miércoles, 11 de mayo de 2022

¿Por qué miente la OMS?

        El jueves 5 de mayo, la Organización Mundial de la Salud emitió un comunicado de prensa en el que afirmaba que casi quince millones de personas habían muerto en el mundo entre los años 2020 y 2021 a causa de la pandemia que ella misma declaró, queriendo justificar así a posteriori la gravedad de la misma, y consolidar a priori su autoridad, es decir, su poder, sobre los gobiernos en materia de salud en futuras pandemias. No hace falta decir aquí que esa cifra es falsa. 

        El número que proporciona la OMS supera con creces los informes oficiales de los gobiernos, que han estimado el total de muertes durante esos dos años en casi seis millones (y suma y sigue, porque aunque ya no se hable tanto de la pandemia y la hayan dado por concluida, la gente se sigue muriendo con la exitosísima etiqueta de covid-19). Algunos periódicos subvencionados por el Estado y por el capital privado, como Le Monde, reciben sin empacho esta cifra con devota fe que es credulidad: "Estas cifras, muy esperadas, permiten dar una idea más realista de los efectos devastadores (incluidos los indirectos) de la peor pandemia en un siglo, que sigue cobrándose miles de vidas cada semana."

        Lo curioso de los casi quince millones de muertos que se saca de la manga la organización terrorista al servicio de la Gran Farmacia para justificar las medidas que impuso al universo mundo es que se atribuyen tanto a la enfermedad en sí causada por el virus coronado cosecha del 19, la covid-19, como a la incidencia indirecta del impacto de dicho mal en los sistemas de salud y sociedad, lo que no deja de ser una hiperbólica exageración que puede justificar cualquier muerte como por ejemplo la de muchísima gente que no fue tratada de otras patologías por negligencia médica impuesta por las autoridades sanitarias respectivas, o la de aquellos que se suicidaron ante un panorama tan desolador como aquel que nos pintaban.

Nadie ha muerto de esto, dibujo de PrimodeBanksy.
  
        No hace falta decir una vez más que las estadísticas están sesgadas, dado que la etiqueta “muerte de covid-19” se ha aplicado a cualquiera que hubiera fallecido después de haber dado positivo a una prueba masiva y fraudulenta de detección del virus, a la que tantísima gente se ha sometido tantísimas veces, sin tener en cuenta la causa objetiva de la muerte. Sólo un mínimo porcentaje de las muertes atribuidas al virus se debe, si se debe, a él. Si yo ahora mismo, por ejemplo, doy positivo y muero víctima de un accidente de tráfico, voy a ser considerado una víctima más de la pandemia del virus coronado, aunque estuviera conviviendo tranquilamente con el virus en amor y compañía.

        Da a entender la OMS que todo se debe a la monarquía del virus coronado y a sus efectos secundarios o indirectos. El comunicado de prensa indica que el número de muertes fue mayor en hombres que en mujeres, y mayor en ancianos que en jóvenes, y que la mayoría de esas muertes se concentraron en el sudeste asiático, en Europa y en América, zonas del mundo que son ¿paradójicamente? las más inoculadas. ¿No sería lógico, cabe pensar, que estas regiones del mundo fueran las que tuvieran menor cantidad de muertes si era verdad lo de que aquellos sueros que les metieron salvaban vidas?

        Según recientes declaraciones de la señora Ursula von der Leyen, otra que tal canta, todavía estamos lejos de haber superado la pandemia que decretó la OMS. Una mayoría de los europarlamentarios, 432 de los 705 que componen el parlamento y representan a los veintisiete países miembros de la Unión Europea han votado extender el certificado covid-19 o pasaporte 'sanitario' hasta el mes de junio... del año que viene.  

 "El miedo es un microscopio que todo lo agranda".

     Próximamente, además, se reunirán en Ginebra todos los países con la Organización Mundial de la Salud para firmar el tratado por el que cada país firmante le cederá su soberanía en materia sanitaria a dicha organización terrorista, otorgándole plenos poderes para tomar decisiones sanitarias que afecten al conjunto de la gente (confinamientos, vacunación obligatoria, etc). 

    La OMS no sólo miente, por lo tanto, para justificar el alarmismo que desató en todos los gobiernos declarando la pandemia universal, sino también para justificar el alarmante futuro que uno de sus mayores patrocinadores, el señor Bill Gates, ese gran filántropo que quiere tanto a la humanidad que la hace sufrir con un odio tan acendrado como su amor, pronostica y desata con su libelo: ¿Cómo prevenir la pandemia que viene?  

     
     Como dice un aforismo acertado del poeta Alberto Basterrechea: Los monstruos se aparecen a quienes creen en ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario