancho del planeta), esto era lo que faltaba: la guinda del pastel. Uno suponía que los Nobel otorgados a científicos e investigadores, a diferencia de políticos y economistas, tanto monta, eran honestos y desinteresados económicamente, imperdonable ingenuidad.
 
    Pero no hay que olvidar que Alfred Nobel, el fundador de este premio que lleva su nombre, inventó la dinamita, es decir, un explosivo que utiliza nitroglicerina y que si explota manda a la gente a ver a Satanás. Como penitencia, instauró estos galardones. 
 
    Desde hace tres años se debate la eficacia y peligrosidad de las vacunas contra la covidicia; hasta ahora los debates eran interminables, pero a partir de ahora se cierran en falso al otorgar este premio Nobel, que viene a reforzar la narrativa dominante de que los sueros anticovidiciosos de ARN mensajero han sido “safe and effective”, seguros y efectivos, que su inoculación masiva ha sido la razón por la que se finiquitó o más bien se normalizó o gripalizó la pandemia, y que, por lo tanto, su administración ha salvado millones de vidas. 
 
 
    Ya hemos hablado de la falacia lógica que subyace aquí del  post hoc ergo propter hoc: lo que viene después es la causa de lo anterior. Es la misma que nos hace pensar que cuando acaba la epidemia de gripe estacional que se da casi todos los años -si exceptuamos los dos pandémicos-, se debe a la vacunación antigripal. O que amanece, dicho de otra manera, porque el gallo cantó quiquiriquí. 
 
    No vamos a hablar de los efectos adversos graves, muchos mortales y algunos peor que mortales, y de los muchísimos menos graves que ha causado la experimentación de esa terapia génica que ahora resulta galardonada con el Nobel, ni del hecho, experimental también, de que por primera vez se esté aplicando a niños en la actualidad la vacunación contra gripe (y, de paso, contra la covidicia) como si fueran conejillos de las Indias...
 
    No vamos a recordar que en la Alemania nazi, el sádico doctor Mengele, el doctor Muerte, fue galardonado con el reconocimiento público de su labor, él, responsable de tantos experimentos, crímenes y torturas a sus congéneres humanos. Pero no, no vamos a hablar de eso.

martes, 3 de octubre de 2023

Pareceres XXX

146.- Cambio climático: Escribía ya Agustín de Hipona, san Agustín, en alguno de sus Sermones, allá por los siglos IV y V de nuestra era cristiana, cuando aún no había registros de temperaturas que pudieran compararse con las actuales que tanto nos alarman, que a nadie le gustaron nunca los días que le tocó vivir -después de nuestra común expulsión del paraíso- y que cada año regularmente cuando sentimos el frío, solemos decir quejándonos: Nunca hizo tanto frío. Nunca hizo estos calores, siendo así que hace el mismo de siempre. Nuestra vicepresidenta en funciones, por su parte, declara: El cambio climático es una realidad y son necesarias medidas urgentes para paliarlo. No valen las palabras, solo sirven los hechos. Nos dan a entender estas palabras, que no sirven según ellas mismas dicen declarando su inutilidad, que si no adoptamos esas medidas urgentes, esos hechos que son válidos, no podremos paliar el problema. Pero si negamos la mayor, que es el problema, nos quedamos sin argumento racional que justifique la  aplicación de las “necesarias medidas urgentes”.
 
 
147.- Naturalmente. Escribe el colombiano Nicolás González Dávila. Cuidémonos del discurso donde abunde el adjetivo "natural" sin comillas: alguien se engaña a sí mismo, o quiere engañarnos. Desde las fronteras naturales hasta la religión natural. Siguiendo a este autor, vayamos, más allá de las fronteras y de las religiones naturales, un poco más lejos: ¿qué hay de natural, sin comillas metalingüísticas, en la naturaleza? Nada, naturalmente. 
 
148.- All right, then, I'll go to hell. ¡Qué soberbia lección nos da Huckelberry Finn, el entrañable personaje que creó Mark Twain! Huck se pregunta si debe o no entregar a su amigo Jim, un esclavo negro fugitivo. La buena sociedad cristiana de la época le ha enseñado que la esclavitud está bendecida por Dios, lo que hace que Huck se plantee si hace bien ayudando a su amigo a escapar, repasa las lecciones que aprendió en la catequesis sobre lo que les sucede a personas como él que ayudan a los esclavos fugitivos, y finalmente asume las consecuencias de su acción y acepta su destino: Está bien, entonces iré al infierno
 
149.- El experto y la Muerte: La historia que yo ya conocía como 'Los Derviches y la Muerte' ("Dos derviches que venían de Joppa se encontraron con la peste que se dirigía hacia allí. Le preguntaron a cuántos pretendía matar. Su respuesta fue: "A trescientos". De regreso a Joppa se encontraron con la Peste que volvía de ese lugar y le informaron de que habían oído hablar de la muerte de 3.300. "Oh" respondió la Peste, "maté solo a 300. Los otros murieron de miedo), me llega ahora bajo otra forma con un reproche final que hace a esta versión superior a la primera: La Muerte (que sustituye a la Peste) y el Experto (en lugar de los dos derviches giróvagos): La Muerte está sentada ante las murallas de la ciudad y espera.... Pasa un sabio erudito, se sienta con ella y le pregunta: "¿Qué haces aquí?". La Muerte responde: "Voy a la ciudad a buscar a trescientas personas". El experto corre a la ciudad y grita alarmado: "¡La Muerte vendrá a por 300 personas!". Acto seguido, todo el mundo corre a su casa presa del pánico y se encierra durante muchos días y noches. Finalmente mueren 3300 personas. Cuando el experto abandona la ciudad, la Muerte sigue allí sentada y el erudito le dice enfadado: "¡Ibas a llevarte a 300 personas, pero al final han sido 3300!". La Muerte responde: "Me llevé a 300, enfermos y ancianos, que son los que yo venía a buscar, como cada semana. El resto, le reprocha, se los llevó el miedo, ¡del que tú eres responsable!". 
 
150.- Valor y precio. Dice Nicolás González Dávila: En tiempos aristocráticos lo que tiene valor no tiene precio; en tiempos democráticos lo que no tiene precio no tiene valor. Y contrapone de esta forma la aristocracia del valor con la democracia del precio. A lo que hay que añadir lo que nos dejó dicho don Antonio Machado: Todo necio confunde valor y precio. Y habría que traer también a colación a Óscar Guail cuando a la pregunta de qué es un cínico responde en su lengua: What is a cynic? A man who knows the price of everything and the value of nothing. Un hombre que conoce el precio de todo y el valor de nada. 
 

lunes, 2 de octubre de 2023

El valor de la derrota

    El cineasta italiano Pier Paoloo Pasolini declaró en una entrevista en la revista Vie Nuove, en octubre de 1961, bajo el título “Conversaciones con Pasolini”, lo siguiente:  “Pero soy un hombre que prefiere perder antes que ganar de maneras desleales y despiadadas. Una falta grave por mi parte, lo sé. Y lo bueno es que tengo la audacia de defender tal culpa, de considerarla casi una virtud.” (Ma io sono un uomo che preferisce perdere piuttosto che vincere con modi sleali e spietati. Grave colpa da parte mia, lo so! E il bello è che ho la sfacciataggine di difendere tale colpa, di considerarla quasi una virtù… en su lengua, que es la lengua del Dante y de Petrarca).
 
 
    Pero la cita que se atribuye ahora por doquier en las redes sociales es la siguiente, inspirada libremente en la susodicha declaración, pero que no consta que haya sido escrita ni dicha literalmente con esas palabras nunca por Pasolini, lo que no desmerece en absoluto la argumentación y la belleza del razonamiento: "Creo que es necesario educar a las nuevas generaciones en el valor de la derrota. En manejarse en ella. En la humanidad que de ella emerge. En construir una identidad capaz de advertir una comunidad de destino, en la que se pueda fracasar y volver a empezar sin que el valor y la dignidad se vean afectados. En no ser un trepador social, en no pasar sobre el cuerpo de los otros para llegar primero. Ante este mundo de ganadores vulgares y deshonestos, de hacedores falsos y oportunistas, de gente importante, que ocupa el poder, que escamotea el presente, ni qué decir el futuro, de todos los neuróticos del éxito, del figurar, del llegar a ser. Ante esta antropología del ganador, de lejos prefiero al que pierde. (En versión original italiana: Penso che sia necessario educare le nuove generazioni al valore della sconfitta. Alla sua gestione. All’umanità che ne scaturisce. A costruire un’identità capace di avvertire una comunanza di destino, dove si può fallire e ricominciare senza che il valore e la dignità ne siano intaccati. A non divenire uno sgomitatore sociale, a non passare sul corpo degli altri per arrivare primo. In questo mondo di vincitori volgari e disonesti, di prevaricatori falsi e opportunisti, della gente che conta, che occupa il potere, che scippa il presente, figuriamoci il futuro, a tutti i nevrotici del successo, dell’apparire, del diventare… A questa antropologia del vincente preferisco di gran lunga chi perde)
 
    El hecho de que sea una cita espuria no hace que demerezca en absoluto su valor. Se non è vero, è ben trovato: Si no es verdad que lo dijo, está bien pensado y, a juzgar por su declaración, está seguramente inspirado en ella. 
 
    Me ha recordado enseguida el soneto teológico número 1 de Agustín García Calvo, Enorgullécte de tu fracaso, que cantaba Chicho Sánchez Ferlosio en 1982 en el Teatro Español, y el núm. 2 que recitaba el propio poeta. 
 
 
 
 


    Y quizá hay que traer también aquí aquellas palabras de Samuel Beckett, tomadas de Rumbo a peor, no siempre bien entendidas por los emprendedores como Elon Musk, que las han hecho suyas y repiten a menudo como si fueran mantras tibetanos de autorrealización: Ever tried. Ever failed. No matter. Try again. Fail again. Fail better. (Lo intentaste. Fracasaste. Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor). Creen algunos que lo que quiso decir Beckett es que el fracaso no es más que un aprendizaje en el camino del éxito, pero esto no tiene nada que ver con la intención original del texto ni con un vitalismo optimista del que hacen gala los emprendedores que muy poco o nada tiene que ver con Samuel Beckett, quien parte de la aceptación del fracaso sin esperar a cambio ningún éxito futuro.
 
 
      El hashtag #fracasamejor, aceptado sin ironía como frase motivadora, tanto en la lengua del Imperio como en la nuestra, aparece reflejado en camisetas, tazas, fundas de móviles, tatuajes, imanes de nevera y demás panoplia de objetos de consumo...

domingo, 1 de octubre de 2023

¿Quién ha creado a Dios?

    Una niña de siete años de Brescia (Italia) ha planteado un viejo problema teológico a sus mayores. La niña, a la que le habían enseñado en clase de religión en la escuela que Dios había creado el mundo y a las personas, se preguntaba a sí misma y les preguntaba a sus padres, abuelos y a la maestra que quién había creado a Dios. Como no le daban una respuesta convincente, escribió respetuosamente por consejo de sus padres, que veían que la pequeña estaba realmente obsesionada con ese problema, una carta al Papa Bergoglio, planteándole la cuestión que la atormenta. 
 
Una niña escribe, Telemaco Signorini 1885-90
 
     No ha sido el Papa personalmente, sino un monseñor de sus colaboradores quien le ha respondido en nombre de Su Santidad: El Santo Padre ha recibido tu hermosa nota. El Papa Francesco, que te agradece tu amable gesto, quiere hacerte saber que reza por ti a fin de que puedas crecer en el deseo sincero de conocer y amar a Jesús”. 
 
    La respuesta no ha satisfecho la curiosidad infantil de la pequeña. La pregunta, que sigue viva por lo tanto, recuerda un poco de lejos a aquella otra que se hacía san Agustín: ¿Qué hizo Dios antes de crear el universo? El santo de Hipona no respondió, como cuenta irónicamente Stephen Hawkings en su A Brief History of Time, que estaba preparando el infierno para los que hacían demasiadas preguntas, como hacen los niños y el niño que todos llevamos dentro, sino que el tiempo era una propiedad del universo que Dios había creado, y que por lo tanto no existía antes del comienzo del universo. El tiempo es pues obra de Dios que surge con la creación del mundo, por lo que Dios es anterior al tiempo, aunque no en un sentido cronológico, y esto es lo realmente embarazoso de la peliagudísima cuestión. 
 
San Agustín, atribuido a Gerard Seghers (1600-1650)
 
     Pero también san Agustín a propósito del tiempo, escribía aquello otro que se ha hecho proverbial y que nos vale también a nosotros para Dios, para el Universo y para cualquier otra cosa que queramos definir: "¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; si alguien me lo pregunta y quiero explicarlo, ya no lo sé" (Confesiones, XI, 14, 17).

sábado, 30 de septiembre de 2023

Contra la desinformación informativa

    Nos regala el extravagante multimillonario Elon Musk, director ejecutivo de la red social X (antiguamente tuíter, la jaula de la que el pajarito azul salió volando), un vídeo de un minuto y medio de duración, que no tiene desperdicio en el que se suceden imágenes vertiginosas al ritmo frenético de En la gruta del rey de la montaña de la suite Peer Gynt de Edvard Grieg. 
 
Logo de tuíter, que ahora se llama X
 
 
    La información que proporciona gira precisamente en torno a la desinformación o información errónea difundida sobre las vacunas contra la enfermedad del virus coronado. Vemos los titulares de la prensa, el cuarto poder del Estado democrático, sobre la eficacia de dichos sueros, que publicaban afirmaciones supuestamente científicas -la ciencia es la nueva forma de religión, en la que hay que creer fidedignamente so pena de ser considerado un hereje, y es por lo tanto la nueva forma de religión y opio del pueblo, que diría el venerable Carlos Marx, avaladas con datos numéricos, que tuvieron lugar a lo largo del año 2021. 
 
 
    El porcentaje de eficacia y seguridad de los fármacos va disminuyendo paulatinamente. Al principio nos aseguraban el 100% de efectividad, nada más y nada menos, pero cuando apareció la variante Delta comenzaron a rebajarlo a un 50%, y a ir bajando según iban apareciendo nuevas variantes y subvariantes. 
 
    A continuación aparece la propaganda de las dosis de refuerzo (boosters, en la lengua del Imperio). Las autoridades sanitarias recomendaban dichas dosis, hasta cuatro y cinco en un intento desesperado por huir hacia delante. Finalmente nos muestra las decisiones que tomaron algunos países como como Suecia, Japón o Dinamarca de suspender la campaña de vacunación –sobre todo entre las personas más jóvenes, que eran las que menos riesgo tenían de contraer la enfermedad, y más susceptibles de sufrir graves efectos secundarios.
 
    Concluye el vídeo mencionando los pingües beneficios obtenidos por la industria de la gran farmacopea y sus grandes corporaciones farmacéuticas. 
 
 
    Aunque llega un poco demasiado tarde, se agradece sin embargo este paso atrás dado por el magnate ante la crisis sanitaria de la enfermedad del virus coronado, que fue uno de los primeros que se prestó al experimento dejándose inocular, que quizá sirva para desengañar a algunos engañados todavía, mostrando en mostrando en particular que la eficacia de estas últimas ha sido ampliamente cuestionada en todo el mundo, con bastante rapidez. 
 
    En los comentarios que escribe Musk explica: "Lo que me preocupa es el hecho de que la gente se vio obligada a vacunarse y someterse a múltiples inyecciones de refuerzo para poder hacer cualquier cosa". Recuerda que “si la Corte Suprema de Estados Unidos no hubiera invalidado la decisión de Joe Biden”, se habría visto obligado “a despedir a cualquiera que se negara a vacunarse”, aunque asegura acto seguido que no habría hecho una cosa así... aunque acabó despidiendo a la mitad de la plantilla para ahorrar gastos.
 
    Sin embargo, admite que recibió sus correspondientes dosis para poder viajar, como tantas otras personas que se sometieron a los pinchazos por esa razón, y comenta que "la tercera vacuna casi me envía al hospital". 
 
    A continuación escribe como disculpándose: "No es que no crea en las vacunas", escribe, pero "la cura no puede ser potencialmente peor que la enfermedad. Y el debate público sobre la eficacia no debería cerrarse". 
 
    Concluye matizando más aún sus comentarios sobre el potencial médico de la tecnología del ARN mensajero sintético, recomendando “let’s not throw the baby out with the bath water”, no tirar al bebé con el agua de la bañera dentro, aunque quizá nos iría mucho mejor en este caso tirar el agua sucia del barreño con el niño y el pediatra que lo recomendó dentro.
 
 
    Elon Musk aparece en la imagen adjunta acompañado de su madre y disfrazado con motivo de Jálogüin en una fiesta neoyorquina con traje de cuero rojo con una cabeza de Bafomet, un demonio con cabeza de cabra y una cruz invertida, un disfraz que le había costado 7.500 dólares yanquis, poco antes de despedir a la mitad de los 7.500 empleados a los que la red daba trabajo en el mundo para ahorrar gastos. ¡Qué preocupaciones tienen estos millonarios miembros de las élites tecnológicas, inmensamente ricos, que como dice nuestra vicepresidenta en funciones son conscientes, ellos y ellas, de que "nos vamos al carajo" y, como nos vamos a salva sea la parte, tienen un plan restringido a ellos y ellas de huir del planeta Tierra, renunciando ellos y ellas de ese modo a salvarlo, sustituyendo el planeta azul por el mundo de los cohetes, del metaverso, y de sus mansiones-fortalezas en Nueva Zelanda, dejándonos aquí en este carajal a nosotros y nosotras!

viernes, 29 de septiembre de 2023

El Ejército español se defiende contratacando (y II)

    La cuestión séptima del documento que nos ocupa dice que España no tiene en la actualidad ninguna amenaza hostil directa de guerra que justifique la existencia de un Ejército. El Ministerio parte de la premisa de que no existe el riego cero, y que por lo tanto puede surgir o crearse ad hoc un enemigo de la noche a la mañana: Ucrania, Marruecos, y allá donde nos llame la Organización que para eso somos sus vasallos.

    No podía faltar la cuestión ecológica: las maniobras militares destruyen el medio ambiente.   Como muestra un botón: El carácter militar de los terrenos del Monte Iroite, el más alto de la sierra de Barbanza en La Coruña, que hace años se convirtió en base militar (para la defensa aérea y “del espacio”) albergando al Escuadrón de Vigilancia Aérea núm. 10 (EVA 10), con su cierre perimetral, hace de este futuro bosque un lugar prácticamente «intocable» y obviamente protegido, alejado de los usos comunes de la gente de la sierra de Barbanza, como son el pastoreo, la ganadería, la agricultura o la caza, y estará, gracias a los sistemas de seguridad, protegido de incendios forestales y «quemas controladas».

    La justificación de este atropello, patrocinado por la Fundación Iberdrola, es científica: se pretende evitar con la plantación de 7.200 árboles autóctonos la emisión a la atmósfera de 1.145 toneladas de dióxido de carbono en los próximos cincuenta años, convirtiendo la naturaleza que previamente han destruido construyendo este acuartelamiento aéreo en un parque protegido. 

 

    Quieren así poner coto, nunca mejor dicho, hipócritamente al Acuartelamiento Aéreo de Barbanza, y recuperar la vegetación que previamente han destruido. Financiado por la Fundación Iberdrola España, han colaborado voluntarios repoblando el campo de tiro de plantones y el EVA 10, que así pretende hacerse un lavado de cara ecológico. El Ministerio de la Guerra quiere así salvar el Planeta a costa de hacerles un poco más insufrible la vida a sus habitantes.

      La cuestión novena justifica la presencia del Ejército en las instituciones educativas para ofrecerles a los jóvenes de ambos sexos, sin discriminación, una salida profesional, como si eso fuera lo deseable. La prostitución también puede ser una salida profesional para los jóvenes de ambos sexos y no por eso se publicita abiertamente en nuestro sistema educativo. De ahí que los ejércitos occidentales intenten, como ahora hace el nuestro con este documento, adoctrinar a la sociedad civil sobre su importancia, ofreciéndoles a los jóvenes de ambos sexos una educación, que es el arma más poderosa,  en  valores militares y de defensa así como un futuro profesional, aventura y emoción regados con un discurso que justifica las intervenciones especiales con argumentos humanitarios y democráticos que llaman 'misiones de paz', denominando obviamente “paz” a la guerra.

    La cuestión décima trata de justificar la presencia del Ejército en las procesiones religiosas, por lo que se defiende diciendo que “la participación de los militares en tales actos será siempre con carácter voluntario, respetando así el ejercicio del derecho a la libertad religiosa.” Y publican esta imagen de una procesión de Semana Santa, donde los militares llevando un Cristo crucificado no participan como civiles, sino como militares, con uniforme y todo (¿con armamento reglamentario?).

 

    Llegamos a la cuestión undécima: El Ejército no es democrático, sino jerárquico y autoritario por su propia idiosincrasia: las decisiones, reconocen los autores del panfleto, no se toman por mayoría ni siquiera de forma colegiada, sino que emanan de la cadena de mando, pero están “al servicio de un poder democrático”, pero ¿no es una contradicción entre medios y fines estar al servicio de un poder democrático renunciando a la democracia?

    La duodécima cuestión es la más interesante y pone el dedo en la llaga: “La participación militar en la resolución de conflictos, lejos de solucionarlos, genera nuevos problemas: muertos, refugiados, violaciones, etc.” Y, desgraciadamente, ese etcétera es muy largo.

    Claro es que, como dicen ellos, las guerras no las declaran los militares, sino los políticos, que ya ni siquiera necesitan declararlas solemnemente para hacerlas, pues como escribió el general e historiador prusiano Carl Von Clausewitz, “la guerra es la mera continuación de la política por otros medios”, y, podríamos decir nosotros, dándole la vuelta a la frase: la política es la continuación de la guerra camuflada de “paz”. En su célebre estudio, el teórico de la guerra establece que no puede haber un Estado-nación único que detente el monopolio del uso de la fuerza, como algunos quisieran, porque para que haya uno tiene que haber por lo menos otro, a ser posible varios más, a los que oponerse y enfrentarse, porque cada Estado es una entidad de concordia interna y de discordia y rivalidad exterior.

    El eje argumental de este documento es que el ejército aporta seguridad a la sociedad civil, pero los antimilitaristas siempre hemos argumentado lo mismo: si civil se opone y contrapone a militar, civilizado, por su parte, se contrapone y opone a militarizado.

    La razón de los Ejércitos no es otra que la guerra, que está en la raíz misma del origen de los Estados, pero eso no significa que sean deseables ni los unos ni las otras. Si emprendemos la vía del rearme, estamos fabricando una bomba de relojería que nos puede explotar en las manos en cualquier momento. ¿Saldremos algún día de la prehistoria, de los valores guerreros y de la sofisticación armamentística para resolver nuestras diferencias? Nuestros gobiernos, sean del signo político que sean, están empeñados en que no.

jueves, 28 de septiembre de 2023

El Ejército español se defiende contratacando (I)

    Resulta paradójico y también muy sintomático que el Ministerio de la Guerra, vamos a llamar a las cosas por su nombre, haya publicado recientemente un documento, Las Claves del porqué, con el que intenta justificar socialmente su propia existencia y la del incremento del gasto militar, un gasto desproporcionado que no ha hecho más que progresar en el peor sentido de la palabra, si tiene alguno bueno, con este gobierno progresista. El documento peca de aquello de que el que se excusa de algo, se incrimina a sí mismo de ello:  excusatio non petita, accusatio manifesta.

   La crítica contra el Ejército que emprendemos aquí la hacemos desde el antimilitarismo y no desde la no violencia o el mero e ingenuo pacifismo -la pax Romana, o la paz del cementerio no nos conmueve en absoluto- y no excluye sino todo lo contrario a los cuerpos policiales, cada vez más espectacularmente militarizados y especializados en el mantenimiento del “orden público” y en luchar contra el “enemigo interior”, “hostis intus” o “enemy within”, como diría la señora Thatcher, que condenó nuestro mundo a no tener alternativa.

    El documento se divide en doce cuestiones conceptuales: Las cinco primeras son redundantes. Son especialmente perversas las cuestiones tercera y cuarta. Empecemos por esta última que dice que el gasto militar español es absurdo porque pertenecemos a la OTAN. Justamente es la OTAN la que por permanecer a ella nos obliga a aumentar nuestro gasto militar. 

       Cuando algunos Estados, como el Reino de las Españas, habían disminuido su gasto militar, viene la OTAN/NATO en la que nos metieron de cabeza con el consentimiento de una mayoría asustadiza y adoctrinada, pero nunca de la totalidad, y nos dice que tenemos que ampliar el presupuesto para sufragar la guerra de Ucrania, por ejemplo, que por otro lado han atizado para eso con tal finalidad. 

    Maquiavélica es la tercera cuestión, que sólo puede entenderse desde una óptica belicista, y que dice: que nuestros sistemas de defensa son inútiles porque “no se emplean en guerras y llegan a ser obsoletos sin haber sido utilizados realmente”. ¡Lo que nos faltaba! No entienden nuestros mílites que la obsolescencia de los juguetes de guerra mueve dinero y la obligación de estar siempre al día y de reponer los cacharros inutilizados, pero parece que de lo que se quejan los militares es de no poder estrenarlos en algún conflicto que otro.

       Las otras razones, que pueden reducirse al argumento de "o cañones o mantequilla", son las siguientes: (1ª) Las inversiones en defensa van en detrimento de las correspondientes a sanidad y educación; (2ª) la inversión para la adquisición de los nuevos vehículos blindados 8x8 detrae recursos para gasto social; y (5ª) Con el importe de un Carro de Combate Leopardo podrían adquirirse 440 respiradores.

 

    El 17 de enero de 1936, el ministro de propaganda hitleriano Joseph Goebbels, citando a Hermann Göring, señaló que había que gastar más en cañones, «pues estos nos harán más fuertes, mientras que la mantequilla sólo nos hará más gordos». (Göring no estaba precisamente delgado). A su vez, Benito Mussolini, llegó a imprimir carteles en la Italia fascista justificando que en tiempos de guerra había poca mantequilla, por el gasto militar, con el expresivo texto de que había que elegir entre «burro (mantequilla) o cannoni (cañones)». 

     Los economistas como el premio Nobel Paul Samuelson reutilizan esta expresión para endilgarnos la teoría del "coste de oportunidad", que nos presenta una elección entre cañones y mantequilla y nos plantea el dilema, dado que los recursos de un Estado cualquiera son limitados, de dónde es preferiblemente invertir en armamento o en otras cosas (como garantizar una sanidad suficiente y gratuita a toda la población, resolver el problema del hambre en el mundo, o destinar a educación..., siempre y cuando no consista en adoctrinamiento en valores militares, como se hace en la actualidad en casi todos los centros públicos, subvencionados y privados, convirtiéndose así la educación de las futuras generaciones, es decir, el adoctrinamiento, en un arma poderosa cargada de futuro). 

 

    Es evidente que el dinero dedicado a submarinos o tanques no va a invertirse en hospitales, escuelas, respiradores o gasto social. Con el agravante añadido, además, de que su destino final es la destrucción por activa y por pasiva o, en el mejor de los casos, la obsolescencia programada. Así que no nos detenemos mucho en estas consideraciones peregrinas que caen por su propio peso.

    Lo cierto es que no hay progreso, paso hacia delante, sino que estamos dando pasos hacia atrás: los presupuestos militares aumentan en la medida que la inseguridad y el belicismo se hacen protagonistas en el escenario internacional al tiempo que el mismo problema desaparece de los debates en la política nacional.

    Especialmente espinosa es la cuestión sexta: El Ejército no puede vencer pandemias ni evitar catástrofes, pero colabora humanitariamente en dichas tareas. El argumentario por así llamarlo se ilustra con una fotografía de un militar vacunando a una señora, como si la vacuna sirviera para luchar contra el virus y no favoreciera precisamente la propagación de la pandemia.

    No es el Ejército español el que se defiende en este documento, sino el Ministerio de la Guerra: la misión del Ejército español no es la defensa, sino el ataque. 

    Hacía Fernando Savater en Las razones del antimilitarismo (1984, edit. Anagrama) la siguiente reflexión: Hoy todavía se nos presenta como el mayor mérito de las banderas el que mucha gente ha dado su vida por ellas y pocos se atreven a ver precisamente ahí la mejor razón para detestarlas. Paso a paso, el papel de los ejércitos nacionales ha ido aumentando no sólo hasta convertirse en símbolos, guardianes y encarnación más propia de la patria, sino también en la finalidad principal del Estado al que supuestamente vertebran. Los Estados modernos, incluso los más pacíficos, viven y trabajan para sus ejércitos. "Toda actividad humana y social no se justifica si no prepara la guerra", decía el brutal Lüdendorff en 'La guerra total' (...)"

miércoles, 27 de septiembre de 2023

'La pirola'

    La nueva super-variante Pirola, cuyo nombre científico es BA.2.86, difícil de detectar ya que si por algo destaca es por su asintomaticidad, fue detectada sin embargo por primera vez el pasado mes de agosto en siete países distintos: Dinamarca, Israel, Reino Unido, Suiza, Tailandia, Estados Unidos y Sudáfrica. Enseguida cundió la alarma. 

La OMS tocando la pirola.
 

    Cuando parecía que la OMS ya no recurría a las letras del alfabeto griego, resulta que no es así, ya que detrás de la ómicron, como se sabe, viene la pi -la famosa letra del número pitagórico- y después de la pi viene la ro, y claro con los dos monosílabos juntos, añadiendo un sufijo final ya tenemos un nuevo palabro con más empaque: pi-ro-la, que resulta que es también el nombre de un asteroide de nuestro sistema solar, no lejos (relativamente claro) de Júpiter, descubierto en 1927, al que se le puso el nombre de Pyrola (cuyo nombre científico es núm. 1082), porque era el nombre genérico de unas treinta y tres especies de plantas ericáceas, un nombre que deriva del latín pirum, mejor que pyrum, que significa "pera", por la forma de sus hojas como peras.

    A mí el nombre de esta variante me produce bastante risa floja, la verdad sea dicha, como a la mayoría de gallegos que pululan por el vasto mundo, porque en Galicia es uno de los nombres de la pilila, que dicen los niños, o de la picha, con palabra más adulta, y me recuerda la inolvidable canción que cantaba Siniestro Total en los ochenta: Ayatola, no me toques la pirola, y que podríamos ahora reeditar y dedicársela a los ayatolás y mulás de la Organización Mundial de la Salud.

 

     ¿Qué dice la ciencia menos prostituida a los intereses de la gran farmacopea? Pues que cuanto más contagiosa se vuelve una variante, menos peligrosa es. La hipótesis de una infección viral que busca perpetuarse, contaminando y no matando al mayor número de huéspedes, es generalmente asumida dentro de la comunidad científica. El virus se ha vuelto cada vez menos virulento, más inofensivo. Sin embargo, se está afianzando la idea de que el número de “reinfecciones” puede provocar un problema de salud pública general, fomentando así otra vez el miedo y el alarmismo al dar a entender torticeramente que la nueva variante podría causar repentinamente una gran mortalidad.

    Hay muchas pociones mágicas compradas que no se han inyectado todavía y que hay que poner para justificar su millonaria adquisición.  La autoridades sanitarias atribuyen el fin de la pandemia a dichas pociones mágicas, que, según ellas, han salvado vidas, como si cuando se acaba la epidemia de gripe estacional de todos los años le atribuyéramos su final a la vacunación antigripal. Es la falacia lógica del "post hoc, ergo propter hoc" (después de esto, luego por causa de ello), que consiste en asumir que hay una relación causal en el hecho de que una cosa suceda tras otra "como si el canto del gallo provocara la salida del sol", como escribe Juan Gérvas.  

    Eso les sirve a las autoridades sanitarias gubernamentales para no rendir cuentas, no examinar los daños, no compensar por los efectos adversos provocados, cuando sabemos a cien cierta que las inoculaciones no evitan casos, no impiden la transmisión de la enfermedad, no producen inmunidad de grupo, no disminuyen las hospitalizaciones ni la mortalidad y conllevan graves efectos adversos en las personas Y callan, como putas, sobre el confinamiento. 

 

   Además, ya se sabe, la vacuna de la enfermedad del virus coronado ha servido para promover la desprestigiada de la gripe. Ahora quieren ponérselas juntas ambas a las embarazadas, a las que no se les puede dar ni una triste aspirina,  a los niños y a los viejos. Y es que van a por los niños y a por los viejos, está clarísimo.  Ninguno de los dos sueros vale para nada bueno, y sí para mucho malo. Son experimentos fallidos, porque sus daños son ciertos y sus beneficios muy dudosos. Además, advierte Juan Gérvas, la inoculación simultánea o coadministración que las autoridades pretenden ahora para los menores y los mayores, niños y viejos, puede multiplicar el riesgo de ictus isquémico o, lo que es lo mismo, infarto cerebral.