La máquina de producción incesante de noticias para consumo informativo del que quiere saber lo que pasa sin enterarse paradójicamente por eso mismo de nada de lo que está pasando saca la noticia de que tres de los siete gorilas que viven -si eso es vida y puede denominarse como tal- en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno (Cantabria) tienen COVID, sí, sí, covid, no viruela del mono, sino covid, o, mejor dicho: no es que lo tengan propiamente hablando, sino que han resultado positivos en las pruebas que se les realizaron al efecto a petición del veterinario de los simios.
El responsable de los animalejos se mosqueó
al comprobar que varios de los gorilas tosían y tenían más mocos
de lo habitual. Al parecer, habían perdido, además, el apetito y se
mostraban cansados. Y se le ocurrió que, habiendo como hay una pandemia de coronavirus desde hace algo más de dos años, los gorilas podían estar también ellos contagiados y enfermos, pobrecitos. Loable que se preocupe de la salud de los animales que están a su cargo, pero la ocurrencia no deja por ello como poco de ser disparatada, y falsa la alarma desatada.
Así que puesto al corriente el Director General de Salud Pública de la taifa cántabra, el señor Reinhard Wallmann, ordenó que se hicieran pertinentes los análisis. No les metieron a los gorilas el palitroque por las narices para hacerles la PCR dichosa, ni les tomaron muestras de saliva o de sangre, sino que analizaron sus heces que era lo que más a mano tenían después de recoger muestras copiosas. Analizados los excrementos en el laboratorio, tres de los siete gorilas resultaron positivos en coronavirus, aunque una de las dos hembras afectadas con una carga viral muy baja.
Al parecer, según la prensa local de campanario, los tres se encuentran ya mejor, prácticamente asintomáticos. En mi visita al parque como reportero aficionado que además está exento de pagar los 32 euros que cuesta la entrada de adulto por vivir en uno de los términos municipales en los que se halla el parque temático, pude comprobar que los siete gorilas están aparentemente en perfecto estado de salud. Han recuperado el apetito y el humor y tienen un comportamiento normal. «Probablemente ha influido que ninguno tenía una carga viral reseñable», y no solo una de las dos hembras, como se dijo al principio.
Dado que los animales viven en un recinto cerrado tanto interior,
donde una gran cristalera los separa del público, como exterior, donde se levantan unos altos muros con el mismo fin, se sospecha que la
vía de contagio han podido ser los cuidadores, por lo que fueron sometidos a las pruebas todos aquellos que en las últimas semanas se
han ocupado de los animales para seguir la pista y detectar cuál sea el
genoma del virus. Los cuidadores resultaron negativos, quizá porque como suele suceder hayan pasado la enfermedad del virus sin enterarse.
«Necesitamos saber qué variante es porque hay que descartar todas las posibilidades», afirma el Consejero de Sanidad y Director General de Salud Pública. Podría tratarse de una variante desconocida hasta el momento que haya sido capaz de saltar con facilidad de humanos a animales. No sería la primera vez que sucede. «Existe una publicación de hace un año donde ya se constató un caso de gorila infectado en un zoológico de California» añade.
«Esto es algo que se piensa que puede ser habitual aunque no esté muy estudiado. Hace tiempo que se está tratando de entender cómo el virus ha sido capaz de mutar tan rápido para dar lugar a las variantes que conocemos en tan poco tiempo. Y una de las hipótesis más compartidas es que ha estado viajando de los animales a los humanos continuamente», explica el epidemiólogo. Pero ahora parece que según eso se estaría cerrando el círculo, y rizando el rizo, como suele decirse, y el virus estaría regresando de los humanos a los animales, esos antepasados nuestros.
¿No podía haberse tratado de un catarro común?¿No podría haber sido un resfriado corriente? Parece que esta hipótesis no se contempla, y que descartada como está se piensa en la existencia de un contagio como única explicación, y por lo tanto hay que identificar el vector de dicho contagio y poner en marcha el rastreo. En todo caso no ha sido necesario aislar a los gorilas positivos del resto confinándolos ni ponerles mascarillas que probablemente hubieran durado menos que un suspiro en sus bocas. Habida cuenta de que no hay un tratamiento específico, y la poca carga viral de los tres afectados, sólo se le aplicó medicación a Nicki.
Como puede comprobarse por noticias como esta, que han saltado enseguida a toda la prensa nacional y a la televisión -durante mi visita, TVE estaba entrevistando al veterinario que dio la voz de alarma-, si no se trata de mera propaganda turística del parque, que no vive en sus mejores momentos después de algunos incidentes como el incendio del cubil en el que murieron tres jirafas hace unos años, seguimos inmersos en la ya larga y cansina narrativa covidiana porque interesa seguir con la ficción de la pandemia, porque algunos están interesados en el relato que impide que no nos enteremos de verdad de lo que pasa.
Todo lo que ocurre desde las pantallas resulta contagioso y es tal el lío y telaraña que se teje que identificar al vector se hace difícil sin una esforzada y elaborada fantasía, y establecida ésta cualquier ocurrencia (transgénica) vale con tal de mantener activo el mercado (con la garantía de irresponsabilidad pertinente como es el caso) y la ilusión en el 'relato'. Pero el vector más potente y ocurrente es el de ese multimillonario experimentado y un tanto obsesionado, además de 'troyano' filo-genésico de las dependencias que permiten el lucro incesante (pues en el caso de que sean interrumpidas sobreviene el lucro cesante), cuando desde el sínodo de Davos apela por las «terapias independientes de patógenos». Ponga una innovadora terapia en su vida para recibir con optimismo y alegría a los patógenos que son consustanciales con la misma.
ResponderEliminarEs la esencia del relato oficial: crear el virus que se quiere combatir inoculándolo informativamente.
ResponderEliminarMÁS SOBRE LOS GORILAS:
ResponderEliminarEl laboratorio de microbiología del Hospital de Valdecilla ha detectado coronavirus en otros tres gorilas del Parque de la Naturaleza de Cabárceno, con lo que son positivos seis de los siete gorilas que hay en ese espacio, y no sólo tres como se informó en principio, aunque todos ellos están ya recuperados de la enfermedad. El laboratorio detectó, en efecto, covid-19 en tres de ellos, que presentaban síntomas, y tras repetir las pruebas, se halló la presencia del coronavirus en otros tres, que han sido positivos asintomáticos, o sea, sin síntomas. Según la Consejería de Sanidad de la taifa cántabra, aunque las pruebas de saliva dieron negativo, las pruebas de heces resultaron positivas, lo que, al igual que en el caso de los humanos, revela que han pasado la enfermedad, ya que en el tracto superior no quedan restos del virus, mientras todavía se está expulsando en las heces.
A pesar de la baja carga viral encontrada en las muestras positivas, se ha podido determinar que la variante del virus es ómicron, la principal que sigue circulando en la población de Cantabria en este momento. Sin embargo, los cuidadores de los gorilas, que son los únicos humanos que tienen acceso a ellos, han dado todos negativo en las pruebas que se les han realizado, por lo que de momento no se sabe con certeza cómo se han contagiado los primates. El séptimo gorila, así como otros dos monos cercopiteco de brazza que conviven con estos animales, han dado negativo en las pruebas.
Según ha explicado el servicio veterinario del parque, el espalda plateada Niky fue el primer gorila que comenzó a presentar síntomas de tos, cansancio, respiración agitada, poco apetito y lagrimeo. Los síntomas de los otros dos ejemplares hembras, Chelewa y Duni, quienes dieron positivo el sábado, han sido más leves. Por otro lado, según ha indicado el servicio veterinario, el ejemplar que ha dado negativo, Nadia, la hembra mayor del grupo, "se relaciona poco con el grupo y no socializa como el resto". Pero no se preocupen los visitantes del parque de conservación de la naturaleza, los gorilas están todos bien e, incluso, salen a tomar el sol al exterior del recinto. Y en todo caso, no hay peligro de contagio.
Dada la dedicación pericial del personal sanitario del parque y los resultados obtenidos con las heces deberían adoptar ese método el resto de autoridades sanitarias y administrativas, dejando de molestar a la gente con esa agresividad y exigencia de PCR que favorece esos negocios onerosos, y podrían limitarse a solicitar al personal una muestra de heces, algo a lo que esté se prestaría con mucho más gusto y satisfacción, y redundaría en la mejoría de su estado de salud si es que la OMS se mantiene en su conocida definición que incluye el bienestar físico, mental y social.
EliminarEs una propuesta genial la de sustituir el palitroque en las narices por una muestra de heces recientes. Recoge uno en su Centro de Salud un envase para la toma de heces en su domicilio, o en el retrete de dicho Centro si es urgente y las ganas de cagar aprietan, y lo devuelve bien cerrado con la muestra -no tiene por qué ser muy copiosa- de sus excrementos para su análisis y posterior diagnóstico, como se ha hecho con estos gorilas africanos y como se ha hecho en España a los ciudadanos que tienen entre 50 y 69 años para la prevención del cáncer de colon y de recto.
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