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martes, 31 de mayo de 2022

Tres gorilas positivos

    La máquina de producción incesante de noticias para consumo informativo del que quiere saber lo que pasa sin enterarse paradójicamente por eso mismo de nada de lo que está pasando saca la noticia de que tres de los siete gorilas que viven -si eso es vida y puede denominarse como tal- en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno (Cantabria) tienen COVID, sí, sí, covid, no viruela del mono, sino covid, o, mejor dicho: no es que lo tengan propiamente hablando, sino que han resultado positivos en las pruebas que se les realizaron al efecto a petición del veterinario de los simios. 

    El responsable de los animalejos se mosqueó al comprobar que varios de los gorilas tosían y tenían más mocos de lo habitual. Al parecer, habían perdido, además, el apetito y se mostraban cansados. Y se le ocurrió que, habiendo como hay una pandemia de coronavirus desde hace algo más de dos años, los gorilas podían estar también ellos contagiados y enfermos, pobrecitos. Loable que se preocupe de la salud de los animales que están a su cargo, pero la ocurrencia no deja por ello como poco de ser disparatada, y falsa la alarma desatada.

 
Escultura de gorila de Cabárceno
 

    Así que puesto al corriente el Director General de Salud Pública de la taifa cántabra, el señor Reinhard Wallmann, ordenó que se hicieran pertinentes los análisis.  No les metieron a los gorilas el palitroque por las narices para hacerles la PCR dichosa, ni les tomaron muestras de saliva o de sangre, sino que analizaron sus heces que era lo que más a mano tenían después de recoger muestras copiosas. Analizados los excrementos en el laboratorio, tres de los siete gorilas resultaron positivos en coronavirus, aunque una de las dos hembras afectadas con una carga viral muy baja. 

Gorila de Cabárceno con una zanahoria en la boca.
 

    Al parecer, según la prensa local de campanario, los tres se encuentran ya mejor, prácticamente asintomáticos. En mi visita al parque como reportero aficionado que además está exento de pagar los 32 euros que cuesta la entrada de adulto por vivir en uno de los términos municipales en los que se halla el parque temático, pude comprobar que los siete gorilas están aparentemente en perfecto estado de salud. Han recuperado el apetito y el humor y tienen un comportamiento normal. «Probablemente ha influido que ninguno tenía una carga viral reseñable», y no solo una de las dos hembras, como se dijo al principio.

    Dado que los animales viven en un recinto cerrado tanto interior, donde una gran cristalera los separa del público, como exterior, donde se levantan unos altos muros con el mismo fin, se sospecha que la vía de contagio han podido ser los cuidadores, por lo que fueron sometidos a las pruebas todos aquellos que en las últimas semanas se han ocupado de los animales para seguir la pista y detectar cuál sea el genoma del virus. Los cuidadores resultaron negativos, quizá porque como suele suceder hayan pasado la enfermedad del virus sin enterarse.

Gorila de Cabárceno a la sombra de una palmera.

    «Necesitamos saber qué variante es porque hay que descartar todas las posibilidades», afirma el Consejero de Sanidad y Director General de Salud Pública. Podría tratarse de una variante desconocida hasta el momento que haya sido capaz de saltar con facilidad de humanos a animales. No sería la primera vez que sucede. «Existe una publicación de hace un año donde ya se constató un caso de gorila infectado en un zoológico de California» añade.

    «Esto es algo que se piensa que puede ser habitual aunque no esté muy estudiado. Hace tiempo que se está tratando de entender cómo el virus ha sido capaz de mutar tan rápido para dar lugar a las variantes que conocemos en tan poco tiempo. Y una de las hipótesis más compartidas es que ha estado viajando de los animales a los humanos continuamente», explica el epidemiólogo. Pero ahora parece que según eso se estaría cerrando el círculo, y rizando el rizo, como suele decirse, y el virus estaría regresando de los humanos a los animales, esos antepasados nuestros.

 

     ¿No podía haberse tratado de un catarro común?¿No podría haber sido un resfriado corriente? Parece que esta hipótesis no se contempla, y que descartada como está se piensa en la existencia de un contagio como única explicación, y por lo tanto hay que identificar el vector de dicho contagio y poner en marcha el rastreo. En todo caso no ha sido necesario aislar a los gorilas positivos del resto confinándolos ni ponerles mascarillas que probablemente hubieran durado menos que un suspiro en sus bocas. Habida cuenta de que no hay un tratamiento específico, y la poca carga viral de los tres afectados, sólo se le aplicó medicación a Nicki.

    Como puede comprobarse por noticias como esta, que han saltado enseguida a toda la prensa nacional y a la televisión -durante mi visita, TVE estaba entrevistando al veterinario que dio la voz de alarma-, si no se trata de mera propaganda turística del parque, que no vive en sus mejores momentos después de algunos incidentes como el incendio del cubil en el que murieron  tres jirafas hace unos años, seguimos inmersos en la ya larga y cansina narrativa covidiana porque interesa seguir con la ficción de la pandemia, porque algunos están interesados en el relato que impide que no nos enteremos de verdad de lo que pasa.