Hay que saludar esta primera traducción al castellano y publicación entre nosotros de Guerra a la guerra (1924) de Ernst Friedrich, un alegato fotográfico antibelicista y, por lo tanto, antimilitarista que parte de la premisa de que la guerra es un crimen diabólico de los Estados, y de que la guerra es esencial, por lo tanto, para la existencia del Estado.
Siempre ha habido escritores que han glorificado la guerra en prosa y en verso, pero el pueblo siempre ha execrado las “guerras aborrecidas por las madres”, por lo que un libro como este, escrito hace casi cien años es siempre necesario y bienvenido porque da voz al sentido común, paradójicamente, el menos común de los sentidos.
Es un álbum de fotografías verdaderas en blanco y negro que dan la vuelta a expresiones como “campo del honor”, “muerte heroica”, “patria” y demás dichos rimbombantes y vacíos.
El libro está dedicado a los reyes, emperadores, presidentes de las repúblicas, ministros, generales, y, sobre todo, a los sacerdotes -y aquí habría que incluir también a los periodistas, que necesitan que haya guerras para informarnos de ellas y hacernos creer que nosotros vivimos en una falsa paz, y a los intelectuales orgánicos que si no las defienden abiertamente, las justifican- de todos los credos, ideologías y confesiones religiosas, que bendicen las armas y glorifican las guerras en el nombre de Dios, del buen Dios, o de cualquier causa y superchería laica como pueden ser los Derechos Humanos, la Democracia, el Bien Común, la Paz, la Libertad...
Si los nacionalistas quieren matarse entre ellos, escribe Friedrich, adelante, que se maten, que lo hagan sin llevarse a la tumba consigo a nadie. Quizá de este modo lograríamos la paz universal.
La causa de las guerras ya la señaló Platón (427-347 ante) hace más de dos mil años. Distinguió entre dos tipos de conflicto: stasis y pólemos. Stasis se refiere a la guerra interna o civil por la que los ciudadanos pugnan entre sí, pero es pólemos el término relativo al conflicto bélico entre diversos estados. Es por esto que a la reflexión en torno a la guerra se la conoce también por el nombre de polemología. Pero lo que viene a decirnos el divino Platón en la República (II 373d) es que el origen de la guerra es la rivalidad en torno a la posesión, como señala Friedrich.
Si un Estado no se basta para sustentar a sus habitantes tendrá que invadir el vecino para tener bastante tierra para la ganadería y el cultivo, pero el vecino hará lo mismo en palabras de Platón vía Sócrates “si, traspasando el límite de lo necesario (ὑπερβάντες τὸν τῶν ἀναγκαίων ὅρον) se dejan ir tras la acumulación ilimitada de riquezas (ἐπὶ χρημάτων κτῆσιν ἄπειρον). Esa y no otra, la posesión ilimitada de riquezas, sería la causa de la guerra, de ahí que se pueda decir que “Toda guerra tiene como origen las rivalidades para la posesión”, como afirma Friedrich en Guerra a la guerra. Hay que decir, en apoyo general a este planteamiento teórico, que para Platón el estado natural de las ciudades-estado griegas -aplicable a los modernos Estados nacionales- era la guerra, tanto la civil o interna como la externa o internacional y, de hecho, la prueba era que las polis griegas estaban en guerra continuamente entre ellas.
Cree Platón que la guerra es una cuestión tan capital que el Estado, a través de una enseñanza doctrinal, debe educar a los ciudadanos para ella.
Lo que viene a ser, según Friedrich, lo mismo que decir que mientras reine el Capital sobre el pueblo y lo domine hay amenaza de guerra. No hay que olvidar tampoco que en cada uno de nosotros se encuentra también el suboficial o sargento de guardia que quiere su cuota de poder particular al menos sobre su familia y allegados. Combatir, pues, el capitalismo es combatir la Guerra, porque guerra a la guerra quiere decir guerra de los explotados y oprimidos contra los explotadores y opresores, es decir contra la explotación y la opresión, tanto fuera como dentro de uno mismo.
Se disculpa Friedrich en el epílogo de que las fotos que presenta reflejen sólo una guerra, la Gran Guerra o Primera Guerra Mundial de la que se dijo sarcásticamente que iba a poner fin a todas las guerras, y al bando alemán, pero se debe a que él, nacido en Alemania por azar, es lo que pudo mejor fotografiar.
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