La prestigiosa y autodesprestigiada revista británica Time nos regala con una portada en blanco y negro que es un retrato de perfil del rostro de Volodomir Zelenski, el actor ucraniano de moda. La fotografía ha sido tomada en Kiev el pasado 19 de abril. Un titular dice: How Zelensky leads: cómo Zelenski dirige. Se nos da a entender con esta interrogativa indirecta que este Zelenski es un leader, un Führer en la lengua de Goethe, esto es, alguien que dirige el cotarro, todo un president, es decir, que está sentado (sedet en latín) al frente de algo y de alguien (prae- en latín), y que por lo tanto gobierna la república de Ucrania.
Esta portada y este titular forman parte de la propaganda de guerra, cada vez más descarada, zafia y ridícula, que quiere hacernos creer que Zelenski es alguien que maneja unos hilos, que dirige un país, del que está al frente, que sabe lo que hace, y que, por lo tanto, no es una marioneta manejada por el Tío Sam. ¿Acaso el títere dirige al titiritero que maneja los muñecos del teatro de guiñol y marionetas?
Otra foto, tomada en la misma sesión del mismo día, dentro de la revista, nos presenta de frente en blanco y negro el mismo rostro del comediante, procedente del mundo de la actuación y del espectáculo, que se vio convertido en presidente de la noche a la mañana y que se afana en convencer a los gobiernos extranjeros de que necesita su ayuda humanitaria traducida en armamento para llevar a cabo una guerra de independencia (independencia ¿de quién? ¿de qué?).
Ha logrado que los Estados Unidos de América y los Estados Unidos de Europa -eso que llaman insidiosamente la U.E.- proporcionen más armas a Ucrania que a ningún otro país del globo desde la Segunda Guerra Mundial; y, además, de eso, que hayan acudido, como no podía ser menos, miles de periodistas de todo el mundo a Kiev a informar del desarrollo del conflicto, como suelen denominar con ridículo eufemismo a los desastres de la guerra, una guerra que sirve como coartada para justificar el rearme de la industria correspondiente que, al parecer, andaba de capa caída tras la guerra fría, por lo que necesitaba este recalentamiento.
Otra perla del artículo: Su aislamiento a menudo obligaba al equipo de Zelenski a experimentar la guerra a través de sus pantallas, como el resto de nosotros. Se enteraban el actor y compañía de las batallas y los ataques con cohetes y bombardeos aéreos por las redes sociales antes que por los informes militares de los mandos de sus tropas, lo que da importancia del espectáculo mediático de la guerra. Alguno de sus asesores le ha reprochado que a veces se mete tanto en el papel que representa en el teatro del mundo que comienza a hablar como un actor que interpreta al presidente, lo que no ayuda demasiado a la causa.
La ingenuidad de sus mensajes se traduce en que si Ucrania consigue expulsar a los rusos, habrá paz en todo el mundo, como si no hubiera otras guerras, como si esta fuera la única guerra, que lo es a fuerza de tanta propaganda y de tanto hablar de ella.
Volodomir Zelenski y las 'compañías' autóctonas y extranjeras que representan la obra, con guión jolivundense, pueden llegar a suponer todo un revulsivo para ese mundo y mercado del teatro que lleva bastantes décadas buscando adaptaciones que compitan por el entretenimiento con la sobrecargada industria visual y musical, de ahí que en medio de tanta virtualidad, lejano exterminio y jueguecitos compulsivos de guerra para los pupilos necesarios de la idiocia y el espectáculo, por fin el empresariado financiero y político se decanta por la producción de grandes representaciones en escenarios más próximos, realistas y de alcance no solo mediático sino también presencial para cualquier líder o seguidor entusiasmado con la oportunidad de subirse al mismo, aunque solo sea, como en este caso, paseando por Kiev. Los destrozos que implique la representación no dejarán de llamar a las inversiones y tampoco serán mayores que los que la Historia arrastra, y el despliegue de tecnología y recubrimiento mediático puede alcanzar la simbiosis deseada y llegar a ser digno de estudio y aprendizaje para otras grandes producciones y representaciones que puedan entretener y dar sentido al público, artistas, políticos y empresarios para reconstruir y reiniciar el Teatro, el Mercado y la Democracia, por falta de actores, 'emprendedores' y figurantes no será, la exigencia más apremiante para la lógica dominante es ir logrando la fusión de dos al menos de esos roles todavía separados en un mismo Avatar, y con la Covid y la 'guerra de proximidad' entre los mejor y los nuevos agraciados financieramente algunos ya lo intentan con creces.
ResponderEliminarUna gran superproducción jolivudense, efectivamente, eso es lo que es, retransmitida en directo y en diferido por todos los canales y pantallas. Además, ahora dice la prensa, metiendo miedo, como de costumbre, que es el peor virus que hay, de eso no me cabe duda: "Rusia amenaza con alcanzar en segudos Madrid, Londres o París: Nadie sobreviviría". Pero ¿vive alguien en Madrid, Londres o París que pueda sobrevivir en el caso de que un petardo ruso alcance dichas capitales en segundos?
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