domingo, 29 de mayo de 2022

Más mensajitos

 Hay una viruela del mono asintomática y potencialmente grave que no presenta erupciones cutáneas ni síntomas característicos, pero que es altamente contagiosa. 

 

 Los influyentes influencers captan como pescadores a sus followers en sus redes sociales diciéndoles como Jesús sígueme (follow me en la lengua del Imperio). 

Perpetuamos nuestra condición de espectador y opinador pasivo dentro de la caverna de Platón colaborando en la reproducción en sesión continua del espectáculo.  

Si hay algo en lo que tanto la izquierda como la derecha políticas se ponen de acuerdo es en que el trabajo es bueno, adictas como son a la maldición de Jehová. 

"No me importa que me controlen, no tengo nada que ocultar". El problema no somos los controlados, sino los controladores. ¿Quién controla a los controladores?

 La mayor parte del trabajo que hay o es totalmente inútil o es solo útil para absorber como esponja una proporción cada vez mayor de nuestro tiempo y energía. 

La única razón principal de la existencia de la mayoría de las industrias que hay es convencernos de que hay alguna razón principal que justifica su existencia. 

Lo importante es la plena ocupación, que no haya desempleo y todo el mundo tenga un trabajo a ser posible inútil como, por ejemplo, el caso de Ícaro y su roca. 

 

Tu televoto puede ser decisivo en el eurofestival a la hora de elegir la canción ganadora, que nunca será la mejor porque no hay ninguna buena en ese palmarés. 

El trabajo de cualquier profesor se complica con la exigencia administrativa burocrática cada vez mayor de papeleo de programaciones y redacción de memorandos. 

No son nuestros placeres los que están destruyendo el planeta, sino el sentimiento culpable de que tenemos que sufrir para merecer nuestros efímeros placeres. 

La obsolescencia programada es la razón principal de la superproducción industrial que hay, diseñado como está todo para no durar y dejar pronto de servirnos. 

Los fabricantes son perfectamente muy capaces de fabricar teléfonos, lavadoras, bombillas... que no se averíen; pero si lo hacen se acaban pronto sus negocios. 

El virus coronado pandémico que arruina la vida de la gente, esencial para el sostenimiento del sistema político y económico, es, adivina, adivínalo, el dinero. 

Siguen interesados en la gestión a largo plazo de la vacunación, dada la nula protección con el paso del tiempo y la persistencia de la enfermedad coronavírica 

El Gobierno de la U.E. prepara el lanzamiento de su campaña de la temporada otoño-invierno de (re)vacunación de Covid-19 y la extensión del Certificado Digital.

Era “segura y eficaz” según sus propias palabras, pero no para combatir la enfermedad, sino para progagarla, haciendo dependiente nuestro sistema inmunitario. 

El jefe del laboratorio farmacéutico se comprometió en el Foro de Davos a vender sus vacunas a precio de coste a los países pobres, un favor flaco que les hace. 

El dinero apareció cuando Adán y Eva fueron expulsados del paraíso y condenados a reproducirse y ganarse con el sudor de su frente la vida, echándola a perder. 

Dinero es Dios padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, fundamento ontológico de todas las cosas, incluidas, claro está entre ellas, las personas. 

 

“Mienten siempre. Están mintiendo ahora mismo. Saben que están mintiendo. Saben que sabemos que están mintiendo. Pero siguen haciéndolo y no dejan de mentir”. 

 En lo que se vende como poesía (se vende poco y se lee menos, pero se vende) importa más la prosa que el verso, el fondo que la forma, la letra que la música.

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