miércoles, 10 de enero de 2024
Pareceres XXXVIII
lunes, 19 de diciembre de 2022
Ojos que no ven
jueves, 3 de marzo de 2022
Fuegos artificiales sobre Damasco
Si por algún azar nos llegan fotos tremebundas de inocentes criaturas muertas, ahora que es tan sencillo compartir imágenes por la Red, enseguida serán desacreditadas y se considerarán "fake images", por decirlo con un término de la lengua del Imperio. O nos acostumbramos a verlas, inmunizados ante el sufrimiento y el dolor ajenos, sin que nos afecten lo más mínimo o, para que no nos afecten, nos decimos a nosotros mismos que están manipuladas.
lunes, 10 de mayo de 2021
Iconoclasia
2. Actitud iconoclasta.
Las imágenes no sólo nos ciegan, sino que atrofian además nuestra imaginación; son el velo de Maya que, puesto a modo de pantalla, no nos deja ver la realidad.
Paul Valéry nos ha brindado una preciosa definición de “mirada”. Mirar, escribió a propósito de Blas Pascal, es olvidar los nombres de las cosas que se ven.
Las imágenes son fotogramas inmóviles en nuestra mente: no vemos el árbol con sus hojas zarandeadas por el viento, sino la idea previa que teníamos.
Las ideas preconcebidas nos impiden ver los árboles y el bosque que se nos ofrecen a la vista. Ni los árboles nos dejan ver el bosque ni el bosque los árboles.
Si queremos ver de verdad, debemos cerrar los ojos a la realidad, que, ideal como es y constituida de ideas como está, es esencialmente falaz y mentirosa.
Hay que desconfiar de las cosas que vemos con nuestros propios ojos, porque lo que vemos no es la cosa misma, sino la imagen y la idea de la cosa que tenemos.
Casi nadie rinde culto a los íconos, pero paradójicamente toda imagen, cualquiera que sea, se considera sagrada y digna de crédito: el vulgo cree en lo que ve.
viernes, 30 de abril de 2021
IN PRINCIPIO ERAT VERBVM
No
viene mal recordar la etimología de la palabra “infancia”: está compuesta de la
negación in- “no” y de la raíz verbal fa-ri “hablar”. Su
correlato griego sería: afasia, incapacidad de hablar debida a una
lesión cerebral, con la negación griega incorporada a- y la misma raíz
indoeuropea *bhā-, por lo que la infancia sería la etapa en la que el
ser humano no habla y por lo tanto no razona todavía porque no hace uso de la
maquinaria del lenguaje. No hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta de
que esta etapa cada vez se alarga más: cuanto más aumenta la edad media de la
población y esta envejece más, más se infantiliza, más perdura en ella una
eterna niñez y adolescencias que no acaban nunca.
Han adquirido más valor que las palabras, como advertía el viejo adagio: una imagen vale más que mil palabras, lo que explica su preponderancia pornográfica. No es que el homo sapiens, producto de la cultura escrita, esté en proceso de ser desplazado por el homo videns, producto de la imagen, como advertía Giovanni Sartori en su libro Homo videns, la sociedad teledirigida, sino que ya se ha consumado ese hecho: no hay homo sapiens sino homo videns, esos animales fabricados por la televisión y por las micropantallas cuya mente no razona porque se lo impiden las ideas, imágenes o visiones de la realidad, pero no la realidad misma, proyectadas en la pared de la caverna platónica.
La
preocupación por quién controla los medios de comunicación, si son públicos o
privados, y en este último caso, qué grupos o empresas hay detrás no nos deja
ver el problema que plantea el propio medio audiovisual, lo controle quien lo
controle, que es algo que resulta indiferente al fin y a la postre. El problema
consiste en que el hecho de ver prevalece sobre el hecho de oír hablar: la voz
es secundaria, está en función de la imagen que comenta. Lo que no sale por la televisión no existe. Non uidi,
ergo non est: no lo he visto, luego no existe.
sábado, 9 de enero de 2021
Imágenes que adoctrinan
Leo en la edición digital de El Faro de Vigo que la festividad de San Xulián, patrón de A Illa de Arousa, que se celebra el 7 de enero, ha sido este año muy diferente de lo esperado. No hubo gente vestida con sus mejores galas callejeando día y noche por el municipio arousano, sino calles vacías y la mayoría de los bares cerrados a cal y canto debido a la supuesta pandemia declarada por la OMS y refrendada por las autoridades sanitarias autonómicas y centrales.
En la primera fotografía
vemos a la Guardia Civil realizando controles. Los hubo a la entrada
del puente de A Illa y también en el interior del casco urbano,
según informa dicho periódico gallego. El año pasado por estas mismas fechas, el mismo diario sacaba este titular con motivo del evento que rescato de la hemeroteca de la Red: A Illa celebra su fiesta más anárquica y callejera. Cientos de isleños salen de casa temprano para festejar el día de San Julián, y no regresan hasta el amanecer siguiente... Nada que ver con lo de este año.
Los únicos actos que se celebraron de esta festividad más lúdica que religiosa fueron, sin embargo, dos misas con aforo limitado en las que, como muestra la segunda fotografía, los escasos fieles, el sacerdote y hasta el santo lucieron la mascarilla obligatoria, enmascarados todos en plena celebración de la eucaristía. Nada de romería ni verbena ni jolgorio.
Lo que está claro es que el Vaticano bendice, quizá con la mejor intención del mundo pero ya se sabe de cuántas óptimas intenciones está pavimentado el infierno, el uso de las mascarillas y la inyección de la vacuna anticovidiana, que el Papa reclamó en su sermón de Navidad que se dispense a todo el mundo, sobre todo a los más vulnerables: En este tiempo de oscuridad y de incertezas por la pandemia, surgen luces de esperanza como el descubrimiento de las vacunas... dijo el pontífice.
Los dos papas, a falta de uno que tenemos, ya se han vacunado dando ejemplo a toda la cristiandad por lo visto. No me cabe mucha duda de que son capaces, de taparles la boca y aun de darles la vacuna a las imágenes de nuestro mismísimo Señor Jesucristo, de María Santísima y hasta de Dios padre si se tercia. Y si no es así, que baje el Señor y lo vea.
El vergonzoso amordazamiento que padece el santo de la parroquia gallega tiene una repercusión psicológica enorme e inmediata en los fieles que así se acostumbran a ver como natural algo que no lo es: la imposición social de la llamada Nueva Normalidad.
Lo mismo sucede con los juguetes para los niños. Ahí están esas horribles muñecas enmascarilladas que lucen atrevidos diseños a la moda, y estos ositos de peluche enmascarados para los más pequeños que vemos en la última fotografía. Dando ejemplo aleccionador. Un pésimo ejemplo. El peor de los ejemplos.