domingo, 2 de marzo de 2025
¿Cómo suena Chéspir?
jueves, 6 de octubre de 2022
"Un poco de gripe"
Había publicado el otro día el Jefe del Ejecutivo, como dicen los periodistas, o “Representante gubernamental de España”, como prefiere autodefinirse él en su perfil de Tuíter, la red social del pajarito que pía y que yo no suelo frecuentar, a los cuatro vientos el 25 de septiembre en su cuenta el siguiente mensaje: “Esta mañana he dado positivo en #COVID-19. No podré estar hoy junto a @salvadorilla y todos los compañeros y compañeras de @socialistes_cat en Gavà. Feliz #FestaDeLaRosa. Continuaré trabajando extremando las precauciones.”).

Disculpaba así su ausencia en un acto público debido a que extremaba las precauciones porque había dado positivo en ¡#COVID-19!
Me llamó la atención el lema que había elegido para presentar su perfil de “Gobernamos contigo”, que me recordaba a mí a aquel lejano eslogan deportivo de la dictadura "contamos contigo", expresando una idea de co-gobernanza o co-gobierno, como si el Presidente del Gobierno de ¡#España! (¿Quién será esta señora?) quisiera dar a entender que él no era más que uno más, que gobernaba junto con los restantes diecisiete presidentes autonómicos de las taifas españolas, o, más en general, con todos los españoles (¡y las españolas!, no vayan a sentirse excluidas de su gabinete de gobierno), es decir con todos los votantes y contribuyentes.
Pero lo que más me ha llamado la atención es este vídeo revelador como él sólo que me envían en el que comienza disculpándose por no estar de forma presencial, sino a través de una pantalla, debido a que "la" COVID-19 -¿Quién será esta otra señora?- se lo impide. Acto seguido declara, para no preocuparnos, que está bien “solo con un poco de gripe”. Es decir que la famosa #COVID-19 que le impide estar de forma presencial en un acto público y que le obliga a extremar las precauciones para -se supone- no contagiar a los demás, no es más que “un poco de gripe”, o sea, una vulgar influenza o catarro de toda la vida.
Estaba el presidente, no sé si voluntaria- o involuntariamente, gripalizando la otrora terrible #COVID-19, quitándole importancia, trivializándola y minimizándola. Era este el movimiento contrario al que hemos asistido durante los dos largos años de la pandemia que se sacó la OMS de la manga para lucrar a la mafia de la industria farmacéutica que consistía en la covidización -se inventaron hasta el palabro- de la gripe de toda la vida, esa que se curaba con tratamiento médico en una semana y en siete días sin el médico.
Como
diría Macbeth en la lengua de Shakespeare a otro propósito que aquí
no viene a cuento, pero que no deja de venir al caso sangrante que nos ocupa del miedo que nos metieron en el cuerpo y en el alma y que nos ha confinado bajo arresto domiciliario, alejado de nuestros amigos, familiares y del resto de la gente, restringido la movilidad nocturna, enmascarillado en interiores y exteriores, y empujado a vacunarnos porque se nos exigía el código QR del certificado correspondiente para poder viajar o poder entrar a un bar o restaurante y hasta para trabajar y ganarse el pan a algunos: «A tale told by an idiot, full
of sound and fury, signifying nothing » (Un cuento contado
por un idiota, todo estruendo y furia, y sin ningún sentido).
viernes, 26 de marzo de 2021
Nótulas
En la segunda década del siglo XXI todos de la noche a la mañana nos hemos convertido en pacientes, es decir, en soportadores de males y en, vamos a decir, padecientes, aunque no padezcamos en la inmensa mayoría ningún mal de hecho ni estemos enfermos, pero nos abruman con una infinidad de males en potencia que hay que prevenir si no queremos lamentarlo: todos somos o seremos sufridores porque podemos contagiar y contagiarnos. El Estado terapéutico sonríe satisfecho: ha conseguido declarando el Estado de Alarma y la guerra preventiva al virus doblegar a casi toda la población, sometiéndola a todo tipo de vejaciones con el nombre de tratamientos profilácticos. Y así en prevención de futuros males e infecciones respiratorias graves nos prescriben que dejemos de respirar... Somos incompatibles, pasivos patibularios. El Estado, impasible él, es el patíbulo, es decir, el tablado en el que se ejecuta la pena de muerte, mientras que nosotros, sus súbditos, somos los patibularios, los condenados al patíbulo, carne de cañón. ¿Hasta qué punto la paciencia es una virtud? ¿Hasta cuándo en fin vas a abusar, Estado Terapéutico, Ogro filantrópico, de nuestra paciencia?
oOo
Un pentámetro yámbico de William Shakespeare, con arranque trocaico que hace que suene más solemne, porque contraviene el ritmo en el arranque del verso para llamar así más poderosamente nuestra atención, de la escena primera del acto cuarto de El Rey Lear es la sentencia del veredicto que Gloucester da sobre los tiempos que corren, que son estos mismos nuestros, todavía, aunque parezca mentira, por aquello de Machado de que "hoy es siempre todavía", y que son literalmente una peste, en la que los locos e idiotas conducen a los que están ciegos: Tis the time's plague when madmen lead the blind.
El grabado de Thomas Nast que se reproduce más abajo para ilustrar el verso de Shakespeare, publicado por la revista neoyorquina Harpers Weekly, muestra una figura central que es la alegoría del Tiempo alado, con su reloj de arena y su guadaña cercenadora que representa que el futuro es la muerte, y dos figuras la de un loco, que es la alegoría del gobierno, que lleva las riendas y guía hacia el abismo de un precipicio a una mujer con una venda en los ojos, que, ciega como es, simboliza en principio a la justicia, pues lleva ceñidas a la cintura las pesas de la balanza y enfundada la espada justiciera, pero que es también la representación viva de la gente del pueblo, es decir, de lo sometido, de la mujer y, por lo tanto, de los súbditos de ese gobierno de los locos.
miércoles, 21 de octubre de 2020
Una vida infernal (Acherusia uita)
sábado, 2 de mayo de 2020
Timón, el filántropo misántropo (y 2)
Thus much of this will make black white, foul fair,
Wrong right, base noble, old young, coward valiant.