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martes, 2 de mayo de 2023

Duane Michals, Narciso o la realidad y sus imágenes.

    Desconocía la obra del fotógrafo autodidacta estadounidense Duane Michals (nacido en 1932), hasta que he visto por casualidad una serie de fotografías suya titulada “Narciso”. Me llamó la atención que un fotógrafo actual se interesase todavía por un tema mitológico y pictórico como este de Narciso, de claras reminiscencias clásicas, renacentistas y homoeróticas masculinas, que remonta nada más y nada menos que a las Metamorfosis de Ovidio,  lo que podía deberse a la homosexualidad declarada de Duane Michals y a su interés por retratar la belleza del desnudo masculino, pero también a su más importante descubrimiento de la falsedad de la realidad y sus apariencias.


 
    Investigando sobre su obra descubro que se trata de un fotógrafo bastante honesto y poco habitual porque es muy crítico con el arte fotográfica que practica y con la sobrevaloración de las imágenes en nuestra sociedad actual, que Débord acertó a definir como “la sociedad del espectáculo”.  
 
    Precisamente estas fotografías  de Narciso si algo nos transmiten es esa desconfianza de la última foto, la quinta de la serie, hacia la propia imagen proyectada en el agua que se desvanece y hacia todas las imágenes. 

    Michals ha dejado escrito que los fotógrafos siempre miran a las cosas, pero nunca se cuestionan por la naturaleza de las cosas mismas (Photographers are always looking at things, but they never question the nature of the thing itself). Aparte de las citadas influencias renacentistas o surrealistas (la obra pictórica de René Magritte, por ejemplo), hay en él una clara tendencia narrativa, como él mismo reconoce, y mucha influencia del cine y de la animación, por lo que sus series fotográficas se prestan a convertirse enseguida en modernos GIF,s. o formatos gráficos animados en la Red. 


    Duane Michals ha abandonado en algunas ocasiones la imagen fotográfica en favor de la descripción puramente verbal, como si fuera consciente de que una imagen no vale más que mil palabras, como se suele decir, sino que, por el contrario, la palabra puede despertar muchas veces en nosotros más de mil imágenes y más sugerencias que una imagen. Comenzó a escribir poesía por la frustración que producían en él las limitaciones inherentes a la propia fotografía (I began to write poetry because of my frustration with the inherent limitations of the photograph)

    Las fotografías de Michals son frecuentemente series de imágenes, acompañadas a veces por textos y explicaciones a propósito, como si fuera consciente de que la imagen de por sí no basta para reflejar la realidad, es decir, para captar la luz, que eso y no otra cosa es lo que significa la palabra griega “fotografía” (descripción, dibujo o reproducción -grafía- de la luz -foto-). Sirva como ejemplo esta "Salvación", donde figura escrito en la lengua del Imperio que "Ningún americano tiene el derecho de imponer su moral propia a ningún otro americano"


    Mediante el uso de una secuencia fotográfica o serie de imágenes consecutivas consigue narrar pequeñas historias con movimiento, casi cinematográficas, pero partiendo siempre de una imagen estática, o transmitir el mensaje que desea, que casi siempre consiste en la desconfianza sobre la propia realidad, entretejida como está por una tupida red de apariencias.

    Su reflexión para mí más importante es que la fotografía reproduce fielmente, con una fidelidad exquisita, dice él, la apariencia de las cosas, pero las cosas no son nunca lo que aparentan,  y que por eso no sólo no hay que fiarse de las apariencias, como dice la gente, sino de la realidad tampoco (Photography reproduces with exquisite fidelity the appearance of things, but things are not always what they appear to be)


  Cito textualmente de una página que leo sobre él: Una de las más importantes de estas piezas exclusivamente textuales, que puede considerarse casi como una declaración de principios es A Failed Attempt to Photograph Reality -Un esfuerzo fallido a la hora de fotografiar la realidad- (1975), que consta de solo cuatro frases en las que resume con maravillosa economía su entendimiento de que cualquier intento de fotografiar ‘la realidad’ sólo puede desembocar en el fracaso precisamente porque se basa en una confusión entre la experiencia y la apariencia transitoria de las cosas. Su conclusión “soy un reflejo que fotografía otros reflejos dentro de un reflejo”, sugiere un profundo malestar frente a todo el proceso de intentar atrapar la apariencia, un proceso inútil que para él resulta en la incertidumbre sobre su propia existencia.

    Una serie fotográfica muy famosa de Michals, relacionada con los espejos y sus reflejos, es The Heisenberg Magic Mirror of Uncertainty, 1998, donde alude al principio de incertidumbre de Heisenberg, que podríamos glosar, grosso modo,  como "la observación de la realidad modifica la realidad observada". La deformación de la imagen que ofrecen los espejos, por otra parte, nos recuerda a nuestro Valle-Inclán y a sus espejos cóncavos y convexos -esperpénticos- del Callejón del Gato madrileño, y hace que nos preguntemos dónde está el esperpento, si en el reflejo de la sociedad, en la sociedad reflejada o en ambos.

 
 

domingo, 20 de septiembre de 2020

Reescribiendo el mito de Narciso

Un texto manuscrito en prosa del insigne e ingenioso poeta en lengua inglesa Oscar Wilde (1854-1900), titulado "The disciple" (El discípulo) reformula el antiguo mito de Narciso, dandole una vuelta de tuerca: el auténtico Narciso no será Narciso sino la fuente cristalina, que se contempla a sí misma y admira su propia belleza en las pupilas del muchacho que se ahogará en ella. 

Oscar Wilde nos tiene acostumbrados a juegos de ingenio como este de El discípulo. En su única novela "El retrato de Dorian Gray", el personaje que ha sido retratado por el artista conserva la belleza de su juventud, mientras que es su retrato el que se desfigura y envejece.  Aquí, en The disciple asistimos a una trasposición: Narciso es el espejo del agua cristalina en que se refleja el joven, y el espejo son las niñas de sus ojos, en las que naufraga su belleza.

Manuscrito de "The disciple"


When Narcissus died the pool of his pleasure changed from a cup of sweet waters into a cup of salt tears, and the Oreads came weeping through the woodland that they might sing to the pool and give it comfort. 

Cuando Narciso murió, el remanso de agua de su complacencia se transformó de una copa de aguas dulces en una copa de lágrimas saladas, y las Oréades (1) vinieron llorando por los bosques a cantarle al remanso y a darle consuelo.

Las oréades, William-Adolphe Bouguereau (1902)
 

NOTA.- Las Oréades eran ninfas que se llamaban así porque custodiaban las grutas de los montes (ὄρος, oros, "monte" en griego). Una de las cuales fue Eco que, privada por la diosa Hera de la facultad de hablar, se limitaba sólo a repetir las últimas palabras que oía. La oréade se enamoró de Narciso, que la rechazó, como a todos sus pretendientes, dejándose ella morir petrificada de tristeza.

And when they saw that the pool had changed from a cup of sweet waters into a cup of salt tears, they loosened the green tresses of their hair and cried to the pool and said, `We do not wonder that you should mourn in this manner for Narcissus, so beautiful was he.'

Y cuando vieron que el lago se había convertido de una copa de agua dulce en una copa de lágrimas saladas, deshicieron los bucles verdes de su cabellera y le gritaron al lago y le dijeron: -No nos extraña que llores de ese modo por Narciso, tan hermoso como era.

`But was Narcissus beautiful?' said the pool. 

-¿Pero Narciso era hermoso?, dijo el remanso de agua.

`Who should know that better than you?' answered the Oreads. `Us did he ever pass by, but you he sought for, and would lie on your banks and look down at you, and in the mirror of your waters he would mirror his own beauty.' 

-¿Quién mejor que tú puede saberlo? -respondieron las Oréades. -A nosotras siempre nos desdeñó, pero a ti te cortejaba, y se tumbaba sobre tus orillas y bajaba su vista a ti, y en el espejo de tus aguas contemplaba su propia belleza.

And the pool answered, `But I loved Narcissus because, as he lay on my banks and looked down at me, in the mirror of his eyes I saw ever my own beauty mirrored.'

Y el lago contestó: -Pero yo amaba a Narciso porque, cuando se tumbaba sobre mis orillas y bajaba su vista a mí,  en el espejo de sus ojos veía siempre yo mi propia belleza reflejada.


sábado, 19 de septiembre de 2020

Narciso en Pompeya

Ya conocíamos el mito de Narciso presente en varios frescos de las lujosas villas pompeyanas, como el bellísimo Narciso de la casa de Marco Lucrecio Frontón, donde aparece el joven solo y prácticamente desnudo, con una corona de laurel y un largo palo para la caza que sirve para trazar su figura diagonalmente contemplándose en el agua. En la parte inferior derecha, en paralelismo con el rostro deljoven, aparece su imagen reflejada en el agua, de la que el joven se embelesa y enamora.

Narciso en la fuente (Villa de M. Lucrecio Frontón, Pompeya)

Un Narciso muy similar, aunque no tan estilizado, nos brinda la lujosa villa de Octavio Quarcio, también en Pompeya, que presenta a un joven de largos cabellos rizados sentado sobre una roca. También su imagen se refleja en el agua a sus pies, aunque, a diferencia del anterior, él no la está contemplando, sino que mira de frente al espectador.


El siguiente vídeo reconstruye virtualmente la erupción del Vesubio y la suntuosidad de la casa de Octavio Quarcio en muy pocos minutos. 

 

Otra imagen de Narciso esta vez con la ninfa Eco, que se enamoró del joven, y el dios Eros, niño travieso y alado, que hace que Narciso se enamore de su propia imagen, nos brinda este fresco pompeyano que ahora se conserva en el museo de Nápoles.

Recientemente Pompeya ha vuelto a sorprendernos con este nuevo fresco de Narciso,  descubierto el año pasado, que se halla en un muro del atrio de la casa de Leda y el cisne de la que hablábamos el otro día. Aparece aquí en primer plano el personaje semidesnudo y diagonalmente en un paisaje idílico. Tras él, en segundo plano, pero en el centro de la composición, un joven Eros, diosecillo alado del amor, con su arco y sus flechas que provocarán el enamoramiento del joven de la imagen propia reflejada en el agua a sus pies. Aparece en esta representación del mito un perro de caza, nuevo elemento iconográfico, que mira embelesado a su dueño, el cual, según Ovidio, interrumpió un día la cacería y se acercó, sediento, a beber agua...

Dice el poeta Luis Antonio de Villena en su "Diccionario de mitos clásicos para uso de modernos" (Gredos, 2011) que "el río o la fuente se han sustituido por la cámara y la revista o el periódico" en las versiones actuales del mito de Narciso.

Aquí tradujimos el mito, tal como lo inmortalizó Ovidio en sus Metamorfosis,  en versión rítmica de hexámetros castellanos con rima asonante. Y aquí podéis escuchar la preciosa canción de Christina Rosenvinge dedicada a los amores de Eco y Narciso.