miércoles, 2 de agosto de 2023

No es el fin (A vueltas con la muerte, I)

    A la entrada principal del Cementerio Central de Managua puede leerse una leyenda en latín que reza: Letum non omnia finit, o lo que es lo mismo:  La muerte no pone fin a todas las cosas. No debe extrañarnos, por cierto, que muerte, además de "mors, mortis", que es como se dice normalmente, también se diga en latín "letum", como aparece en la frase, porque de "letum", una palabra de género neutro que es sinónima de la otra, deriva precisamente nuestro adjetivo "letal", sinónimo de "mortal".

    En otro cementerio, el insular de San Michele en Venecia, se halla la misma inscripción como epitafio de la lápida de la tumba del poeta ruso exiliado en Estados Unidos Joseph Brodsky, galardonado con el Nobel de Literatura en 1987. Brodsky quiso ser enterrado en Venecia, a la que dedicó el libro “Marca de agua”, donde el poeta y viajero, que no turista,  encontraba la paz y la belleza de "la città piu bella del mondo" reflejada en el espejo del agua de la laguna. Le encantaba viajar todos los inviernos  a Venecia, huyendo de la plaga sofocante del turismo veraniego, en invierno, cuando sólo el tañido de las campanas podía despertarlo a uno plácidamente un domingo por la mañana.


    Letum non omnia finit no es una frase cristiana todavía, sino un verso del poeta latino Propercio (muerto en el año 15 a. de C.),  escrito a raíz del fallecimietno de su amada Cintia, que ahora sirve como lema del cementerio de la capital nicaragüense y de epitafio a la tumba del poeta ruso.

    El dístico completo de Propercio (Elegias, IV, 7)  dice así: Sunt aliquid Manes, letum non omnia finit / luridaque euictos effugit umbra rogos.  Y viene a significar:  "Algo las ánimas son: no acaba todo la Muerte, / y huye la sombra gris, viva, de la cremación".  Hace mención a los Manes, que eran las almas de los difuntos, a los que se rendía culto en Roma para tenerlos propicios. 


    Nuestro don Antonio Machado reformula, entre nosotros, este tema ante la muerte de su amada Leonor, con la que sueña como si estuviera viva,  en su célebre poema Soñé que tú me llevabas, incluido en Campos de Castilla, en el que se pregunta al final con una exclamación interrogativa: ¡quién sabe / lo que se traga la tierra!
 
 Soñé que tú me llevabas / por una blanca vereda, / en medio del campo verde, / hacia el azul de las sierras, / hacia los montes azules, / una mañana serena. / Sentí tu mano en la mía, / tu mano de compañera, / tu voz de niña en mi oído / como una campana nueva, / como una campana virgen / de un alba de primavera. / ¡Eran tu voz y tu mano, / en sueños, tan verdaderas!... / Vive, esperanza: ¡quién sabe / lo que se traga la tierra!

    En otro lugar, suspira hondamente Machado y canta: Late corazón... No todo / se lo ha tragado la tierra. Machado, pues, con ¡Quién sabe /  lo que se traga la tierra! y con No todo / se lo ha tragado la tierra reformula en nuestras letras el tópico properciano de Letum non omnia finit, traducido por Aníbal Núñez como "no se termina todo con la muerte". La muerte, pues, no es el fin, pero ¿qué es la muerte?

martes, 1 de agosto de 2023

Marginalia (Comentarios breves al margen)

Lo que escribió Cicerón a propósito de la memoria, que disminuye si no se ejercita, (memoria minuitur nisi eam exerceas) puede aplicarse al cerebro en general.
 
 La paulatina desaparición del dinero material aterra a quienes creen que van a sustraerles el efectivo que manejan, al que se aferran como el avaro de Molière.
 
 Vivimos en estado crítico marcado por la falta de sentido crítico y la omnipresencia del pensamiento único, equivalente gastronómico del plato único obligado.
 
 La conexión digital tecnológica reduce nuestra libertad más aún de lo que ya está y modifica profundamente nuestras decisiones, relaciones y forma de pensar.

Hay que reinstalar, dice un tecnólogo arrepentido, el botón OFF, que ha desaparecido de nuestros dispositivos electrónicos, eternamente conectados y encendidos.


 "Hemos frenado la ola reaccionaria de la extrema derecha" declara a bombo y platillo el líder progresista, empleando un discurso simplón y de lo más bobalicón.


  Los banqueros nos quieren hipotecados; la gran industria farmacopólica, pacientes crónicos; los traficantes de armas, que fabriquemos artefactos para la guerra.


 Los medios de (in)formación masivos ocultan sistemáticamente la verdad y muestran a cambio la actualidad como si fuera la realidad, esa invención decimonónica.

oOo

Frente al mantra védico de “un cuarto se aprende del maestro, otro de uno mismo, otro de los demás, y el cuarto del paso del tiempo”, aprender es desaprender.

आचार्यात् पादमादत्ते पादम् शिष्यः स्वमेधया
पादम् सब्रह्मचारिभ्यः, पादम् कालक्रमेण च 

oOo

Durante la pandemia disminuyó considerablemente gracias al arresto domiciliario la emisión de dióxido de carbono, que salvó, según algunos, vidas y el planeta.

 

 Algunos ecologistas que añoran los pasados encierros coquetean con la idea del confinamiento climático so pretexto de luchar contra las calenturas de la Tierra.

 

 Ningún partido en la pasada campaña electoral sacó a relucir la pésima gestión de la coronada pandemia viral porque entre todos la mataron y ella sola se murió.  

 

 La propuesta ecológica de la ciudad del cuarto de hora es una vuelta de tuerca al gueto de Varsovia, un confinamiento que reducirá la movilidad de las personas. 

 

oOo

Glosas de H.L. Mencken* sobre el mesianismo: El poder y no la salvación de la humanidad es lo que buscan real- e indefectiblemente todos los mesías redentores.

La urgencia apremiante por la salvación de la humanidad es casi siempre la excusa de la máscara falsa que oculta la más que apremiante necesidad de gobernarla.

*Power is what all messiahs really seek. The urge to save humanity is almost always only a false-face for the urge to rule it.  (Minority Report, H. L. Mencken's Notebooks,  1956)


lunes, 31 de julio de 2023

El Estado es la guerra (Bourneana)

El escritor norteamericano Randolph Bourne (1886-1918) expresó como nadie mediante la fórmula «la guerra es la salud del Estado» cuál era la esencia del Estado.
 
 
Nunca se comprende del todo bien que la guerra es una función de los Estados y no de los pueblos gobernados; de hecho, es la función principal de los Estados.
 
No hay un movimiento contra la guerra porque la guerra es la salud del Estado, porque la guerra engorda al Estado, porque el Estado protector es beligerante.
 
El Estado está íntimamente ligado a la guerra, pues es la organización de la comunidad arrebañada para actuar políticamente frente al enemigo real o imaginario.
 
 
 La guerra aumenta el poder estatal, merma las libertades individuales y convierte como por arte de magia la excepción en la regla, lo coyuntural en permanente.
 
«Tenemos la desgracia de nacer no sólo en un país sino en un Estado, y según crecemos aprendemos a mezclar los dos sentimientos en una confusión desesperada».
 
Son los Estados los hacedores de la guerra pero no las naciones, o mejor: los Estados son beligerantes pero no así los pueblos que sufren los yugos estatales.
 
No en vano se considera al propio Estado como el Padre (patria) o la Madre (matria) protectores, y la relación con él se concibe en términos de afecto familiar.
 
 
La bandera no es un símbolo del país como grupo cultural con ciertas normas comunes de vida, sino un simbolismo político del Estado y estandarte de la guerra.
 
La bandera, junto con el himno, el escudo y la fiesta nacional son los símbolos místicos del Estado, pero nunca del pueblo organizado políticamente y subyugado.
 
 Si la Iglesia era en otro tiempo el medio para lograr la salvación espiritual, el Estado es pensado como el medio para lograr la salvación política del hombre.
 
El Tío Sam es un símbolo de autoridad protectora, y la figura de la madre como enfermera aparece en muchos carteles de la Cruz Roja al servicio de la guerra.
 
 
  La guerra es el sostén del Estado: guerra al Enemigo, ya sea éste otro estado rival o ya sea el terrorismo, la pobreza, los virus, las calenturas del planeta...

domingo, 30 de julio de 2023

Mammón o Don Dinero

    Una cita espuria de las muchas falsas que circulan por la red le atribuía a Henrik Ibsen una reflexión sobre el dinero que, investigando un poco, descubro que le corresponde a otro escritor noruego Arne Garborg (1851-1924), que desconocía, y  del que leo en la inevitable Güiquipedia, que defendió el uso del Landsmål ahora conocido como noruego moderno como lengua literaria,  a la que al parecer tradujo la Odisea de Homero. 
 
Retrato de Arne Garborg, Eilif Peterssen (1894)

     Pero dejémonos del autor y vayamos a su obra, en concreto, a la reflexión sobre el dinero que nos trae aquí y que escribiera Garborg para un libro de lectura de niños de 7 a 14 años "Libro de lectura para la escuela popular" (1903), y que ofrezco en traducción castellana de Ida Teresa Raab:  
 
    El dinero no tiene ningún valor intrínseco; pero constituye un gran bien para quien sabe emplearlo como debe. 
    Dícese que por dinero todo se consigue; pero no, esto no es posible. 
    Puede comprarse comida, pero no apetito; camas suaves pero no sueño; medicinas, pero no salud; instrucción, pero no sabiduría; adornos, pero no hermosura; brillo, pero no satisfacción; diversiones, pero no alegría; relaciones, pero no amistad; servidores pero no fidelidad; días tranquilos, pero no paz; la cáscara de todo puede conseguirse mediante el dinero, pero no la pepita; esta no cae por la acción del oro. 
 

      La traducción de Ida Teresa Raab omite, al parecer un par de frases al comienzo del texto  El dinero no tiene valor en sí mismo. No puedes comerlo, ni beberlo, ni usarlo. Podrías tener el bolsillo lleno de dinero y pasar hambre, sed, congelarte hasta morir, donde no hubiera comida, bebida o ropa. El dinero está lejos de ser el mayor bien, pero tampoco el segundo. Pero es un gran bien para aquellos que los usan sabiamente. 
 
    Se trata, como puede comprobarse tras la lectura, de una crítica moralista -lo malo no es el dinero en sí, sino el mal uso- pero no una condena del dinero, pues 'constituye un gran bien' si se hace buen uso de él. Hay que tener en cuenta que el texto está inserto en un libro pedagógico para niños con el que se trata de educarlos para una sociedad capitalista en la que deben hacer un buen uso del dinero. 
 
    Buceando un poco sin embargo en la obra de Garborg, en la medida de mis escasas posibilidades por desconocimiento total de su lengua, encuentro una condena sin paliativos en estos versos, donde se alude al capitalismo como Mammón, un monstruo siniestro que se alimenta de la sangre y de la médula de los seres humanos, y que ni siquiera les proporciona riqueza a los que lo poseen y controlan. Se trata, según la inevitable Güiquipedia, de una palabra aramea que representa al dios o demonio más bien de uno de los siete pecados capitales: la avaricia. 
    
Mammón y su esclavo, Sascha Schneider (c. 1896)
     
    Es famosa la frase de Jesucristo de que no se puede servir a Dios y a Mammón, que hemos denunciado por aquí en alguna ocasión: ¿Quién es este Mamón, también llamado Mammón y Mamona? Es sin duda el espíritu diabólico que controla las finanzas de este mundo, es decir, el Dinero. Se puede glosar la enseñanza evangélica como que no se puede servir a la vez a Dios y al Demonio, que es el Dinero. Sin embargo, ambos señores contrapuestos en el Sermón de la Montaña han resultado al fin y a la postre ser el mismo señor, dado que Dios ha resultado que era Mamón y viceversa, o dicho de otra manera resultó que Dios era el Becerro de Oro, cuyo culto prohibió Moisés fundiendo la idolatrada estatua,  con lo que se destruye la afirmación evangélica de que no se puede servir a la vez a Dios y al Dinero porque son lo mismo: dos caras de la misma moneda 
 
    A partir de la traducción al inglés, me atrevo a versificarlos en castellano: 
  Nunca ha sido tan listo / como ahora Satán, / que de sus siervos hizo / a Mammón capitán. 
 
Sólo así consiguió / un poder tremebundo, / colocando a Mammón / a gobernar el mundo. 
 
Ahora es Mammón / el mayor comandante / mucho más poderoso / que cualquier gobernante.

sábado, 29 de julio de 2023

Quien paga manda

    Uno de los periódicos británicos más considerado es sin duda The Guardian, orientado ideológicamente hacia la izquierda política. Se dice que mientras The Times, el diario conservador, es el periódico de los que mandan en el Reino Unido, The Guardian, el rotativo progresista, es el de los que aspiran a mandar.

    Si consultamos la página electrónica de la milmillonaria Fundación de Bill y Melinda Gates, comprobamos enseguida que Guardian News & Media Ltd, la empresa que lo edita, recibe fondos habitualmente de dicha organización en concepto de subsidios o subvenciones gratuitas (grants, en la lengua del Imperio). El último dato publicado corresponde a septiembre de 2020, fecha en la que recibió gratis et amore en concepto de Global Health and Development Public Awareness and Analysis la suma de 3.499.032 dólares americanos para cubrir treinta y seis meses, es decir, tres años, por lo que es previsible que en septiembre de este año vuelva a recibir otra subvención por la misma cantidad o superior. 

    Su equivalente español sería El Periódico Global, alias El País. Ediciones El País, S.L. recibió, por su parte, en octubre del año pasado de la misma fundación la cantidad de 1.205.016 dólares bajo el mismo concepto que The Guardian, con una duración de treinta y cinco meses. 

    Vemos así cómo periódicos supuestamente independientes y progresistas son financiados no por sus lectores sino por la pseudo- filantrópica fundación, a más de la publicidad que suelen incluir.

    El caso es que en la portada de The Guardian de anteayer aparecía en primera plana este alarmante titular que forma parte de los análisis y concienciación pública sobre desarrollo y salud globales que subvenciona la mentada Fundación.

     El calentamiento global es noticia, es un hecho. Destaca en letra llamativamente roja el titular: global heating. Deberíamos mejor decir en castellano "calentamiento mundial o planetario", pero usamos el anglicismo 'global' para referirnos al planeta como globo terráqueo y que se vea, con la imagen del globo, que no somos terraplanistas. Podemos pecar de testaplanismo o encefalograma plano, pero nunca de terraplanismo.

    Las olas de calor son mortales y son el resultado de la crisis climática, y por lo tanto el fruto del calentamiento global, según los científicos expertos.

    El calentamiento global  es causado por el hombre, o, dicho en griego para que suene más científico y técnico, es antropogénico.

    Destruye vidas.

    Y lo peor de todo es que lo peor, valga la redundancia, está todavía por venir si no se producen recortes drásticos de emisiones.

    ¡Cuánto nos recuerda esta retórica a la del fiero virus coronado! Se habla de una amenaza inminente y, al mismo tiempo, se nos vende el remedio: el amuleto de la vacuna, en aquella ocasión, o la reducción de las emisiones en esta. ¡Cuánto terrorismo periodístico desprende!

    Pero pongamos esta noticia ahora en relación con otro periódico subvencionado por la Fundación de los señores Bill y Melinda, el francés Le Monde, de la misma ideología aproximadamente que The Guardian y El País, que recibió en agosto del año pasado la suma cuantiosa de 2.133.071 dólares con una duración de treinta y cinco meses, y que publicaba en noviembre de ese mismo años, pocos meses después de recibida la donación, la siguiente noticia significativa: Reducir la población contribuiría a la atenuación del calentamiento climático.

    ¿No nos hallamos ante un nuevo malthusianismo ecológico disfrazado de filantropía y amor al planeta?  Aquí tenemos, además,  la ecuación perfecta: la reducción de las emisiones se consigue rebajando la población, lo que en buena lógica se logra frenando los nacimientos (para que no seamos más de los que somos) y acelerando las defunciones (para que seamos menos de los que somos). 

   Lo primero, además, se consigue fomentando medios anticonceptivos y el aborto, promoviendo cambios de sexo y sexualidades LGTBIQ+ no reproductivas, insistiendo pedagógica- y machaconamente en que ya somos muchos y no cabe ni uno más en el planeta,  y económicamente en que es poco sostenible traer hijos al mundo, que no vienen con un pan bajo el brazo como se decía antaño, sino demandándolo; pero para reducir efectivamente el número existente hay que soltar algún virus y simultáneamente algún remedio que sea peor que la enfermedad que pretende combatir, como las inoculaciones a las que nos forzaron recientemente, hay que favorecer sedaciones y eutanasias, fomentando suicidios y profilaxis que hacen que perdamos el gusto por la vida, y  subvencionando y promoviendo, por supuesto, alguna que otra guerra que contribuya a hacernos creer que si no nos afecta directamente estamos en paz por contraposición.

viernes, 28 de julio de 2023

La jodienda no tiene enmienda

    Ya hablamos del tema en su momento aquí mismo, y ahora volvemos sobre él porque no debemos olvidar. Ya va a hacer tres años que un esperpéntico experto virólogo italiano, Fabrizio Pregliasco, dio el campanazo aconsejando la abstinencia sexual o, en su defecto, la masturbación para evitar el virus contagioso con el que nos acojonaban, como publicaba el diario  Il Tempo
 

    La opinión del experto: "Coronavirus, sexo con riesgo incluso dentro de la pareja. El virólogo Pregliasco aconseja abstinencia o montárselo uno en soledad". ¿Cómo olvidar aquellos alarmantes titulares periodísticos? No, no podemos olvidarlo, por más que los políticos responsables del desaguisado no quieran recordarlo.

    Practicar el sexo estaba científicamente desaconsejado por los expertos en los tiempos del virus, pero como la jodienda no tiene enmienda, y, si la tiene, no hay quien la entienda, que decían nuestras abuelas, algo había que hacer. En los Países Bajos, por ejemplo, se aconsejaba huir de la promiscuidad buscando la estabilidad de la pareja, un polvo estable, pero el virólogo italiano puntualizaba sacando a relucir el fantoche del enfermo imaginario de Molière: “El problema viene porque también nuestra pareja puede ser de algún modo asintomática”. O sea que hasta nuestras medias naranjas de hecho o de derecho, bendecidas o no por el Estado o por la Iglesia, corrían peligro de contagiarnos, y nosotros a ellas, aunque no hubiera síntomas, porque ni Dios estaba exento de peligro. Se trataba de desconfiar de uno mismo y de su sombra o media y platónica naranja.

 

    "O vivimos, decía el esperpéntico experto, en una burbuja como los jugadores de la NBA americana o estamos todos expuestos." La sexualidad se había convertido en un tabú, en una actividad de alto riesgo, lo que explica también la disminución de nacimientos que se produjo, porque, aunque la sexualidad no se reduzca, por supuesto, a la reproducción de la especie, es un hecho que la especie se reprodujo mucho menos durante la pandemia. ¿Abstinencia incluso en pareja estable? Las gotitas respiratorias y las deyecciones eran peligrosas porque cualquier fluido podía albergar el virus asesino. Se puede practicar el coito con mascarilla y preservativo, tras haberse duchado y lavado concienzuda- y compulsivamente uno y, sobre todo, las manos con agua, jabón y gel hidroalcohólico -porque si no, habría que ponerse guantes asépticos, que en cualquier caso no estaban de más, aunque impidieran el gozoso contacto de las epidermis-. Pero no ya el echar un polvo, sino los besos eran también peligrosos: “Sono rischiosissimi” o  sea, son muy arriesgados, decía el esperpéntico virólogo italiano acentuando el esdrújulo superlativo: los besos eran peligrosísimos...

    Vamos, que no había más solución que o la abstinencia sexual o el onanismo de la masturbación, algo parecido a lo que decía aquella pintada callejera en los tiempos de la imposición impostada del SIDA: Si jodes, SIDA; si no, se oxida; solución: masturbación. Hasta la jodienda, no vamos a decir la cursilería de 'hacer el amor', había que practicarla uno consigo mismo amancebándose con su mano, como decía Quevedo, o en pareja y, a ser posible, por videoconferencia, y había que agradecérselo a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), y a su inventor, el filántropo milmillonario.

jueves, 27 de julio de 2023

Un poema de Guol Güitman

    Me ha parecido muy bello el poema, o más bien prosa poética, de Guol Güitman (1819-1892) When I Heard the Learn’d Astronomer. Se considera al poeta norteamericano el padre de la poesía moderna y del verso libre de la camisa de fuerza de la condición versificatoria, es decir de la prosa poética, donde 'poética' quiere decir bella, una pequeña narración que narra una experiencia personal, sencilla, utilizando algunos recursos estilísticos como, por ejemplo, en este texto la repetición de "when" ("cuando"). 

Ciudades oscurecidas (San Francisco), fotografía de Thierry Cohen (2010)
 
     El poeta asiste a una conferencia de astronomía de un reputado científico. Enseguida se siente abrumado por los números, que son los datos de la ciencia astronómica en este caso, que ofrece la erudición del conferenciante, que seguramente habla de largas distancias de años-luz, de estrellas que se han apagado hace muchos años y que seguimos viendo en el cielo, de lejanas galaxias y astros, de la infinitud e inconmensurabilidad del espacio... El poeta se siente fatigado y mareado, y necesita huir del salón de conferencias donde el astrónomo es aplaudido. El poeta siente la necesidad de salir a la calle, se levanta, y sale, solo como está, y entonces mira hacia el cielo nocturno y, en medio de un perfecto silencio -ya no oye las palabras del científico ni la clamorosa ovación que recibe- pierde la vista en el sinfín de las estrellas, contraponiendo el aprendizaje académico y teórico con la experiencia directa y sensitiva en favor de la última.  

Guol Güitman, fotografía de George C. Cox (1887)
 

When I heard the learn’d astronomer,
When the proofs, the figures, were ranged in columns before me,
When I was shown the charts and diagrams, to add, divide, and measure them,
When I sitting heard the astronomer where he lectured with much applause in the lecture-room,
How soon unaccountable I became tired and sick,
Till rising and gliding out I wander’d off by myself,
In the mystical moist night-air, and from time to time,
Look’d up in perfect silence at the stars.

Ciudades oscurecidas (Nueva York), fotografía de Thierry Cohen (2010)
 

Cuando escuché al experto astrónomo,
Cuando tuve las pruebas, las cifras, dispuestas en columnas ante mí,
Cuando me enseñaron los mapas y los diagramas, para sumarlos, dividirlos, medirlos,
Cuando sentado escuchaba al astrónomo mientras disertaba con gran aplauso en el salón de conferencias,
Qué inexplicablemente pronto me cansé y me puse enfermo,
Hasta que levantándome y escabulléndome me alejé solo,
En el aire, místico y húmedo, de la noche, y de cuando en cuando,
contemplaba en perfecto silencio las estrellas.

miércoles, 26 de julio de 2023

Ser gobernado

    La mejor definición que conozco hasta la fecha de lo que significa ser gobernado la brinda el filósofo, sociólogo y economista francés Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865), del que celebramos en otra ocasión el aforismo "la propiedad es el robo". El dibujante inglés Clifford P. Harper (1948-...) ilustra, por su parte, el texto de Proudhon con sus magníficos dibujos.  

    El fragmento de Proudhon está tomado del epílogo de su “La idea general de la revolución en el siglo XIX” (Idée générale de la Révolution au XIXe siècle, publicado en 1851).

 

Pierre-Joseph Proudhon y sus hijas, Gustave Courbet (1865)

  Ser gobernado es ser tenido a la vista, inspeccionado, espiado, dirigido, legislado, reglamentado, estacionado, adoctrinado, predicado, controlado, estimado, apreciado, censurado, mandado, por seres que no tienen ni el título, ni la ciencia, ni la virtud... 

    Être gouverné, c’est être gardé à vue, inspecté, espionné, dirigé, légiféré, réglementé, parqué, endoctriné, prêché, contrôlé, estimé, apprécié, censuré, commandé, par des êtres qui n’ont ni le titre, ni la science, ni la vertu…

    

     Ser gobernado es ser, a cada operación, a cada transacción, a cada movimiento, anotado, registrado, contado, tasado, sellado, desdeñado, cotizado, tasado, patentado, licenciado, autorizado, apostillado, amonestado, impedido, reformado, rectificado, corregido.

    Être gouverné, c’est être, à chaque opération, à chaque transaction, à chaque mouvement, noté, enregistré, recensé, tarifé, timbré, toisé, coté, cotisé, patenté, licencié, autorisé, apostillé, admonesté, empêché, réformé, redressé, corrigé.

 

     Es, so pretexto de utilidad pública, y en nombre del interés general, ser puesto a contribución, ejercido, secuestrado, explotado, monopolizado, conculcado, presionado, mistificado, robado; luego, a la menor resistencia, a la primera palabra de queja, reprimido, enmendado, vilipendiado, vejado, perseguido, acosado, aturdido, desarmado, agarrotado, encarcelado, fusilado, ametrallado, juzgado, condenado, deportado, sacrificado, vendido, traicionado, y para colmo, burlado, engañado, ultrajado, deshonrado.

    C’est, sous prétexte d’utilité publique, et au nom de l’intérêt général, être mis à contribution, exercé, rançonné, exploité, monopolisé, concussionné, pressuré, mystifié, volé; puis, à la moindre résistance, au premier mot de plainte, réprimé, amendé, vilipendé, vexé, traqué, houspillé, assommé, désarmé, garrotté, emprisonné, fusillé, mitraillé, jugé, condamné, déporté, sacrifié, vendu, trahi, et pour comble, joué, berné, outragé, déshonoré. 


martes, 25 de julio de 2023

Imagina... (La loca de la casa)

    Un corto que circula por la red social del pajarito azul que pía sin cesar y que reproduzco al final, titulado Imagina..., cuyo guion y dirección firma la actriz y directora de cine Lucía Álvarez, se presenta como: Imagina... Que el próximo domingo (se refiere al pasado 23 de julio, cuando se celebraron las elecciones generales) todas estas cosas se queden en nuestra imaginación. 

    El vídeo se abre con la espléndida actriz Charo López, interpretando uno de los peores papeles de su carrera, diciendo “Imagina que los cines están cerrados”, como si eso fuera algo que no ha sucedido nunca todavía, y pudiera pasar si los votos de las urnas se inclinaran hacia la diestra en lugar de inclinarse a la siniestra.

    No hace falta que lo imaginemos, porque ya pasó durante la pandemia, en la que el cine y el teatro  dejaron de ser un espectáculo público para convertirse en algo privado emitido por las plataformas de la pequeña pantalla en el seno del hogar, dulce hogar convertido de pronto en prisión domiciliaria.  

    Continúa el vídeo con la actriz Gracia Olayo, que dice lo que pone en el guión:  “Imagina que no te dejan pasear”, como si eso no fuera lo que pasó durante los confinamientos: no nos dejaban salir de paseo, a no ser que fuera para sacar al perro a hacer su necesidades. No tenemos que imaginarlo, ni tampoco que olvidarlo.


    Sólo se me ocurre lo desafortunado que es el vídeo tuitero porque la mayoría de esas cosas no necesitamos imaginárnoslas, ya las hemos vivido: los cines, los teatros y las galerías de arte estuvieron cerrados, por lo que no había exposiciones, como dice la propia directora del corto, Lucía Álvarez,   no nos dejaban pasear, no podíamos sonreír a los demás ni ver las sonrisas de los niños, porque teníamos que llevar obligatoriamente una mascareta, y no nos dejaban dar un beso sin quitárnosla. No nos dejaban pensar, ni sentir, ni querer, ni visitar a la abuela porque íbamos a matarla del disgusto del contagio, cuando nos hicieron creer a todos que éramos unos asesinos... aterrorizándonos día y noche con datos escalofriantes de muerte y desolación.   

      Y se podían haber dicho muchas más cosas, como, por ejemplo, imagina que no te dejan viajar, ni entrar a un restaurante, ni trabajar para ganarte el jornal, si previamente no te pones una inyección, que no es más que un amuleto, o dos, o tres, o cuatro dosis... o las que te manden para conseguir así el salvoconducto.  

    Supongo que la autora del guion y dirección quería manifestarse en contra de la censura, por el mensaje que aparece al final de STOP censura, pero la peor censura que hay es la autocensura de uno mismo, acrecentada por la espesa y opaca niebla mental persistente que surgió con la coronación del virus, que había venido para quedarse y persistir, y le impide ver y decir las cosas como son y cómo han sido, debido a la pérdida de memoria y déficit de atención,  así como dificultad para encontrar las palabras adecuadas.

    Pero insisto: No hay que imaginarlo porque todo esto, a poca memoria histórica cortoplacista que tengamos, resulta que ya ha pasado, y, por lo tanto, no habría que olvidarlo, como no habría que olvidar -imagínate que no hubiera sucedido, pero ya sabemos que la imaginación, como dijo santa Teresa, es la loca de la casa, por lo que no había que hacer "caso de ella más que de un loco"- que los niños no podían salir a jugar al parque con sus amigos ni al patio del colegio al recreo porque no había escuela, y no estaban de vacaciones precisamente, ni ver a sus abuelos porque, pobres angelitos, eran contagiosos y podían matar sin querer a la abuelita. Imagínate que todo esto lo envuelven ahora con manipuladora luz de gas para que creas que lo que has sufrido en tus propias carnes era una película de netflix.

    Alguien podría argumentar que las medidas draconianas y restrictivas estaban justificadas en su momento porque había científicos y expertos que nos aconsejaban que tomáramos esas medidas por nuestro propio bien, por precaución, aun a riesgo de poner el carro delante de los bueyes, ya que estaban en peligro nuestras vidas... 

    Pero imagínate que eso no era verdad, que el virus coronado no era tan fiero como nos lo pintaban, y que nos lo pintaron tan feroz, letal decían que era, para que obedeciéramos sumisamente e hiciéramos lo que nos mandaban no porque nos lo mandaban, sino porque nosotros mismos confiábamos, ingenuos de nosotros, que era lo mejor que podíamos hacer por nosotros mismos y por los demás. Y claro está, nos estaban engañando.  

lunes, 24 de julio de 2023

Pareceres (XXV)

121. -Vanguardia y retaguardia. El concepto de vanguardia, al igual que su contrapuesto, el de retaguardia, proviene de la terminología militar y describe a una avanzadilla del grueso del ejército que se adelanta para explorar el área y establecer el primer contacto con el enemigo. Aplicado al mundo del arte, de la cultura y del pensamiento, es una invención relativamente reciente y modernista. El concepto de vanguardia implica que la Historia es y debe ser una "marcha adelante" y un "progreso" o avance hacia la meta de un mundo mejor, hacia un mañana resplandeciente pero siempre futuro. Adelante y siempre adelante, nos dicen, no hay que mirar atrás... Pero es absurdo. Porque absurdo es creer que lo nuevo por ser nuevo simplemente es mejor que lo viejo y es absurdo rendir culto a la novedad y lo moderno, que es etimológicamente el 'modo hodierno', por sí mismos. Sin embargo, esta percepción, que se ha impuesto en muchos ámbitos, como por ejemplo en las artes, recuérdense las vanguardias interminables del siglo XX, y en la pedagogía, prevalece en la actualidad haciéndonos creer que por ser lo último que se ha dado es mejor que lo anterior, que vale más lo nuevo que lo viejo, cuando como todos sabemos no hay nada nuevo bajo el sol.
 

122. -Dios y Ma(m)món.  Decía el evangelio de Mateo (6:24) que en el sermón de la montaña Jesucristo predicó a sus apóstoles y discípulos que no se podía servir a dos amos: Cito por la traducción de Nácar-Colunga que manejo: “Nadie puede servir a dos señores, pues o bien, aborreciendo al uno, amará al otro, o bien, adhiriéndose al uno, menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. La traducción de la última palabra es aproximada. Comprobando el texto griego, veo que dice: οὐ δύνασθε θεῷ δουλεύειν καὶ μαμονᾷ: no podéis servir a Dios y a Ma(m)món. La última palabra del versículo es el dativo de Μαμονᾶς, una palabra aramea, no griega, que significa riqueza y que se siente en griego como un nombre propio -los editores modernos dudan en escribir el nombre con inicial mayúscula, como nombre propio, o dejarlo en minúscula, como nombre común- que es la personificación del dinero, por lo que una traducción literal sería: No podéis servir a Dios y a Ma(m)món. Algunas versiones optan por “dinero”. La frase, en nuestros días, no tiene mucho sentido, porque Dios y Ma(m)món son la misma divinidad: o dicho de otra manera el único Dios verdadero es el más poderoso de los caballeros, don Dinero. 

 

123.- Dijo una vez Cornelius Castoriadis (1922-1997) en su propia lengua, que es la milenaria de Homero: «Δεν κερδίζεις επειδή αξίζεις, αλλά αξίζεις επειδή κερδίζεις»: No ganas porque lo mereces, sino que lo mereces porque ganas, cosa que podemos decir con muchísima razón en cualquiera de las lenguas que hablamos y escribimos cualesquiera de nosotros. Algunas personas, como en este caso el filósofo griego, a veces tienen la capacidad de expresar mucho mejor que otras lo que sienten los demás, lo que sentimos todos, y eso se demuestra porque enseguida nos reconocemos todos en ellas y las hacemos propias. Si alguna vez acierto yo por la casualidad más remota de todas las casualidades a expresar lo que muchos entre los que yo mismo puedo incluirme sentimos y lo que muchos quisiéramos decir y, o no encontramos la forma de decirlo, o nos da algo de miedo hacerlo, me doy con un canto en los dientes por satisfecho, porque creo que no estoy expresando meras opiniones personales, supuestamente mías y propias, sino algo de ese sentimiento y pensamiento público y no privado que a todos nos es común. No soy yo en este caso, sino algo que hay en mí, vamos a decir, lo que habla por mi boca y lo que da voz a eso que cuesta y da algo de miedo decirlo, pero sin embargo hay que hacerlo, hay que decirlo. Ese algo es, ni más ni menos, el lenguaje.

 

124.- Iconoclastas: Así llaman a los herejes enemigos de dar culto religioso a las imágenes que destruyen nuestra imaginación, sacralizándolas con nuestra veneración. Somos enemigos de las imágenes, nos oponemos a su poder y a sus máquinas expendedoras, porque estamos a favor del pensamiento: que es la palabra en marcha contra la idea fija. Somos iconoclastas hasta el punto de que ni siquiera nos complacemos haciéndonos autorretratos sonrientes, mirándonos, como Narciso, en el espejo virtual del móvil con nuestra propia imagen, que es sin duda la más sagrada de todas, el ícono más venerable. En el siglo VIII apareció esta secta de herejes que rompían los íconos de los santos y querían destruir el culto que se les tributaba. Esta herejía desapareció hacia el siglo IX, pero luego se reprodujo entre los albigenses, husitas y valdenses, desapareciendo nuevamente hasta nuestros días, en que todos nos hemos vuelto iconodulos, esclavos de las imágenes, o iconófilos, amantes de las imágenes. 

 

125. -La televisión era el verdadero pilar de nuestro sistema educativo, pero ya no está solo en la caja tonta, sino en nuestros bolsillos y celulares. A través de la televisión y de las minipantallas, que no son tontas, sino smart o muy inteligentes,  se transmiten los valores de nuestra sociedad y de nuestro modus vivendi consumista, que todos en el fondo rechazamos, por lo que nos rebelamos inconscientemente contra ella. A todos nos gustaría en un determinado momento arrojar el aparato por la ventana, como símbolo de ruptura con todo... Ver la televisión o su sucedáneo inteligente, el móvil, no es un acto ingenuo ni nos deja indiferentes. Es como mirar cara a cara a Medusa, que te petrifica con su mirada, es decir, sólo con que tú la veas a ella. Antes de que tú la veas a ella de verdad, ya te ha visto ella a ti y te ha matado convirtiéndote en un convidado de piedra: un telespectador pasivo y resignado, un consumidor de publicidad, es decir, de ideas.