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martes, 3 de octubre de 2023

Pareceres XXX

146.- Cambio climático: Escribía ya Agustín de Hipona, san Agustín, en alguno de sus Sermones, allá por los siglos IV y V de nuestra era cristiana, cuando aún no había registros de temperaturas que pudieran compararse con las actuales que tanto nos alarman, que a nadie le gustaron nunca los días que le tocó vivir -después de nuestra común expulsión del paraíso- y que cada año regularmente cuando sentimos el frío, solemos decir quejándonos: Nunca hizo tanto frío. Nunca hizo estos calores, siendo así que hace el mismo de siempre. Nuestra vicepresidenta en funciones, por su parte, declara: El cambio climático es una realidad y son necesarias medidas urgentes para paliarlo. No valen las palabras, solo sirven los hechos. Nos dan a entender estas palabras, que no sirven según ellas mismas dicen declarando su inutilidad, que si no adoptamos esas medidas urgentes, esos hechos que son válidos, no podremos paliar el problema. Pero si negamos la mayor, que es el problema, nos quedamos sin argumento racional que justifique la  aplicación de las “necesarias medidas urgentes”.
 
 
147.- Naturalmente. Escribe el colombiano Nicolás González Dávila. Cuidémonos del discurso donde abunde el adjetivo "natural" sin comillas: alguien se engaña a sí mismo, o quiere engañarnos. Desde las fronteras naturales hasta la religión natural. Siguiendo a este autor, vayamos, más allá de las fronteras y de las religiones naturales, un poco más lejos: ¿qué hay de natural, sin comillas metalingüísticas, en la naturaleza? Nada, naturalmente. 
 
148.- All right, then, I'll go to hell. ¡Qué soberbia lección nos da Huckelberry Finn, el entrañable personaje que creó Mark Twain! Huck se pregunta si debe o no entregar a su amigo Jim, un esclavo negro fugitivo. La buena sociedad cristiana de la época le ha enseñado que la esclavitud está bendecida por Dios, lo que hace que Huck se plantee si hace bien ayudando a su amigo a escapar, repasa las lecciones que aprendió en la catequesis sobre lo que les sucede a personas como él que ayudan a los esclavos fugitivos, y finalmente asume las consecuencias de su acción y acepta su destino: Está bien, entonces iré al infierno
 
149.- El experto y la Muerte: La historia que yo ya conocía como 'Los Derviches y la Muerte' ("Dos derviches que venían de Joppa se encontraron con la peste que se dirigía hacia allí. Le preguntaron a cuántos pretendía matar. Su respuesta fue: "A trescientos". De regreso a Joppa se encontraron con la Peste que volvía de ese lugar y le informaron de que habían oído hablar de la muerte de 3.300. "Oh" respondió la Peste, "maté solo a 300. Los otros murieron de miedo), me llega ahora bajo otra forma con un reproche final que hace a esta versión superior a la primera: La Muerte (que sustituye a la Peste) y el Experto (en lugar de los dos derviches giróvagos): La Muerte está sentada ante las murallas de la ciudad y espera.... Pasa un sabio erudito, se sienta con ella y le pregunta: "¿Qué haces aquí?". La Muerte responde: "Voy a la ciudad a buscar a trescientas personas". El experto corre a la ciudad y grita alarmado: "¡La Muerte vendrá a por 300 personas!". Acto seguido, todo el mundo corre a su casa presa del pánico y se encierra durante muchos días y noches. Finalmente mueren 3300 personas. Cuando el experto abandona la ciudad, la Muerte sigue allí sentada y el erudito le dice enfadado: "¡Ibas a llevarte a 300 personas, pero al final han sido 3300!". La Muerte responde: "Me llevé a 300, enfermos y ancianos, que son los que yo venía a buscar, como cada semana. El resto, le reprocha, se los llevó el miedo, ¡del que tú eres responsable!". 
 
150.- Valor y precio. Dice Nicolás González Dávila: En tiempos aristocráticos lo que tiene valor no tiene precio; en tiempos democráticos lo que no tiene precio no tiene valor. Y contrapone de esta forma la aristocracia del valor con la democracia del precio. A lo que hay que añadir lo que nos dejó dicho don Antonio Machado: Todo necio confunde valor y precio. Y habría que traer también a colación a Óscar Guail cuando a la pregunta de qué es un cínico responde en su lengua: What is a cynic? A man who knows the price of everything and the value of nothing. Un hombre que conoce el precio de todo y el valor de nada. 
 

martes, 28 de marzo de 2023

De la brevedad de la vida

    Dicen que la vida son dos días. Y lo dicen para animarnos a disfrutar de ella encareciendo su valor ante la caducidad y urgencia de su efímera brevedad. Pero no es verdad. La vida no es ni breve ni larga porque no es tiempo mensurable que pueda cronometrarse, no es algo cuantitativo sino cualitativo que cabe tanto en el recipiente de un minuto como en el de un siglo.

     No es buena la máxima que le atribuyen a Hipócrates, el padre de la medicina, que decía "ars longa, uita breuis", que quiere decir que la vida es corta y mucho y largo lo que hay que hacer. Esta máxima nos llevaría a un frenético hacer por hacer para dar sentido unívoco a algo que como nuestra vida carece de sentido, y es bueno que carezca.

Óscar Guail (1854-1900)

    Óscar Guail decía que la mayoría existimos y que muy pocos son los que viven....(To live is the rarest thing in the world. Most people exist, thast is all: "Vivir es la cosa más rara que hay en el mundo. La mayoría de la gente existe, eso es todo"). ¡Qué razón tiene casi siempre el tío Óscar, ese entrañable mariconazo víctima del puritanismo victoriano, uno de los espíritus libres más agudos que en el mundo han sido, que sin embargo se mantiene, pese a estar muerto y enterrado, muy vivo, vivito y coleando todavía!

    La vida debe ser vida, sea esto lo que sea. Para que sea así, lo esencial es que no se la cuantifique, que no se la considere tiempo ni breve ni largo, ni mucho ni poco, que no se temporalice, y que, ya que "time is money" ("el tiempo es dinero", si se me permite, que no se mercantilice, es decir, que no se prostituya en el mercado laboral del trabajo asalariado). O, por lo menos, que no lo haga mucho, que no se vuelva oro como el rey Midas, o sea, mierda, porque time (and life) is money, sí, pero money is shit, ergo time (and life) is shit too: silogismo impecable, razonamiento lógico.

martes, 18 de enero de 2022

Se mata lo que se ama

    La actriz Jeanne Moreau cantaba en la película Querelle (1982) de Reiner Wender Fassbinder, basada en la novela homónima de Jean Genet, un fragmento de la Balada de la cárcel del Reading del genial Oscar Wilde. Eran estas tres estrofas:


Yet each man kills the thing he loves,
By each let this be heard;
Some do it with a bitter look,
Some with a flattering word;
The coward does it with a kiss,
The brave man with a sword!

Some kill their love when they are young,
And some when they are old;
Some strangle with the hands of Lust,
Some with the hands of Gold:
The kindest use a knife because
The dead so soon grow cold.

Some love too little, some too long,
Some sell, and others buy;
Some do the deed with many tears,
And some without a sigh:
For each man kills the thing he loves,
Yet each man does not die.


Que dicen más o menos esto:

Y todos matan lo que aman,
que lo oiga todo el mundo;
unos con la mirada
amarga,
otros con un piropo,
lo hace el cobarde con
un beso,
y el que es valiente a espada.

Su amor lo matan mozos unos
y cuando viejos otros:
con manos unos de lujuria
lo ahogan, y otros de oro;
usa el mejor la daga, pues
se enfría el muerto pronto.

Mucho aman unos, otros poco,
vende uno y compra otro;
 
con mucho llanto matan unos
y otros sin un sollozo:
y aunque lo que aman matan todos,
no dan la muerte a todos.


    El tío Oscar, en efecto, nos narra en la larga
Balada de la cárcel del Reading (1896) cómo un hombre tenía sangre y vino en sus manos: había asesinado a la mujer que amaba. Este hombre había sido condenado a la horca por asesinato, por lo que hoy llamaríamos violencia de género con una simplificación estúpida. “Matado había lo que amaba / e iba a morir por eso”. Sin embargo, como razona la balada, todos los hombres hacen, hacemos, lo mismo de alguna forma y no somos condenados a muerte por ello. Este es el mensaje: Cada hombre mata la cosa que ama: Cada uno mata el objeto de su amor, sea cosa o sea persona: Cada hombre mata el amor que siente cuando reconoce el amor que siente, cuando declara solemnemente que lo que siente es amor y pronuncia la fórmula sacramental "te quiero", y le pone nombre, una etiqueta, a sus sentimientos nunca antes experimentados con tanta intensidad. 


    Para mí es la reflexión más importante que inspira la balada: algo que va más allá del tópico "la maté porque era mía", pero que profundiza en él: matamos todo aquello que amamos porque somos incapaces de quererlo en libertad. No podemos gozar de aquello que poseemos: la posesión mata el goce. 

    Como dicen que le dijo Rousseau a Madame de Houdetot: "Si vos llegáis a ser mía, voy a perderos, precisamente porque luego os poseeré a vos, a quien adoro".

    La declaración solemne de un sentimiento mata el sentimiento. Tal vez era eso lo que quería decir la mítica canción de Joy Division: "Love will tear us apart" (El amor nos desgarrará) Que concluía con aquella reflexión: Love, love will tear us apart again. El amor nos separará de nuevo. No es la muerte lo que va a separarnos, sino el amor.

  

martes, 9 de noviembre de 2021

De la brevedad de la vida

    Suele decirse que la vida son dos días. Y se dice para animarse uno a disfrutar de ella encareciendo su valor ante la caducidad y urgencia de su efímera brevedad. Pero no es verdad. La vida no es ni breve ni larga porque no es tiempo mensurable, no es algo cuantitativo sino cualitativo que cabe tanto en el recipiente de un segundo como en el de un siglo.

    No es buena la máxima que le atribuyen a Hipócrates, el padre de la medicina, que decía "ars longa, uita breuis", que quiere decir que la vida es corta y mucho lo que hay que hacer. Esta máxima nos llevaría a un frenético hacer por hacer para dar sentido unívoco a algo que como nuestra vida no lo tiene, y es bueno que no lo tenga.

    Oscar Wilde decía que la mayoria existimos y que muy pocos son los que viven.... ¡Qué razón tiene casi siempre el tío Oscar, ese entrañable mariconazo víctima del puritanismo victoriano, uno de los espíritus libres más agudos que en el mundo han sido, que sin embargo se mantiene, pese a estar muerto y enterrado, muy vivo, vivito y coleando todavía!

     La vida debe ser vida, sea esto lo que sea. Para que sea así, lo esencial es que no se la cuantifique, que no se la considere tiempo ni breve ni largo, ni mucho ni poco, que no se temporalice, y ya que 'time is money' en la lengua del Imperio ('el tiempo es dinero', 'oro' decimos nosotros, si se me permite, que no se mercantilice, es decir, que no se prostituya en el mercado laboral del trabajo asalariado). O, por lo menos, que no lo haga mucho, que no se vuelva toda de oro como el rey Midas, o sea, mierda, porque 'time (and life) is money', sí, pero 'money is shit', ergo 'time (and life) is shit': silogismo impecable, razonamiento lógico.

    En una carta fechada el 3 de agosto de 1878, el escritor francés Guy de Maupassant (1850-1893), considerado como uno de los grandes maestros del cuento de la literatura universal, le decía literalmente al novelista Gustave Flaubert: «Je ne comprends plus qu'un mot de la langue française, parce qu'il exprime le changement, la transformation éternelle des meilleures choses et la désillusion avec énergie: c'est "merde"». Lo que, traducido literalmente, quiere decir: “Ya no comprendo más que una palabra de la lengua francesa, porque expresa el cambio, la transformación eterna de las mejores cosas y la desilusión con energía: es "mierda"”.



    Podemos parafrasear a Maupassant, y hacer extensible la cita a nuestra lengua y a la realidad, tan falsa como es y que tanto nos enmierda por no ser como debiera y debería ser. A fin de cuentas "merde" y "mierda" son palabras hermanas que proceden de la misma madre latina "merda", conservada tal cual en italiano. El razonamiento del escritor es que la palabra expresa como ninguna otra el cambio y la transformación de lo mejor en lo peor, y porque además se pronuncia casi siempre con una entonación exclamativa. De alguna manera todo el mundo ha reconocido alguna vez que todas las cosas que hay y que son tal y como son son una mierda. A veces, y según el estado de ánimo, se enfatiza la expresión añadiendo: una puta mierda.  
 
 

    De alguna manera es el primer descubrimiento que hicieron los denominados filósofos preoscráticos, que reducían todo a un solo elemento, el arché o arjé: los famosos cuatro elementos. Ahí tenemos a Tales diciendo que todo era agua. O a Anaxímenes, que aire. A Heraclito, que prefería la metáfora  del fuego. Y a Empedoclés que encontraba la raíz de todas las cosas en la tierra. Pues bien, el quinto elemento, la quinta esencia de todo es la mierda.

miércoles, 21 de octubre de 2020

Una vida infernal (Acherusia uita)

Que la vida es un infierno y que, además, no hay otro infierno más que la vida cotidiana es algo que a veces dice la gente y que los poetas han venido repitiendo a lo largo de los siglos haciéndose eco de ese sentir verdaderamente popular. 
 
Podemos empezar aelatoriamente por Lucrecio, que en los versos 978-979 del libro III de su De rerum natura, escribía: Atque ea nimirum, quaequomque Acherunte profundo / prodita sunt esse, in uita sunt omnia nobis, que podemos traducir como: Todo aquello sin duda que en el Aqueronte profundo / han contado que hay, lo tenemos en vida nosotros
 
Los demonios que pueblan ese "Aqueronte profundo", ese infierno, ya que el Aquerón o Aqueronte o Doloroso era uno de los ríos del infierno, es decir, del mundo de Abajo, y que cita Lucrecio son Tántalo, Ticio, Sísifo, las Danaides, así como Cérbero, las Furias y el Tártaro: prolongaciones todas de nuestras miserias cotidianas, proyecciones que situamos en el Más Allá, queriendo alejarlas tal vez así de nosotros cuando las tenemos delante de nuestras propias narices todos los días y no queremos verlas.
 
Cristo en el Limbo, El Bosco (siglo XV)
 
El pasaje de Lucrecio concluye con un hexámetro (1023) que dice:  hinc Acherusia fit stultorum denique uita, donde acuña el poeta el término "Acherusia uita": una vida infernal, como traduce Agustín García Calvo: de ahí viene en fin que la vida infernal se les vuelve a los necios. La traducción más prosaica de este verso, pero bastante literal, que hace Francisco Socas en la edición de Gredos es la siguiente: por donde el vivir de los necios viene a ser a la postre su Aqueronte. Valentí Fiol, por su parte, lo había traducido también en prosa: Es ahí, en fin, donde la vida de los necios se vuelve un infierno. Ya el abate Marchena, en su traducción de Lucrecio, había sentenciado en un hendecasílabo: “La vida es el infierno de los necios”.  
 
Viene a decirnos Lucrecio que proyectamos al desconocido y temido reino de ultratumba, las penas y miserias de nuestra vida cotidiana pretendiendo así alejarlas de aquí, de nosotros, relegándolas al reino inexistente del futuro, y haciendo infernal nuestra vida, que se resigna a soportarlas. 
 
Y eso mismo es lo que siguen cantando los poetas, por ejemplo, William Shakespeare en La tempestad: «Hell is empty, all the devils are here» Vacío está el Infierno, todos los demonios están aquí. Todos los demonios están aquí y no están, por lo tanto, en el Infierno, que está vacío. El mismo mensaje que transmitía siglos atrás Lucrecio. 
 
Oscar Wilde, por su parte, en la tragedia melodramática en verso Vera o Los nihilistas, también conocida como La duquesa de Padua, pone en boca de Beatrice: «We are each our own devil, and we make / This world our hell» (Nosotros somos cada cual nuestro demonio, y hacemos / de este mundo nuestro infierno). 
 
 
Volviendo a Lucrecio, nos recordaba, haciéndose eco del sentimiento que a veces razona la gente, en otro hexámetro, el 971 de ese mismo libro: uitaque mancipio nulli datur, omnibus usu: vida a nadie se da en propiedad, sino a todos en uso. En nosotros, y en los que nos hacen la vida imposible, está el convertirla o no en un infierno.

domingo, 20 de septiembre de 2020

Reescribiendo el mito de Narciso

Un texto manuscrito en prosa del insigne e ingenioso poeta en lengua inglesa Oscar Wilde (1854-1900), titulado "The disciple" (El discípulo) reformula el antiguo mito de Narciso, dandole una vuelta de tuerca: el auténtico Narciso no será Narciso sino la fuente cristalina, que se contempla a sí misma y admira su propia belleza en las pupilas del muchacho que se ahogará en ella. 

Oscar Wilde nos tiene acostumbrados a juegos de ingenio como este de El discípulo. En su única novela "El retrato de Dorian Gray", el personaje que ha sido retratado por el artista conserva la belleza de su juventud, mientras que es su retrato el que se desfigura y envejece.  Aquí, en The disciple asistimos a una trasposición: Narciso es el espejo del agua cristalina en que se refleja el joven, y el espejo son las niñas de sus ojos, en las que naufraga su belleza.

Manuscrito de "The disciple"


When Narcissus died the pool of his pleasure changed from a cup of sweet waters into a cup of salt tears, and the Oreads came weeping through the woodland that they might sing to the pool and give it comfort. 

Cuando Narciso murió, el remanso de agua de su complacencia se transformó de una copa de aguas dulces en una copa de lágrimas saladas, y las Oréades (1) vinieron llorando por los bosques a cantarle al remanso y a darle consuelo.

Las oréades, William-Adolphe Bouguereau (1902)
 

NOTA.- Las Oréades eran ninfas que se llamaban así porque custodiaban las grutas de los montes (ὄρος, oros, "monte" en griego). Una de las cuales fue Eco que, privada por la diosa Hera de la facultad de hablar, se limitaba sólo a repetir las últimas palabras que oía. La oréade se enamoró de Narciso, que la rechazó, como a todos sus pretendientes, dejándose ella morir petrificada de tristeza.

And when they saw that the pool had changed from a cup of sweet waters into a cup of salt tears, they loosened the green tresses of their hair and cried to the pool and said, `We do not wonder that you should mourn in this manner for Narcissus, so beautiful was he.'

Y cuando vieron que el lago se había convertido de una copa de agua dulce en una copa de lágrimas saladas, deshicieron los bucles verdes de su cabellera y le gritaron al lago y le dijeron: -No nos extraña que llores de ese modo por Narciso, tan hermoso como era.

`But was Narcissus beautiful?' said the pool. 

-¿Pero Narciso era hermoso?, dijo el remanso de agua.

`Who should know that better than you?' answered the Oreads. `Us did he ever pass by, but you he sought for, and would lie on your banks and look down at you, and in the mirror of your waters he would mirror his own beauty.' 

-¿Quién mejor que tú puede saberlo? -respondieron las Oréades. -A nosotras siempre nos desdeñó, pero a ti te cortejaba, y se tumbaba sobre tus orillas y bajaba su vista a ti, y en el espejo de tus aguas contemplaba su propia belleza.

And the pool answered, `But I loved Narcissus because, as he lay on my banks and looked down at me, in the mirror of his eyes I saw ever my own beauty mirrored.'

Y el lago contestó: -Pero yo amaba a Narciso porque, cuando se tumbaba sobre mis orillas y bajaba su vista a mí,  en el espejo de sus ojos veía siempre yo mi propia belleza reflejada.