viernes, 5 de febrero de 2021

¿Bulo o premonición?

Las agencias de verificación de hechos (fact checkers en la lengua del Imperio) que tanto pululan en estos tiempos son, no me cabe la menor duda de ello, los modernos inquisidores, émulos de Torquemada, que dictaminan desde sus púlpitos mediáticos lo que es verdad y lo que no, la veracidad y la falsedad de las cosas, con lo que acaban falsificando no la realidad, que ya es falsa de por sí, sino la verdad. 

De ellos no se puede esperar que reconozcan honestamente lo que salta a la vista de cualquiera que mire las cosas sin prejuicios ni anteojeras: que la realidad no es verdad. En lugar de eso se dedican a denunciar los bulos, las mentirijillas que, ellas también, sirven para sostener la falsedad de todo el edificio. En lugar de hacer una enmienda a la totalidad, se dedican a parchear denunciando los embustes y supercherías, como veremos a continuación.

Analicemos a tal fin el caso de Walter Molino (1917-1997), un artista gráfico italiano que se ha hecho famoso a título póstumo porque a alguien, a la vista de uno de sus dibujos publicado en la contraportada de la Domenica del Corriere del 16 de diciembre de 1962, se le ocurrió publicar en las redes sociales, que es donde rastrean las noticias los verificadores, que el autor había vislumbrado hace sesenta años lo que iba a suceder en 2022, o sea, el año que viene. 

No les faltó tiempo a los chequeadores para saltar enseguida como víboras y denunciar el supuesto bulo: "Verificadores de datos independientes indicaron que esta información no tiene una base justificada". No analizaron que el hecho de que la imagen se hubiera convertido en viral enseguida era porque estaba bien traída, porque, sin querer ni pretenderlo, denunciaba lo que ya estábamos viviendo nosotros, como a su modo hizo en lo literario Orwell, a raíz de la declaración de la pandemia universal por obra de la Organización Mundial de la Salud, y de la implantación de medidas por casi todos los gobiernos del mundo de distanciamiento social y de aislamiento para evitar el recíproco contagio.


Los detectores de bulos dictaminan que Walter Molino no habló nunca del año 2022, y es cierto. Simplemente propuso una solución al problema de los atascos de tráfico y de los aparcamientos que había en las grandes ciudades: un vehículo individual en lugar de los voluminosos coches que conocemos que como dice Agustín García Calvo "con su cuerpo parecido al caparazón de un caracol" multiplican "por veinte el volumen del individuo". El ilustrador nunca dijo que esto era lo que iba a pasar en el año 2022, sino que publicó esa ilustración como contrapunto de la portada, también obra suya, que reflejaba los problemas del tráfico rodado en una gran ciudad como Nueva York, y como propuesta de solución. Pero veamos, en primer lugar, la portada del semanario, cuyo texto dice así: "La pesadilla de los atascos. En una calle de Nueva York, ya congestionada por la fiebre navideña, al empleado de correos George A. Compton, inmovilizado con su automóvil en un embotellamiento, se le ha ido la olla tras una espera exasperante. Ha salido de su auto, quitado los zapatos, y se ha puesto a subirse al río inmóvil de autos, saltando ágilmente de coche en coche”.


En la contraportada publicó esta otra ilustración como solución a los problemas de tráfico de esa misma calle de la gran ciudad: un vehículo, que denominó “singoletta”, algo así como “singulita”, cuyo texto reza así: "¿Conduciremos así en ciudad? Así podría ser aligerado, si no resuelto del todo, el problema del tráfico en las ciudades; en lugar de los actuales voluminosos vehículos, minúsculos autos unipersonales que ocupan un espacio mínimo y que podrían llamarse “singulitas”. Walter Molino ha imaginado aquí el aspecto de la misma calle de la ilustración de la portada como si se hubiese adoptado a gran escala la nueva solución".


Era una especie de vehículo a medio camino entre el Smart, que en realidad es un tándem o dos plazas ideal para la pareja en la que se funda la institución del individuo, y el Segway, que es el triunfo ya del individuo personal, el dos ruedas eléctrico inventado por Dean Kamen en 2001. De hecho podemos reconocerle a Walter Molino algo: la invención de la singoletta,  que es sin ningún género de duda la abuela del Segway, el patinete eléctrico.

No se puede negar que Walter Molino tuvo una visión futurista. Y es que el futuro no es una cosa de ahora o del año 2022, sino que ha existido siempre. La única forma de aprehenderlo es trasformarlo en pasado porque el futuro llega siempre furtivamente como un ladrón que nos arrebata el presente, tan furtivamente que no nos damos cuenta. Y cuando queremos enterarnos de su llegada, ya es demasiado tarde. Es difícil de definir, de delimitar, de ponerle término o fin, porque no lo tiene: es infinito y por lo tanto inaprehensible. Sólo podemos identificarlo cuando lo convertimos en pasado, cuando lo historiografiamos como hacemos ahora retrospectivamente con la ilustración de Walter Molino, del que no se puede negar que se adelantó al moderno Segway Personal Transporter, proponiendo el encapsulamiento del conductor en una burbuja, a diferencia de este, donde el conductor va a la intemperie expuesto a las inclemencias atmosféricas como puede verse comparando su ilustración con esta fotografía tomada de la realidad: 


jueves, 4 de febrero de 2021

La mujer en el Nuevo Orden Mundial

¿Es posible que bajo la expresión “liberación de la mujer” se esconda una forma sutil de esclavitud y de dominación camuflada y que, por lo tanto, estemos denominando “liberación” a lo que no deja de ser una forma de servidumbre voluntaria? Es cierto que la mujer ha estado sometida al régimen patriarcal durante siglos, pero pretender que ahora que se ha incorporado mayormente a eso que se llama el “mundo del trabajo”, ahora que se ha cumplido en parte su inserción en el mercado laboral, se ha emancipado de las viejas ataduras e independizado sin ninguna contrapartida es mucho suponer. 


 "Esa niña tan desmadrada, hasta que no se despadre, como si nada"

Algunos feministas creen que así es, y que lo único que queda por hacer es la igualación salarial en aquellas profesiones donde las mujeres cobran menos que los hombres, luchando contra lo que llaman la brecha salarial, usando una metáfora que no sé muy bien de dónde viene, pero que me imagino que sea una traducción de la lengua del Imperio (salary gap, wage gap o gender pay gap), y alcanzar cotas más altas hasta sobrepasar y romper el "techo de cristal", otra metáfora que alude a la promoción jerárquica de la mujer en el ascenso laboral. A nadie le parece mal que “a igual trabajo, igual salario” y que esto sea independiente del sexo del trabajador. Sin embargo, la lucha, justa como ninguna otra, contra la discriminación salarial y por la misma retribución no cuestiona para nada la existencia misma del trabajo asalariado ni la esencia del capitalismo, por lo que, quizá a su pesar, acaba justificándolo. A nadie le parece mal tampoco que haya jefas... Y eso, desde una óptica libertaria, es lo grave porque no se trata de que la mujer llegue a la jefatura del Estado,  por ejemplo, sino de que no haya Estado, que no hace falta que lo haya, ni jefes ni jefas por lo tanto tampoco.


Me explico: no estoy tratando de defender el actual estado de cosas, sino todo lo contrario. Por eso afirmo que todas las reivindicaciones, huelgas o reclamaciones que se le hacen al Sistema, aunque sean justas como sin duda lo es esta, sólo sirven para fortalecerlo y para que la maquinaria de este funcione mejor, por lo que acaban reforzándolo a corto, medio y largo plazo. Si le pedimos al Señor que pague igual -a igual trabajo, igual salario como es de justicia- a trabajadores y trabajadoras.... estamos legitimándolo en primer lugar al señor como interlocutor y le estamos confiriendo la dignidad de Señor, y legitimando en segunda y no menos importante instancia la esclavitud que supone el trabajo asalariado y, por lo tanto, el capitalismo.

 Afrodita, museo arqueológico de Paestum

La mujer, cuando no se ha liberado de las viejas ataduras que conllevaba ser “mujer” la maternidad y el ser objeto de belleza, se incorpora al mundo laboral. Esa obligación de trabajar, que no estaba en la Biblia, equipara efectivamente a mujeres y hombres pero los equipara bajo el mismo rasero igualitario de la servidumbre y en la esclavitud que supone el trabajo asalariado: "ganarás el pan con el sudor de tu frente".


¿Era este el Novus Ordo Saeclorum que anunciaba la sibila de Cumas? Sin duda, no. Hay un movimiento feminista que reclama empoderamiento femenino: es un error desde una óptica libertaria. Lo que hay que hacer es luchar contra el Poder, que es, huelga decirlo, desde el origen de la historia de la humanidad hasta nuestros días, esencialmente masculino, no repartirnos el pastel del poder entre hombres y mujeres a partes iguales. No se trata de cambiar la constitución para que la infanta Leonor, valga el caso a modo de ejemplo, llegue a ser reina de España, dado que es la primera en la línea de sucesión al trono, sino de que no haya tronos ni reyes ni reinas que asienten sus regias posaderas en ellos, ni monarquías ni repúblicas tampoco. Mas que propugnar el empoderamiento de la mujer, habría que propugnar un día como hoy y todos los días del año el desempoderamiento, valga el palabro, del varón, y la lucha de las mujeres debería enfocarse contra el Poder para liberarse de sus garras tanto ellas como nosotros. 
 

miércoles, 3 de febrero de 2021

Mi nombre es Nadie

-Cíclope, me has preguntado mi nombre propio y yo mismo / te lo diré; pero dame el presente, tal prometiste: /  Nadie tengo por nombre. Y Nadie me llaman a mí mi / madre, mi padre y todos los otros, mis compañeros. 

Era la respuesta del taimado Odiseo, más conocido como Ulises, en el canto noveno de la Odisea al gigante Polifemo, que le preguntaba medio beodo al héroe homérico su nombre al mismo tiempo que le rogaba que por favor le sirviera más vino, y que él a cambio le obsequiaría con un presente para demostrarle su hospitalidad. Ulises le servía vino y emborrachaba al gigante, que se adormecía no sin antes reconocer que el vino, que él nunca había trasegado antes,  era "extracto de néctar y de ambrosía".     

 Odiseo/Ulises cegando a Polifemo

Pero el astuto héroe no le ha revelado su nombre propio, que es Odiseo, hijo de Laertes, sino que le ha dicho que se llama Utis, que en griego significa Nadie; "u" es la negación, no, como en utopía, y "tis" alguien (quis en latín): No-alguien, Nadie, Ninguno. No-body en las traducciones inglesas o Personne en las francesas.

En su origen Nadie no era una palabra negativa en castellano, sino positiva, digamos. Es una forma derivada del participio latino “natus –a –um”, que significa “nacido”. La forma “nadie”, procede del plural masculino “nati”. Corominas propone una frase como “homines nati non fecerunt”, que significaría literalmente “hombres nacidos no lo hicieron”. Si suplimos el sustantivo “homines” quedaría: “nati non fecerunt”. Este “nati” evoluciona a “nadi”, por sonorización de la oclusiva dental sorda intervocálica, y pasaría a “naid”, de donde la forma vulgar que todavía se oye “naide” y, como reacción contra el vulgarismo, nuestro nadie
 
Nada, por su parte, tampoco era palabra negativa, ya que procede de RES NATA “cosa nacida, el asunto suscitado en cuestión”. Así una frase como NON FACIT REM NATAM “no hace la cosa en cuestión”, se simplifica en el romance castellano: NON FACIT NATAM, de donde “no hace nada”; pero en romance francés sería NON FACIT REM: il ne fait rien.  Nada se dice en catalán "res", o sea, cosa.

Lo que en definitiva le estaba diciendo el héroe homérico, volviendo al más humano de todos los héroes homéricos porque de hecho no era un semidiós de origen divino, sino un hombre de carne y hueso, al cíclope Polifemo es que su nombre propio era cualquiera, podía ser cualquiera, con lo que le estaba dando a entender de paso sin pretenderlo también que detrás de cualquier nombre propio como el suyo, que no quería revelárselo, lo que se encuentra es el nombre común, la fosa común del anonimato, porque todos los nombres propios son en último extremo pseudónimos, reales pero falsos, como la propia realidad.


La respuesta de Odiseo/Ulises recuerda, cada cuatro o cinco años en época de elecciones en nuestros sistemas democráticos representativos modernos, el lema que apareció en los gloriosos años sesenta en los Estados Unidos, donde se proponía a Nobody (Nadie) para presidente, el mejor candidato sin ningún género de duda: Vota a Nadie, Nadie cumplirá las promesas electorales, Nadie escuchará tus problemas, Nadie ayudará a los pobres y desempleados, Nadie se preocupa por ti, si Nadie resulta elegido las cosas irán mejor para todos y cada uno. Nadie dice la verdad.
 

martes, 2 de febrero de 2021

Cinco mensajes breves

 (Cita Previa)

-¿Tiene cita previa? -No. -Pues lo siento, pero no puede pasar si no tiene cita. Pídala telemáticamente, y vuelva usted mañana, que dijo Larra, o cuando sea. 

 

Una anciana diagnosticada de demencia senil a consecuencia del mal de Alzheimer que padece pregunta lúcida: -¿Dónde están mis recuerdos? ¿Dónde fueron a parar?

 (Lapsus linguae)

El Ministro de Sanidad quebequés a propósito de la vacuna: «Tenemos prisa por empezar a eliminar (¿de la lista de espera?) a nuestras personas vulnerables». 

 

La institución del individuo personal es tan indestructible que resucitará tras la muerte al son de la trompeta del arcángel Gabriel el día final de Armagedón.

Bando de alcaldesa: -A mis vecinos les pido que se autoconfinen por el bien de todos. Eso es lo primero (que se encierren) para poder salir de esto poco a poco.

lunes, 1 de febrero de 2021

Del adoctrinamiento universitario

Unas declaraciones de la atolondrada, voy a decir, Ministra de Igualdad del Gobierno de España, doña Irene Montero, que ha defendido a capa y espada el derecho de toda mujer a llegar "sola y borracha" a su casa (mejor hubiera dicho "sola y a altas horas de la madrugada", porque lo de llegar a casa beodo uno o beoda una -igual da, que eso es la igualdad, nombre del ministerio que ella regenta- tiene su mérito sin ayuda de nadie y es un poco difícil, sobre todo cuando se roza el coma etílico-, sus declaraciones, decía, oídas de pasada en alguna cadena de televisión pública o privada, no recuerdo bien, pero igual da que da lo mismo, me han hecho recapacitar un poco sobre la función de la maltrecha Universidad en estos tiempos que nos corren.

Me explico. Le preguntaban los periodistas su opinión sobre el escrache que había sufrido recientemente el Vicepresidente don Pablo Iglesias, su pareja y padre de sus hijos, a cargo de unos estudiantes izquierdistas en un acto universitario al grito de "¡Fuera vendeobreros de la Universidad!", y ella defendiendo la libertad de expresión de los estudiantes, lo que la honra y me parece muy loable por su parte, alegaba que la Universidad era, lo oí de pasada, pero se me quedó grabado, un "centro de creación de ideas" (sic). Me quedé estupefacto con esta formulación que se le escapó a la ministra, que la soltó allá te va, a topa tolondro, es decir, sin mucha reflexión sobre lo que estaba diciendo -de ahí lo de atolondrada, que decía al principio-, pero por eso mismo es muy significativa, reveladora y sintomática, aunque los medios no se hayan hecho eco que yo sepa,  de lo que realmente piensa en su fuero interno sobre nuestra alma mater, y analizándola me dije a mí mismo: cuánta verdad ha dicho sin querer decir lo que decía la ministra. 

 Plaza de Feijoo, Facultad de Psicología,  Oviedo

No dijo que la Universidad fuera un centro de difusión de ideas que se someten a la criba de la razón, lo que hubiera sido una expresión acertada y con la que podríamos estar todos muy de acuerdo. Tampoco dijo que fuera un centro de discusión de ideas y de libre pensamiento, donde cabían y se discutían libremente todas las ideologías, que sería mucho más noble y acertado todavía. Dijo que era un centro de "creación", literalmente eso dijo, es decir, de fabricación, de generación, de implementación, como dicen ahora con horrísono palabro de cinco sílabas, es decir, donde va uno con la cabeza vacía y se la amueblan enseguida con la argamasa del cocido ideológico del adoctrinamiento. 

Para que le metan a uno ideas en la cabeza no merece la pena, me parece a mí, matricularse en ninguna facultad. Todos tenemos ideas, muchas ideas, demasiadas ideas e ideología metidas en la sesera, y no tenemos ninguna necesidad de que nos inculquen ninguna más, sino más bien de lo contrario. Lo que debería, precisamente, hacer cualquier Universidad que se precie un poco es ayudarnos a desembarazarnos de los enquistamientos de las muchas que tenemos.

La Universidad, al menos la que yo recuerdo y a lo mejor tengo un poco idealizada, lo reconozco, era un centro de discusión, o mejor dicho, de deconstrucción, esto es de "desmontaje de un concepto o de una construcción intelectual por medio de su análisis, mostrando así contradicciones y ambigüedades" según reza la Academia, de las muchas ideas que hay establecidas. 

Pero resulta reveladora, ya digo, la definición de la señora Montero de lo que es la Universidad española actual: un establecimiento donde se crean ideas políticamente corregidas, o, con un lenguaje más acorde al de la ministra, "un taller de ideas". Y es que ella, mucho más joven que yo y víctima que ha sido de la ESO española y del plan Bolonia, ha conocido otra Universidad, sin duda alguna, muy distinta de la mía, donde vas cual tabula rasa y te meten enseguida ideas en la cabeza para comerte el coco,  como en mis tiempos se decía.
 

domingo, 31 de enero de 2021

Comentarios a la carta anual del señor y la señora Gates

El señor Bill Gates y su señora, Melinda Gates, calificados por nuestro entrañable Periódico Global, de cuyo nombre propio no quiero hacer mención, como “la pareja de filántropos”, publican una carta en donde reflexionan sobre el pasado año 2020, afirmando que “las distinciones entre países ricos y pobres se derrumbaron ante un virus para el cual las fronteras no existen”, como si por arte de magia hubieran desaparecido los ricos y los pobres ante el poder igualitario de la Muerte que no hace distingos a la hora de llevarse a todo el mundo al otro barrio y que como dijo Horacio lo mismo da una patada a las soberbias puertas de los palacios de los príncipes que a las chabolas de los pobres, pero que no soluciona las desigualdades económicas en este mundo, como parece que quieren dar a entender los multimillonarios filántropos norteamericanos que subvencionan los periódicos mundiales donde luego aparecen publicadas sus cartas. 

Según ellos, todos estamos en el mismo barco (we are all in this together), a lo que la voz del pueblo y la razón común les dice que no es verdad. En todo caso todos estamos en el mismo océano, donde unos navegan en lujosos yates como ellos, otros en lanchas o barquichuelas, otros nadando con salvavidas y muchos sin él a merced de la corriente y las olas, y muchísimos naufragan y se ahogan...

El señor y la señora Gates definen el 2020 como el año “en que la salud global se volvió local” (the year global health went local), y parecen muy orgullosos de esta ingeniosa frasecilla a juzgar por las veces que la repiten a lo largo de su epístola, aunque parece que la cosa también podría verse al revés: la salud local es la que se volvió un problema global. Lo privado y particular se volvió un asunto público y general,  y viceversa, habida cuenta de la teoría conspirativa del contagio. 

Ellos, a pesar de sus miles de millones de dólares, tienen la conciencia tranquila, no lo dicen, pero se deduce de su carta porque se sienten orgullosos de la fundación que crearon hace dos décadas,  centrada en la salud mundial, una salud siempre preventiva y nunca curativa, y encaminada según ellos “a mejorar la vida del mayor número posible de personas”. 

A pesar de todas las dificultades, la señora y el señor Gates son optimistas, ven que se acerca el final del principio, ven que “brilla un rayo de esperanza en el horizonte” y están convencidos de que las nuevas herramientas, se refieren a las vacunas principalmente, “pronto empezarán a flexionar la curva de forma rotunda”. 

 Profesora de instituto dando clase en Seúl (Corea)

Esperemos que la susodicha vacuna no sea como el caballo de Troya y no suceda como con la aciaga profecía de la ninguneada y sin embargo clarividente Casandra, que se opuso a su entrada, pero nadie hizo caso de sus advertencias premonitorias. Esperemos que la inoculación de la vacuna en el organismo humano traiga la solución al problema, y no, como creía aquella loca visionaria, su agravación. Esperemos que la propia vacuna no sea un virus troyano que, si lo introducimos en nuestro organismo pensando que es el antivirus perfecto, acabe destruyéndolo y arrasándolo, porque de su interior saldrá el enemigo que pretendíamos combatir y que creíamos haber vencido, y aprovechará el relajo de nuestro sistema inmunitario que se cree a salvo durante el sueño para sembrar la desolación y permitir, haciéndose viral, que entren a saco todos los víruses del mundo. Y Troya será pasto de las llamas.

Resulta conmovedor leer cómo se preocupan los Gates porque, ante una crisis global como esta, las empresas, como hacen habitualmente, “tomen decisiones impulsadas por un afán de lucro” o los gobiernos “actúen con el objetivo limitado de proteger únicamente a sus propios ciudadanos”, como si ese no fuera su cometido, y unos y otros no miren como miran ellos por el bien común y global, palabra mágica esta última que vale por mundial, y que tanto acarician nuestros buenos samaritanos

Para que esto no suceda porque sería muy poco altruista entra en juego la filantropía, es decir, el desinteresado amor a la humanidad sin ánimo lucrativo de los señores Gates que reconocen tener relaciones sólidas “con la OMS, con expertos, con gobiernos y con el sector privado” en los que han invertido, según declaran, 1.750 millones de dólares, que se dice enseguida, para luchar contra la Covid-19, lo que implica, en primer lugar crearla o, si ya existía, magnificarla. Pues para ser un héroe hay que tener un monstruo que combatir que esté a la altura de la proeza heroica que se pretende, y si el monstruo no es tan fiero como lo pintan, hay que maquillarlo y hacer que parezca más fiero de lo que es a fin de infundir pánico y terror. Todo héroe crea el monstruo contra el que dice combatir.

Dicen ser optimistas respecto a la vida después de la pandemia, que nos ha obligado a “asimilar un nuevo vocabulario” -pero sabemos que detrás de ese nuevo vocabulario hay algo más que palabras: hay una nueva realidad o normalidad- y ha aportado un nuevo significado a términos antiguos como “salud global”. Nos quieren decir que hay vida después de la pandemia, pero ¿la hay ahora mismo? ¿Cómo puede haberla después si no la hay ahora?

Pero llegados a este punto, cuando creíamos que todo iba a solucionarse con la dichosa vacunación que ellos promueven y fomentan, el señor y la señora Gates nos dicen que hay que priorizar la igualdad -¿económica?- y, que tenemos que... “prepararnos para la próxima pandemia”.

O sea, que para cuando salgamos de esta, si salimos alguna vez, ya nos tienen preparada otra. Nuestro gozo en un pozo. Vendrán más pandemias. Vendrán más pestes. 

Doña Melinda, que lamenta no haber podido viajar, porque ha tenido que quedarse confinada la pobre en casa como todo el mundo, confiesa que teletrabaja entre otros clientes con el Banco Mundial. Reconoce que para las personas más desfavorecidas “la situación es peor que para las pudientes” como ella, pero lo que parece preocuparle más a la señora Gates y a su marido es que las viejas desigualdades existentes en el mundo, que según ellos habrían desaparecido gracias al virus, se agraven con una nueva: la desigualdad en la inmunidad -que para ellos, como para la OMS, es sinónimo gratuito y automático de vacunación-, un futuro donde sólo los ricos tengan acceso a la vacuna, mientras que el resto del mundo, horro de inmunidad natural, no pueda acceder a ella. Escribe: “Hasta que las vacunas lleguen a todo el mundo, seguirán apareciendo nuevos focos de la enfermedad que irán creciendo y extendiéndose. Los colegios y oficinas cerrarán nuevamente. El ciclo de desigualdad continuará. Todo depende de que todo el mundo aúne sus esfuerzos para garantizar que la ciencia que salva vidas desarrollada en 2020 salve tantas vidas cuantas sea posible en 2021.”

El multimillonario filántropo, por su parte, sentencia en un alarde visionario: La amenaza de la próxima pandemia seguirá cerniéndose sobre nuestras cabezas, a menos que el mundo tome medidas para prevenirla. El remedio de la inexistente próxima pandemia no es la curación, sino la prevención. Pero si la prevenimos, no lo dudemos, la estamos atrayendo: ya hay cita previa.


Le hacen los ojos chiribitas al tío Gilito cuando piensa en el dinero que va a gastar y en las vidas que va a salvar para el cielo de la ciencia: El mundo necesita gastar miles de millones para ahorrar billones (y prevenir millones de muertes). Escribe mirando a su bola de cristal: Para la próxima pandemia, tengo la esperanza de que tengamos lo que yo llamo plataformas de megadiagnóstico que podrían hacer pruebas hasta al 20 por ciento de la población mundial cada semana... Y anuncia una nueva y prometedora terapia: los anticuerpos monoclonales que, según él, pueden reducir la tasa de muerte, si se reciben con la antelación necesaria, en un 80%, y la creación de un cuerpo de unos tres mil socorristas de primera línea para las enfermedades infeccionas en todo el mundo, comparables a los bomberos, que irían a apagar los fuegos infecciosos, con lo que los pobres humanos nos volveríamos inmortales, gracias a esa ciencia que salva vidas como antaño la Iglesia, que salvaba almas para el cielo. Seremos inmortales como los dioses y como las ideas de Platón.

Acaban su larga carta escribiendo que, aunque cuesta imaginarlo, la pandemia llegará a su fin algún día, gracias a la “impresionante labor de los líderes surgidos durante el último año para guiarnos a través de esta crisis”. Esos líderes, además de nuestros mandatarios responsables, son todos aquellos que están en primera línea luchando contra la pandemia (sanitarios, profesores, padres y madres, vecinos caritativos que cuidan de que nadie pase hambre en el barrio...), y sobre todo “la pareja de filántropos”, según la expresión de nuestro entrañable periódico local que se ha vuelto global, pareja que se despide de nosotros deseándonos “buena salud” en estos tiempos difíciles.

sábado, 30 de enero de 2021

Mentes mentirosas

Cabe decir, a propósito de la etimología de “mente”,  que el derivado más chocante a primera vista de esta palabra es el verbo mentir, que ya existía en latín MENTIRI, y que en principio significaba inventar, imaginar, derivando después a su significado actual y más conocido de no decir la verdad y, por lo tanto, engañar.


La aliteración de la expresión "mentes mentirosas" revela el parentesco etimológico que  nos invita a hacer una interesantísima reflexión sobre la relación entre la “mente”,  antiguas "mientes", y la “mentira”.
 
A primera y simple vista parece algo descabellado pensar que "mente" y "mentira" compartan la misma etimología latina, procedentes ambas de MENTEM, pues algo nos hace pensar que lo que tenemos en mente, nunca mejor dicho, es una factoría de verdades. Nada más lejos de la verdad. La etimología nos enseña que lo propiamente mental es la mentira, lo que explica que quien se fía de lo que le dicta su propia mente se engaña torticeramente.
 
 
Cuando creemos que tenemos una idea clara y cierta de las cosas, lo que tenemos, en su lugar, es un indicio delator del error y del engaño. Cualquier cosa sobre la que nuestra mente reflexiona de manera razonable o irrazonable es una realidad, no cabe duda de ello, pero esa realidad que fragua nuestra mente no tiene nada que ver con la verdad, sino todo lo contrario, no deja de ser una creación de nuestra mente, un engaño.

Aceptamos la realidad como si fuera la verdad, y cuando alguien nos dice que son dos cosas distintas, que la realidad es falsa, una mentira mental, pero real que nos condiciona, necesitamos mucha energía y lucidez para romper ese condicionamiento, el hechizo de ese encantamiento.

La mente, al igual que un paraguas, no sirve si no se abre (abiertamente=mente abierta)
 

Forma parte de la educación hacer que aceptemos la realidad. Hay quien dice que tenemos que tener conciencia de la realidad, como si la conciencia fuera un espejo donde se refleja esa vieja y arrugada dama,  sin percatarse de que la conciencia es la realidad, por lo que no conviene contradecir una opinión con otra contraria, sino, más bien, librarse de todas las opiniones: ese es el proceso de la razón en marcha que destruye allá por donde pasa todas las mentiras.


viernes, 29 de enero de 2021

"Es tu futuro"

Leo que se convocan 751 plazas de agentes de policía del País Vasco.  El eslogan o grito de guerra para atraer a los incautos está en vascuence: egin zaitez ertzain: hazte policía, o, más literalmente, hazte ertzaina (leído "erchaina" en castellano) o miembro de la Ertzaintza (leído "Erchaincha")
 
El término ertzain etimológicamente significa "vigilante del pueblo" de (h)erri "pueblo, país" y za(i)n "guardián". Ertzaintza es el nombre de la policía vasca como institución y se escribe con mayúscula inicial, mientras que ertzaina, que se escribe con inicial minúscula, es un miembro de esa policía. 

Resulta un poco desalentador que tantos jóvenes acaben formando parte del cuerpo de la Ertzaintza para de ese modo labrarse un futuro, como se decía antaño, que es lo que les promete el Gobierno vasco equiparando el término "futuro" a un buen sueldo y estabilidad laboral, algo que sus carreras y otras ambiciones profesionales no les proporcionan.

Y es que esta oferta de plazas puede ser muy atractiva para un joven que ha estudiado, se ha preparado y lleva años buscando una oportunidad laboral que no le llega, por lo que sigue viviendo con sus padres y dependiendo económicamente de ellos sin ver ninguna luz a la salida de este túnel. Estudiar un año escaso y prepararse físicamente en un gimnasio para, una vez aprobada la oposición, cobrar un buen sueldo y adquirir así una estabilidad económica que les permita hacer vida de adulto, puede ser para estos jóvenes tan goloso, como se suele decir, como una bolsa de caramelos a la puerta de un colegio a la salida de clase.

Lo cierto es que es un caramelo envenenado porque muchos de esos jóvenes están tirando sus carreras profesionales por la borda para acabar siendo algo que, seguramente, nunca habrían querido ser, pero a lo que se resignan porque -a la fuerza ahorcan- creen que es la única manera de abrirse paso en la vida. 


Resulta triste que el país vasco esté desperdiciando de esta manera tanto talento ofreciéndole esa única salida institucional de formar parte de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado (o de la Comunidad Autónoma, que para el caso es lo mismo).

Los talentos huyen de Euskadi y los que se quedan se malogran, vamos a decirlo así, al unirse a la Ertzaintza, si no acaban dando saltos de empleo precario en empleo precario sin posibilidad de avanzar o engrosando las filas de las largas listas del desempleo.

Sería preferible una Euskadi, y una España, y una Europa y un mundo en definitiva con menos policías y con mucho más personal sanitario, por ejemplo. Pero ese futuro parece que no le importa mucho al Gobierno vasco (ni al español, ni al europeo, ni al mundial). Sería interesante que el País vasco no destacara por ser el lugar de la Unión Europea con más presencia policial más acusada, ya que presenta una ratio de 6,9 efectivos por cada mil habitantes.

 

El cartel del Gobierno Vasco trata de atraer a los jóvenes de ambos sexos, a formar parte de un cuerpo armado donde la mayoría de los componentes que acceden son varones. Un hombre y una mujer jóvenes y sonrientes -lástima que la sombra en los ojos que les produce la visera de la gorra, y que a ella, la verdad sea dicha, le queda un poco grande, que les protege de los rayos del sol les dé un aire sombrío y siniestro-, él un poco más alto que ella (los requisitos de estatura mínima son para ellas 1,60 cm. y para ellos 1,65 cm), y no mal parecidos te sonríen y con su sonrisa te invitan a asegurarte un porvenir ingresando en la policía autonómica del Gobierno Vasco, donde al parecer todavía no es requisito imprescindible el conocimiento del eusquera, por lo que el eslogan principal aparece en versión bilingüe: ZURE ETORKIZUNA DA / ES TU FUTURO. 

¿En qué consiste la tierra prometida de ese "futuro" que te venden? Ni más ni menos que en un salario, es decir, la conversión de la vida en un estipendio mercenario, la paga o remuneración a cambio no de un servicio público desinteresado a los demás, sino de un trabajo-para-toda-la-vida, un sueldo que hay que ganarse para vivir (como reza la expresión "ganarse la vida") a fuerza de vigilar al pueblo y de cuidar como haría un perro guardián que la gente no se desmande demasiado, y de manejar las armas reglamentarias que ya sabemos quién las carga, y que en realidad manejan a los que las portan.  El arma reglamentaria, por cierto, de los agentes de la Ertzaintza es la pistola semiautomática autocargable universal Heckler & Koch  Compact de fabricación alemana y de calibre 9 milímetros parabellum, que como se sabe es un latinajo que significa "prepara la guerra".

jueves, 28 de enero de 2021

Contactos sin tacto

Me entero de que una Organización No Gubernamental llamada “Cooperación Internacional” (Living for others, en la lengua del Imperio) ha lanzado una campaña con etiqueta de almohadilla tuitera denominada #TocarSinContacto para acercarse a las personas que lo necesitan “aunque no pueda ser físicamente por la pandemia del Covid-19”. Y como no pueden arrimarse físicamente, según dicen, van a intentarlo, digo yo, metafísicamente... Animan principalmente a los jóvenes a sumarse como buenos samaritanos a su campaña de voluntariado pandémico... dentro siempre, claro está, del marco normativo de la Nueva Normalidad. 

 

Según uno entra en su página güeb, se encuentra con un lema que pone: "El futuro va a ser mejor. Lo estamos cambiando." Se supone que mejor que el presente: la zanahoria delante de las orejeras del borrico. A continuación hay una pestaña en la que se lee QUIERO CAMBIAR EL MUNDO. Si uno clica allí, resulta que hay tres procedimientos para lograr el portento: -Con una donación (económica, por supuesto); -Haciendo voluntariado samaritano; y -Desde mi empresa (?) a través de colaboraciones institucionales de entidades tanto públicas como privadas, es decir, volvemos al punto primero: dinero para cambiar el mundo... Resulta de una ingenuidad que roza el candor más absoluto y la candidez más bobalicona pensar que se puede cambiar el mundo de alguna de esas dos maneras. Al fin se reducen a dos: dar pasta a una oenegé o trabajar gratis para ella. 

Sobre estas oenegés hay que decir que aunque no sean creaciones propiamente dichas de los gobiernos y de los poderosos señores de este mundo, como indica su definición de “no-gubernamentales”, sí que suelen ser pro-gubernamentales y suelen estar subvencionadas económicamente y fomentadas por los gobiernos y por el mecenazgo de algunos milmillonarios filántropos, mandatarios a los que de hecho les hacen el juego y la cama.

"Para tocar un corazón no hace falta contacto físico", reza uno de sus lemas, y para ser voluntario o gestor de una ONG tampoco hace falta  mucho, la verdad sea dicha, basta con albergar buenas intenciones y sentimientos. Y para "mirar con cercanía a los demás" ya están los reality shows de la televisión y las redes sociales.

Estamos ante una paradoja: ¿cómo podemos contactar con una persona sin tocarla, sin darle un apretón de manos, sin abrazarla, sin darle un beso, sin acariciarla, sin sentir su calor humano? Imposible: si no hay tacto no hay contacto real. 


Podrá haber contacto virtual. De hecho el término "contacto virtual" ha tenido éxito en el mundo de las telecomunicaciones y de las redes sociales donde se cuentan por cientos y miles  los followers o seguidores fantasmagóricos que tiene uno. 

La expresión coloquial de “darle un toque a alguien” con el sentido de ponerle a prueba o de sondearle respecto a algún asunto ha quedado ya obsoleta y es desde hace algún tiempo sinónima de llamarle por teléfono... como si viniera preparándose la sustitución del contacto carnal, que se juzga peligroso, contagioso, al estar supuestamente todos apestados, por el virtual.

Ese es el mensaje subliminal que hay detrás de esta campaña: todos estamos apestados, por lo que es menester que guardemos la distancia física, pero no la social, nos recuerdan los vendedores de teléfonos inalámbricos, tabletas, ordenadores personales y demás cachivaches, porque podemos comunicarnos con los demás a través de medios tecnológicos asépticos y seguros y tejer nuestras propias redes sociales...

Leo en una de esas redes en las que incurro yo rara pero alguna vez, a la fuerza ahorcan, que en el colegio de la nieta de una mujer de mediana edad ha habido un pequeño que ha resultado positivo en la prueba esa de la peceerre, por lo que cuatro clases de párvulos de cinco años permanecen encerrados a cal y canto en sus casas durante diez días, custodiados por sus madres, que los mantienen aislados sin que se les arrime nadie para preservar su pureza infantil angelical...

La abuela se queja de que su hija, una de esas ahora abnegadas madres de familia, no la deja coger a la nieta en brazos, abrazarla y darle unos besazos y achuchones cada vez que la ve, pese a que se pone la pañoleta que lleva al cuello a guisa de mascarilla cubriendo boca y nariz, para evitar las broncas y la riña de su hija...

Desde luego, la burbuja familiar, reducida a su mínima expresión histórica, la sagrada familia, es la ONG ideal perfecta para el gobierno, funcionando como el perfecto trampolín de las políticas del Ministerio de Sanidad y de la perniciosa Organización Mundial de la Salud.

¿Qué será de estos niños, me pregunto yo, sometidos a la tortura de las disposiciones irracionales del Estado terapéutico y profiláctico encerrados entre cuatro paredes, sin contacto con el mundo exterior y con los otros? ¿Se rebelarán contra el sistema o serán, más bien, la generación más domesticada, dócil y esclava que ha pisado la faz de la tierra desde que el mundo es mundo?

miércoles, 27 de enero de 2021

"Tirar a dar"

Días atrás en la zona vieja de la bellísima ciudad donostiarra se produjo un enfrentamiento entre un grupo de jóvenes, al parecer desordenados, y la Ertzaintza que hizo acto de presencia, cargando casi hasta medianoche. En un momento de gran tensión, el oficial al mando de un grupo de diez policías, tras dar una serie de indicaciones a sus subordinados, soltó la siguiente perla de la que hay constancia grabada: “Vamos a tirar a dar, ¿vale?”. 
 
 
Como lo de “tirar a dar” suena un poco fuerte, enseguida el secretario general del sindicato policial le ha quitado importancia calificando la frase de “expresión coloquial”, y argumentando que la "voluntariedad" -no la voluntad, ojo, que al parecer no es lo mismo- de los agentes no era la de herir a los participantes en los incidentes.

Que a alguien le disparen un proyectil de “foam” de calibre 40 milímetros, peso de 220 gramos y alcance, al parecer, de una velocidad que llega a superar los 300 quilómetros por hora, supuestamente menos letal que las pelotas de goma utilizadas hasta la fecha por los antidisturbios, no le hará mucha o, más bien, ninguna gracia. Las pelotas de goma rebotaban y sus impactos eran impredecibles, mientras que estas nuevas balas de viscoelástica son bastante precisas y certeras, y dependen de la puntería del agente que dispara.   Ahora bien, si uno sabe que se dispara sin voluntad de herirle porque “ha sido sin querer”, le deja a uno un poco más tranquilo, aunque le reviente un ojo de la cara, por ejemplo. 

 
Alguna vez he visto algún programa televisivo de esos que graban el día a día de los agentes de la policía durante su trabajo en su patrullar y actuar diario. Resulta tranquilizador ver qué saber-estar y “savoir faire” muestran estos agentes de ambos sexos previamente seleccionados, con qué educación y profesionalidad se comportan, qué temple exhiben, qué paciencia despliegan en su trabajo cotidiano...ante las cámaras.

Reflejan estos reportajes una imagen tan idealizada del policía que sabe que está siendo grabado y visto por todo tipo de telespectadores que al final uno casi acaba deseando que le detengan a uno mismo, que le lleven al calabozo y, si se tercia, que le planten un par de hostias bien dadas... ¿Por qué? ¿Cómo que por qué? Porque uno seguramente se lo merece, y, porque, como decía el otro, algo habrá hecho uno, aunque no sea muy consciente de ello...

Esos programas venden un producto propagandístico: la imagen del poli bueno, que encarna los ideales de perfección y rectitud de las fuerzas de “orden público”, frente al ciudadano normal y corriente que muestra poco civismo y representa la imperfección, la torpeza y el desorden. 

Estos programas deforman la realidad so pretexto de informar de ella. La observación modifica la realidad de lo observado, configurando una nueva pero falsa realidad. De hecho puede afirmarse que la realidad se crea o recrea en el acto mismo de la observación.


Pero cuando alguien no es observado o cuando no sabe que hay una cámara oculta grabando, es cuando se retrata de verdad, como se suele decir. Bienvenida sea, en ese sentido, toda grabación que aporte luz mostrando el lado oscuro de los que dicen velar por nuestra seguridad, una muestra que solo puede obtenerse si no se percatan de que están siendo filmados.

De todo hay en la viña del Señor. En la vida cotidiana, esa que no suele salir por la televisión, uno se encuentra, sin embargo, con verdaderos y vulgares mercenarios, portadores de placa, porra y pistola, con una soberbia, chulanganería, violencia, impunidad y falta de escrúpulos en exceso, y no pocos justifican la violencia policial escudándose en que estaban cumpliendo órdenes que siempre vienen de arriba, de los mandos, por lo que parece que no son responsables de su actuación.

Por supuesto que también, afortunadamente, uno se encuentra con sujetos que, pese a desempeñar esa profesión que les exige hacer uso de la fuerza, saben comportarse y no llegan a utilizar nunca el arma reglamentaria que el Estado pone en sus manos, como aquel guardia civil jubilado que se enorgullecía de que nunca había hecho uso de su pistola... Pero hay polis buenos y malos... El gran defecto del “poli bueno” es que excusa, protege y encubre a menudo por corporativismo al “poli malo”.

“Vamos a tirar a dar” no es una frase descontextualizada ni una frase hecha o expresión coloquial. Es una declaración de intenciones en toda regla que retrata la violencia institucional intrínseca que encarnan los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Ellos no manejan las armas que portan; las armas les manejan a ellos. El gatillo llama al dedo. El problema es que algunos tienen, además de fácil el gatillo, muy buena puntería.

martes, 26 de enero de 2021

A self-fulfilling prophecy

El filántropo milmillonario ha declarado que la humanidad no volverá a la normalidad hasta que se haya vacunado contra el virus coronado. Esa profecía no es azarosa, no depende de las circunstancias el que se cumpla o no. Es una profecía de autocumplimiento, a self-fulfilling prophecy: es decir una profecía que una vez formulada ella misma se encarga de que se haga efectivo su propio cumplimiento. 
 
La profecía llamada a autorrealizarse parte de una definición «errónea» o no verificada de una situación. En el caso que nos ocupa la aseveración “la humanidad no puede volver a la normalidad” no es una opinión particular lanzada al albur y más o menos fundada en alguna evidencia científica o mágica de un adivino iluminado que puede o no cumplirse, pero que no se sabe todavía porque habrá que esperar a ver qué pasa y, como la gente dice, "el tiempo lo dirá", sino que parte de que es metafísicamente imposible volver a la normalidad para que así sea, lo que se establece como una verdad de hecho que impide, con su formulación, dicha vuelta. 
 
 
 
Esta creencia, falsa como todas en cuanto no demostrada, despierta un nuevo comportamiento, en este caso la necesidad imperiosa y compulsiva de vacunarse, lo que hace que la errónea concepción original de la situación se trueque como por arte de magia en «verdadera». 
 
Una vez que alguien se convence a sí mismo de que las cosas no volverán a ser como antes porque se han impuesto unas medidas (mascarillas, distancia social, confinamiento, toque de queda -ridículamente denominado entre nosotros por el presidente del gobierno “restricción de movilidad nocturna”, restricción del derecho de reunión etc.) que han cambiado nuestros hábitos y costumbres, y que han hecho que nuestras relaciones se modifiquen drásticamente, hasta el punto de no acercarnos a más de dos metros de un conocido o desconocido ni a dejar que se nos acerque ninguno por miedo al contagio, medidas imprescindibles según nos han inculcado y nos han hecho creer para luchar contra un virus al que, según la Organización Mundial de la Salud resulta poco ético exponerse a fin de adquirir inmunidad natural, que ya ni siquiera reconoce que pueda existir-, una vez convencidos de eso, decía, ya nada volverá a ser lo mismo y ya nadie hará nada para evitar esa situación que podría evitarse, ya que podrían, en efecto, derogarse dichas medidas draconianas, y esperar a ver qué pasa. 
 

 Expresión anónima del auténtico sentir popular.
 
¿Qué pasaría? Por lo pronto que se volvería a la normalidad, con lo que se revela la falsedad de la que partía la profecía de autocumplimiento. Pero no se hará, no se volverá a la normalidad, porque las medidas impuestas por autoconvencimiento o por presión policial y legal se consideran justas y necesarias. 
 
Ya podemos darnos por jodidos, como decía vulgarmente el otro, porque sólo nos queda someternos a la vacunación que se presenta como única oportunidad de redención y de vuelta a la normalidad.
 
El papa bendiciendo la Hostia (vacuna redentora), fotomontaje.
 
El ejemplo literario que se me ocurre entre los antiguos de profecía autoejecutante es este epodo atribuido a Arquíloco (fr. 84 D) Ζεὺς ἐν θεοῖσι μάντις ἀψευδέστατος / καὶ τέλος αὐτὸς ἔχει, que así tradujo Agustín García Calvo: “No hay otro dios como Zeus / profeta cierto: él hace la profecía, y él / la hace cumplirse también”. 
 
Zeus sería mejor profeta, según Arquíloco, que cualquiera de los otros dioses griegos, porque sus vaticinios se cumplen en la realidad, ya que el tiene el poder de ejecutarlos. Aunque no se le cite por su nombre propio, Zeus sería mejor futurólogo que el mismo Apolo, que era propiamente el dios de la profecía. ¿Por qué? Porque Zeus, dios todopoderoso, conoce realmente el futuro ya que él es el que ordena que así sea, y nosotros, tristes mortales, obedecemos religiosamente.