viernes, 27 de agosto de 2021

Presentación de "Fragmentos de la Doctrina Secreta"

    Mi interés por estos "Fragmentos de la Doctrina Secreta" que presento a modo de prólogo procede, en primer lugar, de la fascinación que ejerció sobre mí la visión de la película “Knock” de Guy Lefranc (1951), interpretada magistralmente por Louis Jouvet, actor de teatro que tantas veces había encarnado al doctor sobre la escena desde que la comedia en tres actos de Jules Romains “Knock o El triunfo de la medicina” se estrenó en París en 1923, con notable éxito de público y de crítica.

    Llegué a la película a través de la siguiente sinopsis leída en una revista cinematográfica: El Doctor Knock aterriza en una pequeña ciudad de provincias francesa como sustituto del médico local. Alarmado ante la envidiable salud de sus habitantes, urde una trama para convencerlos de que, de una forma u otra, todos están enfermos y, así, poder enriquecerse. La película ofrecía mucho más que eso: unas claves muy interesantes para entender lo que está pasando en la actualidad y estamos, ay, desgraciadamente viviendo por aquello de que “hoy es siempre todavía”, casi un siglo después del estreno de la pieza teatral.

 

    Como una cosa lleva a la otra, la película me condujo a la obra de teatro, que leí en francés y traduje al castellano, no porque no hubiera versiones disponibles en nuestra lengua, que las había, sino porque las traducciones de las que disponíamos estaban agotadas y eran difíciles de conseguir si no se recurría a librerías de viejo o bibliotecas públicas, versión que publicaré próximamente en la Red en abierto para que sea asequible a todos los lectores.

    El argumento de la película y de la obra escénica, que es más una farsa trágica que una comedia, puede resumirse en unas pocas líneas: Un galeno llega a un pueblecito perdido de Francia a ocupar la plaza del antiguo médico que ha permutado por la suya. Va a intentar metódicamente subyugar a la población y convertir a sus habitantes, que considera atrasados y que gozan de una según él sospechosa buena salud, a la religión verdadera de la ciencia médica que él encarna. Se aplicará a buscarse aliados entre la élite del pueblo, el maestro y el boticario, transformando radicalmente la vida de los pueblerinos, de los que se convierte en poco tiempo en dueño y señor. 

Litografía de Paul Colin (1949) para "Fragmentos de la Doctrina Secreta"

    Aunque es un médico, Knock se comporta más como un estratega militar que prepara y ejecuta una campaña de invasión, conquista y ocupación, y, a la vez, como el jefe de una iglesia científica o secta religiosa, encarnando el lugar del sacerdote que brilla por su ausencia en ese pueblo y que predica que es la enfermedad y no la salud lo que constituye el estado normal y aun deseable de los seres humanos. Knock se impone como un jefe carismático, que hace uso de un poder de sugestión hipnótico; no es un simple misionero que predica una nueva religión, sino un iluminado charlatán que cree que aporta una forma superior de civilización.

    La traducción de la obra de teatro me llevó a interesarme por el autor, y a descubrir cómo al cabo de los años Jules Romains, pseudónimo literario de Louis Henri Jean Farigoule (1885-1972), volvió sobre el personaje que había creado, y publicó en 1949 estos “Fragmentos de la Doctrina Secreta” con la colaboración del cartelero Paul Colin, que hace un estupendo trabajo de ilustración del texto con 18 litografías. Lo primero que me llamó la atención de este descubrimiento fue su título, y lo segundo el autor que figura en primer término que no es Jules Romains sino el propio doctor Knock. 

    No me resultó difícil hacerme con un ejemplar de la obra, cuya única edición corrió a cargo del editor Manuel Bruker, y que conseguí a través de la Librairie de l'Avenue de Henri & Laurence Veyrier, a la que expreso mi agradecimiento desde aquí, en el célebre y entrañable Marché aux Puces de Saint-Ouen.


Litografía de Paul Colin (1949) para "Fragmentos de la Doctrina Secreta"

     Resulta paradójico que con el éxito que tuvo “Knock o El triunfo de la medicina” en el país vecino, donde es todo un clásico de la literatura francesa del siglo XX, la publicación un cuarto de siglo después de este tratado, haya pasado totalmente desapercibida. Bien es verdad que la edición, que es la única por ahora que hay, fue bastante minoritaria, reducida a 2.500 ejemplares, y elitista en cuanto reservada “exclusivamente al cuerpo médico y farmacéutico”, y bien es cierto también que el teatro y el ensayo son dos géneros literarios muy distintos, por lo que no puede compararse una obra teatral, representada de viva voz en numerosos escenarios del mundo -y llevada varias veces al cine con desigual fortuna, la última vez, la adaptación más lamentable, en 2017 bajo el título deplorable de “Knock, el doctor de la felicidad”-, con un opúsculo minoritario no exento de cierto sarcasmo satírico y que tiene el marchamo de lo clandestino, un texto que no está destinado al gran público, sino a un lector especializado, digamos, y amante de libros raros e ilustrados.

      A continuación del título “Fragmentos de la doctrina secreta” y de la atribución inicial de su autoría al doctor Knock figura el subtítulo a modo de comentario de que los citados fragmentos han sido “recogidos por Jules Romains”, que se presenta así como el compilador de la doctrina secreta reservada a los iniciados, cuya transmisión ha sido exclusivamente oral, como la de los grandes fundadores de religiones y maestros del pensar. Precisamente ese carácter iniciático y semiclandestino explicaría un poco la alusión a la doctrina secreta, un guiño literario a Madame Blavatsky, autora de “The Secret Doctrine”, síntesis de ciencia, religión y filosofía, publicada en 1888. Helena Petrovna Blavatsky, en efecto, fue cofundadora de la Sociedad Teosófica y autora de otras obras famosas, como “Isis sin velo” (1877), en la que describe los pormenores de una religión de su propia creación. Madame Blavatsky, la afamada ocultista, ocultaba su impostura detrás de una supuesta doctrina reservada a los iniciados y utilizaba el engaño para aprovecharse de la ignorancia y la credulidad de la gente. No otra cosa hace el doctor Knock, este émulo de madame Blavatsky. 


    Jules Romains, el compilador que no quiere presentarse a sí mismo como autor, distanciándose así del maestro al que sin embargo admira, ha creado un personaje universal. De algún modo le ha dado tanta vida a este personaje que se ha independizado de su autor, que nos lo presenta ahora, un cuarto de siglo después, con un éxito arrollador. Comenzó como médico rural de un pueblecito francés y ahora es toda una eminencia científica, vive en Nueva York y está trabajando desde allí en el proyecto de globalizar la exitosa experiencia local que llevó a cabo en Saint-Maurice haciéndola extensiva a todo el mundo. Es decir, quiere instaurar una iatrocracia universal o gobierno de la casta médica y farmacéutica. Sin embargo, el doctor Knock ya no es aquí el médico rural que con la ayuda del maestro y del boticario consigue hospitalizar a toda la población de Saint-Maurice, y lucrarse con el desempeño de su fraudulenta profesión. 

    Ahora es todo un personaje de renombre internacional, una suerte de doctor Mengele, que no pretende tanto matar a sus pacientes como el siniestro Ángel de la Muerte, sino prolongar su existencia cuantitativamente convirtiéndolo en paciente crónico a costa de anular cualitativamente su vida, con lo que finalmente acaba dándoles la muerte en vida sin llegar a quitársela del todo. Han transcurrido veinticinco años, y el doctor ha llegado muy lejos, pero aún pretende llegar más lejos todavía, con su proyecto de iatrocracia y de creación de la OMU, la Organización Médica Universal, una especie de Organización Mundial de la Salud, que será la encargada de imponer la gobernanza mundial con la inducción y declaración de la misteriosa epidemia 235. ¿Estamos ante un ligero divertimento literario o se trata de algo más, acaso una sátira despiadada? ¿Es una mera ficción o un fiel reflejo de la realidad? ¿Se trata de una profecía que tres cuartos de siglo después de escrita se ha visto cumplida? 

 

Fotograma de 'Knock' de Guy Lefranc (l951)

     De alguna manera el doctor Knock está prefigurando el moderno concepto de disease mongering o el lucrativo negocio para la industria farmacéutica de la promoción de enfermedades y de los enfermos imaginarios, convertidos primero en pacientes y finalmente en clientes, a los que suministrarán sus medicamentos. La propagación de enfermedades, impulsada por poderosas estrategias publicitarias de márquetin, convierte a las personas sanas en enfermos, desperdicia recursos valiosos y causa daños iatrogénicos, transformando problemas benignos en patologías graves, alarmando a la población mundial con pronósticos catastrofistas, exagerando la prevalencia de los problemas por descenso de los valores normales, y la redefinición de las vicisitudes de la existencia, por ejemplo de la vejez, que es un proceso natural, como patologías que hay que tratar.

    Jules Romains ha puesto de manifiesto los mecanismos que mueven el mundo, la creación de necesidades para el consumo de fármacos, en este caso, para lo que es fundamental en principio informar y adoctrinar a las masas y a los individuos a fin de que se conciencien de los peligros que corren y se consideren enfermos, si no es efectivamente en acto, al menos en potencia aristotélica. Para eso doctores tienen la Iglesia y la Ciencia, que es la nueva religión, con sus cohortes de expertos científicos, biólogos,  virólogos, epidemiólogos... Ya nos había advertido el nuevo médico rural de Saint-Maurice de que no había nada más sospechoso médicamente hablando que un hombre sano y nada más peligroso que el estado de buena salud, ya que en su seno dormita como la bella durmiente del cuento infantil la enfermedad, que es preciso despertar para tratarla convenientemente, para lo que el doctor se granjea la complicidad del boticario, que en pequeña escala representa el gigante colosal de la moderna industria farmacéutica. 

Fotograma de 'Knock' de Guy Lefranc (l951)
 

    Me planteaba yo hasta qué punto esta obra podría interesar hoy a un público más amplio, y si valdría el esfuerzo de traducirla, publicarla y rescatarla del olvido de su hasta ahora única edición, y creo que, al igual que la pieza de teatro, merece mucho la pena porque de alguna manera estamos asistiendo a lo que en ambas se vaticinaba: la expropiación de la salud a la que Iván Illich se refería en su “Némesis médica” (1975), cuando decía, por ejemplo, denunciando la pandemia iatrogénica en el prefacio: “La medicina institucionalizada ha llegado a ser una grave amenaza para la salud”.

    Estamos ante un texto que podrá ser tachado de alimentar una teoría de la conspiración, pero lo que hace es precisamente todo lo contrario. No inventa una conjura, sino que denuncia la de la casta fármaco-médica que existe realmente y viene de muy lejos, y que, en aras de lo que podríamos llamar la Sanidad, sacrifica la salud y por lo tanto la vida de la gente. Se trata, sin duda, de un texto subversivo que revela la existencia de una doctrina secreta de carácter iniciático que como la alquimia medieval nos promete el Magnum Opus, la piedra filosofal de la eterna juventud que venza a la mismísima muerte con los fármacos experimentales de las vacunas antitanáticas, cuya mentira y fracaso se revelará al final estrepitosamente. 

    La traducción se puede descargar clicando sobre la imagen:


2 comentarios:

  1. Mil gracias por esta ofrenda y el recordatorio de que para vivir sobran sacerdotes de viejas religiones y nuevas creencias.

    Es el sinsentido el que nos arroja a los brazos de la fe que es el mayor sinsentido pretendiendo justificar el sinvivir como una inversión para nada que no sea posponer la vida para ese vacío de un futuro, y por eso mismo, ya desde ese momento, impidiendo las posibilidades de vida.

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