miércoles, 11 de mayo de 2022

¿Por qué miente la OMS?

        El jueves 5 de mayo, la Organización Mundial de la Salud emitió un comunicado de prensa en el que afirmaba que casi quince millones de personas habían muerto en el mundo entre los años 2020 y 2021 a causa de la pandemia que ella misma declaró, queriendo justificar así a posteriori la gravedad de la misma, y consolidar a priori su autoridad, es decir, su poder, sobre los gobiernos en materia de salud en futuras pandemias. No hace falta decir aquí que esa cifra es falsa. 

        El número que proporciona la OMS supera con creces los informes oficiales de los gobiernos, que han estimado el total de muertes durante esos dos años en casi seis millones (y suma y sigue, porque aunque ya no se hable tanto de la pandemia y la hayan dado por concluida, la gente se sigue muriendo con la exitosísima etiqueta de covid-19). Algunos periódicos subvencionados por el Estado y por el capital privado, como Le Monde, reciben sin empacho esta cifra con devota fe que es credulidad: "Estas cifras, muy esperadas, permiten dar una idea más realista de los efectos devastadores (incluidos los indirectos) de la peor pandemia en un siglo, que sigue cobrándose miles de vidas cada semana."

        Lo curioso de los casi quince millones de muertos que se saca de la manga la organización terrorista al servicio de la Gran Farmacia para justificar las medidas que impuso al universo mundo es que se atribuyen tanto a la enfermedad en sí causada por el virus coronado cosecha del 19, la covid-19, como a la incidencia indirecta del impacto de dicho mal en los sistemas de salud y sociedad, lo que no deja de ser una hiperbólica exageración que puede justificar cualquier muerte como por ejemplo la de muchísima gente que no fue tratada de otras patologías por negligencia médica impuesta por las autoridades sanitarias respectivas, o la de aquellos que se suicidaron ante un panorama tan desolador como aquel que nos pintaban.

Nadie ha muerto de esto, dibujo de PrimodeBanksy.
  
        No hace falta decir una vez más que las estadísticas están sesgadas, dado que la etiqueta “muerte de covid-19” se ha aplicado a cualquiera que hubiera fallecido después de haber dado positivo a una prueba masiva y fraudulenta de detección del virus, a la que tantísima gente se ha sometido tantísimas veces, sin tener en cuenta la causa objetiva de la muerte. Sólo un mínimo porcentaje de las muertes atribuidas al virus se debe, si se debe, a él. Si yo ahora mismo, por ejemplo, doy positivo y muero víctima de un accidente de tráfico, voy a ser considerado una víctima más de la pandemia del virus coronado, aunque estuviera conviviendo tranquilamente con el virus en amor y compañía.

        Da a entender la OMS que todo se debe a la monarquía del virus coronado y a sus efectos secundarios o indirectos. El comunicado de prensa indica que el número de muertes fue mayor en hombres que en mujeres, y mayor en ancianos que en jóvenes, y que la mayoría de esas muertes se concentraron en el sudeste asiático, en Europa y en América, zonas del mundo que son ¿paradójicamente? las más inoculadas. ¿No sería lógico, cabe pensar, que estas regiones del mundo fueran las que tuvieran menor cantidad de muertes si era verdad lo de que aquellos sueros que les metieron salvaban vidas?

        Según recientes declaraciones de la señora Ursula von der Leyen, otra que tal canta, todavía estamos lejos de haber superado la pandemia que decretó la OMS. Una mayoría de los europarlamentarios, 432 de los 705 que componen el parlamento y representan a los veintisiete países miembros de la Unión Europea han votado extender el certificado covid-19 o pasaporte 'sanitario' hasta el mes de junio... del año que viene.  

 "El miedo es un microscopio que todo lo agranda".

     Próximamente, además, se reunirán en Ginebra todos los países con la Organización Mundial de la Salud para firmar el tratado por el que cada país firmante le cederá su soberanía en materia sanitaria a dicha organización terrorista, otorgándole plenos poderes para tomar decisiones sanitarias que afecten al conjunto de la gente (confinamientos, vacunación obligatoria, etc). 

    La OMS no sólo miente, por lo tanto, para justificar el alarmismo que desató en todos los gobiernos declarando la pandemia universal, sino también para justificar el alarmante futuro que uno de sus mayores patrocinadores, el señor Bill Gates, ese gran filántropo que quiere tanto a la humanidad que la hace sufrir con un odio tan acendrado como su amor, pronostica y desata con su libelo: ¿Cómo prevenir la pandemia que viene?  

     
     Como dice un aforismo acertado del poeta Alberto Basterrechea: Los monstruos se aparecen a quienes creen en ellos.

martes, 10 de mayo de 2022

¡Santiago y cierra, España!

    El Ministerio de la Guerra, que es como se llamaba el hoy sedicente Ministerio de Defensa antaño, cuando al pan se le decía pan y al vino vino, ha llenado de golpe y sopetón el calendario nacional y las plazas de juras de bandera para civiles hasta junio para conmemorar el Día de las Fuerzas Armadas 2022. A comienzos de año sólo tenía prevista una de estas ceremonias de exaltación del militarismo y el nacionalismo que confluyen en el culto a un trapo ensangrentado de tantas vidas como se ha llevado por delante, pero ahora se prodigan por toda la curtida península, islas y ciudades autónomas de Ceuta y de Melilla.

    Una vez finiquitada la pandemia, han vuelto las Juras de (Fidelidad a la) Bandera de personal civil, uno de los eventos más solemnes que existen según el citado ministerio del Gobierno de las Españas, que quiere recordarnos así que no es un acto exclusivamente militar, sino que cualquier ciudadano o ciudadana españoles y mayores de edad que lo desee puede en él participar. 

 

     ¿Qué conlleva el juramento que se toma? Según el Ministerio de la Guerra, la Jura civil es la expresión cívica, pública e individual de lealtad hacia España y hacia los españoles. Se trata de un compromiso de defender los intereses colectivos en que el ciudadano decide por voluntad propia mostrar ante todos que está resuelto a contribuir a alimentar el fetiche del Bien Común.

    La tarde del pasado sábado, en la Plaza Porticada de Santander, se caldeó el ambiente ofreciendo un concierto de música militar -marchas militares para amenizar desfiles militares- a fin de que santanderinos y visitantes disfrutaran, según la prensa local de campanario, “de este ambiente regio y solemne previo a la Jura” que se realizaría a mediodía del domingo 8 de mayo.

 

    En el acto solemne celebrado en la misma plaza declararon su lealtad a la bandera 400 'jurandos', como les denomina el Ministerio, entre los que se encontraba la alcaldesa, varios concejales de la corporación y varios ciudadanos. Una vez tomado el juramento o promesa pública, los 'jurandos' desfilaron ante la Enseña Nacional. Las normas sanitarias desaconsejaban besar la Bandera, pese a que en la mili nos inculcaron que había que besarla (besadla como si estuvierais morreando a vuestra novia, coño, nos decía el sargento chusquero a los quintos de 1985). Bastaba ahora con una leve inclinación respetuosa de cabeza y contact-less al hallarse ante el pendón de la nación. La leve reverencia de los cuatrocientos 'jurandos' no restó emoción al acto, según la prensa local, en el que hombres y mujeres, jóvenes y viejos, expresaron de manera pública y voluntaria, su compromiso con la defensa de España y los valores constitucionales -hablamos de la constitución ontológica de la idea del ser nacional- que unen a todos los españolitos. 


      El Ejército de Tierra, cuyo emblema estilizado está compuesto por un águila rojigualda, que son los colores de la bandera, con corona que representa la monarquía, y con la cruz de Santiago*, que es a la vez una espada con los extremos de los brazos flordelisados, quizá porque el apóstol fue decapitado con una espada por predicar la Cruz, según cuenta la tradición, o tal vez porque los cruzados enarbolaron la espada en nombre de Cristo; y el Ayuntamiento de Santander, la capital de la Montaña,  cuyo emblema reza “muy noble, siempre leal, decidida y siempre benéfica ciudad de Santander”, habían organizado dicho evento en el que se homenajeó a los que dieron su vida por España y que terminó con un milit-¡ar! desfile callejero.

 
¿El ejército de tierra encarna la fuerza de los valores o los valores de la fuerza? 
 
      *¡Santiago y cierra, España! El significado de la frase, con la pausa entre “cierra” y “España” que señala la necesaria coma, no es que haya que cerrar España, como si esta fuera el Complemento Directo del verbo transitivo “cerrar”, aunque así se haya entendido a lo largo de la historia, contra lo que se rebelaba el inolvidable personaje modernista de Valle-Inclán en Luces de Bohemia “Santiago y abre España a la libertad y al progreso”. No, la frase contiene, por una parte, una invocación al apóstol Santiago Matamoros, que es el patrón de las Españas. Y otra invocación final a la propia madre patria. Y contiene, además, la orden militar “cierra”, que en terminología castrense significa trabar combate, embestir, acometer cerrando, precisamente, la distancia ante las huestes enemigas, y cerrando filas -prietas las filas, que también se decía- de modo que nadie abandone como un cobarde desertor -tan necesarios hoy en día los desertores tachados de cobardía- su puesto de combate, dejando huecos que debilitarían la línea defensiva, y eso hay que hacerlo por Santiago, aquel Sanctus Iacobus, Santiago de Zebedeo o El Mayor, que según parece nunca anduvo por esta tierra matando moros ni llegó a Compostela, como hacen tantos peregrinos hoy en su nombre, ni por España siquiera, que en aquel entonces no existía todavía.

lunes, 9 de mayo de 2022

Canta y no llores


    Cuando era pequeño, allá en los tiempos de la oprobiosa dictadura, oía mucho hablar del “bien común”, y ahora, acá en estos -¿otros?- tiempos hodiernos de la no menos oprobiosa democracia, oigo mucho hablar en parejas circunstancias del “interés general (o nacional o público)”: se trata del mismo fetiche ideológico, espantapájaros dialéctico, con distinto nombre: en resumidas cuentas, del mismo perro con diferente collar que al fin y a la postre resulta indiferente. Hay que sacrificar, es decir, inmolar, matar, el interés o el bien particular de uno, renunciando a él, por el supuesto interés -por el interés te quiero, Andrés- o bien de la comunidad, de la nación o de una totalidad que no existe más que en la imaginación de los que mandan, que utilizan la coartada del "bien común" antaño o "interés general" hogaño, o la de "salvar almas" de la Iglesia que hoy se ha convertido en "salvar vidas" de la Ciencia, para que hagamos lo que quieren  y justificarlo con ese comodín y sonsonete que les sirve de argumento.

    ¡Qué gran verdad! "Ay, ay, ay, ay, / canta y no llores, / porque cantando se alegran, /cielito lindo, los corazones". Lo cacareaba la radio del heladero pederasta cuando yo era pequeño. Un hombretón gigante y forzudo con un ridículo mostacho, que nos seducía a los pequeños con su mirada y sonrisa lascivas y con la bocina inconfundible de su furgoneta veraniega que actuaba como la campanilla de los perros de Pavlov. Cuando oíamos su reclamo, empezábamos a salivar: "Mamá, dame dinero para el heladero." Estaban a nuestro alcance todo tipo de chucherías prohibidas y golosinas de diversos sabores y una gran variedad de helados que nos invitaban a una lujuriosa felación. Cuando llegaba el heladero era una fiesta. Y nosotros tan contentos, cantando y no llorando, porque cantando se alegran, hoy como ayer y como siempre, cielito lindo, los corazones. 
 



    El Club Venus, ¿qué es? Le pregunté un día a mi padre. ¿Era un club de alterne para mayores, un puticlub, un prostíbulo, una casa de tolerancia, un burdel, un bar de copas y señoritas -niñas y mujeres atrapadas en esas redes- de vida 'alegre', un lupanar, una casa cerrada como dicen en Italia, un motel de carretera, una casa de putas? Cualquiera de esas cosas podía ser. El nombre que le queramos dar a una cosa no es caprichoso. Si a la planta del cannabis la llamamos "marihuana" la estamos declarando ilegal, mientrras que si la llamamos "cáñamo", ya no estamos fuera de la ley, sino dentro de la más escrupulosa legalidad, como decía el ocurrente y genial Chicho Sánchez Ferlosio. Yo lo único que sabía ya entonces y sé ahora es, independientemente del nombre que quisiéramos dar a aquel antro que todavía veo que existe, nombre que nunca es inocente, es lo bajo que ha caído la diosa Venus, la Afrodita griega del amor y el sexo, que sirve como reclamo para los clientes de la prostitución de las mujeres.

    Los horrores de las guerras que en el mundo han sido son una caricatura grosera y grotesca de los espantos de la paz -así la llaman por contraposición para disimular- que en el mundo es y dicen que hay. ¿Donde, Dios mío, que yo no la veo? Antaño, cuando yo era niño, hablaban de guerra fría, ahora habrá que hablar de paz caliente, y no caliente precisamente, sino ardiente, de una paz que está que arde, que quema y nos abrasa, echando chispas, chisporroteando y a punto de estallar como bomba de relojería atómica. Los espantos de las guerras nos meten el miedo en el cuerpo y nos distraen de los horrores de la paz, no menos pavorosos pero con el agravante de que son los mismos y no nos damos cuenta de la ecuación matemática fundamental, a saber, que, como dijo el sabio, esta paz es la guerra, la guerra es la paz, dos caras de la misma y única moneda.
 
 


    El aristócrata homosexual había sacado un fajo de billetes de su billetera para que el diestro toreara desnudo para él en la intimidad de una sesión privada de tauromaquia en la casona montañesa blasonada y solariega donde se refugiaba del mundanal ruido. El torero bien pagado de escurridas caderas, anchos hombros y fino talle, en plena efervescencia de juventud, accedió. Vestido sólo con el capote rojo y la espada, ejecutó unos pases, los graciosos pasos de la danza de la muerte, ante el toro fiero del vejestorio del señorito. Estaban solos los dos. El diestro estaba desnudo, sin el traje de luces con el que tantas veces lo había visto en la plaza el aristócrata homosexual que babeaba ante la belleza arrolladora de su silueta apolínea. Ahora no necesitaba desnudar a aquel Adonis con la mirada; lo tenía delante de él, como su madre lo trajo al mundo, en sus vivos cueros. Había pagado por ello. ¿A qué esperaba ahora para hundirle la espada hasta el tuétano de los huesos metiéndole la excrecencia tumefacta de su amor?

domingo, 8 de mayo de 2022

Contra los pedagogos / aduersus paedagogos / κατὰ τῶν παιδαγογῶν

    Ricardo Moreno Castillo, doctor en Filosofía y catedrático de instituto de Matemáticas ya jubilado, me recuerda a mí un poco al Libanio aquel del que escribía Sócrates Escolástico en su Historia Ecclesiastica   "et hic iram aduersus paedagogos conceptam, scripta in illos oratione, effudit", que dio rienda suelta a su ira concebida contra los pedagogos (ὀργὴν κατὰ τῶν παιδαγογῶν, en versión original), en un tratado escrito contra ellos

    El libro de Moreno Castillo es el Panfleto antipedagógico, que se difundió en primer lugar por la Red, donde sigue todavía disponible para quien quiera consultarlo (por ejemplo aquí), y que después editó en formato libro en 2006, cuya lectura sigue siendo imprescindible para entender lo que ha pasado con la enseñanza so pretexto de convertirla en educación en la curtida piel de toro ibérico. 


    Ya desde el Panfleto... este "viejo" profesor mostró con razón que la pedagogía no era una ciencia, sino una superchería pseudocientífica que se había apropiado de un lenguaje vacío, desprovisto de significado, configurándolo como una jerga especializada reservada a los iniciados y deliberadamente críptica para los profanos,  que quiere conferirle un aspecto científico del que carece. Por eso su último ensayo, La conjura de los ignorantes (Pasos Perdidos, 2016), cuyo título recuerda a la novela de John Kennedy Toole La conjura de los necios (así se tradujo A confederacy of dunces entre nosotros), se subtitula De cómo los pedagogos han destruido la enseñanza, con lo que está ya dicho casi  todo.
    Ricardo Moreno ha sabido como nadie expresar su ira, que es también la nuestra, contra los pedagogos que, como muy bien dice, han destruido la enseñanza, minusvalorando los contenidos, e intentando enseñar a los profesores a hacer su labor, presentando como novedoso lo que se venía haciendo desde siempre mejor o peor, y proclamando memeces tales como que lo importante no es enseñar algo en concreto, sea lo que sea, sino enseñar a aprender, y que, por lo tanto, los estudiantes no tienen que aprender nada en particular, sino sólo aprender a aprender (sic), como si no supieran hacerlo, intentando elevar lo que es de sentido común a la categoría de ciencia con lo que se pierde, irremediablemente, el sentido común. 

    A propósito de lo cual conviene recordar también que la generalización de la educación obligatoria hasta los dieciséis años, lejos de haber sido una conquista social y un progreso como querían estos pedagogos a la virulé, ha privado a la gente corriente y moliente también del sentido común, como advertía agudamente G. K. Chesterton en una célebre cita: the purpose of compulsory education is to deprive the common people of their common sense.


    La implantación de la LOGSE, en efecto, no significó una mayor y mejor alfabetización de la población sino todo lo contrario: una analfabetización funcional generalizada decretada en la práctica por el gremio pedagógico/psicagógico, o psicopedagógico, como prefieren ellos denominarse para dar más empaque  a su profesión, responsable directo de la ruina de la enseñanza en España con ribetes pseudo-progresistas. 

    Contra la fiebre que les ha entrado a algunos gurús, guruses o gurúes pedagógicos y docentes  a la virulé "por la novedad antes que por la sensatez" y por las Nuevas Tecnologías escribe Moreno Castillo cosas tan sensatas como que: La revolución de Internet es mínima si se compara con la de la imprenta. El salto del códice manuscrito, que era un objeto de lujo, al códice impreso, es mucho mayor que el del libro impreso a Internet (pág. 106),  y también: Internet puede ser una ayuda pero no sustituye al vehículo fundamental de la enseñanza: la palabra, la palabra viva entre maestro y discípulo. El invento más hermoso y antiguo de la humanidad, el que nos distingue de los demás animales” (pág. 108). Y sobre todo, y refiriéndose a las humanidades: Y a los profesores nos toca la difícil y hermosa tarea de conservar y transmitir este legado a nuestros alumnos, para que también ellos puedan conocerlo, amarlo y disfrutar de él. Es un acto de barbarie interceptar este legado tan solo para no parecer anclados en el pasado y para cultivar la propia imagen de vanguardistas, novedosos y progresistas” (pág. 124).


    El testimonio de Mercedes Ruiz Paz, por otra parte, que publicó en 2003 La secta pedagógica, un libro agotado que urge reeditar cuanto antes porque no ha perdido ni un ápice de su interés, resulta bastante esclarecedor porque Ruiz Paz es licenciada en pedagogía ella misma, además de maestra en activo, y sabe de lo que escribe. 

    Mostraba en este ensayo valiente un conocimiento profundo y de primera mano acerca de los métodos sectarios utilizados por muchos de sus colegas pedagogos y psicagogos, que tan faltos de conocimiento como ávidos de poder, se han hecho con el control del sistema de enseñanza español implantando su dictadura pedagógica sobre la labor docente del profesorado y sembrando la inseguridad y el sentimiento de culpa entre los auténticos profesionales de la enseñanza, maestros y profesores, hasta conseguir que sus consignas adquirieran rango de ley de la mano de la LOGSE, y sucesivas leyes LOCE, LOE, incluida la LOMCE actual y en vías de extinción, todas ellas nefastas, por no hablar de la LOMLOE, o como demonios quiera llamarse, que se nos viene encima. 
 
    Ruiz Paz ha declarado que el principal problema de la enseñanza primaria y de la secundaria es que ya no se enseña nada, no hay enseñanza. So pretexto de impartir educación(!)*, no se imparte enseñanza, sino que se ha promocionado pedagógica- e institucionalmente la ignorancia y la aculturización. Culpabiliza a los propios pedagogos que han hecho el trabajo sucio de los políticos a cambio de reconocimiento profesional y amplias parcelas de poder. En todos los centros educativos, por ejemplo, hay un orientador, pedagogo o psicagogo equiparado a cualquier profesor, que en la práctica es casi un cargo directivo, y un Departamento de Orientación que regenta al que están adscritos numerosos profesores -pedagogos y psicagogos-, y los llamados profesores de "ámbito" (hay un ámbito socio-lingüístico y otro científico-tecnológico, letras y ciencias de toda la vida pero descafeinadas, para entendernos), que muchas veces han renunciado a sus especialidades a cambio de un traslado codiciado, y los alumnos están paradójicamente más desorientados que nunca gracias y merced a su labor. Ha aumentando también considerablemente la planificación burocrática recargando las programaciones didácticas, todo ello en detrimento de la calidad de la cada vez más maltrecha enseñanza. 

*En un IES de cuyo nombre no quiero acordarme, el Departamento de Orientación puso en marcha un novedoso proyecto educativo -¡un revolucionario plan pedagógico de mejora!- para que los alumnos de ESO aprendieran a ser "corteses" (sic, por la palabra "cortesía", que alude a las maneras amaneradas, valga la redundancia, de la corte, no dice "caballerosos", que sería discriminador y machista): a pedir las cosas por favor, a dar las gracias, a llamar antes de entrar a la puerta, a saludar y a despedirse...

sábado, 7 de mayo de 2022

Viajar ¿para qué?

    ¿Qué necesidad tiene uno de viajar y de meterse en un medio de trasporte como es el avión, donde los pasajeros van apelotonados como si fueran sardinas enlatadas?  ¿De qué puede servirle a alguien viajar? ¿De evasión? ¿Acaso de distracción momentánea? Efectivamente. Y de poco más que eso. El viaje, desde luego, ya no sirve para conocer un mundo que es cada vez más homogéneo, y más igual a sí mismo, donde Oriente se ha desorientado, nunca mejor dicho, y ha acabado occidentalizándose. El viaje, por lo tanto, ya no existe: ha sido sustituido por el turismo, que es una de las industrias que más capital mueve. 
 
    Desengañémonos, ya no hay viajes: lo único que hay, y mucho, es turismo, que viene del francés “tour”, sí, como el “tour” de Francia, y que significa “vuelta”: porque el turista es el que da vueltas, más vueltas que un tonto, y más vueltas todavía hasta descubrir un buen día en el mejor de los casos que no va a ninguna parte dando tantas vueltas como da, que es como una peonza que siempre está girando sobre sí misma en el mismo lugar. 
 
"Tourist go home, you are the terrorist".
 
    El viajero de verdad, por el contrario, no sabe a dónde va, a diferencia del turista que conoce muy bien el destino al que se dirige antes de emprender el viaje, del que podría muy bien prescindir pues no va a aportarle nada que no sepa ya.   Cuando viajamos cambiamos de paisaje y paisanaje, pero nosotros no cambiamos por el mero hecho de trasladarnos: sólo cambia el lugar donde nos encontramos, nuestra posición en el espacio, no nosotros mismos. 

    Hay un pensamiento de Pascal muy oportuno a este respecto. Dice que ha descubierto que toda la infelicidad humana radica en no saber estarse quietos en un lugar: “ne savoir pas demeurer en repos dans une chambre”, literalmente: no saber permanecer en reposo en una habitación

    La necesidad de movernos, de no parar quietos, de no saber estar tranquilos en ningún lugar, de ser como el gato hiperactivo que cuando está fuera quiere entrar y cuando está dentro quiere salir, igual que la mosca cojonera tras el cristal, nos obliga continuamente a ponernos en circulación y a trasladarnos de un lugar a otro sin descanso. 
 
Fotografía de uno de los viajes del IMSERSO
 
     Le pasaba al poeta Horacio, que hablando de sí mismo, reconocía: "Romae rus optas; absentem rusticus urbem / tollis ad astra leuis." Lo que viene a decir algo así como: Quieres en Roma el campo; ya rústico, la urbe lejana, / frívolo, subes al cielo. Cuando estaba en Roma echaba en falta la paz y el silencio del campo, y cuando se hallaba en la campiña, donde disponía de una cómoda residencia regalo de Mecenas, añoraba el ajetreo y el bullicio de la gran ciudad. No estaba contento en ningún lugar disfrutando de sus ventajas, sino que echaba siempre en falta las que no tenía en ese momento. Le pasaba a él y nos pasa a nosotros, los modernos.

    ¿De qué le sirve a uno viajar, aparte del hecho de hacer turismo, algo que ya está hecho antes de hacerlo, porque el turista sabe lo que debe ver, lo que debe comer, las fotos que debe tomar para asegurarse de que ha estado en el destino al que se dirigía? De eso se aprovechan las agencias de viaje del capital privado y el propio Estado en programas de termalismo y turismo como los que organiza el IMSERSO en España para engañarnos como a bobalicones y vendernos sus paquetes turísticos. Y, sin embargo, ya lo cantó Baudelaire: “Amer savoir celui qu' on tire du voyage”. ¡Cuánta razón tienen los poetas!: Saber amargo aquél que se saca del viaje. Un saber que deja mal sabor de boca al descubrir que el viaje es un engaño de las angencias del gremio respectivo y del Estado que lo promocionan.

    Ya se lo decía Séneca a su querido Lucilio, que era como su alter ego, en la carta número 28 de su voluminosa correspondencia, cuyo titulo podía ser: "Nadie huye de sí mismo": ¿Que esto a ti solo, piensas, te ha pasado y te extrañas como de cosa nueva de que con tan largo viaje y con tantas mudanzas de parajes no te has sacudido la tristeza y el agobio de tu alma? Hoc tibi soli putas accidisse et admiraris quasi rem nouam quod peregrinatione tam longa et tot locorum uarietatibus non discussisti tristitiam grauitatemque mentis? Debes cambiar de mentalidad, no de atmósfera. Animum debes mutare, non caelum. Aunque cruces el anchuroso mar, aunque como dice nuestro Virgilio, “tierras atrás y ciudades se alejen” te seguirán a donde quiera que vayas tus vicios. Licet uastum traieceris mare, licet, ut ait Vergilius noster, terraeque urbesque recedant, sequentur te quocumque perueneris uitia.  
 
  
    (Si no nos gusta demasiado la traducción moralizante de "vicios", podemos decir más sencillamente: "problemas, preocupaciones". La sombra, metáfora de la negra cuita, como cantó el poeta Horacio, siempre acompaña al jinete que galopa huyendo de sí mismo: post equitem sedet atra cura. Pero sigamos leyendo lo que Séneca le escribe a su amigo Lucilio:)
 
    A uno que se quejaba de eso mismo Sócrates le dijo:¿Por qué te extrañas de que no te valgan de nada los viajes, cuando te pones en circulación? Hoc idem querenti cuidam Socrates ait, 'quid miraris nihil tibi peregrinationes prodesse, cum te circumferas? Te agobia la misma causa que te obligó a partir.” premit te eadem causa quae expulit'. ¿En qué puede reconfortarte la novedad de las tierras? Quid terrarum iuuare nouitas potest? ¿Qué el conocimiento de ciudades y paisajes? quid cognitio urbium aut locorum? A nada va a parar ese trajín. in irritum cedit ista iactatio. ¿Quieres saber por qué no te consuela esa huida? Quaeris quare te fuga ista non adiuvet? Huyes contigo mismo. tecum fugis.
 
    Una de las quejas más frecuentes de los destinos turísticos consiste en decir que había muchos turistas, como si quienes lo dicen no fueran igualmente turistas, como si quisieran encontrar algo auténtico y no, como suele decirse, para turistas.  Por eso hay tantos turistas, pero ningún viajero, porque el viajero de verdad no sabe a dónde va, mientras que el turista sabe muy bien a dónde va: al mismo hotel, al mismo restorán, al mismo país, al mismo sitio siempre.
 

 
    Cualquier cosa les vale a los turistas, como la fotografía de arriba a lado de la pintada 'tourists go home'; son como esponjas que absorben  y se enorgullecen de todos los residuos y nocividades con tal de que entre ellos se incluyan sus imágenes.
 

jueves, 5 de mayo de 2022

'Uno de los grandes Grandes'

    “Pedro fue uno de los grandes Grandes, un patriota nacido aquí.” Con estas palabras se refería el Jefe del Ejecutivo de la Taifa de Cantabria al “héroe de la Independencia” Pedro Velarde y Santillán, cuyo nombre unido al también capitán de artillería Luis Daoíz forma el dúo inseparable de héroes nacionales del dos de mayo: Daoíz y Velarde. Pedro, al igual que Luis, como los llamaría familiarmente el presidente cántabro, forman parte de la mitología nacional-ista española. Son también por cierto sus apellidos Daoíz y Velarde los nombres populares de los dos leones que custodian la entrada del Congreso de los Diputados (y Diputadas).

     El acto de homenaje a Velarde que se celebró en su Muriedas natal, en el municipio de Camargo el 2 de mayo pasado, comenzó con una misa y acabó con la ofrenda de una corona de laureles de la victoria a cargo de las personalidades relevantes: el susodicho presidente, la alcaldesa, la delegada del Gobierno de la nación y el delegado de Defensa entre otras autoridades militares y civiles. 

Santander a la Gloria del Héroe.
  
    La figura de Pedro, como le llama familiarmente el Jefe del Ejecutivo, es la de un patriota, “nacido aquí”, autóctono, protagonista del levantamiento popular madrileño, que dio su vida por la idea de la Patria y que defendió así el comienzo de lo que fue luego la Guerra de la Independencia para acabar con la invasión de Napoleón, una invasión que de haber triunfado -esto no lo dijo él, lo digo yo- nos habría liberado, sin duda, de la dinastía de los Borbones y de muchos de los males multiseculares de una España oscurantista y sin luces en la que los curas predicaban desde los púlpitos indulgencias para los patriotas que mataran franceses invasores. Merece la pena en este sentido la siguiente cita del historiador Eric Hobsbawm (1917-2012): «Los historiadores son al nacionalismo lo que los cultivadores de opio del Pakistán a los adictos a la heroína: nosotros (se refiere a los historiadores) suministramos la materia prima esencial para el mercado»
 
    Hacía así el orador demerasta que es el presidente de Cantabria un llamamiento a "recordar permanentemente esa historia que ha hecho grande a Cantabria y España y nos reafirma como pueblo", pasando así Pedro a formar parte del pabellón de los cántabros ilustres como Beato de Liébana o Juan de la Cosa, pabellón al que la alcaldesa de Camargo añadió el nombre de Juan de Herrera, el arquitecto de El Escorial, nacido también en ese término municipal. 
 

 

    El Jefe del Ejecutivo Cántabro ha felicitado al Ayuntamiento de Camargo por mantener vivo el homenaje a Velarde, y trasladado su solidaridad a un grupo de refugiados ucranianos presentes en el acto. ¿Qué pintaban allí? Según él, el presidente Zelenski es "otro Velarde" que lucha por defender a su pueblo de la invasión rusa. Daba a entender que Pedro seguía estando vivo y siendo hoy en día una “referencia” para superar desafíos actuales como el conflicto bélico de Ucrania. (Cabe decir aquí entre paréntesis que durante la Guerra Civil española de 1936-1939 se utilizó por parte de los dos bandos en pugna la figura de los héroes del dos de mayo como reclamo para luchar y morir por las ideas).

    Por su parte, la alcaldesa de Camargo, que no podía ser menos, afirmó que Pedro Velarde "ejemplifica el heroísmo, el patriotismo y el cariño por un país" y llamó a tomar su ejemplo para "reforzar los lazos de convivencia y reivindicar la defensa de la paz y la libertad". Lamentaba la regidora “lo poco que han cambiado las cosas después de muchos siglos y ver cómo, al igual que por ejemplo en 1808 había emperadores auto-erigidos como Napoleón que querían apoderarse de Europa.” Y, claro, la comparación estaba servida con el zar ruso invasor de Ucrania: “Hoy en día existen otros líderes con anhelos imperialistas que quieren hacer lo propio con sus países vecinos”. Para la alcaldesa Pedro Velarde es “el héroe de todos los camargueses que echó a los invasores franceses de nuestro país y que cambió la historia de nuestro país”. No especificó si el cambio fue para bien o para mal.

Homenaje a Pedro Velarde

     Cuando a una guerra como la de 1808-1814 se la llama de la Independencia, conviene preguntarse de qué y de quién se independiza uno. La respuesta parece obvia: del enemigo extranjero, de la invasión napoleónica foránea, una invasión que nos habría liberado paradójicamente de otras dependencias nacionales de las que seguimos presos todavía. Hay que tener en cuenta que en 1808, cuando estalla la guerra o quizá habría que llamarla la guerrilla, pues la palabra y la táctica de no presentar batalla en campo abierto surgió entonces, España estaba anclada en el Antiguo Régimen. La Constitución de Cádiz de 1812 lo expresaba tajantemente: «La religión católica, apostólica y romana, única verdadera, es y será perpetuamente la religión de todos los españoles».  
 
    Patriotismo, referencias a lo «nuestro» o lo «español», con un notable componente xenófobo, concretamente antifrancés, van formando el arsenal de la retórica nacionalista que al final acabará culminando en la mitificación de la «Guerra de la Independencia», y en la glorificación de los mártires del 2 de mayo y su heroica muerte por la Patria. 

Dos de Mayo, Joaquín Sorolla (1884) 
 
    La Guerra de la Independencia no fue una «guerra de independencia», aunque se la haya denominado así puesto que no se trataba de liberar a un territorio sojuzgado por un poder imperial. Jovellanos la definió, de hecho, como una guerra civil. Napoleón Bonaparte consideraba que había llegado el momento de derrocar a los Borbones y de regenerar España, sustituyendo una dinastía francesa por otra, la suya propia, a través de su hermano. Napoleón, pues, no pretendía convertir a la monarquía española en un territorio dependiente del imperio francés, sino cambiar la dinastía reinante. Pero ha predominado la visión nacionalista según la cual la guerra contra Napoleón habría sido la culminación de la larga lucha del pueblo español para liberarse de invasiones -y de influencias- extranjeras perniciosas.
 

    Conviene recordar, para acabar, aquella seguidilla que cantaban los liberales españoles en 1823 exiliados en Londres al restablecerse el absolutismo del idealizado Fernando VII de Borbón, alias El Deseado: “¡Vivan las ca(d)enas, / viva la opresión, / viva el Rey Fernando, / muera la Nación.”

miércoles, 4 de mayo de 2022

De la demerastia o populismo de Alcibíades.

    Platón, haciendo uso de la enorme plasticidad que le permitía la lengua griega que manejaba, inventó el neologismo “demerasta” (griego δημεραστής, a partir de “demos” δῆμος "pueblo" y “erastés” ἐραστής "enamorado", "amante") a imagen y semejanza de “pederasta” (enamorado del niño), y lo puso en boca de Sócrates en su diálogo Alcibíades (1 132 a), donde el maestro que reconocía su vasta ignorancia le aconsejaba al niño bonito que era Alcibíades (al que Cornelio Nepote le dedicó los adjetivos latinos “luxuriosus, dissolutus, libidinosus, intemperans”, que no necesitan mucha traducción, como decía Jacqueline de Romilly en la biografía que le dedicó a este pesonaje) y del que estaba por otra parte enamorado (sus dos grandes pasiones, según confiesa, fueron Alcibíades y la filosofía) que no se convirtiera en un demerasta o, si se quiere, populista, con palabra de raigambre latina y, como suele decirse, de más rabiosa actualidad: 


 Sócrates reprochando a Alcibíades, Anton Peter (1819)

Y de ahora en adelante, si no te dejas corromper por el pueblo de los atenienses y no llegas a envilecerte, yo no te abandonaré (καὶ νῦν γε ἂν μὴ διαφθαρῇς ὑπὸ τοῦ Ἀθηναίων δήμου καὶ αἰσχίων γένῃ, οὐ μή σε ἀπολίπω). Pues lo que yo temo muy mucho es que convertido en demerasta o amante del pueblo te eches a perder (τοῦτο γὰρ δὴ μάλιστα ἐγὼ φοβοῦμαι, μὴ δημεραστὴς ἡμῖν γενόμενος διαφθαρῇς), lo que a muchos de los atenienses ya también les ha pasado (πολλοὶ γὰρ ἤδη καὶ ἀγαθοὶ αὐτὸ πεπόνθασιν Ἀθηναίων) . 
 
Sócrates y Alcibíades,  Christoffer Wilhelm Eckersberg (1816).

    ¿Qué hay de malo en ser un amante del pueblo, un demerasta, un populista? En principio no tendría por qué ser algo negativo, sino todo lo contrario, ya que se trata de una forma de amor amparada bajo la protección del dios Eros. El problema reside en que no es un amor desinteresado, sino que en los sistemas de gobierno democráticos como era el ateniense y son la mayoría de los que hoy padecemos ese amor es interesado, no es un amor de igual a igual: busca los votos del pueblo para legitimar un gobierno unipersonal y tiránico que se ejercerá sobre el propio pueblo con su propio consentimiento.

    Ya un historiador tan penetrante como Tucídides vio que la democracia ateniense de Periclés que tanto se ha ensalzado en los tiempos modernos como logro de la humanidad y modelo de democracia directa no dejaba de ser una tiranía. En efecto, el historiador griego dejó escrito en el libro segundo 65, 9, de La Guerra del Peloponeso,  y hablando de Periclés, que fue el tutor por cierto del joven Alcibíades: Era una democracia de palabra (en teoría), pero de hecho (en la práctica) era el gobierno del primer ciudadano. ἐγίγνετό τε λόγῳ μὲν δημοκρατία, ἔργῳ δὲ ὑπὸ τοῦ πρώτου ἀνδρὸς ἀρχή. 


Sócrates y Alcibíades, Édouard-Henri Avril (1906)

    Contrapone Tucídides la palabra, “logo” λόγῳ, con la tozuda realidad de los hechos, “ergo” ἔργῳ: bajo el nombre de democracia oficialmente gobernaba el pueblo, pero en realidad el que mandaba era el presidente del gobierno, diríamos hoy con flagrante anacronismo.

    Se revela así que la democracia no deja de ser la perfección de la dictadura, dado que el déspota, dictador, tirano, sátrapa o como quiera llamarse está legitimado por el amor que él profesa al pueblo y que el pueblo le devuelve a él traducido en votos. Para lograr esos votos el aspirante al puesto de presidente del gobierno o Jefe del Ejecutivo, como le dicen los modernos periodistas, debe amar y halagar hasta la hez al pueblo, convertirlo en electorado, y ser un populista, un demerasta. Se trata de un amor interesado, porque es fruto de la ambición de poder. Si quieres llegar a ser el primer ciudadano, es decir, presidente del gobierno, debes ser un demerasta, un populista, y, por lo tanto, un demagogo. Y ya se sabe, Platón dixit, que la demagogia es la corrupción de la democracia. Pero esa corrupción está en su misma esencia democrática. Es lo que Platón con otro neologismo por él forjado denominó: teatrocracia.

martes, 3 de mayo de 2022

El esparcidor

    En el momento en que alguien se propone organizar eventos no virtuales en el mundo real, corre el riesgo de perder el control, mientras que el control de la narrativa que esparce ideas falsas -miedo y mentiras fundamentalmente- es más efectiva a corto y a largo plazo desde luego a la hora de dominar a nuestros semejantes. 
 
    Es más fácil, en efecto, propagar mentiras que víruses reales, que podrían tener consecuencias imprevisibles y nefastas como, por ejemplo, la de salir el tiro por la culata y contagiar al propagador,  mientras que las mentiras son más fáciles de manejar, aunque también es verdad que como dice la gente se coge antes a un mentiroso que a un cojo. 
 
    He aquí algunas de esas mentiras que se esparcen para divulgación mediática: "Los parados no quieren trabajar", "No hay ocupación israelí en Palestina", "Un nuevo virus va a diezmar el planeta", "Putin es el nuevo Hitler", "La OTAN representa el bando del Bien", "Rusia va a destruir Londres, París  y Madrid en unos segunos. No sobrevivirá nadie"... 


     Así por ejemplo cuando alguien defiende la existencia de un virus mortal ( "Un nuevo virus va a diezmar el planeta") por el número de fallecimientos que nos han dicho que ha causado, olvidamos que no han sido tantos, sólo un 0,2 por ciento según las estimaciones más objetivas y fehacientes, es decir, 2 de cada mil infectados, la misma tasa de letalidad que la gripe de toda la vida, dato que está corroborado en este caso por nuestra experiencia, ya que a toro pasado, como dicen los taurinos, no hemos visto tantos cadáveres como nos decían que íbamos a ver asomándonos a la ventana de nuestro encierro. Sin embargo, se encargaban de mostrarnos ataúdes y más ataúdes por la caja tonta y noticias de números de muertos, que es la única ventana -la caja bobalicona- que se mantenía  -no nos quedaba otra- abierta al exterior. 
 
    El arte es también un arma de esparcir mentiras. Prueba de ello son estos óleos del artista ucraniano Oleg Shupliak, que imagina así la Gran Batalla de las fuerzas angelicales del Bien contra las fuerzas demoníacas del Mal, con una simplificación poco menos que infantil:
 
La Gran Batalla de Ucrania con Mordor, Oleg Shupliak (2022)
 
   

lunes, 2 de mayo de 2022

Lealtad a la Bandera

    Se lamentaba Jordan Henderson en el artículo que publicaba en Off-Guardian de que la Iglesia y el Estado hubieran eclipsado, dice él, el verdadero valor del cristianismo.

    Relaciona el artista en su último trabajo, que se llama precisamente Eclipsado, el Juramento de Lealtad a la Bandera, que es un ritual de sumisión al Estado y una declaración ceremonial de creencia y fe en sus autoridades, extremadamente común en los Estados Unidos, especialmente en las escuelas y en reuniones gubernamentales y comunitarias, con la sumisión de las iglesias cristianas a las mismas autoridades sanitarias del gobierno en su lucha contra la supuesta pandemia de virus coronado, por lo que el personaje que hace el juramento con la mano en el pecho lleva una mascarilla con las barras y estrellas del pendón americano, que aparece por su parte en primer plano con una calavera y dos espadas entrecruzadas.

Eclipsado, Jordan Henderson (2022)
 

    El texto del juramento es el siguiente: I pledge allegiance to the Flag of the United States of America, and to the Republic for which it stands, one Nation under God, indivisible, with liberty and justice for all: Juro lealtad a la Bandera de los Estados Unidos de América y a la República que representa, una Nación bajo Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos.

    Con este juramento los norteamericanos prometen lealtad a la bandera, que es el símbolo del Estado, un Estado que es gobernado por el Dios de su billete de dólar: in God we trust. El Juramento de Lealtad es un acto de fe, como la Jura de Bandera de los reclutas españoles tras el período de instrucción cuando cumplían el ominoso servicio militar. Ese dios que preside su nación no puede ser otro que el viejo Mammón, que es el de la principal religión monoteísta del mundo, cuyo templo más importante se halla hoy por hoy en la ciudad santa de Nueva York, y en las Bolsas, sus principales sucursales. Mammón es, al parecer, una palabra aramea que significa ‘dios de la avaricia’, representado como un demonio que personifica uno de los siete pecados capitales, la avaricia precisamente o el deseo insaciable de más dinero  (auaritia en latín, πλεονεξία, pleonexía en griego). 

El culto a Mammón, Evelyn de Mongan (1909)
 

    Pero este Mammón, o Don Dinero, que diría Quevedo, no es sólo un poderoso caballero, sino que es el más poderoso de todos los caballeros, el único dios verdadero: Herr Kapital.

    No es extraño ver la bandera del gobierno federal de los Estados Unidos ondeando en las iglesias evangélicas, por lo que no le sorprende al pintor que cuando el gobierno ordenó a los templos que cerraran sus puertas en cumplimiento de los preceptos sanitarios, la mayoría lo hiciera al fin sin rechistar.

    Los cristianos, como se sabe, fueron perseguidos en la antigüedad por negarse a participar en el culto del Imperio Romano a sus emperadores divinizados. Sin embargo, hoy en día muchos cristianos no ven ningún conflicto de intereses en ofrecer su lealtad a la bandera del Imperio de los Estados Unidos. Las iglesias se han plegado a los dictados sanitarios, tapando las pilas de agua bendita a la entrada de los templos, advirtiendo a los fieles de que no asistieran a misa, que la vieran televisada, como aconsejó Su Santidad el Papa en la celebración de la Misa de Pascua, poniéndose todos los sacerdotes mascarilla, cerrándose los templos a cal y canto y dejando de sonar las campanas que llamaban a los feligreses; y, cuando se abrieron, se rogaba que los que asistían no se sentaran juntos, no fueran a contagiarse, o, simplemente, que no se dieran la paz como hacían antes. 

    Los primeros cristianos se daban un beso, el beso de la paz (osculum pacis). Era una práctica común de las primitivas comunidades cristianas que llegó a convertirse en un rito litúrgico. El apóstol Pablo habla del "beso santo" en varias ocasiones: un beso casto en la mejilla entre varones o entre mujeres. Salutate fratres omnes in osculo sancto: Saludad a todos los hermanos con un beso santo.  Nada impedía, por otra parte, que el beso se diera en los labios. En la misa católica, los fieles se dan la mano y de ese modo se dan la paz. Sin embargo, a causa de la contingencia del virus coronado se desaconsejaron las interacciones personales físicas (sic) en la vida cotidiana por razones sanitarias: ni abrazos, ni besos ni apretones de manos. 

Nuevos y ridículos saludos contactless de los caballeros con la mano en el pecho.

    En el nombre de la Ciencia es ahora mejor pretexto que “En el nombre de Dios”, pero los cristianos siguen siendo importantes apologistas de los poderosos. La ciencia ha superado claramente al cristianismo por lo que las élites la utilizan para hacer 'razonable' su dominio. 

Su Santidad el Papa besando la bandera azul y amarilla de Ucrania. 
 

    La Iglesia, por boca del Papa, bendijo a la industria farmacéutica afirmando que la vacuna era un acto de amor, y, para colmo, ahora que ha desaparecido la misteriosa pandemia gripalizándose, o ha pasado a un segundo plano, vemos al mismo vicario de Cristo besando la bandera de Ucrania. ¿Bendecirá también Su Santidad las armas de destrucción masiva, las famosas weapons of mass destruction, que envía la Unión Europea a ese país para defender esa sacrosantísima bandera?

domingo, 1 de mayo de 2022

El títere que se creía titiritero

    La prestigiosa y autodesprestigiada revista británica Time nos regala con una portada en blanco y negro que es un retrato de perfil del rostro de Volodomir Zelenski, el actor ucraniano de moda. La fotografía ha sido tomada en Kiev el pasado 19 de abril. Un titular dice: How Zelensky leads: cómo Zelenski dirige. Se nos da a entender con esta interrogativa indirecta que este Zelenski es un leader, un Führer en la lengua de Goethe, esto es, alguien que dirige el cotarro, todo un president, es decir, que está sentado (sedet en latín) al frente de algo y de alguien (prae- en latín), y que por lo tanto gobierna la república de Ucrania.


    Afirmar, como hace la revista en su portada, Zelensky leads, si no es engañoso, es completamente falso, y forma parte de la oprobiosa campaña de propaganda de la guerra. Pero sienta la premisa: Zelenski dirige (en voz activa), toma las riendas y gobierna el timón de la nave del Estado que preside, como si no fuera dirigido (en voz pasiva) por unos intereses, vamos a decir, poderosos que son inconfesables.

    Esta portada y este titular forman parte de la propaganda de guerra, cada vez más descarada, zafia y ridícula, que quiere hacernos creer que Zelenski es alguien que maneja unos hilos, que dirige un país, del que está al frente, que sabe lo que hace, y que, por lo tanto, no es una marioneta manejada por el Tío Sam. ¿Acaso el títere dirige al titiritero que maneja los muñecos del teatro de guiñol y marionetas?

    Otra foto, tomada en la misma sesión del mismo día, dentro de la revista, nos presenta de frente en blanco y negro el mismo rostro del comediante, procedente del mundo de la actuación y del espectáculo, que se vio convertido en presidente de la noche a la mañana y que se afana en convencer a los gobiernos extranjeros de que necesita su ayuda humanitaria traducida en armamento para llevar a cabo una guerra de independencia (independencia ¿de quién? ¿de qué?). 


     Según la revista Time este hombre en su apretadísima agenda está más preocupado por la percepción de la guerra por parte del “mundo libre” -libre ¿de qué?, ¿de quién?- que por la guerra misma. Recojo esta perla del artículo: Su misión es hacer que el mundo libre experimente esta guerra como lo hace Ucrania: como una cuestión de su propia supervivencia.

    Ha logrado que los Estados Unidos de América y los Estados Unidos de Europa -eso que llaman insidiosamente la U.E.- proporcionen más armas a Ucrania que a ningún otro país del globo desde la Segunda Guerra Mundial;  y, además, de eso, que hayan acudido, como no podía ser menos, miles de periodistas de todo el mundo a Kiev a informar del desarrollo del conflicto, como suelen denominar con ridículo eufemismo a los desastres de la guerra,  una guerra que sirve como coartada para justificar el rearme de la industria correspondiente que, al parecer, andaba de capa caída tras la guerra fría, por lo que necesitaba este recalentamiento. 

    Otra perla del artículo: Su aislamiento a menudo obligaba al equipo de Zelenski a experimentar la guerra a través de sus pantallas, como el resto de nosotros. Se enteraban el actor y compañía de las batallas y los ataques con cohetes y bombardeos aéreos por las redes sociales antes que por los informes militares de los mandos de sus tropas, lo que da importancia del espectáculo mediático de la guerra. Alguno de sus asesores le ha reprochado que a veces se mete tanto en el papel que representa en el teatro del mundo que comienza a hablar como un actor que interpreta al presidente, lo que no ayuda demasiado a la causa.

    La ingenuidad de sus mensajes se traduce en que si Ucrania consigue expulsar a los rusos, habrá paz en todo el mundo, como si no hubiera otras guerras, como si esta fuera la única guerra, que lo es a fuerza de tanta propaganda y de tanto hablar de ella. 

Alegría en la industria armamentística (Viñeta de eneko)
  
    Durante todo el mes pasado y comienzos de este, Volodomir promedió un discurso por día, dirigiéndose a lugares tan diversos como el parlamento de Corea del Sur, el Banco Mundial y los premios Grammy. Cada prédica fue redactada teniendo en cuenta la audiencia a la que iba dirigida. Cuando habló ante el Congreso de los Estados Unidos, hizo referencia a Pearl Harbor y al 11 de septiembre. El parlamento alemán lo escuchó invocar la historia del Holocausto y el Muro de Berlín. Ante las cortes españolas mencionó el bombardeo de Guernica. Procura siempre generar la empatía del oyente, que se sienta identificado con Ucrania, explotando el victimismo, para conseguir su objetivo: armas y más armas, y rearme, nada de soluciones pacíficas que no están en el guión del papel que representa.