viernes, 26 de marzo de 2021

Nótulas

El coloso, atribuido a Goya.

En la segunda década del siglo XXI todos de la noche a la mañana nos hemos convertido en pacientes, es decir, en soportadores de males y en, vamos a decir, padecientes, aunque no padezcamos en la inmensa mayoría ningún mal de hecho ni estemos enfermos, pero nos abruman con una infinidad de males en potencia que hay que prevenir si no queremos lamentarlo: todos somos o seremos sufridores  porque podemos contagiar y contagiarnos. El Estado terapéutico sonríe satisfecho: ha conseguido declarando el Estado de Alarma y la guerra preventiva al virus doblegar a casi toda la población, sometiéndola a todo tipo de vejaciones con el nombre de tratamientos profilácticos. Y así en prevención de futuros males e infecciones respiratorias graves nos prescriben que dejemos de respirar... Somos incompatibles, pasivos patibularios. El Estado, impasible él, es el patíbulo, es decir, el tablado en el que se ejecuta la pena de muerte, mientras que nosotros, sus súbditos, somos los patibularios, los condenados al patíbulo, carne de cañón. ¿Hasta qué punto la paciencia es una virtud? ¿Hasta cuándo en fin vas a abusar, Estado Terapéutico, Ogro filantrópico, de nuestra paciencia?

oOo 

 

Un pentámetro yámbico de William Shakespeare, con arranque trocaico que hace que suene más solemne, porque contraviene el ritmo en el arranque del verso para llamar así más poderosamente nuestra atención, de la escena primera del acto cuarto de El Rey Lear es la sentencia del veredicto que Gloucester da sobre los tiempos que corren, que son estos mismos nuestros, todavía, aunque parezca mentira, por aquello de Machado de que "hoy es siempre todavía", y que son literalmente una peste, en la que los locos e idiotas conducen a los que están ciegos: Tis the time's plague when madmen lead the blind

El grabado de Thomas Nast que se reproduce más abajo para ilustrar el verso de Shakespeare, publicado por la revista neoyorquina Harpers Weekly,  muestra una figura central que es la alegoría del Tiempo alado, con su reloj de arena y su guadaña cercenadora que representa que el futuro es la muerte, y dos figuras la de un loco, que es la alegoría del gobierno, que lleva las riendas y guía hacia el abismo de un precipicio a una mujer con una venda en los ojos, que, ciega como es, simboliza en principio a la justicia, pues lleva ceñidas a la cintura las pesas de la balanza y enfundada la espada justiciera, pero que es también la representación viva de la gente del pueblo, es decir, de lo sometido, de la mujer y, por lo tanto, de los súbditos de ese gobierno de los locos.

 

This the times' plague when madmen lead the blind. (Shakespeare) Grabado de Thomas Nast (1876)

Se me ocurren dos traducciones en verso: La primera conserva el número de sílabas y el ritmo del pentámetro yámbico en castellano con un hendecasílabo yámbico (Peste es que locos guíen hoy a ciegos), tiene el inconveniente de que resulta muy comprimido en nuestra lengua porque no incluye los artículos. En inglés casi todas las palabras son ordinariamente monosilábicas -todas lo son en este verso salvo madmen-  y no pueden ser vertidas al castellano en el mismo molde silábico dado que nuestras palabras son por lo general polisilábicas; en la segunda versión opto por añadirle dos sílabas más al hendecasílabo para incluir los artículos convirtiéndolo en un tridecasílabo también yámbico:  La peste de hoy: los locos guían a los ciegos
 

3 comentarios:

  1. Luminosas y encarnizadas imágenes de los “antiguos" nos traes para ayudar a despertar de la moderna pesadilla.
    Y a estas alturas, ceguera y locura son como las vueltas del hilo en una costura. La locura de la ganancia enceguece y guía por la propia docilidad de las masas vacías.

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  2. La docilidad de las masas se debe a la venda que les han puesto en los ojos para que no vean. No son ciegas de nacimiento, están cegadas por las ideas que les venden y que les impiden ver las cosas, en este caso el abismo, que se abre por delante.

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  3. «No son ciegas de nacimiento», gracias por la aclaración, no vaya a dar lugar a equivoco.

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