El Ministerio de la Guerra, que es como se llamaba el hoy sedicente Ministerio de Defensa antaño, cuando al pan se le decía pan y al vino vino, ha llenado de golpe y sopetón el calendario nacional y las plazas de juras de bandera para civiles hasta junio para conmemorar el Día de las Fuerzas Armadas 2022. A comienzos de año sólo tenía prevista una de estas ceremonias de exaltación del militarismo y el nacionalismo que confluyen en el culto a un trapo ensangrentado de tantas vidas como se ha llevado por delante, pero ahora se prodigan por toda la curtida península, islas y ciudades autónomas de Ceuta y de Melilla.
Una vez finiquitada la pandemia, han vuelto las Juras de (Fidelidad a la) Bandera de personal civil, uno de los eventos más solemnes que existen según el citado ministerio del Gobierno de las Españas, que quiere recordarnos así que no es un acto exclusivamente militar, sino que cualquier ciudadano o ciudadana españoles y mayores de edad que lo desee puede en él participar.
¿Qué conlleva el juramento que se toma? Según el Ministerio de la Guerra, la Jura civil es la expresión cívica, pública e individual de lealtad hacia España y hacia los españoles. Se trata de un compromiso de defender los intereses colectivos en que el ciudadano decide por voluntad propia mostrar ante todos que está resuelto a contribuir a alimentar el fetiche del Bien Común.
La tarde del pasado sábado, en la Plaza Porticada de Santander, se caldeó el ambiente ofreciendo un concierto de música militar -marchas militares para amenizar desfiles militares- a fin de que santanderinos y visitantes disfrutaran, según la prensa local de campanario, “de este ambiente regio y solemne previo a la Jura” que se realizaría a mediodía del domingo 8 de mayo.
En el acto solemne celebrado en la misma plaza declararon su lealtad a la bandera 400 'jurandos', como les denomina el Ministerio, entre los que se encontraba la alcaldesa, varios concejales de la corporación y varios ciudadanos. Una vez tomado el juramento o promesa pública, los 'jurandos' desfilaron ante la Enseña Nacional. Las normas sanitarias desaconsejaban besar la Bandera, pese a que en la mili nos inculcaron que había que besarla (besadla como si estuvierais morreando a vuestra novia, coño, nos decía el sargento chusquero a los quintos de 1985). Bastaba ahora con una leve inclinación respetuosa de cabeza y contact-less al hallarse ante el pendón de la nación. La leve reverencia de los cuatrocientos 'jurandos' no restó emoción al acto, según la prensa local, en el que hombres y mujeres, jóvenes y viejos, expresaron de manera pública y voluntaria, su compromiso con la defensa de España y los valores constitucionales -hablamos de la constitución ontológica de la idea del ser nacional- que unen a todos los españolitos.