Mostrando entradas con la etiqueta Luciano de Samósata. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Luciano de Samósata. Mostrar todas las entradas

sábado, 2 de mayo de 2020

Timón, el filántropo misántropo (y 2)

La radicalidad del mensaje del Timón de Luciano, de la que se hará eco William Shakespeare en su tragedia Timón de Atenas, estriba en su apuesta por la soledad y la renuncia a toda amistad. Ello se debe, según Hermes en el diálogo de Luciano, a que su filantropía y su compasión por los necesitados lo ha arruinado. Él era un hombre rico que lo compartía todo con los demás, y no se daba cuenta de que no muchos, sino todos sus pretendidos amigos no eran tales, sino aduladores interesados, por lo que, según el mensajero de los dioses, "no comprendía que estaba haciendo beneficios a cuervos y lobos". 


El dinero, que él poseía en gran cantidad, hizo que, cuando se arruinó por su humanitaria generosidad y fue a pedir ayuda a sus antiguos amigos, se convirtiera  en un acérrimo misántropo, en un enemigo de toda comunidad que se refugia como antídoto en el último reducto que le queda, al que se aferra como a un clavo ardiendo, el solipsismo del individuo personal, su propio ego. Por eso decía, en el fragmento que leíamos el otro día: "Un solo amigo tenga: Timón. Todos los demás sean enemigos y conspiradores".

Precisamente ese poder del dinero llamó la atención del joven Carlos Marx, que en sus Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, comentaba estos versos del Timón de Atenas, de William Shakespeare, (IV, 3, 28-29), donde el "much of this" se refiere a mucho oro, es decir, mucho dinero: Así que mucho dinero hará lo negro blanco, lo feo hermoso, lo falso verdadero, al plebeyo noble, al viejo joven, al cobarde valiente.  

Thus much of this will make black white, foul fair, 
Wrong right, base noble, old young, coward valiant.

Y comenta Marx al hilo de estos versos que el dinero “es la divinidad visible, la transmutación de todas las propiedades humanas y naturales en su contrario, la confusión e inversión universal de todas las cosas; hermana las imposibilidades” y, en segundo lugar, “es la puta universal, el universal alcahuete de los hombres y lo pueblos”.  Más adelante: "El dinero es, al hacer esta mediación, la verdadera fuerza creadora. (…) Como tal potencia inversora, el dinero actúa también contra el individuo y contra los vínculos sociales, etc., que se dicen esenciales. Transforma la fidelidad en infidelidad, el amor en odio, el odio en amor, la virtud en vicio, el vicio en virtud, el siervo en señor, el señor en siervo, la estupidez en entendimiento, el entendimiento en estupidez. Como el dinero, en cuanto concepto existente y activo del valor, confunde y cambia todas las cosas, es la confusión y el trueque universal de todo, es decir, el mundo invertido, la confusión y el trueque de todas las cualidades naturales y humanas."

jueves, 30 de abril de 2020

Timón, el filántropo misántropo (I)

Una cita de Luciano de Samósata extraída de Timón o El filántropo (43), en traducción castellana de Manuela García Valdés: “Miembros de tribu”, de “clan”, de “demo” y “patria” son nombres fríos e inútiles, vanagloria de hombres insensatos. φυλέται δὲ καὶ φράτορες καὶ δημόται καὶ ἡ πατρὶς αὐτὴ ψυχρὰ καὶ ἀνωφελῆ ὀνόματα καὶ ἀνοήτων ἀνδρῶν φιλοτιμήματα. 

“Tribu, clan o fratría, demo y patria” son agrupaciones de carácter socio-político de los ciudadanos atenienses, de las que entre nosotros sólo pervive la última:
Φυλέται eran los miembros de una misma tribu. Atenas estaba dividida en cuatro tribus. Desde Solón, la tribu se dividía en tres fratrías, por lo que en Atenas había doce fratrías. 
Φράτορες son los miembros de una misma fratría. La fratría o clan estaba compuesta de treinta familias, por lo que en Atenas había trescientas sesenta familias. 
Δημόται miembros de un demo o cantón en Atenas. Subdivisión de la tribu. En tiempos de Heródoto había cien demos por cada tribu. 
Πατρίς la patria o tierra paterna: un adjetivo que significa “propio del padre” y que acompañaba al sustantivo “tierra” al que acabó sustituyendo, sustantivándose como en latín “patria (terra)”: la tierra del padre de uno
 


Timón, el filántropo que se volvió un acérrimo misántropo, tan cerca están el amor y el odio, reniega de todas ellas porque son denominaciones vacías de significado, frías, dice él (ψυχρὰ, en griego, esto es, glaciales como el hielo, nombres que le dejan a uno helado porque no le dicen nada más que lo que dicen, meros flatus uocis o soplos de voz, pero con la connotación de inútiles, improductivas, vanas, nulas, estériles; en griego el calor se asocia a la idea de fecundidad) que sólo son valoradas por los ignorantes. 

Lo que dice Timón es como si, mutatis mutandis, dijéramos hoy en día cualquiera de nosotros, renegando de todas las patrias, incluso de las patrias chicas, que por lo pequeñas que son parecen insignificantes, y haciendo nuestro aquel auténtico patriotismo que consiste en odiar todas las patrias,  algo así como: Ser de una ciudad o de otra, de un pueblo o de otro, de una u otra nación es tener una denominación de origen fría e inútil, que no aporta nada más que unas señas de identidad que, aunque nos clasifican, no dicen nada verdadero ni sensato de nosotros. De esas señas identitarias -falsas, porque cualquier identidad es una falsa identidad- sólo pueden enorgullecerse los ignorantes, es decir, los que creen que por ser reales son verdaderas, los que no se percatan de la falsedad de la realidad, los que están privados de la facultad de razonar y de inteligencia porque sólo tienen prejuicios, nociones preconcebidas, típicos tópicos, ideas. 

Pero Timón no sólo reniega de su pertenencia a una tribu, a una fratría, a un demo, y, en definitiva a una patria, a Atenas, reniega también de su pertenencia al género humano, apartándose de toda humana sociedad. Luciano pone estas palabras en su boca: Solitaria sea mi vida como la de los lobos, y un solo amigo tenga: Timón (μονήρης δὲ ἡ δίαιτα καθάπερ τοῖς λύκοις, καὶ φίλος εἷς Τίμων). Todos los demás sean enemigos y conspiradores (οἱ δὲ ἄλλοι πάντες ἐχθροὶ καὶ ἐπίβουλοι). Y hablar con alguno de ellos sea contaminación (καὶ τὸ προσομιλῆσαί τινι αὐτῶν μίασμα). Y si veo a uno sólo, sea ese día nefasto (καὶ ἤν τινα ἴδω μόνον, ἀποφρὰς ἡ ἡμέρα). En una palabra, en nada ellos se diferencien para mí de las estatuas de piedra o bronce (καὶ ὅλως ἀνδριάντων λιθίνων ἢ χαλκῶν μηδὲν ἡμῖν διαφερέτωσαν). No recibiré embajadores de su parte ni haré tratados con ellos (καὶ μήτε κήρυκα δεχώμεθα παρ᾽ αὐτῶν μήτε σπονδὰς σπενδώμεθα). El desierto sea mi frontera con ellos (ἡ ἐρημία δὲ ὅρος ἔστω πρὸς αὐτούς).  (Timón o El Misántropo 42,43, Luciano de Samósata, Traducción de Manuela García Valdés).

domingo, 29 de marzo de 2020

El mono empurpurado

El mono empurpurado (πίθηκος ἐν πορφύρᾳ) es una fábula griega que nos cuenta Luciano de Samósata en su diálogo El pescador o Los resucitados (36), y que es el origen más que probable del refrán latino: simia semper est simia etiamsi purpura uestiatur, y en la lengua del Imperio ya documentado en 1539 "An ape is an ape, though clad in purple", y en la nuestra Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Nuestro refrán sustituye la púrpura por la seda, que, siguiendo la famosa ruta que lleva su nombre, venía en la Edad Media desde la China a Occidente, donde la cotizadísima fibra se consideraba un artículo de lujo de precio exorbitante, similar a la púrpura en la antigüedad, debido a lo difícil de su obtención a partir de las larvas de la mariposa de la seda y a su lejana procedencia. El refrán se aplica a personas y cosas que aunque cambien de denominación para adaptarse a un lenguaje políticamente correcto o eufemístico más elegante, que sería el disfraz, siguen siendo lo mismo por debajo, como la gente sospecha y sabe de algún modo. 


Así por ejemplo el antaño Ministerio de la Guerra, como se llamaba cuando al pan se le denominaba pan y al vino vino, se le dice ahora "Ministerio de Defensa", ocultándose con la purpurina defensiva el fantasma de la guerra. Y se dice "Fuerzas y Cuerpos de Seguridad" para ocultar el tricornio de la Guardia Civil o la porra y la pistola de la Policía, ya sea local, autonómica o estatal. La última expresión que analizamos utiliza el talismán tranquilizante de la palabra "seguridad", pese a que dichos Cuerpos y Fuerzas portan armas de fuego, y ya se sabe quién las carga -el diablo, según dice el pueblo llano-, que pueden dispararse con solo apretar el gatillo. Deberíamos sentirnos seguros y protegidos ante su visión, pero uno no puede dejar de inquietarse y de sentirse intranquilo imaginando la incertidumbre e inseguridad  que le produciría ver a un mono pelón o una mona pelona, para el caso da igual, con un par de pistolas al cinto. 



Leamos la fábula de Luciano, ya que no podemos oírla en versión original griega, pese a aquello del axioma medieval de que Graecum est non legitur: es griego, no se lee porque no se entiende y porque ya casi nadie lee griego en España después de las últimas reformas educativas: λέγεται δὲ καὶ βασιλεύς τις Αἰγύπτιος πιθήκους ποτὲ πυρριχίζειν διδάξαι καὶ τὰ θηρία —μιμηλότατα δέ ἐστι τῶν ἀνθρωπίνων— ἐκμαθεῖν τάχιστα καὶ ὀρχεῖσθαι ἁλουργίδας ἀμπεχόμενα καὶ προσωπεῖα περικείμενα, καὶ μέχρι γε πολλοῦ εὐδοκιμεῖν τὴν θέαν, ἄχρι δὴ θεατής τις ἀστεῖος κάρυα ὑπὸ κόλπου ἔχων ἀφῆκεν εἰς τὸ μέσον: οἱ δὲ πίθηκοι ἰδόντες καὶ ἐκλαθόμενοι τῆς ὀρχήσεως, τοῦθ᾽ ὅπερ ἦσαν, πίθηκοι ἐγένοντο ἀντὶ πυρριχιστῶν καὶ συνέτριβον τὰ προσωπεῖα καὶ τὴν ἐσθῆτα κατερρήγνυον καὶ ἐμάχοντο περὶ τῆς ὀπώρας πρὸς ἀλλήλους, τὸ δὲ σύνταγμα τῆς πυρρίχης διελέλυτο καὶ κατεγελᾶτο ὑπὸ τοῦ θεάτρου. 

Podemos enterarnos un poco mejor con la ayuda de la traducción latina de Tiberius Hemsterhusius y Ioannes Fredericus Reitzius publicada en Zweibrücken en 1790: Dicitur autem rex etiam aliquis Aegyptius simios quondam docuisse saltare Pyrrhicham, easque bestias (facillime autem imitantur humanas actiones) didicisse celeriter, et saltasse in uestibus purpureis, et personatas, diuque probatum spectaculum; donec spectator aliquis urbanus, qui nuces in sinu gereret, proiiceret eas in medium; tum uero simii, uisa re, obliti saltationis, repente pro Pyrrhichistis simiis, quod erant scilicet, facti, laruasque contriuere, laceratisque uestibus de fructibus inuicem depugnarunt; illa autem Pyrrhiches institutio dissoluta risui fuit spectatoribus.  

Así traduzco el texto, teniendo delante la versión de José Luis Navarro González publicada en la Biblioteca Clásica Gredos, que modifico ligeramente en algún punto: Se cuenta que un faraón egipcio enseñó una vez a unos monos a bailar la danza marcial pírrica, y que los simios -son los mejores imitadores del comportamiento humano- aprendieron enseguida y bailaban vestidos con trajes de púrpura y portando máscaras, y que durante mucho tiempo el espectáculo gustó al público hasta que un espectador avispado, que llevaba nueces en el bolsillo, las dejó caer en mitad de la actuación. Entonces los monos, al verlas, interrumpiendo la danza, empezaron a ser lo que precisamente eran, monos en vez de bailarines de pírrica, rompieron en pedazos las máscaras, desgarraron su ropaje, se peleaban por los frutos, se disolvía la formación de la pírrica y era la irrisión del teatro. 

La paremia griega dice πίθηκος ἐν πορφύραι (píthekos en porphýrai): el mono en púrpura. El πίθηκος (píthekos) es nuestro pariente lejano más cercano. No en vano Dubois denominó pithecanthropus erectus, hombre-mono erguido, a uno de nuestros ilustres antepasados de la cadena evolutiva. 

La πορφύρα, que los romanos denominaron purpura, era el nombre del molusco, un caracol marino, y de su tinta que da el color bermejo azulado característico a los tejidos que impregna. En la Roma imperial las prendas purpúreas, dado lo costosas y lo difíciles de adquirir que eran, eran sinónimo de nobleza y atributo del emperador. En la Iglesia Católica el púrpura está asociado a la dignidad del cardenal, al que se denomina purpurado.  Pero no olvidemos que por mucha dignidad que confiera la púrpura, como dijo Plauto (Mostelaria 289): pulchra mulier nuda erit quam purpurata pulchrior: Una mujer hermosa desnuda será más hermosa que vestida de púrpura.

Speculum principis, artista francés desconocido (c. 1512-1515)

Si observamos el grabado, veremos en la parte superior un hombre enfermo desnudo en la cama -aeger-, en la zona inferior: a la izquierda la mona vestida de púrpura -simia purpurata inanem gloriam hypocrisim prefigurans- prefigurando la hipocresía, una gloria vacía, en el centro un avaro -auarus-, y a la derecha, con una rodilla hincada en el suelo el hombre bueno -uir uirtute fortis- el hombre fuerte por su virtud.