Un fantasma recorre la vieja Europa. El fantasma de la guerra. El recientemente instaurado gobierno progresista del reino de Dinamarca propone eliminar un día festivo de su calendario laboral a fin de incrementar el presupuesto del Ministerio de Defensa, es decir, de la Guerra. El nuevo Gobierno de Dinamarca, formado por la primera coalición de izquierdas desde los años 70 que accede al poder, se ha propuesto como sea alcanzar el objetivo de destinar el dos por ciento del Producto Interior Bruto del reino de Dinamarca a gastos de Defensa, es decir, a gastos relacionados con la Guerra
Copenhague, la víspera del Gran Día de la Oración, Andreas Herman Hunaeus (1862)
Se supone que dicha meta forma parte de la agenda ominosa de las cosas que hay que hacer porque están mandadas del año 2030.
A tal fin el gabinete del gobierno ha propuesto la posibilidad de eliminar el Store Begedag, el Día de la Gran Oración o Día de la Oración General, que se celebra en Dinamarca el cuarto viernes después de Pascua desde hace 300 años, celebración instaurada por el rey Christian en la iglesia de Dinamarca en 1686, y que enlaza con el fin de semana, que no es el fin de la semana, claro está, pero que alarga la pausa laboral a tres días consecutivos.
El nuevo gabinete gubernamental ha señalado que la decisión de poner a los daneses a trabajar en un día de fiesta beneficiaría económicamente al país, es decir, al Dinero, aunque la primera ministra recién elegida no lo haya formulado así de claro. La propuesta del gabinete del gobierno, que aún no ha sido aprobada en el parlamento, se haría efectiva a partir de 2024.
La retirada de dicho día festivo del calendario laboral, argumenta el Gobierno, permitiría aumentar la actividad económica y la productividad y ayudaría a lograr el objetivo de aumentar el presupuesto de Defensa, como manda la OTAN, que es la madre del cordero.
El Gobierno que ha impulsado dicha medida ha recordado al país que "hay una guerra en Europa y tenemos que reforzar nuestras defensas. Eso requiere que todo el mundo contribuya un poco más", ha subrayado, para lo cual es preciso trabajar un poco más, un día más al año, otra jornada laboral.
Lo lamentable del caso es que la medida sólo ha cosechado las críticas de la comunidad religiosa y de algunos comerciantes, fundamentalmente de la restauración, ya que los restaurantes y cafés permanecen abiertos, por lo que los daneses que no trabajan este día pueden darse un paseo por la ciudad, tomarse un café y comerse algún bollo con mantequilla, como manda la tradición -pues ese día no había pan, dado que los panaderos se libraban de la condena al trabajo por un día, y lo que hacían era sacar unos bollos de trigo la víspera que se horneaban al día siguiente y se comían con mantequilla.
La medida será buena para la economía de guerra que patrocina la OTAN y el gobierno progresista pero no para la mayoría de la clase trabajadora que se verá así privada de un día de asueto o interrupción temporal por descanso del trabajo en aras de la productividad para la Guerra.