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miércoles, 7 de diciembre de 2022

Guerra a la guerra (y 3)

    El libro de Ernst Friedrich Guerra a la guerra es, en definitiva, una llamada a la movilización general contra la guerra que, siempre de actualidad, cobra especial relevancia en estos momentos en los que estamos asistiendo en Europa a una masacre entre dos polos imperialistas en pugna por mantener sus posiciones estratégicas y acrecentar sus recursos económicos y políticos: la televisada guerra de Ucrania, que ya se ha cobrado miles de vidas humanas desde febrero, produciendo, además, destrucción y éxodo a su paso de refugiados, exiliados, movilizaciones forzosas, desertores, que está causando graves problemas energéticos y económicos y sociales a los que nos ha llevado el capitalismo desenfrenado de este siglo veintiuno, lo que repercutirá en subidas de precios de los productos básicos y disminución del poder adquisitivo de los salarios y pensiones que afectan y afectarán cada vez más a más amplias capas de la población. 


    En el Estado Español, un Gobierno que se dice de izquierdas y 'el más progresista de la historia de España', viene desarrollando una política claramente militarista, beligerante y criminal, siguiendo totalmente a marchas forzadas la línea marcada por la UE y la OTAN, encabezada por EEUU. El llamado “Mecanismo Europeo para la Paz”, no es más que un sangriento eufemismo para camuflar orgüelianamente la guerra sempiterna. Esta guerra no puede ganarla ninguno de los dos bandos rivales: en las guerras, en todas y cada una de ellas, sólo hay perdedores, por las dos partes, nunca ganadores: solo muertos, mutilados, expoliados, vejados y empobrecidos. 
 
      Ante la parálisis de la mayoría de las organizaciones y la abducción de la sociedad civil por los medios de comunicación de masas al servicio del capital y la anestesia social posterior a la pandemia, este libro es un grito de que no estamos de acuerdo con la política militarista e imperialista del gobierno, de la UE y de la OTAN que nos arrastran a la guerra y a emplear todos los recursos en gastos militares en detrimento de usos sociales. 
 
 
    Y sobre todo hay que denunciar a dos personajes españoles especialmente siniestros: el jefe de la diplomacia europea, que promueve el entrenamiento militar para la guerra -la UE ha entrenado ya a 1100 soldados ucranianos y espera entrenar a 15000- y que dice que no hay salida diplomática más que la guerra,  y a la  Ministra de Defensa, es decir de la Guerra, que ha enviado a Kiev el primer conjunto del sistema de defensa antiaérea de medio alcance HAWK (que significa 'halcón' en la lengua del Imperio pero que, además, es acrónimo de "Homing All the Way Killer", y esta última palabra ya se sabe lo que significa) del reino de España. Donde dijo, según la prensa: «Vamos a seguir apoyando, como lo hacen todos los países de la UE y OTAN, porque creemos que la causa de Ucrania es la causa justa, es la causa de la paz y la libertad», aseguró en rueda de prensa. Claro que estos dos siniestros personajes que mandan no son ellos más que dos mandados del Gobierno global que realmente manda y dirige el cotarro, dos títeres que no pueden hacer otra cosa que no sea más que la que está mandada desde arriba. 
 
    Por otra parte, la Academia de Infantería de Toledo, lleva a cabo la instrucción de 64 nuevos soldados ucranianos, sin experiencia militar previa, para el ejército de ese país que lucha contra Rusia en lo que se ha dado en llamar 'Misión de Asistencia Militar de la UE en Apoyo a Ucrania'. Hacen la 'mili' ucraniana en Toledo, como dice el rotativo monárquico ABC. «No hay otra salida que ganar la guerra», dice su comandante con ínfulas bélicas y ardor guerrero. Los futuros soldados estarán listos para combatir, para matar y morir, en Navidad.
 
 
      El hecho de que al declarar la guerra a la guerra no tomemos partido por la política del tío Sam, que alienta a la OTAN y a la UE a armar a Ucrania hasta los dientes para que pelee en su defensa maquillada de defensa propia, no significa que defendamos el Estado militarista  e imperialista del nuevo zar ruso que no respeta los derechos individuales y colectivos, que criminaliza la protesta y encarcela la disidencia dentro de sus fronteras, y que ha invadido Ucrania. Por supuesto que tampoco.

martes, 6 de diciembre de 2022

Guerra a la guerra (2)

    Durante este siglo, Guerra a la guerra, el fotolibro de Friedrich ha perdido quizá su voluntad subversiva de remoción de conciencias y pretensión de transformar la sociedad, acostumbrados como estamos a tantas imágenes sensacionalistas y fantásticas, falsas en definitiva, que no reflejan la realidad. La fe radical que tiene el autor en que el medio fotográfico reproduce veraz- y fidedignamente la realidad, nos resulta hoy, acostumbrados como estamos a la fotografía artística y digital, un tanto ingenua.

    En la actualidad asistimos, en efecto, a un boom explosivo de la imagen que se utiliza como medio narrativo por aquello que se dice sin mucha razón de que vale más una imagen que mil palabras. Este auge pornográfico de la imagen está en consonancia con la popularidad de la fotografía, la autoedición y manipulación, fundamentales tras la irrupción de la digitalización y de las redes sociales en las que todo el mundo publica y saca a relucir los 'trapos sucios' de su intimidad: viajes, comidas en restaurantes, autorretratos en los lugares más inverosímiles. Ya no se pide tanto a los personajones famosos un autógrafo como que posen con el que se autorretrata tomando la fotografía para publicarla en las redes y mostrar que ha estado con ese personaje.

    Originalmente las fotos de Friedrich venían, dado su afán universalista, acompañadas de un brevísimo texto en cuatro idiomas: inglés, francés, alemán y holandés. En la versión española que ahora se publica, se ha sustituido el holandés por el castellano, que aparece en primer lugar, como puede verse a continuación.

    Las fotos de Friedrich no son todo lo nítidas ni tienen toda la resolución que desearíamos, pero hay que decir en su favor que tampoco son artificiales, sino documentales y fieles reflejo de su época.

    Bertolt Brecht definió este libro como un documento fotográfico que muestra "un retrato consumado de la humanidad".  


lunes, 5 de diciembre de 2022

Guerra a la guerra (1)

    Hay que saludar esta primera traducción al castellano y publicación entre nosotros de Guerra a la guerra (1924) de Ernst Friedrich, un alegato fotográfico antibelicista y, por lo tanto, antimilitarista que parte de la premisa de que la guerra es un crimen diabólico de los Estados, y de que la guerra es esencial, por lo tanto, para la existencia del Estado. 
 
 
    Siempre ha habido escritores que han glorificado la guerra en prosa y en verso, pero el pueblo siempre ha execrado las “guerras aborrecidas por las madres”, por lo que un libro como este, escrito hace casi cien años es siempre necesario y bienvenido porque da voz al sentido común, paradójicamente, el menos común de los sentidos. 
 
    Es un álbum de fotografías verdaderas en blanco y negro que dan la vuelta a expresiones como “campo del honor”, “muerte heroica”, “patria” y demás dichos rimbombantes y vacíos. El libro está dedicado a los reyes, emperadores, presidentes de las repúblicas, ministros, generales, y, sobre todo, a los sacerdotes -y aquí habría que incluir también a los periodistas, que necesitan que haya guerras para informarnos de ellas y hacernos creer que nosotros vivimos en una falsa paz, y a los intelectuales orgánicos que si no las defienden abiertamente, las justifican- de todos los credos, ideologías y confesiones religiosas, que bendicen las armas y glorifican las guerras en el nombre de Dios, del buen Dios, o de cualquier causa y superchería laica como pueden ser los Derechos Humanos, la Democracia, el Bien Común, la Paz, la Libertad...
 
 
    Si los nacionalistas quieren matarse entre ellos, escribe Friedrich, adelante, que se maten, que lo hagan sin llevarse a la tumba consigo a nadie. Quizá de este modo lograríamos la paz universal. 
 
     La causa de las guerras ya la señaló Platón (427-347 ante) hace más de dos mil años. Distinguió entre dos tipos de conflicto: stasis y pólemos. Stasis se refiere a la guerra interna o civil por la que los ciudadanos pugnan entre sí, pero es pólemos el término relativo al conflicto bélico entre diversos estados. Es por esto que a la reflexión en torno a la guerra se la conoce también por el nombre de polemología. Pero lo que viene a decirnos el divino Platón en la República (II 373d) es que el origen de la guerra es la rivalidad en torno a la posesión, como señala Friedrich. 
 
 
    Si un Estado no se basta para sustentar a sus habitantes tendrá que invadir el vecino para tener bastante tierra para la ganadería y el cultivo, pero el vecino hará lo mismo en palabras de Platón vía Sócrates “si, traspasando el límite de lo necesario (ὑπερβάντες τὸν τῶν ἀναγκαίων ὅρον) se dejan ir tras la acumulación ilimitada de riquezas (ἐπὶ χρημάτων κτῆσιν ἄπειρον). Esa y no otra, la posesión ilimitada de riquezas, sería la causa de la guerra, de ahí que se pueda decir que “Toda guerra tiene como origen las rivalidades para la posesión”, como afirma Friedrich en Guerra a la guerra. Hay que decir, en apoyo general a este planteamiento teórico, que para Platón el estado natural de las ciudades-estado griegas -aplicable a los modernos Estados nacionales- era la guerra, tanto la civil o interna  como la externa o internacional y, de hecho, la prueba era que las polis griegas estaban en guerra continuamente entre ellas. 
 
    Cree Platón que la guerra es una cuestión tan capital que el Estado, a través de una enseñanza doctrinal, debe educar a los ciudadanos para ella. Lo que viene a ser, según Friedrich, lo mismo que decir que mientras reine el Capital sobre el pueblo y lo domine hay amenaza de guerra. No hay que olvidar tampoco que en cada uno de nosotros se encuentra también el suboficial o sargento de guardia que quiere su cuota de poder particular al menos sobre su familia y allegados. Combatir, pues, el capitalismo es combatir la Guerra, porque guerra a la guerra quiere decir guerra de los explotados y oprimidos contra los explotadores y opresores, es decir contra la explotación y la opresión, tanto fuera como dentro de uno mismo. 
 
 
    Se disculpa Friedrich en el epílogo de que las fotos que presenta reflejen sólo una guerra, la Gran Guerra o Primera Guerra Mundial  de la que se dijo sarcásticamente que iba a poner fin a todas las guerras, y al bando alemán, pero se debe a que él, nacido en Alemania por azar, es lo que pudo mejor fotografiar.