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martes, 26 de agosto de 2025

Ilusiones fotográficas

    Un artículo de Todd Hayen sobre las ilusiones fotográficas, publicado el 23 de agosto en Off-Guardian titulado Photo Illusion (La ilusión fotográfica), pone de relieve que estamos a punto de volver gracias a la IA a la era pre-fotográfica, es decir a la época anterior a la invención de la fotografía, cuyo descubrimiento probablemente data de 1822 por el francés Nicéphore Niépce, por lo que no hay documentación fotográfica del mundo anterior a esa fecha. Antes de la invención de la fotografía, la humanidad vivió sin representación fotográfica fidedigna de la realidad objetiva, suponiendo, lo que es mucho suponer, que alguna vez la fotografía haya sido algo más que lo que dice la palabra: escritura de la luz.
 
    Hayen afirma literalmente: “Nunca hemos podido determinar con certeza si una fotografía representaba la realidad”. Esta afirmación no se refiere solo a los obvios retoques fotográficos, cuando había que revelar las fotos en el cuarto oscuro con productos químicos, sino también al encuadre fotográfico, que, reflejando un fragmento de la realidad, no nos deja ver y oculta lo demás. 
   
 
    Antes de la fotografía disponíamos de la pintura, que era otro intento de captar la realidad -la luz y el color-, y disponíamos también del espejo que nos ofrecía, al rebote de la luz y vuelta a nuestros ojos, una imagen de nosotros mismos que no éramos, sin embargo, nosotros mismos, sino una imagen virtual que interpretamos como nosotros mismos. La pintura, los espejos y las fotografías tenían en común ser representaciones y, por lo tanto, falsificaciones de la realidad, todas ellas falsas habida cuenta de su pretensión de ser verdaderas pero reales ellas mismas. Con el tiempo y la aceleración del progreso se ha logrado mayor fidelidad a la realidad, pasando de la high fidelity, la alta fidelidad, a la wireless fidelity, la fidelidad inalámbrica, pero eso se traduce no en más veracidad, sino en todo lo contrario: "(Las imágenes fotográficas son) mucho más mortíferas cada vez, mucho más falsas cuanto más fieles a la realidad", como escribe A. García Calvo en ¡Adiós, fotografías, mentirosas!, incluido en "37 Adioses al Mundo" (Edit. Lucina, Zamora, 2000).
      
    Por no hablar de las falsificaciones puras y duras, que ha habido muchas, como el caso que menciona Hayen de las hadas de Cottingley, de lo que hay información en la inevitable Güiquipedia: ocurrió en 1917 y afecta al famoso escritor Arthur Conan Doyle, autor de Sherlock Holmes, que creyó, pero muchos otros también lo hicieron, que las dos niñas tuvieron encuentros con hadas reales y les tomaron fotos. Entonces se consideraba que la fotografía era la prueba irrefutable de la existencia de algo, tan fiable como el hecho de ver algo con los propios ojos: había que ver para creer, había que ver para creer y la televisión nos hizo televidentes y, a la vez, telecreyentes. Hoy en día nadie lo creería. Las fotos de Cottingley son hadas recortadas en papel, pero los que las vieron creyeron que eran hadas de verdad y que, por lo tanto, las hadas existían.
  
 Las hadas de Cottingley (1917)
 
    Al caso de las hadas que menciona Hayen puede también añadirse el del monstruo del lago Ness, conocido cariñosamente como Nessie, con la fotografía del cirujano de 1934, la supuesta foto más famosa de la criatura, y la primera en mostrar su cabeza y cuello que, se sabe ahora, fue un engaño atribuido a R. K. Wilson. El Daily Mail publicó la foto en exclusiva y una entrevista a Wilson, que declaró que estaba mirando al lago cuando vio al monstruo, tomó su cámara y le sacó las fotos.
 
    Todo esto demuestra que la gente confiaba en la fotografía y aún más en las imágenes en movimiento que surgieron enseguida con la aparición del cinematógrafo de los hermanos Lumière. En general, estos dos medios, fotografía y cinematografía, eran fiables, a menos que se presentaran intencionadamente como falsos o como magia cinematográfica para entretener a las masas. Y todo el mundo tenía su álbum de fotos y sus vídeos familiares para recuerdo. Pero eso se acabó.
 
  Fotografía de Nessie, R.K. Wilson (1934)
 
    Con la irrupción de la IA (Inteligencia Artificial) es casi imposible para el espectador actual discernir la precisión de una foto o película en su intento de representar la realidad. La IA es el punto de inflexión que ha hecho que volvamos a la era pre-fotográfica de 1822. Escribe Hayen: “En este gran truco de ilusionismo llamado progreso, la IA no solo difumina las líneas, sino que las borra por completo, dejándonos navegar por un mundo donde cada imagen es un cuento de hadas a la espera de ser desmentido”.
 
    A estas alturas todos hemos visto fotos del pasado manipuladas mediante IA, añadiendo movimiento a fotos fijas o simplemente imágenes fotográficas de eventos y objetos que nunca existieron. Nuestro pasado, gracias a esta tecnología, tal como fue documentado por la fotografía, será destruido, al igual que nuestro presente.
 
    Cuando se inventó, la tecnología de la fotografía resultó útil para documentar el presente (al menos esa era su intención), permitiéndonos guardar registro del pasado. Ahora ha perdido esa función. No solo deja de ser una fuente fiable para presentar la realidad del presente, sino que también resultará inútil para documentar el presente a los ojos de futuras generaciones.
La mesa puesta, primera fotografía de Niépce (1822)
 
    Es posible, apunta al final de su artículo Todd Hayen, que todas las fotografías tomadas durante los últimos doscientos años, una vez digitalizadas previamente, sean manipuladas por IA, lo que le quitará autenticidad a su intención original de documentar la realidad en el momento en que fueron tomadas.
 
    Algo bueno, sin embargo, puede depararnos, escribe Hayen, esta situación: redescubrir el antiguo arte del escepticismo, ese fiel compañero de la época en que los cuentos se tejían a la luz del fuego y las palabras se verificaban de boca en boca.  Al perder el sostén de nuestras muletas fotográficas ('photographic crutches'), podríamos descubrir algo mucho más encantador: “el asombro sin filtro de nuestros propios ojos poco fiables, demostrando una vez más que la realidad siempre ha sido el mayor engaño de todos ('reality has always been the greatest hoax of all')”.

martes, 2 de mayo de 2023

Duane Michals, Narciso o la realidad y sus imágenes.

    Desconocía la obra del fotógrafo autodidacta estadounidense Duane Michals (nacido en 1932), hasta que he visto por casualidad una serie de fotografías suya titulada “Narciso”. Me llamó la atención que un fotógrafo actual se interesase todavía por un tema mitológico y pictórico como este de Narciso, de claras reminiscencias clásicas, renacentistas y homoeróticas masculinas, que remonta nada más y nada menos que a las Metamorfosis de Ovidio,  lo que podía deberse a la homosexualidad declarada de Duane Michals y a su interés por retratar la belleza del desnudo masculino, pero también a su más importante descubrimiento de la falsedad de la realidad y sus apariencias.


 
    Investigando sobre su obra descubro que se trata de un fotógrafo bastante honesto y poco habitual porque es muy crítico con el arte fotográfica que practica y con la sobrevaloración de las imágenes en nuestra sociedad actual, que Débord acertó a definir como “la sociedad del espectáculo”.  
 
    Precisamente estas fotografías  de Narciso si algo nos transmiten es esa desconfianza de la última foto, la quinta de la serie, hacia la propia imagen proyectada en el agua que se desvanece y hacia todas las imágenes. 

    Michals ha dejado escrito que los fotógrafos siempre miran a las cosas, pero nunca se cuestionan por la naturaleza de las cosas mismas (Photographers are always looking at things, but they never question the nature of the thing itself). Aparte de las citadas influencias renacentistas o surrealistas (la obra pictórica de René Magritte, por ejemplo), hay en él una clara tendencia narrativa, como él mismo reconoce, y mucha influencia del cine y de la animación, por lo que sus series fotográficas se prestan a convertirse enseguida en modernos GIF,s. o formatos gráficos animados en la Red. 


    Duane Michals ha abandonado en algunas ocasiones la imagen fotográfica en favor de la descripción puramente verbal, como si fuera consciente de que una imagen no vale más que mil palabras, como se suele decir, sino que, por el contrario, la palabra puede despertar muchas veces en nosotros más de mil imágenes y más sugerencias que una imagen. Comenzó a escribir poesía por la frustración que producían en él las limitaciones inherentes a la propia fotografía (I began to write poetry because of my frustration with the inherent limitations of the photograph)

    Las fotografías de Michals son frecuentemente series de imágenes, acompañadas a veces por textos y explicaciones a propósito, como si fuera consciente de que la imagen de por sí no basta para reflejar la realidad, es decir, para captar la luz, que eso y no otra cosa es lo que significa la palabra griega “fotografía” (descripción, dibujo o reproducción -grafía- de la luz -foto-). Sirva como ejemplo esta "Salvación", donde figura escrito en la lengua del Imperio que "Ningún americano tiene el derecho de imponer su moral propia a ningún otro americano"


    Mediante el uso de una secuencia fotográfica o serie de imágenes consecutivas consigue narrar pequeñas historias con movimiento, casi cinematográficas, pero partiendo siempre de una imagen estática, o transmitir el mensaje que desea, que casi siempre consiste en la desconfianza sobre la propia realidad, entretejida como está por una tupida red de apariencias.

    Su reflexión para mí más importante es que la fotografía reproduce fielmente, con una fidelidad exquisita, dice él, la apariencia de las cosas, pero las cosas no son nunca lo que aparentan,  y que por eso no sólo no hay que fiarse de las apariencias, como dice la gente, sino de la realidad tampoco (Photography reproduces with exquisite fidelity the appearance of things, but things are not always what they appear to be)


  Cito textualmente de una página que leo sobre él: Una de las más importantes de estas piezas exclusivamente textuales, que puede considerarse casi como una declaración de principios es A Failed Attempt to Photograph Reality -Un esfuerzo fallido a la hora de fotografiar la realidad- (1975), que consta de solo cuatro frases en las que resume con maravillosa economía su entendimiento de que cualquier intento de fotografiar ‘la realidad’ sólo puede desembocar en el fracaso precisamente porque se basa en una confusión entre la experiencia y la apariencia transitoria de las cosas. Su conclusión “soy un reflejo que fotografía otros reflejos dentro de un reflejo”, sugiere un profundo malestar frente a todo el proceso de intentar atrapar la apariencia, un proceso inútil que para él resulta en la incertidumbre sobre su propia existencia.

    Una serie fotográfica muy famosa de Michals, relacionada con los espejos y sus reflejos, es The Heisenberg Magic Mirror of Uncertainty, 1998, donde alude al principio de incertidumbre de Heisenberg, que podríamos glosar, grosso modo,  como "la observación de la realidad modifica la realidad observada". La deformación de la imagen que ofrecen los espejos, por otra parte, nos recuerda a nuestro Valle-Inclán y a sus espejos cóncavos y convexos -esperpénticos- del Callejón del Gato madrileño, y hace que nos preguntemos dónde está el esperpento, si en el reflejo de la sociedad, en la sociedad reflejada o en ambos.

 
 

martes, 6 de diciembre de 2022

Guerra a la guerra (2)

    Durante este siglo, Guerra a la guerra, el fotolibro de Friedrich ha perdido quizá su voluntad subversiva de remoción de conciencias y pretensión de transformar la sociedad, acostumbrados como estamos a tantas imágenes sensacionalistas y fantásticas, falsas en definitiva, que no reflejan la realidad. La fe radical que tiene el autor en que el medio fotográfico reproduce veraz- y fidedignamente la realidad, nos resulta hoy, acostumbrados como estamos a la fotografía artística y digital, un tanto ingenua.

    En la actualidad asistimos, en efecto, a un boom explosivo de la imagen que se utiliza como medio narrativo por aquello que se dice sin mucha razón de que vale más una imagen que mil palabras. Este auge pornográfico de la imagen está en consonancia con la popularidad de la fotografía, la autoedición y manipulación, fundamentales tras la irrupción de la digitalización y de las redes sociales en las que todo el mundo publica y saca a relucir los 'trapos sucios' de su intimidad: viajes, comidas en restaurantes, autorretratos en los lugares más inverosímiles. Ya no se pide tanto a los personajones famosos un autógrafo como que posen con el que se autorretrata tomando la fotografía para publicarla en las redes y mostrar que ha estado con ese personaje.

    Originalmente las fotos de Friedrich venían, dado su afán universalista, acompañadas de un brevísimo texto en cuatro idiomas: inglés, francés, alemán y holandés. En la versión española que ahora se publica, se ha sustituido el holandés por el castellano, que aparece en primer lugar, como puede verse a continuación.

    Las fotos de Friedrich no son todo lo nítidas ni tienen toda la resolución que desearíamos, pero hay que decir en su favor que tampoco son artificiales, sino documentales y fieles reflejo de su época.

    Bertolt Brecht definió este libro como un documento fotográfico que muestra "un retrato consumado de la humanidad".  


jueves, 12 de mayo de 2022

La sudadera de Zelenski y las casas ataúd de Joncón.

La sudadera de Zelenski
El presidente ucraniano recauda fondos benéficos para la Guerra vendiendo por noventa mil libras su icónica sudadera marrón acreditada con su firma fehaciente. 

 La última moda de disfrazarse de pobre la diseñan marcas de lujo, que no se plantean las verdaderas razones por las que alguien puede llevar dicha vestimenta. 

Una sudadera marrón con capucha, unos pantalones vaqueros y la barba de varios días convierten a cualquiera en un combatiente, resistente y heroico presidente. 

La última tendencia de los influencers es lo que llaman “poverty cosplay”, o sea disfrazarse de pobre para parecer más auténticos, ellos que ganan pastizales. 

La creciente popularidad de “uno de los líderes más increíbles de los tiempos modernos” hace que su estilo de vestir cree tendencia dentro del mundo de la moda.

(Publicidad) Hoy todo el mundo admira a un hombre que lleva una simple sudadera polar con capucha. Ponte tú una sudadera marrón, y, como él, siéntete admirado.

oOo

Las casas ataúd de Joncón

De la serie "Atrapados", Benny Lam

Doscientas mil personas viven en «casas ataúd» o cubículos de escasos metros cuadrados en Joncón, cuyo mercado inmobiliario es uno de los más caros del planeta.

Miles de jonconeses malviven en habitáculos diminutos que son a la vez cocina, retrete y dormitorio donde apenas pueden desenvolverse con la más mínima soltura.

El fotógrafo Benny Lam denuncia en su conmovedora colección fotográfica «Atrapados» las misérrimas condiciones de habitabilidad de las casas ataúdes jonconesas. 

De la serie "Atrapados", Benny Lam 
 
El café descafeinado, la leche desnatada, el agua deshidratada, la vida desvitalizada y el hombre deshumanizado, absurdos lingüísticos como la propia realidad.

viernes, 24 de julio de 2020

Un poco de humor para perder el miedo

Gabriel Pérez-Juana (1948) es un fotógrafo cuya obra merece mucho la pena por su originalidad. Suele aparecer casi siempre en sus fotografías, que denomina "autorretratos", y ha realizado alguna película como "Historias de la inopia" (2012),  escrita, dirigida y protagonizada por él mismo, que define como "una colección de ejercicios y ensayos sobre el absurdo de la conducta humana y las creencias que la dominan; una parodia en lenguaje de cine, casi siempre mudo, en torno a anhelos e ideales que hacen de nuestra vida un escaparate de la locura," que pueden verse aquí mismo.