jueves, 11 de noviembre de 2021

El rayo de luna

Se cuenta que una noche la Luna, la misma diosa noctívaga que inspirará a los poetas románticos y que los griegos llamaron Selene, la reina de la nocturna bóveda celeste que nunca permanece idéntica a sí misma sino que experimenta cambios que la hacen crecer y menguar, la que desaparece durante tres noches del cielo para renacer al cuarto día, contempló a un joven y hermoso pastor que dormía descuidado y desnudo en un agreste paraje cercano a Mileto, en el Asia Menor, y se enamoró apasionadamente de él.

 

Endimión, Diana y Cupido, de Langlois

La casta divinidad que era la Luna, encarnación de Ártemis pudorosa o Diana virginal y cazadora, hermana de Apolo solar y luminoso, había hecho voto de eterna castidad, y se veía así perturbada ante la belleza masculina de un simple mortal, un joven efebo llamado Endimión.

Todas las noches que podía buscaba con sus rayos de plata al joven y lo iluminaba para que su belleza resplandeciera aún más con su luz argentina.

                                              
 Visión de Endimión, Edmund Poynter (1901)


Selene está íntimamente relacionada con la noche. Sus rayos de luz lívida y cárdena desvelan, velándolas con un halo de misterio, las cosas del mundo. La casta diosa había concebido una pasión irracional que sólo logró algo de sosiego cuando una noche, rompiendo sus votos de castidad, se unió carnalmente con el codiciado mancebo en la intimidad de una gruta del monte Latmo, entregándole su doncellez.

El padre Zeus, a petición de Selene, le concedió a Endimión, paradigma de todos los poetas enamorados de la luna fantástica y soñada que vendrán después de él, la realización de un deseo, y él eligió, no podía elegir otro deseo más puro, la muerte: el don de dormirse en un sueño eterno, el sueño de la muerte, es decir, el don de la inmortalidad.

No en vano el hermano gemelo de Hypno, el sueño, se llama Thánato, la Muerte, que es masculina en griego como en alemán. En latín el nombre de la muerte, Mors, es femenino, y por lo tanto en nuestras lenguas romances también,  pero tenía un sinónimo de género neutro, Letum de donde deriva nuestro adjetivo "letal", que significa "mortal". 

En alemán la Luna, en su lengua Der Mond tiene género gramatical masculino que se contrapone a Die Sonne, el Sol, que lo tiene femenino; no sería para los germanos la Luna la encarnación de Diana, sino de su hermano Apolo, invirtiendo las tornas que en romance hacen masculino al astro rey y femenina a la reina de la noche. Sirva este lugar para denunciar, una vez más, la arbitrariedad de los géneros gramaticales. En aquellas lenguas que los tienen, como la nuestra -otras como el inglés carecen de ellos- sirven para clasificar el vocabulario, y el que una palabra sea de género femenino no se explica por su supuesta "feminidad", sino que, al contrario, muchas veces la "feminidad" se explica por alguna presunta característica de las palabras que tienen género gramatical femenino. Así se puede llegar a decir que la luna es "femenina" de por sí porque es pasiva y receptiva, no tienen luz propia, sino que recibe la del sol, que sería "masculino" porque es activo, y la nota "actividad" pasaría a ser una característica de la virilidad... Pero ya vemos que lo que sucede en una lengua no tiene por qué suceder en las demás, y sería muy majadero y cerril considerar que nuestra lengua es la que vale más que las otras, sin percatarnos de lo relativas que son todas. 

Volviendo al joven amante de la luna, el lunático Endimión permanecería eternamente dormido de modo que la lozanía de su juventud no sufriese alteración, por siempre y para siempre joven. Cuentan que desde entonces, la Luna vela su sueño eterno todas las noches en lo alto del universo.

Sueño de Endimión, de Girodel

Gustvao Adolfo Bécquer, que le ha regalado a nuestra lengua algunas de las más bellas palabras que en ella se han escrito, tanto en verso, en sus Rimas, como en la poética y romántica prosa de sus Leyendas, escribió una historia de amor imposible de un hombre que se enamoró de la Luna.


 [Bécquer+rayo+de+luna.JPG]

En su leyenda soriana “El rayo de luna”, crea a un personaje, Manrique, que quizá no sea más que un trasunto suyo, que “amaba la soledad, y la amaba de tal modo, que algunas veces hubiera deseado no tener sombra, porque su sombra no le siguiese a todas partes.” Continúa el romántico poeta: “Amaba la soledad porque en su seno, dando rienda suelta a la imaginación, forjaba un mundo fantástico, habitado por extrañas creaciones, hijas de sus delirios y sus ensueños de poeta, porque Manrique era poeta…” Este Manrique se enamoró de una mujer imposible, fruto de su imaginación, de su deseo o de su fantasía. Quizá mejor que de una mujer deberíamos decir nosotros que se enamoró de una criatura, es decir, de una creación de su imaginación. Mejor aún: de un ángel descarnado y asexuado.

 https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1wjnp7ng5dIoPGsGmcGp-gfZHb9c3yAaGItKG4xADlQR8abmjFb66eNh6IrJyW17ku1Ewj4cxMnn3AEs5-nuWpfgL4e4n9_jrc04byxoeYL60-7jtbIjLtWSKNIg5qCJZDUIxd10144Hb/s1600/Nicolas-Guy+Antoine+Brenet%252C+Sleeping+Endymion+%252C+1756.jpg
 El sueño de Endimión, Nichlas-Guy Antoine Brenet, 1756

¿Cuál será el sexo de los ángeles? Era esta una de las cuestiones que entretenía a los sabios de Bizancio, famosos por sus disquisiciones bizantinas. Se preguntaban dichos filósofos, mientras las tropas otomanas entraban a saco en Bizancio, si los ángeles serían hembras, machos o hermafroditas. Igual que nuestro Manrique, que no queremos que sea heterosexual, ni tampoco homosexual, sino en todo caso bisexual o, mejor aún, pansexual o asexual, enamorado de una criatura angelical sin sexo determinado o concreto y que a la vez encarna todos los sexos posibles o soñados y ninguno de ellos en particular, enamorado, como buen romántico, de la Luna, es decir, de lo imposible.

Cuando su anciana madre le preguntaba que por qué se consumía en la soledad, y por qué no buscaba una mujer real de carne y hueso a quien amar y con la que poder ser feliz, él no decía más que “El amor… es un rayo de luna”. 

 Selene y Endimión, mosaico romano, Museo del Bardo, Túnez

En su lecho de muerte, pues Manrique al igual que Endimión se adentra en el sueño de la muerte, gritaba una y otra vez “¡No!” a las vanas apariencias del mundo, y reconociendo la falsedad de todo: “Mentiras todo, fantasmas vanos que formamos en nuestra imaginación y vestimos a nuestro antojo, y los amamos y corremos tras ellos, ¿para qué? ¿Para qué? Para encontrar un rayo de luna…” 
Concluye la leyenda afirmando el poeta que Manrique, el otro poeta, estaba loco; o por lo menos todo el mundo lo creía así, matiza. Y nos hace al final una advertencia. Habla la razón por boca del poeta Gustavo Adolfo Bécquer, uno de nuestros más insignes líricos, y lo hace para darle la razón a la locura: “A mí, por el contrario, se me figura que lo que había hecho era recuperar el juicio”.

 https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGtsPJzI96Q4mlExCFpjBr2OUAD-DiIDBwdCnaey7gbygLwXas2J0s0x7_RgBm0q85O5vEO4Ev4z2r3mND2KCA1kscGAYEWQvyhejqgOlOqxPj6U6MhZ0_yqD_g1lZ_LeIkq_yXUJ1DZ9_/s1600/luna.jpg

Nox erat et caelo fulgebat Luna sereno, cantó Horacio:
 "Era de noche y en cielo sereno brillaba la luna".

miércoles, 10 de noviembre de 2021

Ocurrencias varias

Bancarrota. - ¡Bancarrota! Analicemos la palabra: ¿La Banca se romperá alguna vez? ¡Ojalá! ¡Quiera Dios que así sea, como decían las alumnas de un colegio de monjas para aprender a conjugar el modo subjuntivo, que sirve para expresar los deseos! ¡Quiera Dios o el Diablo, en su caso, vete tú a saber, que no siempre gane la banca, que pierda alguna vez, que todos los bancos y bancas del mundo se declaren en quiebra y en bancarrota! 
 
La ventana indiscreta.- Es el título de una película memorable. Y es que toda ventana abierta tiene algo de indiscreción. A través de una ventana abierta pueden verse muchas intimidades y compartirse muchos secretos: a través de la ventana entra el viento (ventana viene de viento, como window en la lengua del imperio procede de wind, que es también el nombre del viento) y a través de la ventana aireamos los trapos sucios de nuestra intimidad. Abramos todas las ventanas para que entre un poco de aire fresco. 
 
La siesta, Gustave Caillebotte (1877)
 
 Del suicidio.- Aquí despotricamos a menudo contra el mundo y renegamos de la falsedad de la realidad, denunciando su mentira consustancial, incluidos nosotros mismos. Algunos me han preguntado alguna vez: ¿Por qué no te suicidas? He aquí algunas respuestas que he ido dándoles a unos y a otros y que se me ha ocurrido reunir: Porque no creo en las soluciones “fáciles” ni definitivas; porque prefiero no tomarme demasiado en serio como para hacer una cosa así; porque no estoy seguro de que eso sea ninguna solución; porque la vida no tiene sentido, pero la muerte probablemente tampoco. No me suicidio no tanto por instinto de supervivencia como por pereza. 
 
El mar, la mar.- El piélago, metáfora de mil naufragios,de todos mis naufragios absolutamente. 
 
Sacrosanta Semana.-  Lo peor de la Semana Santa no es tanto la consagración del dolor, el sufrimiento y el sacrificio como ideales de vida, cuyo paradigma es la pasión de Jesucristo, un Cristo alejado de la sensualidad y los placeres, como el hecho de que no deja de ser, a fin de cuentas, una santificación de la división del tiempo más aberrante y antinatural que tenemos los seres humanos, la sacrosanta semana laboral. La semana ya existía antes de que Dios creara el mundo. Por eso el primer día creó tal y cual, y el séptimo descansó. ¿No podríamos hacer nosotros algo para liberar a Dios y para liberarnos nosotros de esa servidumbre semanal? 
 
Mi problema personal.-  La pescadilla de enroscar, el pez que muerde su propia cola: yo no puedo resolver mis problemas propios personales, porque yo soy el único problema personal que tengo.
 
Homenaje a Caravaggio, Dimitris Anastasíu  (2009)
 

Desnudez como provocación.- Frente a vuestros uniformes militares, religiosos o civiles esgrimimos sin tapujos nuestros cueros in puris naturalibus.
 
Consolación a un amigo despedido de su trabajo.-   "Hoy me han despedido del trabajo”. Lamento lo de tu despido. No se me ocurre ningún consuelo mejor que decirte que lo que se pierde, bien mirado, es, por otra parte, lo que se gana. Piensa que te has librado de tus cadenas. La pérdida de ese trabajo es lo que has salido ganando: toda una bendición. Como dice el dicho popular, no hay mal que para bien no venga. Y nunca mejor dicho que en este caso. Si la pérdida de un trabajo parece en principio algo malo, mirado por el lado que se debe es una liberación: lo mejor que podía haberte pasado aunque estemos en tiempos de crisis y no tengas derecho a paro. 
 
Res publica.- No es monárquica la luna ni tampoco lo es el sol, y no es monárquico el aire ni tampoco lo soy yo. 
 
¿Por qué no juegan ya los niños en la calle en España?.- Porque tienen muchos, demasiados juguetes, tantos que ya no saben, se les ha olvidado, jugar con otros niños. 
 
Realidad imaginaria.- La realidad ha resultado que era ideal y, por lo tanto, imaginaria y no sólo virtual, como demuestran cada dos por tres la televisión -después del apagón analógico, que ya es agua pasada, historia,  vino la era (ya ha llegado, el futuro ya estaba aquí) de la televisión digital- y la más moderna Red,  que se empecinan en retransmitirla para que no perdamos la conexión, es decir, el hilo de la fe en ella. 
 
Cara y cruz del trabajo. - ¿Qué diría el venerable e injustamente olvidado Karl Marx hoy del trabajo asalariado si levantara la cabeza de la tumba donde lo han enterrado los marxistas? Que el trabajo es la maldición del pueblo: si no lo tienes malo porque te falta y si lo tienes malo porque te sobra.
 

 A=-A, Dimitris Anastasíu (2021)
 
¿Por qué da igual quién gobierne?. - Gobierne quien gobierne, gobiernen unos o los otros, da igual, como sabe el pueblo, porque los gobernantes democráticos, que son aquellos hombres y mujeres igualadas por el mismo rasero masculino con apetito de poder que han sido investidos por la gracia del voto popular, son gestores de la economía de mercado, es decir, del dinero. Y nadie va a atentar contra los sacrosantos intereses de la economía, a la que le interesa que haya empresas para que siga habiendo obreros –es decir esclavos- que las sostengan. 
 
Caballo que alcanza pasar querrá.- Cuando llegamos a la meta que nos habíamos trazado, queremos pasar, habida cuenta de la insaciabilidad de nuestras aspiraciones humanas. Porque, en realidad, nunca se alcanza la meta, porque antes de llegar a ella es preciso recorrer la mitad del trayecto, y antes de la mitad, la mitad de la mitad... y así sucesivamente, infinitamente... Es verdad que el que la sigue la consigue, como nos dice el refrán y la voz de la experiencia, como Apolo, enamorado apasionadamente de Dafne, persiguiéndola incansable, pero, cuando la consigue, descubre que ella ya no es la ninfa que lo había enamorado y que él quería, ya que ha cambiado y se ha transformado en el árbol del laurel, que pasará a ser el símbolo de su paradójica victoria. El caballo no alcanza nunca la meta. Y si la alcanza, descubre la realidad de la mentira, la mentira de la realidad: no era esa su meta. 
 
 
Muerte en Florencia , Dimitris Anastasíu (2011)
 
Roma no está en Roma. - Quevedo ya avisaba al viajero de no buscar a Roma en Roma, porque no iba a encontrar otra cosa más que el «cadáver en la que sustentó murallas». Las agencias de viaje nos invitan, sin embargo, a buscar a Roma en Roma, pero resulta que Roma sólo está en sus folletos turísticos. 
 
Week end.- La neurosis del fin del semana es que la semana no se acaba nunca, no hay, en rigor, ningún fin de semana ni domingo que no suponga una vuelta a empezar, serpiente que se muerde la cola.
 
Libros de autoayuda.- Los libros de autoayuda sólo sirven para ayudarnos a soportar el yugo insoportable de ser nosotros mismos y la peor fidelidad que hay, que es la de ser fiel a uno mismo.

martes, 9 de noviembre de 2021

De la brevedad de la vida

    Suele decirse que la vida son dos días. Y se dice para animarse uno a disfrutar de ella encareciendo su valor ante la caducidad y urgencia de su efímera brevedad. Pero no es verdad. La vida no es ni breve ni larga porque no es tiempo mensurable, no es algo cuantitativo sino cualitativo que cabe tanto en el recipiente de un segundo como en el de un siglo.

    No es buena la máxima que le atribuyen a Hipócrates, el padre de la medicina, que decía "ars longa, uita breuis", que quiere decir que la vida es corta y mucho lo que hay que hacer. Esta máxima nos llevaría a un frenético hacer por hacer para dar sentido unívoco a algo que como nuestra vida no lo tiene, y es bueno que no lo tenga.

    Oscar Wilde decía que la mayoría existimos y que muy pocos son los que viven.... ¡Qué razón tiene casi siempre el tío Oscar, ese entrañable mariconazo víctima del puritanismo victoriano, uno de los espíritus libres más agudos que en el mundo han sido, que sin embargo se mantiene, pese a estar muerto y enterrado, muy vivo, vivito y coleando todavía!

     La vida debe ser vida, sea esto lo que sea. Para que sea así, lo esencial es que no se la cuantifique, que no se la considere tiempo ni breve ni largo, ni mucho ni poco, que no se temporalice, y ya que 'time is money' en la lengua del Imperio ('el tiempo es dinero', 'oro' decimos nosotros, si se me permite, que no se mercantilice, es decir, que no se prostituya en el mercado laboral del trabajo asalariado). O, por lo menos, que no lo haga mucho, que no se vuelva toda de oro como el rey Midas, o sea, mierda, porque 'time (and life) is money', sí, pero 'money is shit', ergo 'time (and life) is shit': silogismo impecable, razonamiento lógico.

    En una carta fechada el 3 de agosto de 1878, el escritor francés Guy de Maupassant (1850-1893), considerado como uno de los grandes maestros del cuento de la literatura universal, le decía literalmente al novelista Gustave Flaubert: «Je ne comprends plus qu'un mot de la langue française, parce qu'il exprime le changement, la transformation éternelle des meilleures choses et la désillusion avec énergie: c'est "merde"». Lo que, traducido literalmente, quiere decir: “Ya no comprendo más que una palabra de la lengua francesa, porque expresa el cambio, la transformación eterna de las mejores cosas y la desilusión con energía: es "mierda"”.



    Podemos parafrasear a Maupassant, y hacer extensible la cita a nuestra lengua y a la realidad, tan falsa como es y que tanto nos enmierda por no ser como debiera y debería ser. A fin de cuentas "merde" y "mierda" son palabras hermanas que proceden de la misma madre latina "merda", conservada tal cual en italiano. El razonamiento del escritor es que la palabra expresa como ninguna otra el cambio y la transformación de lo mejor en lo peor, y porque además se pronuncia casi siempre con una entonación exclamativa. De alguna manera todo el mundo ha reconocido alguna vez que todas las cosas que hay y que son tal y como son son una mierda. A veces, y según el estado de ánimo, se enfatiza la expresión añadiendo: una puta mierda.  
 
 

    De alguna manera es el primer descubrimiento que hicieron los denominados filósofos presocráticos, que reducían todo a un solo elemento, el arché o arjé: los famosos cuatro elementos. Ahí tenemos a Tales diciendo que todo era agua. O a Anaxímenes, que aire. A Heraclito, que prefería la metáfora  del fuego. Y a Empedoclés que encontraba la raíz de todas las cosas en la tierra. Pues bien, el quinto elemento, la quinta esencia de todo es la mierda.

lunes, 8 de noviembre de 2021

Ocho mensajes breves más

   Los media que tanto nos asustaron con el cuento chino del virus echan mano ahora de otro relato horripilante: el apagón que va a producirse cuando se produzca. 
 
El fetiche religioso de salvación del alma individual se ha sustituido por el científico de salvaguarda de la vida y del planeta en peligro y vías de extinción. 
 

(De O. Wilde) Un eminente teólogo de Oxford dijo que su objeción al progreso moderno era que miraba siempre hacia delante y nunca hacia atrás, hacia el pasado.

  A los cuatro escenarios operativos de guerra del siglo XX (tierra, mar, aire y espacio) se suman ahora el ciberespacio y el ámbito neurocerebral o psicológico.
 
 

Al cementerio lo llaman algunos 'tierra de la verdad' porque en el camposanto yace enterrada la verdad de la vida y porque solo los que están muertos la poseen.

 
 Disease mongering: Las empresas farmacéuticas diagnostican las diversas vicisitudes de la vida humana como enfermedades a fin de vender medicamentos y vacunas. 
 
 El oráculo de Delfos augura 500.000 muertos más del virus coronado de aquí a la primavera del año que viene en Europa, que fallecerán cuando hayan fallecido.
 
El ave Goofus del zoo fantástico de Borges hace el nido al revés y vuela para atrás, porque no le importa adónde va sino dónde estuvo, cual retrógrado cangrejo.

domingo, 7 de noviembre de 2021

Prólogo a la lectura de 'Knock o El Triunfo de la Medicina' de Jules Romains.

Caer enfermo”, vieja noción que ya no se sostiene ante los datos de la ciencia actual. La salud no es más que una palabra que no habría ningún inconveniente en borrar de nuestro vocabulario. Por mi parte, sólo conozco gente más o menos víctima de enfermedades más o menos numerosas de evolución más o menos rápida (Acto II, escena III).

1.- El título de esta pieza teatral, que levantó el telón por primera vez en el Théâtre des Champs-Élysées de París el 15 de diciembre de 1923, es el nombre propio de su protagonista, el doctor Knock, un nombre sonoro de resonancia anglosajona, pues en la lengua de Shakespeare significa “golpe/golpear”, en el sentido de llamar a una puerta, por ejemplo, pero también “to knock out” quiere decir “dejar sin conocimiento”, dejar K.O. El Dr. Knock, efectivamente, dejará noqueada y fuera de combate, como veremos, a toda la población de Saint-Maurice, un pequeño pueblo ficticio de la Francia profunda cuando se instale allí como médico rural.

1.1.- Es muy probable, asimismo, que el nombre propio del doctor haya sido tomado de un personaje de la película Nosferatu, una sinfonía del horror, que Murnau estrenó en 1922, un año antes que la obra de Jules Romains. El agente inmobiliario, en efecto, que le ha vendido una casa al conde Orlock, es decir, a Nosferatu, o sea, a Drácula, se llamaba Knock, el equivalente del Renfield de la novela de Bram Stoker, en la que se basó la película. Nosferatu emprenderá un viaje desde Transilvania hasta Bremen diezmando a la tripulación del barco y llevando la peste consigo. Knock es de alguna manera el responsable de que la epidemia se cierna sobre la ciudad. En la obra teatral que nos ocupa, Knock pondrá en tratamiento bajo su control a toda la población de un pueblecito francés, ejerciendo un poder dictatorial omnímodo que se anticipa a la irrupción del nazismo y los fascismos históricos europeos. Diez años después de estrenada la obra, en efecto, muchos médicos alemanes se convertirán en férreos defensores de la pureza étnica y cómplices del nacional-socialismo, dos fetiches abstractos. 

  


2.- El subtítulo de la obra “El Triunfo de la Medicina” alude a la ceremonia de entrada solemne en la ciudad de Roma del general victorioso, quien, en este caso es, obviamente, el doctor Knock, que haciendo uso de su estrategia consigue subyugar a toda la población. No es un triunfo personal sino de la Medicina. Cuando el doctor Parpalaid, su antecesor en el cargo y médico a la antigua usanza, y el único que en las acotaciones de J. Romains figura como “doctor”, le reprocha a Knock que esté subordinando el interés del paciente al interés del médico, nuestro protagonista le reconoce que lo hace por un interés mucho mayor que el de ambos, que es el interés abstracto de la Medicina. Knock no oculta a nadie lo que quiere: “Comprenda, amigo mío, que lo que yo quiero, ante todo, es que la gente se ponga en tratamiento” (acto II, escena I). Quiere poner en tratamiento, es decir, hacer sentirse enfermo, y meter en la cama y, llegado el caso, hospitalizar a todo el mundo, objetivo que logrará en Saint-Maurice, donde toda la población estaba sana antes de su llegada, pero él, que se ha doctorado con una tesis sobre los pretendidos estados de salud, logrará que los habitantes de esa comarca descubran al enfermo que llevan dentro y que ignoraban, porque la gente que se considera sana, en realidad está enferma e ignora el mal que padece, según el axioma que él atribuye al magisterio de Claude Bernard: Las personas en buen estado de salud son enfermos que se ignoran.

3.- El nombre del autor de la pieza teatral, Jules Romains es en realidad un pseudónimo de Louis Henri Jean Farigoule (1885-1972), poeta, autor de teatro y novelista francés que fue además miembro de la Académie Française. Un cuarto de siglo después de publicada la obra, en 1949, volverá sobre el personaje creado, el pérfido doctor Knock, publicando unos supuestos “Fragmentos de la Doctrina Secreta” que J. Romains habría recogido oralmente de él, al que imagina ahora cómodamente instalado en Nueva York, convertido en una eminencia científica que trata de generalizar su experimento francés a todo el mundo... 


 4.- Knock o el Triunfo de la medicina, cuenta dentro de la literatura francesa, con una larga tradición que remonta a "El Médico a su pesar" y "El enfermo imaginario" de Molière, dos sátiras de la medicina. Pero al mismo tiempo que se inscribe  en esa corriente la trasciende, porque no se queda en una comedia satírica sino que apunta en su desenlace a la farsa trágica. Si en Molière la figura del médico se ridiculiza, en J. Romains se denuncia, además, su poder manipulador. J. Romains no critica la medicina que se practicaba entonces, como hacía Molière, sino que se anticipa a la medicina del futuro, y casi un siglo después de escrita la obra, podemos afirmar que sus intuiciones han sido confirmadas por la realidad, y aun algunas de ellas sobrepasadas con creces. Podría representarse hoy en día, cien años después de escrita, perfectamente, actualizando si se quiere la puesta en escena con mascarillas quirúrgicas, guantes asépticos, geles hidroalcohólicos y un largo etcétera, y seguiría manteniendo toda la frescura del estreno de hace cien años. La obra ha cosechado muchos éxitos en el país vecino, donde, considerada un clásico de la literatura francesa del siglo XX, es una lectura obligatoria para muchos estudiantes, lo que sin duda hace que muchos de ellos pierdan su interés por ella considerándola algo de otro tiempo, ajeno al mundo actual.

5.- Knock es el personaje central, el médico todopoderoso que manipula a los demás personajes a su antojo como si fueran sus marionetas, gracias al poder intimidador de su charlatanería pseudocientífica y a la credulidad de sus pacientes. Knock es una especie de doctor Mengele, con las manos menos ensangrentadas, pues “es partidario de la disminución de la mortalidad”, y no de la eliminación de unos pacientes que son, a la vez, sus clientes. “Considero que, a pesar de todas las tentaciones contrarias, debemos trabajar por la conservación del enfermo”, según afirma en la escena primera del primer acto, lo que revela que Knock no dejará morir a sus pacientes, pero que tampoco les curará, ya que la curación de un paciente supone la pérdida de un cliente, por lo que tratará de mantenerlos, ya que son su fuente de ingresos. Antes de examinar a uno, le pregunta sobre su situación financiera; cuanto más ricos son, más caros son sus tratamientos y consultas. Parte de una persona sana, a la que transforma en enfermo hipocondríaco asustándolo con su jerga médica y con una dieta capaz de debilitar al más fornido. Convencerá a cualquiera de que está enfermo, como la vieja zorra de la fábula convence al cuervo de que es la más bella de las aves y que la única pega que puede ponerle es que no sepa cantar, a lo cual va el cuervo, grazna y suelta el queso, que es lo que pretendía la raposa, que corre tras arrebatárselo y haberse burlado de él. Deseoso de hacer fortuna, Knock expone su moderno concepto de mercadotecnia, que consiste en crear la necesidad antes de ofrecer el producto que la satisfaga. Pero desde que Knock comienza a tener opíparos ingresos, el dinero deja de interesarle o no es lo que más le interesa, puesto que le fascina ejercer su poder sobre los demás. 


 5.1.- De los demás personajes de la obra puede afirmarse que todos pasan a ser sus comparsas, incluido su rival el doctor Parpalaid al final de la obra. Cuando emprende la tarea de hacerse cargo del consultorio del pueblo, no pretende erradicar ninguna enfermedad, sino sacar el máximo beneficio en el sentido económico del término. Los colaboradores del doctor Knock, a los que atrae tendiéndoles una tupida red con la estrategia de un arácnido, son, en orden de aparición en escena, en primer lugar el pregonero que anunciará a la población de Saint-Maurice que el nuevo doctor abrirá una consulta gratuita el día de mercado. En segundo lugar, visita al señor Bernard, el maestro del pueblo, encomendándole la pedagógica tarea de instruir a los habitantes de Saint-Maurice inculcándoles las nociones científicas de “microbios, gérmenes”, antecedentes de las modernas bacterias y virus. Se trata de que el maestro muestre la peligrosidad mortal de dichos elementos a través de sus clases, educando a los pequeños, y dando conferencias a sus mayores. Posteriormente se gana al boticario del pueblo, el señor Mousquet, que representa la industria farmacéutica, cuyos ingresos, le asegura, se dispararán con sus recetas, y finalmente a la dueña del hotel, cuyo establecimiento se transforma en una clínica que enseguida se verá desbordada.

6.- La profesión médica conserva una impronta sagrada, si no mágica, en el inconsciente colectivo, que data del remoto período en que la medicina se confundía con la religión, dado su carácter sacerdotal. No en vano en Grecia se rendía culto a Asclepio, el Esculapio latino, el dios de la Medicina. Hijo del dios Apolo, según la mayoría de las versiones, fue confiado al centauro Quirón, que le enseñó el arte médica, adquiriendo una gran habilidad hasta el punto de que podía hacer resucitar a los muertos. Asclepio, de hecho, devolvió a la vida a muchos fallecidos, cosa que Zeus no podía permitir porque desbarataba el orden del mundo que establecía una diferencia tajante entre los mortales y los inmortales, y que Asclepio burlaba con su arte, por lo que Zeus lo mató fulminándolo con un rayo. Tras su muerte fue catasterizado y convertido en la constelación del Serpentario. Los atributos de este dios suelen ser, precisamente, serpientes enrolladas en un bastón. El culto a Asclepio floreció sobre todo en Epidauro, donde se desarrolló una verdadera escuela de medicina, cuyas prácticas eran sobre todo mágicas, arte que practicaron sus descendientes, de los que el más conocido fue Hipócrates, cuyo juramento realizan los modernos médicos solemnemente todavía prometiendo “primum non nocere”, no hacer daño en primer lugar a sus pacientes si no pueden curarlos, algo que no pone en práctica nuestro protagonista. 


 7- La obra ha sido llevada al cine en varias ocasiones: He visto Knock (1951), dirigida por Guy Lefranc, francamente magistral gracias la interpretación de Louis Jouvet en el papel protagonista y a la fidelidad del guión al texto, y, la más deplorable seguramente de todas y última por ahora, El doctor de la felicidad (2017), dirigida por Lorraine Lévy, que se presenta como una adaptación de la obra y altera y falsifica esencialmente el mensaje crítico de la obra de Romains envolviendo al doctor, aquí interpretado por el actor negro Omar Sy, en una ridícula historia de amor romántica y amable.

8.- Sólo conozco dos traducciones al español, y las dos están ya descatalogadas, accesibles en algunas bibliotecas públicas y en librerías de viejo y ocasión: la más antigua, la de Natividad Massanes, publicada por Editorial Losada en 1957 en Buenos Aires, y la más reciente, la de M. Paz Sánchez del Corral publicada por Editorial Bruño en 1989, en una colección infantil y juvenil con una guía didáctica para su lectura. La traducción que presento, por mi parte, no es ni mejor ni peor que las anteriores, que he consultado y tenido en cuenta para la mía, simplemente es más accesible, subida como está a la Red y abierta a todo el que quiera leerla.

8.1.- Recojo la noticia de que en febrero de 1925 se estrenó en Madrid con gran expectación debido al éxito que había cosechado en París Knock o El triunfo de la medicina en versión de Manuel y José Linares Rivas. El propio J. Romains asistió a dicha representación, y el crítico Rafael Marquina protestó por la tergiversación del texto que según él habían hecho los traductores. Me hago eco de la anécdota de que en 1943 la obra, que se representaba en Nueva York a la sazón, fue suspendida por las protestas de las asociaciones médicas que sentían que se atacaba la dignidad de su profesión. 

 

9.- El interés de la obra radica desde mi punto de vista en que el autor no nos ha pintado a un simple estafador, al que el dinero deja de interesarle cuando ha obtenido lo suficiente, sino a alguien que sabe lo que hace, que está convencido de su misión social, un apóstol de una nueva religión que es la de la Ciencia, un visionario. A Knock, más que el dinero, le fascina el ejercicio del poder sobre los demás que le brinda su profesión. Desde el primer momento insiste en que se le llame "doctor", porque conoce bien el efecto de este título en la gente, a la que subyuga además con el poder de sus conocimientos científicos y su fuerza de persuasión, que se aprovecha de la credulidad de la gente. Sabe ser duro con los que se rebelan contra su autoridad hasta llegar a ejercer un férreo control. Al practicar la medicina, Knock encontró una forma de ejercer su poder sobre los que le rodeaban, igual que un político, un hombre de negocios o una autoridad espiritual, como él mismo reconoce: "No hay nada más verdadero, decididamente, que la medicina, quizá también la política, las finanzas y el sacerdocio, cosas que todavía no he probado."

9.1.- En nuestros días el estamento médico se ha convertido en una institución poderosa en los países desarrollados, una casta dirigente gracias al sostén de la industria mundial de la Gran Farmacia, y a organismos privados como la poderosa Organización Mundial de la Salud y gracias a los Ministerios de Sanidad de los diversos Estados. La moderna medicina preventiva, que se ha llamado medicina factual o evidence based medicine en la lengua del Imperio, ha hecho enormes progresos, pero a partir de los años 80 se ha subordinado a los intereses de la industria farmacéutica, y a la hora de hacer el balance de riesgo y beneficio, se inclina siempre hacia el beneficio económico en lugar de a la salud de la gente. La medicina promovida por el Dr. Knock, como la medicina contemporánea, subyuga a través del miedo a toda la población de Saint-Maurice, que paraliza su dinamismo vital para someterse a una vorágine de restricciones con el objetivo no de dejar de estar enfermos, sino de tratar de estar sanos. 


 9.2.- Hay un elemento en la obra de especial interés. La labor del médico consiste en diagnosticar la enfermedad oculta para llevar a los pacientes a una “existence médicale”. Knock no cura un mal del que no se es consciente, y que, por lo tanto, no se padece, sino que hace que emerja como por arte de magia y que el individuo lo asuma. Quiere extender el dominio de la medicina, para lo que es menester enfermar a todo el mundo, es decir, hacer que se tambalee su confianza en la salud que posee, metiéndose todo el mundo en la cama para no caer enfermo. Tres meses después de su llegada a Saint-Maurice todo está “impregnado de medicina, recorrido por el fuego subterráneo de nuestra arte”, como le confiesa al doctor Parpalaid. Knock, más que una medicina preventiva, practica una medicina anticipativa, que en lugar de prevenir la enfermedad, la inventa y la fabrica. Se invierte el proceso curativo: no se espera a sufrir una dolencia para tratarse, se trata uno para no caer enfermo. Cualquiera, por muy buen estado de salud que presente, puede albergar en el repliegue menos pensado de su organismo “trillions de bacilles de la dernière virulence capables d’infecter un département”. La posibilidad de no tener síntomas pero ser portador de un peligrosísimo y contagiosísimo virus está en la mente de todos los lectores modernos. La medicina ha progresado tanto en nuestros días que todos estamos enfermos. Por precaución. Por anticipación. Eso justifica la actuación de las autoridades sanitarias. En cada pequeña dolencia o afección encontramos síntomas preocupantes: fatiga, problemas respiratorios, fiebre, pérdida del gusto y del olfato, insomnio, tos... Ni siquiera la ausencia de síntomas garantiza que uno esté sano. Knock hace de la medicina una nueva religión y objeto de culto. La obra resultaría cómica si sus personajes, crédulos, fuesen meros enfermos hipocondríacos que temen males imaginarios, pero al final resulta sarcástica porque sus personajes somos nosotros mismos, el público lector y espectador.

9.3.- En una entrada anterior de El arcón donde cabe todo, en 'El triunfo perverso del doctor Knock', me ocupé ya de la obra teatral, por lo que el piadoso lector debe disculparme si algunas de las cosas dichas allí las halla aquí ahora repetidas. También en otra página hice la presentación de los 'Fragmentos de la Doctrina Secreta' del doctor Knock, que pueden leerse en este enlace con las litografías ilustrativas de Paul Colin, donde J. Romains reflexiona sobre la iatrocracia, o gobierno de la casta médica, universal y la vacuna antitanática, que libraría a la humanidad de la muerte, como complemento de la obra teatral.

10.- En el año 2021 en que escribo estas líneas todos nos hemos convertido queriendo o sin querer en habitantes de Saint-Maurice, prisioneros de esa ficción; incluso el doctor Parpalaid, representante de la vieja medicina curativa, acabará finalmente atrapado en las redes del pérfido Knock. La farsa trágica que escribió J. Romains es nuestro drama actual. El interés de esta obra hoy es la denuncia de tiranía médica o, mejor dicho, de la dictadura sanitaria que se ha apoderado de nuestro mundo, en la que todos los gobiernos, sea cual sea su signo político, se han empeñado so pretexto de salvar la vida, ese fetiche abstracto, de sus súbditos. La Luz Médica que ilumina el escenario al final de la obra nos deslumbra y nos ciega a los lectores y a los espectadores. 

La obra puede leerse clicando sobre esta imagen.

sábado, 6 de noviembre de 2021

Mensajes en una botella

Arranca la Cumbre del Clima de Glasgow, última esperanza, según la prensa del Régimen, para salvar la Tierra evitando el recalentamiento desastroso del planeta. 
 
Igual que se nos ha hecho responsables personalmente de la crisis sanitaria a los ciudadanos, quieren responsabilizarnos ahora de la crisis climática inminente. 
 

 
'Homo fit, non nascitur' (Uno no nace hombre, se hace hombre), dijo Erasmo. Simone de Beauvoir se lo aplicó a la mujer. También habría que aplicárselo al varón. 
 
Hay quienes se preguntan ingenuamente por qué las clases populares desfavorecidas votan a la derecha y no se les ocurre cuestionarse simplemente por qué votan. 
 
Desde que la Ciencia con mayúscula en versión vulgata reemplazó la autoridad de los libros sagrados, la fe en el «progreso» ocupa el vacío que dejó la religión. 
 
 
 
Lo peor de adherirse a la religión del progreso es que su culto nos empuja al mayor de los sacrificios: la inmolación del presente en aras del futuro porvenir. 
 
Mundus uolt decipi, ergo decipiatur. Sentencia latina que aunque no es antigua es ya un clásico: el mundo quiere ser engañado, así que sea engañado por lo tanto. 
 
Cuando se trata de dinero, todo el mundo, a pesar de profesar distintas confesiones o ninguna, creyente o no, como escribe Voltaire, practica la misma religión.
 
 
 
La historia de la mujer de Lot petrificada en sal al volver la vista atrás prohíbe la nostalgia y obliga a mirar siempre adelante sin retroceder, con orejeras. 
 
Quien se libera de la tiranía opresiva de la tradición no se libra por eso mismo de toda influencia, ya que suele suceder que caiga en la dictadura de la moda. 
 
Hay una cultura “rebelde” basada en la sagrada trinidad de sexo, drogas y rocanrol, que es uno de los pilares principales de sumisión al capitalismo consumista. 
 
El intelectual disidente controlado de moda no denuncia que empresas y gobiernos se apropien de nuestros datos y almas, sino que hagan un uso de ellos indebido. 
 
 
 
Los antiguos griegos vieron la relación entre la propiedad, que es un robo, el comercio y la comunicación, en Hermes, dios de ladrones, mercaderes y mensajero. 
 
Un síntoma asaz grotesco de la infantilización humana a la que asistimos es la sustitución de las palabras «padre» y «madre» por «papá» y «mamá» de los adultos. 
 
El control vertical de los súbditos por el Estado en la actual crisis sanitaria ha delegado sus funciones en la vigilancia horizontal de los unos por los otros.

viernes, 5 de noviembre de 2021

¿De qué lado está Dios?

    Roger de Rabutin (1618-1693), conde de Bussy,  en una carta al conde de Limoges fechada el 18 de octubre de 1677,  escribió:  Dieu est d'ordinaire pour les gros escadrons contre les petits: (Dios suele estar a favor de los grandes escuadrones contra los pequeños). La idea que subyace detrás de esta cita es que la mayoría (les gros escadrons) siempre vence a la minoría (les petits) porque es numéricamente superior, y eso Dios lo aprueba, sin entrar en qué partido, bando o batallón es cualitativa- o moralmente mejor.


    Ya antes que él, Tito Livio había dejado escrito que la mayoría casi siempre vencía a la, por así decirlo, mejoría, sin achacárselo especialmente a la voluntad de la divina Providencia como hacía el conde de Bussy: “sed, ut plerumque fit, maior pars meliorem uicit” (Livio, XXI, 4, 1): Pero, como casi siempre pasa, la mayor parte venció a la mejor. Livio lo dijo a propósito de las guerras púnicas, cuando los aristócratas cartagineses, capitaneados por Hannón (o Anón), que para nuestro historiador representaba la mejor parte porque era la nobleza cartaginesa y defendía la paz con los romanos, se opusieron a que Aníbal, aclamado general con el griterío unánime del fervor popular, sucediera a Asdrúbal, conscientes de que esa chispa (paruus hic ignis) podría provocar un gran incendio (incendium ingens). Anón (o Hannón), que quería la paz con los romanos, no veía bien el nombramiento de Aníbal, que contaba con el apoyo del partido de los Barca y de la mayoría. Así traduce José Antonio Villar Vidal el pasaje: “Pocos, pero prácticamente los mejores se mostraban de acuerdo con Hannón, pero como ocurre las más de las veces, la cantidad se impuso a la calidad”.  (Tito Livio, Historia de Roma desde su fundación, Biblioteca Básica Gredos, Madrid 2001).    
 
Marco Porcio Catón leyendo el Fedón antes de darse muerte, J.-Baptiste Roman (1840)

      Pero llegamos enseguida a Lucano que en su poema épico Farsalia canta a Pompeyo, al que denomina las más de las veces por su sobrenombre Magno, derrotado en la guerra civil por su rival Julio César, y a uno de sus partidarios, a Catón, que cuando recibió la noticia de la victoria de César se quitó la vida. Lucano le dedica entonces un hexámetro que es un magnífico epitafio: Victrix causa deis placuit, sed uicta Catoni (Plugo a los dioses razón vencedora, a Catón la vencida) del que se suele decir que el poeta parangona a Catón con los propios dioses, pero del que don Miguel de Unamuno, que también se complacía en la defensa de las causas perdidas, comenta, viendo en él la quintaesencia del quijotismo: “Aquí tenemos a Catón por encima de los dioses. Catón de Útica, eterno modelo de hombre. De hombre, no de sobre-hombre, ¡no! sino de hombre”. En el verso de Lucano se ve claramente cómo los dioses se complacen con la causa vencedora, otorgándole de hecho la victoria, pero frente a la consideración de que lo que ha triunfado es mejor que lo que ha sido derrotado por el hecho de haber triunfado se rebela el sabio estoico, cuya dignidad se contrapone a la de los dioses: su razón, aunque haya sido derrotada por la fuerza de los hechos, y aunque le complazca al cielo, es moralmente superior a la otra, a la ganadora. La causa vencedora fue la de César, la vencida, es decir la de Pompeyo, fue la de Catón, que continuó luchando en defensa de la república contra el proyecto dictatorial de César, y que tras la victoria de este en la batalla de Tapso se quitó la vida. El verso de Lucano exalta la elección de quien se mantiene firme en la defensa de sus valores incluso cuando el curso de la historia se opone a ellos. 
 
La batalla de Guadalete, Salvador Martínez Cubells (1845-1914)
 
    La célebre redondilla castellana anónima y popular que citábamos el otro día basada probablemente en la batalla de Guadalete entre moros y cristianos en el año 711, en la que el rey godo Rodrigo fue derrotado y perdió probablemente la vida, lo que supuso el fin del reino visigodo en la península ibérica, recoge la misma idea: Vinieron los sarracenos / y nos molieron a palos, / que Dios ayuda a los malos / cuando son más que los buenos, o con la variante en los dos últimos versos (arrancando en el primero con "llegaron" en lugar de "vinieron"): que Dios bendice a los moros, / si son más que los cristianos".

    A diferencia de Roger de Rabutin, que afirmaba que Dios estaba "d'ordinnaire" a favor de los grandes escuadrones, pero no necesariamente siempre, dejando abierta la posibilidad contraria, y de Tito Livio que decía que la mayoría de las veces, pero no todas, la mayor parte vencía a la mejor, la redondilla castellana basada en un hecho histórico, al igual que el verso de Lucano, concluye que la divina Providencia está siempre con la mayoría, que no es la mejor parte sin embargo.
 
    La protesta de todas las causas vencidas suele ser, por eso mismo, una blasfemia contra la realidad de los hechos, como en la lengua popular española "Me cago en Dios", que ordinariamente se pronuncia "cagüendiós".

jueves, 4 de noviembre de 2021

Refranes populares españoles anticlericales

    Sorprende que el pueblo español, tan católico como se suele decir que es, haya creado proverbios tan poco católicos como: "Fíate de la Virgen y no corras". Viene a decir este refrán que en los peores lances de nuestra vida debe uno fiarse más del propio esfuerzo que no de las instancias superiores de la divina providencia, en este caso de la Virgen María, que es la madre del cordero, o sea de Jesucristo, es decir del mismísimo Dios,  y de toda la humanidad doliente.  
    Pero hay muchos más refranes auténticamente populares, heréticos y blasfemos, generalmente anónimos en nuestro refranero que cuestionan la figura de Dios, tanto su omnipotencia como su bondad, y, por supuesto, la de su iglesia católica, apostólica y romana, con todos sus clérigos y ministros dentro. Del amplio repertorio escojo al azar algunos botones como muestra que, como veréis, tienen su gracia:

Cosas hace Dios cada día que el Diablo no las haría.

Cuesta abajo, ayudan todos los santos; cuesta arriba, ni Dios ni Santa María.

Dios y el cucho pueden mucho.  
Variante: Dios puede mucho; pero puede más el cucho (el abono, o sea, la mierda, que no deja de ser según la interpretación freudiana una metáfora del dinero).

Lo bueno, Dios lo lleva; y lo malo, acá se queda.

Todo es como Dios quiere, mas no como debe.

El que quiera ver por dentro de un cristiano, que mate a un marrano.


Quien a Roma fue, perdió la Fe.

Beatas, el Diablo las desata.  
Variante: Las beatas tienen el Diablo entre las patas.

Ir romera y volver ramera.  
Variantes: Muchas van en romería que paran en ramería.
-Muchas van romeras que vuelven rameras.
-Romerías, ramerías.
-Romerías y ramerías van por una vía. 
(Más que un juego de palabras “romera”/”ramera”, hay que decir que “romeras” son las que se ponen literalmente en peregrinación para ir a Roma, es decir, las que van a alguna festividad religiosa, que eso eran las romerías por estos pagos en otros tiempos; y claro iban en plan vírgenes beatas y volvían desvirginadas).

La cruz en los pechos y el Diablo en los hechos.

Ayunen los santos, que no tienen tripas.

Cerca de la Iglesia, lejos de Dios.

Muchos que santos tragan, diablos cagan.  
Variante: Tragasantos, cagadiablos.

Abad que fue monacillo (es decir, monaguillo), bien sabe quién se bebe el vinillo.  
Variante: El que fue monacillo, y después abad, sabe lo que hacen los mozos tras del altar. 
(La variante de este refrán deja el campo abierto a otras muchas insinuaciones, no sólo a beberse el vino consagrado, sino quizá también a comerse las hostias sobrantes remojadas en él, sin haber confesado previamente, lo que no deja de ser un sacrilegio. Y una vez puestos y desinhibidos gracias al poder de la sangre de Cristo, quién sabe a qué otros  menesteres se entregaría el carcamal del sacerdote con el monaguillo en la intimidad de la sacristía a la hora de desvestirse tras la santa misa, cuando ya se había quedado vacía la iglesia).

  Detrás de la Cruz, el Diablo.

No es el Diablo tan feo como le pinta el miedo.
 
Y no podía faltar esta célebre redondilla, anónima y popular,  en este repertorio,  sobre el bando en el que está Dios, siempre con la mayoría, no con la mejoría o mejor parte, porque esta suele estar en minoría,  basada en la batalla de Guadalete (711 d. de C.) entre moros y cristianos:

Vinieron los sarracenos
 y nos molieron a palos, 
 que Dios ayuda a los malos 
 cuando son más que los buenos.

Variante: Llegaron los sarracenos
 y nos molieron a palos, 
 que Dios bendice a los moros
 si son más que los cristianos.