lunes, 3 de junio de 2024
Bajo el arco iris
viernes, 28 de julio de 2023
La jodienda no tiene enmienda
La opinión del experto: "Coronavirus, sexo con riesgo incluso dentro de la pareja. El virólogo Pregliasco aconseja abstinencia o montárselo uno en soledad". ¿Cómo olvidar aquellos alarmantes titulares periodísticos? No, no podemos olvidarlo, por más que los políticos responsables del desaguisado no quieran recordarlo.
Practicar el sexo estaba científicamente desaconsejado por los expertos en los tiempos del virus, pero como la jodienda no tiene enmienda, y, si la tiene, no hay quien la entienda, que decían nuestras abuelas, algo había que hacer. En los Países Bajos, por ejemplo, se aconsejaba huir de la promiscuidad buscando la estabilidad de la pareja, un polvo estable, pero el virólogo italiano puntualizaba sacando a relucir el fantoche del enfermo imaginario de Molière: “El problema viene porque también nuestra pareja puede ser de algún modo asintomática”. O sea que hasta nuestras medias naranjas de hecho o de derecho, bendecidas o no por el Estado o por la Iglesia, corrían peligro de contagiarnos, y nosotros a ellas, aunque no hubiera síntomas, porque ni Dios estaba exento de peligro. Se trataba de desconfiar de uno mismo y de su sombra o media y platónica naranja.
"O vivimos, decía el esperpéntico experto, en una burbuja como los jugadores de la NBA americana o estamos todos expuestos." La sexualidad se había convertido en un tabú, en una actividad de alto riesgo, lo que explica también la disminución de nacimientos que se produjo, porque, aunque la sexualidad no se reduzca, por supuesto, a la reproducción de la especie, es un hecho que la especie se reprodujo mucho menos durante la pandemia. ¿Abstinencia incluso en pareja estable? Las gotitas respiratorias y las deyecciones eran peligrosas porque cualquier fluido podía albergar el virus asesino. Se puede practicar el coito con mascarilla y preservativo, tras haberse duchado y lavado concienzuda- y compulsivamente uno y, sobre todo, las manos con agua, jabón y gel hidroalcohólico -porque si no, habría que ponerse guantes asépticos, que en cualquier caso no estaban de más, aunque impidieran el gozoso contacto de las epidermis-. Pero no ya el echar un polvo, sino los besos eran también peligrosos: “Sono rischiosissimi” o sea, son muy arriesgados, decía el esperpéntico virólogo italiano acentuando el esdrújulo superlativo: los besos eran peligrosísimos...
Vamos, que no había más solución que o la abstinencia sexual o el onanismo de la masturbación, algo parecido a lo que decía aquella pintada callejera en los tiempos de la imposición impostada del SIDA: Si jodes, SIDA; si no, se oxida; solución: masturbación. Hasta la jodienda, no vamos a decir la cursilería de 'hacer el amor', había que practicarla uno consigo mismo amancebándose con su mano, como decía Quevedo, o en pareja y, a ser posible, por videoconferencia, y había que agradecérselo a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), y a su inventor, el filántropo milmillonario.
jueves, 16 de febrero de 2023
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sábado, 17 de diciembre de 2022
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martes, 30 de agosto de 2022
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martes, 7 de junio de 2022
¿Niño o niña?
A algunos les puede parecer educativo o que no está mal que se les enseñe a los niños y adolescentes a decir cosas como “pene” y “vulva” en lugar de “pito” y “chocho”, que dicen los primeros, o en vez de “picha” y “coño” que dicen más bien los segundos, porque tanto unos como otros tienen que aprender a hablar “bien”. Son términos cultos. Puede que eso sea educativo, no vamos a ponerlo aquí en duda ni a negarlo. A fin de cuentas, una de las funciones de la educación es ampliar el registro lingüístico de las personas, y enseñarles que hay eufemismos para nombrarlo todo, incluso para sus partes más íntimas, como dirían los finolis.
Pero lo que ya pasa de castaño oscuro es que además de inculcarles el registro culto del lenguaje con términos como esos de “pene” y “vulva”, los adoctrinen diciéndoles cosas como la siguiente, que está sacada de un libro de texto supongo que de educación sexual o algo así, no sé si de primaria o de secundaria, pero poco importa:
Es un buen ejemplo de cómo el estereotipo sexual, lejos de desaparecer sin más, ha dejado de depender del sexo, y el sexo ha pasado a depender del estereotipo. Resulta curioso cómo lo que se planteaba como una crítica de los roles sexuales acaba siendo su más acérrima defensa. Y es un buen ejemplo, además, de cómo se está engañando a niños y adolescentes con la mejor intención del mundo, pues de lo que se trata según parece es de aceptar a los que no se sienten a gusto dentro del cuerpo que les ha tocado y de facilitarles la transición al cuerpo idealizado que desean.
Ha aumentado el número de casos de adolescentes y niños que dicen haber nacido en un cuerpo equivocado, pero en verdad o todos hemos nacido en un cuerpo equivocado, con el que no nos identificamos en absoluto, o, al revés, ninguna persona ha nacido en un cuerpo equivocado ni tiene por qué avergonzarse de él.
Lo paradójico de este movimiento es que, buscando la despatologización, perdón por el palabro, de los problemas vinculados con el sexo y el género, propone someter a las personas que no se identifican con su cuerpo un tratamiento fármaco-quirúrgico irreversible que conllevará probablemente una medicación de por vida.
Se maneja este dato, que no he comprobado pero que parece verosímil: en Estados Unidos, aproximadamente en los últimos 10 años, las clínicas de cambio de sexo se han multiplicado por cien. Han pasado de ser tres o cuatro hace unas décadas a ser ahora 300, 400.
Hay un elogio de la individualidad permanente, un elogio del deseo irracional del átomo personal, de la subjetividad, donde lo que predomina es el sentimiento individual. Es un tipo de discurso que llama a descomponer la sociedad en individuos, a diluirla, a eliminar, disolver todo lo que nos une y, por el contrario, convertirlos en un montón de individuos aislados absortos en sus deseos.
Una viñeta muy oportuna de El Roto en que una niña de rubios cabellos le pregunta a su padre cómo es posible que pueda elegir entre ser niño o niña y no entre rica y pobre. Y el padre le responde: Es que eso es muy difícil.