martes, 17 de mayo de 2022

Fiesta clandestina

En la entrada hay un cartel que invita a la trasgresión: "No pasar". Para llegar a la finca abandonada hay que alejarse del casco urbano de la gran ciudad y atravesar un enorme descampado. Allí se va a celebrar una rave party, free party o fiesta clandestina y, por eso mismo, libre y gratuita. 
 
El evento de música y baile dura toda la noche y a veces se prolonga aún más, bien entrado el amanecer. En medio de paredes derruidas, grafitis coloristas, montañas de botellas vacías, algún triste condón usado por el suelo, recuerdo de un polvo rápido y urgente, un quiqui o quickly domesticado, profiláctico y sumiso, la música electrónica clandestina sonará todo el fin de semana en las ruinas del viejo caserón abandonado. 
 
Además de la bebida alcohólica,  habrá drogas o fármacos cuyos efectos son imprevisibles, a diferencia de los medicamentos, que son drogas predecibles. El uso placentero de las drogas se convierte así en consumo,  y el tiempo libre, de ocio o diversión en mercancía. Entre speed, pastillas, coca y tripis, circulará un "mejunje de brujas" hecho con estramonio, una planta sedante y farmacológica que se ha puesto últimamente de moda porque sus efectos son parecidos a los de los hongos alucinógenos y que ya ha causado algún estrago mortal: dos jóvenes madrileños murieron a consecuencia de su consumo. 
 
 
De la planta «Datura stramonium», que es como se llama técnicamente el estramonio,  se obtenía en la Edad Media un ungüento afrodisíaco que las brujas se aplicaban, mezclado quizá con belladona y mandrágora,  impregnando el palo de una escoba que se introducían en la vagina a guisa de fálico consolador o con el que se frotaban los labios de la vulva. El grabado de Francisco de Goya "Las brujas en sus escobas" muestra a dos mujeres desnudas frotándose la entrepierna con el palo de una escoba. Así lograban unos orgasmos desenfrenados y unas poderosísimas alucinaciones que las sacaban del quicio de sí mismas, liberando a las mujeres de su función reproductora, y que hacían que, efectivamente, “volaran” sobre sus escobas, prácticas pecaminosas que, siendo placenteras no estaban destinadas a la procreación y  que la Inquisición, por lo tanto,  perseguía y castigaba con denuedo. De ahí que al estramonio se lo haya llamado también “berenjena del diablo” o “higuera del infierno”. 
 

Una bruja vieja lleva en una escoba consigo a otra más joven a la que está enseñando a volar.

 
El alcalde ha indicado que está considerando la posibilidad de derribar el siniestro edificio, como si él fuera el culpable de lo que haya sucedido: "Le he dicho a la concejala de Obras que inicie un expediente de vigilancia de la situación en que se encuentra la edificación por si fuera motivo de un posible expediente de ruina para demolerlo y hacer el lugar mucho menos atractivo (para este tipo de fiestas)". 
 
Pero este tipo de fiestas, como dice el regidor, se seguirá celebrando en otros lugares no menos clandestinos, donde los jóvenes seguirán festejando sus ritos de Baco, entregándose a una música frenética que los trasporta y coqueteando con la muerte, que parece la única válvula de escape de una situación insostenible como es la presión que el actual sistema ejerce sobre ellos, destinados como están a sacrificarse en aras del futuro a tumba abierta. 
 
Algunos jóvenes coquetean con la muerte, decía, y lo que hacen es adelantar ese destino fatal que el Estado y el Capital les imponen y con el que se los amenaza, ese futuro que nunca está aquí, porque por definición es tiempo venidero, no presente, pero al que ellos quieren precipitarse porque no soportan la idea de que ese y no otro sea su final.

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