Herrada de Landsberg o más propiamente de Hohenburg (1125/30-1195) ingresó a temprana edad en la abadía de Hohenburg, en los montes Vosgos, de la que llegó a ser abadesa. Durante diez años embarcó a las sesenta monjas en la elaboración de un voluminoso manuscrito titulado Hortus deliciarum (El jardín de las delicias o deleites), enciclopedia del saber y las creencias existentes con numerosas ilustraciones, la primera de la que se tiene constancia que fue escrita por una mujer.
El manuscrito original, cuya mayor parte estaba como era habitual en el siglo XII en latín con glosas en alemán, se perdió en el incendio de 1870 de la Biblioteca de Estrasburgo durante la guerra franco-prusiana, pero se han conservado algunas copias que se hicieron de él por su valor didáctico y artístico de sus textos y miniaturas, lo que ha permitido su reconstrucción.
La artista, que ha dado
rienda suelta a su poderosa imaginación, pretende con esta miniatura
aterrorizar a las monjas y novicias de Hohenburg a fin de alejarlas
de vicios y pecados. Lo que representa es el castigo eterno de los
malditos que en el Juicio Final serán colocados a la siniestra del
Juez Soberano, no como los fieles colocados a su diestra, que gozarán eternamente de la recompensa celestial. Lo que presentamos es la copia del original que realizó Christian Moritz en 1818
En el segundo piso, vemos primero a una mujer elegantemente vestida que devora a un niño desnudo, la madre que come a su hijo, luego a una cortesana suspendida por las manos entre dos demonios que la ajustan y le ayudan en su aseo; en el centro, un demonio le corta las orejas a uno que escuchó de buen grado a los aduladores y a los delatores; otro condenado derribado por el suelo es sujetado por la horca de un demonio, mientras su lengua, que está sacando en toda su longitud, es mordida por un sapo, como castigo quizá por haber proferido alguna blasfemia. El último de la derecha es un usurero que tiene un demonio encaramado sobre sus espaldas que derrama oro ardiente en sus manos.
Por último, en el tercer y último piso, aparece primero un desgraciado que se suicida clavándose un puñal, luego tres personas 'impuras' que son heridas y mordidas por serpientes: las dos primeras son dos hombres que parecen sodomitas, la tercera es una mujer -Miguel Ángel utilizará el mismo símbolo de las serpientes en la decoración de la Capilla Sixtina-, y después tres personas engreídas que, como castigo a su orgullo, están colgadas boca abajo y son el juguete de unos diablejos. El primero está contrapesado por una gran piedra sobre la que está sentado un demonio; los otros dos están suspendidos de pies y manos de los dos extremos de una cuerda; entre los dos se baja la cuerda y se ve a un demonio que se balancea sobre ella como si estuviera en un columpio, mientras otros dos espíritus infernales les tiran a los orgullosos de los pelos. Los distintos vicios se representan así con su castigo especial, y Herrada es así una predecesora del Dante y su Divina Comedia. Encima de la fila superior de este terrible cuadro se encuentra el no menos terrible texto bíblico: Vermis impiorum non morietur et ignis illorum in sempiternum non extinguetur. Isaías LXVI, 24: El gusano roedor de los impíos no morirá, y el fuego de aquellos no se apagará en toda la eternidad.
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