Desconocía la obra del fotógrafo autodidacta estadounidense Duane Michals (nacido en 1932), hasta que he visto por casualidad una serie de fotografías suya titulada “Narciso”. Me llamó la atención que un fotógrafo actual se interesase todavía por un tema mitológico y pictórico como este de Narciso, de claras reminiscencias clásicas, renacentistas y homoeróticas masculinas, que remonta nada más y nada menos que a las Metamorfosis de Ovidio, lo que podía deberse a la homosexualidad declarada de Duane Michals y a su interés por retratar la belleza del desnudo masculino, pero también a su más importante descubrimiento de la falsedad de la realidad y sus apariencias.
Investigando sobre su
obra descubro que se trata de un fotógrafo bastante honesto y poco
habitual porque es muy crítico con el arte fotográfica que practica
y con la sobrevaloración de las imágenes en nuestra sociedad
actual, que Débord acertó a definir como “la sociedad del
espectáculo”.
Precisamente estas fotografías de Narciso si algo nos
transmiten es esa desconfianza de la última foto, la quinta de la serie,
hacia la propia imagen proyectada en el agua que se desvanece y hacia
todas las imágenes.
Michals ha dejado escrito que
los fotógrafos siempre miran a las cosas, pero nunca se cuestionan
por la naturaleza de las cosas mismas (Photographers are
always looking at things, but they never question the nature of the
thing itself). Aparte de las citadas influencias renacentistas o
surrealistas (la obra pictórica de René Magritte, por ejemplo), hay
en él una clara tendencia narrativa, como él mismo reconoce, y mucha
influencia del cine y de la animación, por lo que sus series
fotográficas se prestan a convertirse enseguida en modernos GIF,s. o
formatos gráficos animados en la Red.
Duane Michals ha
abandonado en algunas ocasiones la imagen fotográfica en favor de la
descripción puramente verbal, como si fuera consciente de que una
imagen no vale más que mil palabras, como se suele decir, sino que,
por el contrario, la palabra puede despertar muchas veces en nosotros
más de mil imágenes y más sugerencias que una imagen. Comenzó a escribir poesía por la frustración
que producían en él las limitaciones inherentes a la propia
fotografía (I began to write poetry because of my frustration
with the inherent limitations of the photograph).
Las fotografías de
Michals son frecuentemente series de imágenes, acompañadas a veces
por textos y explicaciones a propósito, como si fuera
consciente de que la imagen de por sí no basta para reflejar la
realidad, es decir, para captar la luz, que eso y no otra cosa es lo
que significa la palabra griega “fotografía” (descripción, dibujo o
reproducción
-grafía- de la luz -foto-). Sirva como ejemplo esta "Salvación", donde
figura escrito en la lengua del Imperio que "Ningún americano tiene el
derecho de imponer su moral propia a ningún otro americano"
Mediante el uso de una
secuencia fotográfica o serie de imágenes consecutivas consigue
narrar pequeñas historias con movimiento, casi cinematográficas,
pero partiendo siempre de una imagen estática, o transmitir el
mensaje que desea, que casi siempre consiste en la desconfianza sobre
la propia realidad, entretejida como está por una tupida red de
apariencias.
Su
reflexión para
mí más importante es que la fotografía reproduce fielmente, con
una fidelidad exquisita, dice él, la apariencia de las cosas, pero
las cosas no son nunca lo que aparentan, y que por eso no sólo no hay
que fiarse de las apariencias, como dice la gente, sino de la realidad
tampoco (Photography
reproduces with exquisite fidelity the appearance of things, but
things are not always what they appear to be).
Cito
textualmente de una página que leo sobre él: Una de las
más importantes de estas piezas exclusivamente textuales, que puede
considerarse casi como una declaración de principios es A Failed
Attempt to Photograph Reality -Un esfuerzo fallido a la hora de
fotografiar la realidad- (1975), que consta de solo cuatro frases
en las que resume con maravillosa economía su entendimiento de que
cualquier intento de fotografiar ‘la realidad’ sólo puede
desembocar en el fracaso precisamente porque se basa en una confusión
entre la experiencia y la apariencia transitoria de las cosas. Su
conclusión “soy un reflejo que fotografía otros reflejos
dentro de un reflejo”, sugiere un profundo malestar frente a
todo el proceso de intentar atrapar la apariencia, un proceso inútil
que para él resulta en la incertidumbre sobre su propia existencia.
Una serie fotográfica muy famosa de Michals, relacionada con los espejos y sus reflejos, es The Heisenberg Magic
Mirror of Uncertainty, 1998, donde alude al principio de incertidumbre de Heisenberg, que podríamos glosar, grosso modo,
como "la observación de la realidad modifica la realidad observada". La
deformación de la imagen que ofrecen los espejos, por otra parte, nos
recuerda a nuestro Valle-Inclán y a sus espejos cóncavos y convexos
-esperpénticos- del Callejón del Gato madrileño, y hace que nos
preguntemos dónde está el esperpento, si en el reflejo de la sociedad,
en la sociedad reflejada o en ambos.