miércoles, 28 de diciembre de 2022
Todo cambia y todo sigue igual
martes, 27 de diciembre de 2022
Una bala perdida
lunes, 26 de diciembre de 2022
Pareceres (XI)

53.- De la meditación trascendental: ¿En qué consiste la meditación trascendental? No puede consistir en otra cosa más que en el vaciado de la mente, ese pozo negro o fosa séptica, del estiércol de las ideas recibidas e inculcadas, previas, de los prejuicios o posos del ayer. Los ojos y los oídos, embotados y obturados por un cúmulo de ideas fijas, que sentimos como propias nuestras, son rémoras que no nos dejan ni ver ni oír. Por eso, la idea que uno tiene de alguien o de algo antes de verlo con sus propios ojos, es decir, la imagen previa es lo único que uno ve cuando mira a alguien o algo. Por eso ver, como intuyó Paul Valéry, es olvidar el nombre, es decir, la idea o concepto, de la persona o cosa que se ve.
55- La primera víctima de la guerra es la verdad, pero no porque se falsifiquen las noticias del frente, cosa que sucede de hecho a menudo, sino porque se tergiversa radicalmente la realidad. No es cierto que hubiera paz antes de la declaración de guerra, proyección espectacular y sangrienta de nuestra vida cotidiana, exteriorización visceral de nuestra propia intimidad.
domingo, 25 de diciembre de 2022
En aras de la seguridad mundial y la democracia
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sábado, 24 de diciembre de 2022
¡Infeliz navidad!
No deseo, influencer yo de nula o de ínfima monta, al encabezar este párrafo diciendo ¡Infeliz navidad!, una infeliz navidad, sino todo lo contrario a nadie, pero lo cortés, que es desearlo, no quita lo valiente, que es denunciar lo infelices que son y nos hacen las navidades en plural por la obligación que se nos impone por estas fechas precisamente de ser felices a fuerza de deseárnoslo propios y extraños, amigos y enemigos. Nos desean que seamos felices, es decir, que lo aparentemos, porque la felicidad no es quizá algo que nos falte, una carencia de algo que no poseemos, sino que puede que consista, más bien, en el desprendimiento de lo mucho que nos sobra para serlo.
En estas tres ilustraciones de arriba, tomadas de www.boligan.com, se refleja el 'entrañable espíritu navideño' que nos venden.
viernes, 23 de diciembre de 2022
La canción de los cuatro poderes
jueves, 22 de diciembre de 2022
Dice su Señoría
miércoles, 21 de diciembre de 2022
¿Por qué a Borges no le gustaba el fútbol?
Dicen que Borges, pese a ser argentino, no amaba el balompié. Quizá odiaba el fútbol porque era poco argentino, o no lo era demasiado ni tenía el suficiente ardor patriótico que requiere la cosa de la argentinidad. Y dicen que dijo una vez: El fútbol es popular porque la estupidez es popular, equiparando balompié y estupidez.
El bochornoso espectáculo de Catar 2022 que han retransmitido todas las televisiones del mundo para entretenimiento de las masas televidentes aborregadas ha servido para que se vea la vinculación del aficionado al fútbol con el fervor masivo del fascismo y el nacionalismo dogmático. El nacionalismo, dijo Borges en alguna ocasión, solo permite afirmaciones. Cualquier doctrina que rechace la duda y la negación es una forma de intolerancia y estupidez.
Esto
explica, por ejemplo, la fotografía del presidente francés
entristecido y consolando como a un amigo íntimo a Mbappé, el jugador estrella de la
selección gala, por la pérdida del Mundial frente a Argentina. El inquilino del Elíseo, después de comportarse como un auténtico energúmeno en el estadio de Catar cual si fuera un vulgar júligan o hincha de comportamiento violento y agresivo, acudió a los vestuarios, después de la 'histórica derrota' a animar a sus desmoralizados futbolistas y a agradecerles que hubieran hecho "soñar a todos los franceses y francesas" (sic), diciéndoles que estaba orgulloso de ellos.
Los equipos nacionales de balompié y los jugadores estrella a menudo como el susodicho se convierten en las herramientas de los regímenes autoritarios, pero no nos engañemos, regímenes autoritarios son tanto las llamadas dictaduras de antaño y algunas de hogaño que quedan como las democracias modernas, que explotan el vínculo que los fanáticos comparten con sus equipos nacionales para ganar el apoyo popular, como bien sabemos los que vivimos la oprobiosa dictadura franquista, en la que la retransmisión de un partido de balompié paralizaba un país y actuaba como anestesia de otros males, exactamente igual que en la oprobiosa democracia actual, en la que el espectáculo del mundial de Catar ha servido de cortina de humo para que no se vea lo que pasa de verdad.

Borges escribió un cuento junto a su gran amigo y colaborador Adolfo Bioy Casares titulado Esse est percipi, latinajo que dicen que fraguó G. Berkeley, y que significa “ser es ser percibido” en la lengua de Virgilio, es decir que el ser de algo consiste en la percepción que tengamos de ese algo. El ser son sus apariencias. En dicho cuento se deslizan algunas reflexiones interesantes y sugerentes como que el fútbol ha dejado de ser un deporte y ha entrado en el ámbito del entretenimiento. La representación del deporte ha reemplazado al deporte mismo. Los estadios se llenan, mientras que los partidos son jugados por un solo hombre que habla por un micrófono o por actores con camisetas frente a las cámaras de televisión. La población ve partidos inexistentes por televisión y radio sin cuestionar nada.
He aquí algunos fragmentos del cuento de Borges y Bioy.
Los estadios ya son demoliciones que se caen a pedazos. Hoy todo pasa en la televisión y en la radio. La falsa excitación de los locutores, ¿nunca lo llevó a maliciar que todo es patraña? El último partido de fútbol se jugó en esta capital el día 24 de junio del 37. Desde aquel preciso momento, el fútbol, al igual que la vasta gama de los deportes, es un género dramático, a cargo de un solo hombre en una cabina o de actores con camiseta ante el cameraman.
-(...) ¿Entonces en el mundo no pasa nada?
-Muy poco -contestó con su flema inglesa-. Lo que yo no capto es su miedo. El género humano está en casa, repatingado, atento a la pantalla o al locutor, cuando no a la prensa amarilla. ¿Qué más quiere, Domecq? Es la marcha gigante de los siglos, el ritmo del progreso que se impone.
martes, 20 de diciembre de 2022
Algo huele a podrido en el reino de Dinamarca
